15 de junio de 2011

Cortázar: cronopios y famas (3). Las nuevas historias

En una ocasión contó Cortázar que "Manual de instrucciones", la primera de las cuatro partes que componen "Historias de cronopios y de famas", la escribió después de casarse con Aurora Bernárdez. "Fue en la época en que nos fuimos a pasar unas semanas en Italia. La culpa de estos textos la tuvo mi mujer, que un día, mientras subíamos con gran fatiga la enorme escalera de un museo, me dijo de pronto: 'Lo que pasa es que esta es una escalera para bajar'. Me encantó la frase y le dije a Aurora: 'Uno debería escribir algunas instrucciones acerca de cómo subir y bajar por una escalera'. Y así lo hice". De este episodio banal nació el celebérrimo "Instrucciones para subir una escalera", al que luego iría agregando otras "instrucciones": para llorar, para cantar, para matar hormigas en Roma y hasta para dar cuerda al reloj.
Aurora Bernárdez es hermana del poeta Francisco Luis Bernárdez (1900-1978), quien integrara el grupo "Florida" junto a notables figuras como Ricardo Güiraldes (1886-1927), Oliverio Girondo (1891-1967), Conrado Nalé Roxlo (1898-1971) y Jorge Luis Borges (1899-1986) entre otros poetas ultraístas que, a través de la revista "Martín Fierro", ejercieron un importante papel en la renovación literaria y estética de la literatura argentina. La mujer que fue esposa de Cortázar entre 1953 y 1967 es una de las más importantes y prolíficas traductoras argentinas, cuya labor profesional comenzó en el país en la década de 1940 y continuó luego en la UNESCO, en París, junto a su marido. Entre muchísimos otros autores ha traducido a Gustave Flaubert (1821-1880), Charles Baudelaire (1821-1867), Paul Valéry (1871-1945), Vladimir Nabokov (1899-1977), Jean Paul Sartre (1905-1980), Simone de Beauvoir (1908-1986), Paul Bowles (1910-1999),  Albert Camus (1913-1960) e Italo Calvino (1923-1985).
A fines de 2006, Aurora encontró en la vieja casa de la rue Martel en el barrio parisino de Grenelle -donde convivió con Cortázar- cinco cajones de la vieja cómoda familiar atiborrados de papeles inéditos. Testigo del descubrimiento fue el editor barcelonés Carles Alvarez Garriga (1968), gran estudioso de la obra de Cortázar, que ostenta el título de doctor en Filología Hispánica gracias a una tesis doctoral sobre los prólogos del autor de "El perseguidor". Alvarez Garriga se hallaba por entonces investigando para su tesis y entró en contacto con Aurora Bernárdez. Ella le pidió colaboración en el inventario de los papeles del escritor que aún conservaba en su casa. "Me dijo que quería verme para mostrarle unos papelitos. Imaginé unas cartas, un recibo de la luz, algunos dibujitos quizá -recuerda el editor-. Cuando llegué, Aurora se acercó a unos cajones que no se podían abrir de lo llenos que estaban y de los que fueron saliendo carpetas y carpetas de papeles. Había textos que conocía y había otros que no, y en la gran mesa de madera donde Cortázar había escrito 'Rayuela' hacía cuarenta años se desplegaron los documentos hasta entonces desconocidos por el mundo y olvidados por la mujer que cocinó la sopa y tendió la cama del escritor argentino en aquellos años". ¿Era posible que ese valioso tesoro no estuviera ordenado, clasificado, inventariado, microfilmado? Sólo si su propietario era un auténtico cronopio. "Yo le dije, con gracia y sobre todo muy sorprendido: Aurora, usted no tiene derecho a tener estos papeles aquí, sin un extintor cerca, sin un humificador, esto debería estar en un sitio donde se guarde el patrimonio".
Las páginas inéditas -que Cortázar habría querido quemar en algún momento-, ignoradas por años, relucían amarillentas: cientos de papeles, desde un discurso escolar, "Discurso del Día de la Independencia", que en 1938 Cortázar recitó ante sus compañeros y profesores, hasta un capítulo inédito de "Libro de Manuel" u once episodios protagonizados por su personaje Lucas. El hallazgo también incluyó trece poemas desconocidos, una treintena de artículos variados sobre literatura, pintura, escultura, fotografía, política y viajes, otro discurso que pronunció en el acto en que recibió la nacionalidad francesa, cuatro autoentrevistas y otros textos inclasificables al más puro y lúdico estilo cortazariano. Alvarez Garriga considera que hay "algunos de estos cuentos juveniles que seguro no los quiso publicar porque consideraba que no estaban acabados, pero no los destruyó, eso es señal de algo. El destruyó dos novelas, una infantil que se llamaba 'Las nubes y el arquero' y una juvenil que se llamaba 'Soliloquio'. Las quemó cuando tenía sesenta años, porque dijo que no tenían ningún interés. Ahora, hay algunos que son realmente un misterio por qué no quiso publicarlos. Está también, por ejemplo, un caso muy concreto que es la versión primitiva de un escrito que se llama 'Relato con un fondo de agua', que él lo publicó veinte años después. Uno se puede tomar la molestia o el placer de imprimir los dos relatos y leerlos, confrontarlos y ver cómo un joven de treinta años tiene una idea que a los cincuenta es capaz de escribir bien. Eso es fascinante".
Fue ante la acumulación de descubrimientos cuando Aurora Bernárdez dijo: "Bueno, quizá sí; quizás haya llegado ya el momento de empezar a ordenar esto verdaderamente". Si alguien tiene los derechos para difundir la obra inédita de Cortázar ese alguien es Aurora Bernárdez, ya que el testamento de Cortázar le atribuye, de un modo muy claro, la potestad de seleccionar y decidir. Y así lo hizo efectivamente, en su calidad de albacea y heredera universal de Cortázar, cuando publicó en mayo de 2009 "Papeles inesperados", un libro que, según Alvarez Garriga, contiene "textos de todos los géneros y todos los tiempos, por lo que se puede viajar de esa prosa grandilocuente juvenil del personaje, con un punto incluso cursi, a esa liberación retórica del castellano que personificó en uno de los casos más extraordinarios en la literatura del siglo XX".
Entre los cajones de aquella vieja cómoda aparecieron también tres historias de cronopios que quedaron sueltas: "Never stop the press", "Vialidad" y "Almuerzo", tres historias completamente terminadas, corregidas y mecanografiadas por Cortázar que se suprimieron de la edición original porque el editor Paco Porrúa, una vez que tuvo en sus manos el libro que iba a publicar en el año 1962, le dijo: "Mira Julio, hay muchos textos, por qué no quitamos alguna de estas historias". Esos textos finalmente se publicaron bajo el título "De Cronopios y de Famas, tres nuevas historias" -en ocasión de cumplirse el 25º aniversario de la muerte de Cortázar- en una lujosa edición artesanal caligrafiada por el eximio calígrafo 
argentino José María Passalacqua (1971) y acompañada de ilustraciones de la artista italiana Judith Lange (1956).


NEVER STOP THE PRESS

Un fama trabajaba tanto en el ramo de la yerba mate que no le quedaba tiempo para nada. Así este fama languidecía por momentos, y alzando-los-ojos-al-cielo exclamaba con frecuencia: "¡Cuán sufro! ¡Soy la victima del trabajo, y aunque ejemplo de laboriosidad, mi-vida-es-un-martirio!". Enterado de su congoja, una esperanza que trabajaba de mecanógrafa en el despacho del fama se permitió dirigirse al fama, diciéndole así:
- Buenas salenas fama fama. Si usted incomunicado causa trabajo, yo solución bolsillo izquierdo saco ahora mismo.
El fama, con la amabilidad característica de su raza, frunció las cejas y estiró la mano.
¡Oh milagro! Entre sus dedos quedó enredado el mundo y el fama ya no tuvo motivos para quejarse de su suerte. Todas las mañanas venía la esperanza con una nueva ración de milagro y el fama, instalado en su sillón, recibía una declaración de guerra, y/o una declaración de paz, un buen crimen, una vista escogida del Tirol y/o de Bariloche y/o de Porto Alegre, una novedad en motores, un discurso, una foto de una actriz y/o de un actor, etc. todo lo cual le costaba diez guitas, que no es mucha plata para comprarse el mundo.

 
VIALIDAD
 
Un pobre cronopio va en su automóvil y al llegar a una esquina le fallan los frenos y choca contra otro auto. Un vigilante se acerca terriblemente y saca una libreta con tapas azules.
- ¿No sabe manejar, usted? -grita el vigilante.
El cronopio lo mira un momento, y luego pregunta:
- ¿Usted quién es?
El vigilante se queda duro, echa una ojeada a su uniforme como para convencerse de que no hay error.
- ¿Cómo quién soy? ¿No ve quien soy?
- Yo veo un uniforme de vigilante -explica el cronopio muy afligido-. Usted está dentro del uniforme pero el uniforme no me dice quien es usted.
El vigilante levanta la mano para pegarle, pero en la mano tiene la libreta y en la otra mano el lápiz, de manera que no le pega y se va adelante a copiar el número de la chapa. El cronopio está muy afligido y quisiera no haber chocado, porque ahora le seguirán haciendo preguntas y él no podrá contestarlas ya que no sabe quién se las hace y entre desconocidos uno no puede entenderse.


ALMUERZOS

En el restaurante de los cronopios pasan estas cosas, a saber que un fama pide con gran concentración un bife con papas fritas, y se queda deunapieza cuando el cronopio camarero le pregunta cuántas papas fritas quiere.
- ¿Cómo cuántas? -vocifera el fama-. ¡Usted me trae papas fritas y se acabó, qué joder!
- Es que aquí las servimos de a siete, treinta y dos, noventa y ocho -explica el cronopio.
El fama medita un momento, y el resultado de su meditación consiste en decirle al cronopio:
- Vea, mi amigo, váyase al carajo.
Para inmensa sorpresa del fama, el cronopio obedece instantáneamente, es decir que desaparece como si se lo hubiera bebido el viento. Por supuesto el fama no llegará a saber jamás dónde queda el tal carajo, y el cronopio probablemente tampoco, pero en todo caso el almuerzo dista de ser un éxito.


El escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez (1934-2010) recordó aquel aniversario en un artículo que publicó el diario "La Nación" en su edición del 14 de febrero de 2009: "Si Borges dejó en la literatura argentina el lujo de una escritura inteligente en la que cabía el universo, Cortázar enseñó a trastrocar todos los órdenes del lenguaje y a recuperar el desdeñado acento latinoamericano. En la Argentina, y me consta que también en otras partes, Cortázar fue el resumen de su época. Los sesenta y las décadas que siguieron le deben la libertad para hablar de sexo, criticar las costumbres pequeñoburguesas, quitarles el almidón a las palabras y a las cosas. Libertad era su consigna, el santo y seña de su generosa vida. Y porque la aspiración de ser libre está en el aliento de la especie humana, la obra de Cortázar se sigue leyendo con pasión, a veinticinco años de su muerte, como si todavía estuviera escribiéndola".
Aurora Bernárdez conoció a Cortázar en 1948 y compartió largos años de una vida de trabajo, de viajes y lecturas. Colaboró junto a él en el proceso de pre-producción de varias de las futuras traducciones de su obra a otros idiomas. Desde que Cortázar publicó "Historias de cronopios y de famas", la humanidad se dividió en cronopios y famas. "¿Qué todos queremos ser cronopios? -ha dicho Aurora-. Bueno, uno prefiere ser cronopio porque es más simpático y más poético. Pero todos somos todo: somos cronopios, somos fama y somos esperanza. Todos tenemos un poco de cada cosa. Aunque yo conozco famas que son cronopios, y cronopios que a veces son esperanza, y a veces son fama. Estamos hechos así, de contradicciones".