18 de noviembre de 2023

Fútbol, boxeo y literatura. Una relación versátil

V) Joyce Carol Oates: “El boxeo es amor mezclado con odio”

Pero no serían solamente grandes autores los que escribieron sobre el boxeo, también lo haría el siniestro líder del Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) Adolf Hitler (1889-1945). En Europa, tras la derrota en la Primera Guerra Mundial, en Alemania se había instalado un régimen político de democracia parlamentaria conocido como República de Weimar. En medio de una enorme crisis económica y una gran inestabilidad política y social, el 8 de noviembre de 1923 el racista y futuro genocida junto a un grupo de secuaces intentó dar un Golpe de Estado. Tras unos días de violentas refriegas, el 11 de noviembre fue detenido y encarcelado y el 1 de abril de 1924 fue condenado a cinco años de prisión. Durante su reclusión escribió “Mein kampf” (Mi lucha), un libro en el que estableció su ideología antisemita, enalteció la ideología política del nacionalsocialismo (nazismo) y enfatizó la importancia de la educación física en las escuelas, especialmente con un deporte que era de su agrado: el boxeo. Para él, la promoción del boxeo podía parecerle salvaje a quienes peleaban sólo con las armas del intelecto, pero consideró que el ideal humano se encontraba en la “personificación osada de la fuerza masculina y en las mujeres capaces de traer hombres al mundo”.
En uno de los capítulos del libro escribió: “Hay un deporte que debe ser especialmente alentado, aunque muchas personas que se hacen llamar conservadoras lo consideran brutal y vulgar, y ese es el boxeo. Es increíble la cantidad de nociones falsas que prevalecen entre las clases cultas. El hecho de que un joven aprenda esgrima y luego use su tiempo en duelos es considerado muy natural y respetable. Pero el boxeo lo consideran brutal. ¿Por qué? No hay otro deporte que, como este, iguale el espíritu militante, ni que demande una potencia de decisiones rápidas o que le dé al cuerpo la flexibilidad del buen acero. No es más vulgar que dos jóvenes diriman sus diferencias con sus puños que con dos afiladas piezas de acero. Alguien que es atacado y se defiende con sus puños no actúa con menos hombría que alguien que huye y clama la asistencia de la policía. Pero, sobre todo, un hombre joven debe aprender a resistir golpes duros”.
Unos años más tarde, en 1929, coincidieron en España la publicación de dos novelas con temática boxística. Una fue “K-O (Novela del boxeo)” del escritor y periodista Antonio de Hoyos y Vinent (1884-1940) en la cual, con un vocabulario popular y un estilo coloquial, se cuenta la historia de un boxeador y los sucesos que tienen lugar en torno a su intención de ascender en el ambiente del boxeo en el Madrid de aquellos años. La otra fue “El boxeador y un ángel” del escritor Francisco Ayala (1906-2009), la que ofreció una aproximación a la crónica deportiva sobre el, por entonces, nuevo fenómeno de masas. Ambas obras fueron consideradas por la crítica como singulares aportaciones al campo de la literatura deportiva y expresiones coherentes de la prosa de vanguardia española.


Volviendo a Estados Unidos, fueron varios los escritores y periodistas, además de los ya citados, que publicaron cuentos, novelas o artículos en torno al boxeo. Lo hizo el periodista deportivo y escritor satírico Ring Lardner (1885-1933) en los años ’20 cuando lanzó “Champion” (Campeón), un relato en el narró la historia de un boxeador amateur que viaja al Oeste con el sueño de convertirse en profesional. Lardner, quien en 1916 había publicado “You know me Al” (Tú me conoces Al) en torno al béisbol, presentó en su nuevo libro el universo pugilístico desde su vertiente más feroz, y el cuento se convertiría con el paso del tiempo en uno de los relatos estadounidenses clásicos sobre boxeo. Años más tarde otro periodista, en este caso Abbott J. Liebling (1904-1963), recopiló en “The sweet science” (La dulce ciencia) los artículos que había publicado sobre boxeo en el periódico “The New Yorker”, notas en las cuales, a través de las historias de boxeadores, entrenadores y representantes, ofreció una visión de la época dorada del boxeo estadounidense allá por los años ’50.
Unos años antes, el escritor norteamericano Robert E. Howard (1906-1936), quien durante su adolescencia había practicado el boxeo con alguna regularidad, creó en la primera mitad de los años ’30 una vasta serie narraciones cuyos personajes eran boxeadores. El más conocido de ellos fue un tal Steve Costigan, un marinero, boxeador y pendenciero protagonista de los cuentos “The battling sailor” (El marinero combativo), “Breed of battle” (La estirpe de la batalla), “The slugger's game” (El juego del boxeador), “Night of battle” (Noche de combate), “Winner take all” (El ganador se lleva todo), “Vikings of the gloves” (Vikingos del guante), “Waterfront fists” (Puños frente al mar), “Flying knuckles” (Nudillos voladores), “Circus fists” (Puños de circo) y “Sluggers on the beach”(Boxeadores en la playa), entre muchos otros.
Otro escritor y guionista estadounidense que practicó el boxeo de manera amateur fue Budd Schulberg (1914-2009). Durante años fue columnista de la revista deportiva “Sports Illustrated” comentando peleas de box. En 1947 publicó la novela “The harder they fall” (Más dura será la caída). Ambientada en el ámbito oscuro y corrompido del box, narró la historia de Eddie Willis, un periodista que subsiste gracias a sus crónicas sobre boxeo pagadas por un mafioso mientras sueña con escribir una gran novela. En 1955 publicó “Silent law” (La ley del silencio), otra novela en la que resaltó la podredumbre que circundaba la vida del protagonista, Terry Malloy, un púgil al que su hermano Charley, un abogado sin escrúpulos conectado con la mafia, lo obligó a dejarse perder por una apuesta, lo que terminó devastándolo. En una entrevista especificó: “Uno tiene un promotor, el otro un editor. Uno tiene un mánager, el otro un agente literario. Uno tiene un entrenador, el otro un corrector de estilo. Pero cuando suena la campana todo es accesorio. Estás ahí fuera, bajo las lámparas, desnudo y solo. Y lo que hagas o dejes de hacer puede formarte una reputación o destruirla de por vida. Eso es lo que hace tan fuertes los nexos entre boxeadores y escritores”.


Por su parte, el escritor y  periodista deportivo Wilfred C. Heinz (1915-2008) publicó en 1958 la novela “The professional” (El profesional), obra considerada por la crítica especializada como un clásico indiscutible de la literatura deportiva. En ella, el autor no se centró únicamente en el combate de boxeo sino que también se explayó sobre los entrenamientos de los boxeadores, los momentos en los que no combaten, sus motivaciones interiores para pelear, etc. De ese modo interpretó reflexivamente la fragilidad del boxeador como un ser humano que pelea para vivir. Y otro libro considerado un clásico de la ficción del boxeo es “Fat city” (Ciudad amarga) del escritor de ficciones y guionista cinematográfico Leonard Gardner (1933), quien retrató en la que sería su única novela, el mundo que rodeaba al boxeo norteamericano en los años ‘60 de la mano de dos boxeadores que recorrían sendas paralelas hacia el fracaso, una historia en definitiva que indagó en la soledad, la amistad y los destinos truncos de dos perdedores.
También, dentro del panorama estadounidense, otro escritor y periodista que se erigió como una figura importante en la literatura de boxeo fue Norman Mailer (1923-2007), quien a fines de los años ’50 en sus ensayos “The white negro” (El negro blanco) y “Advertisements for myself” (Advertencias a mí mismo) había examinado con crudeza la violencia, la histeria, el delito y la confusión en la sociedad estadounidense. En “The fight” (El combate), publicado en 1975, escribió una crónica de boxeo en la que narró los pormenores de uno de los combates más recordados de la historia del boxeo, aquel que libraron Muhammad Alí (1942-2016) y George Foreman (1949) en Kinshasa, Zaire, por el título de Campeón Mundial de la categoría peso pesado. Apasionado del boxeo, Mailer fue considerado como el autor de crónicas y artículos más relevantes sobre el deporte de los puños.
Reconocido como uno de los más populares e influyentes escritores de novela negra, el escritor estadounidense James Ellroy (1948) es autor de una de las producciones literarias más destacadas en el género policial contemporáneo. Con la ciudad de Los Ángeles como epicentro de su literatura, en sus novelas predominan el racismo, la drogadicción, la pornografía, la prostitución y la violencia social y política de esa ciudad. Amante de la literatura policíaca y la música clásica y ferviente apasionado del boxeo, en varios de sus libros hace referencia a boxeadores. En “The black dahlia” (La dalia negra) y en “White jazz” (Jazz blanco) por ejemplo, mezcló la investigación de un crimen con la corrupción en el mundo del boxeo. Y en “Destination: morgue!” (Destino: la morgue) narró las peripecias de varios boxeadores mexicanos que dejaban la vida en busca de la fama y la supervivencia.


Por su parte el periodista y escritor Gay Talese (1932) reunió en “The silent season of a hero” (El silencio del héroe) muchas de sus crónicas escritas durante varias décadas sobre figuras del deporte que fueron publicadas en medios gráficos como los periódicos “The New York Times” y "The New Yorker”, y las revistas “Time”, “Esquire” y “Harper's Magazine”. El boxeo ejerció un especial atractivo para él, y en sus artículos señaló aspectos particulares de figuras como Joe Louis (1914-1981), Floyd Patterson (1935-2006) y el antes mencionado Muhammad Alí. También se ocupó, tal como escribió en el prólogo, de “personajes desconocidos e ignorados por la prensa y por los grandes escritores de no ficción del momento”. Por otro lado, la novelista y periodista Katherine Dunn (1945-2016), quien fue habitual columnista en los periódicos “Willamette Week”, “The Oregonian” y “The New York Times”, publicó “One ring circus. Dispatches from the world of boxing” (El circo del ring. Mensajes del mundo del boxeo), una antología de ensayos sobre boxeo en los que retrató las vivencias de legendarios boxeadores como así también las de entrenadores, aficionados y promotores.
A su vez, el entrenador de boxeo Jerry Boyd (1930-2002) publicó dos colecciones de cuentos basados en sus experiencias fuera del ring. Bajo el seudónimo F. X. Toole publicó “Rope burns. Stories from the corner” (Quemaduras de cuerda. Historias de la esquina) y “Pound for pound” (Libra por libra). Este autor se mostró muy crítico ante el espectáculo en el que se había convirtido el boxeo, denunciando la codicia y los intereses que habían corrompido su esencia hasta reducirlo exclusivamente al dinero. De ahí el tono nostálgico que predominó en la mayoría de sus relatos, en los que transmitió su pesadumbre al ser testigo de la compra de árbitros para que favoreciesen a uno de los dos púgiles o del jurado cuando la pelea se decidía por puntos, de la influencia de los patrocinadores en el combate o del negocio de las apuestas.
Y la novelista, cuentista, poetisa, dramaturga y ensayista Joyce Carol Oates (1938) también abordó el tema en su ensayo “On boxing” (Del boxeo). Publicado en 1987, en él vertió múltiples conceptos personales de su visión sobre este deporte. Así puede leerse: “No disfruto del boxeo en el sentido habitual de la palabra y no lo considero un deporte”. El boxeo, dijo, “es primitivo como se podría decir que son primitivos el nacimiento, la muerte y el amor erótico, y nos obliga a reconocer a regañadientes que las experiencias más profundas de nuestras vidas son eventos físicos, aunque creemos que somos, y seguramente somos, esencialmente espirituales”. Agregó más adelante: “El ring de boxeo es una especie de altar, uno de esos espacios legendarios donde las leyes de una nación están suspendidas. Observar el boxeo de cerca y con seriedad es arriesgarse a momentos de lo que podría llamarse pánico animal. La cosa en sí misma trae consigo un escalofrío de pavor”. Y concluyó: “El boxeo es una celebración de la religión perdida de la masculinidad, tanto más contundente por estar perdida. Es amor mezclado con odio. Es más poderoso que el amor, o el odio”.