John Saxe Fernández (1944) es doctor en Estudios
Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM). Nacido en Costa Rica y ciudadano
mexicano, es autor de numerosos artículos publicados en diversos medios
de América Latina, Canadá, Estados Unidos y Europa. Entre sus libros
pueden mencionarse "Petroleo y estrategia", "La compraventa de
México", "Terror e imperio", "La energía en México:
situación y alternativas", "Globalización, imperialismo y clase
social", "El mundo actual", "Geoeconomía y geopolítica
del Caribe", "Globalización: crítica a un paradigma"
y "Globalización del terror y amenaza bioterrorista", entre
otros. Para Saxe Fernández, actual coordinador del programa "El Mundo
en el Siglo XXI" del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en
Ciencias y Humanidades de la UNAM, la dinámica de la economía industrial capitalista ha sido de tal
naturaleza que la necesidad de nuevas fuentes de materias primas, mercados,
suministros frescos y mano de obra barata se han ampliado constantemente y han
desempeñado un papel preponderante en todas las etapas del conflicto
internacional y en las crisis económicas globales de la actualidad. Los
desastrosos efectos socioeconómicos de la crisis que comenzó en 2008
-considerada el peor descalabro económico desde la gran depresión de 1929
según el criterio de prominentes estudiosos, financieros, ex reguladores
federales y economistas- parecería estar conduciendo al planeta hacia una
calamidad global. Según muchos expertos, la economía mundial podría
estar ya inmersa en un ciclo terminal (Doomsday cycle) en el que los bancos
usan el rescate de los organismos internacionales de crédito para pagar
jugosos dividendos a los accionistas y multimillonarias compensaciones a las
cúpulas gerenciales bancarias. Bajo los efectos de un masivo subsidio al
taimado principio de privatización de las ganancias y socialización de los
riesgos, "aumenta -dice Saxe Fernández- el peligro de un acople depresivo
global, y con ello de más agravamientos económico-militares de potencialidad
devastadora que van desde la agudización de la crisis deudora europea,
hasta las inadmisibles agresiones a trabajadores, estudiantes, campesinos y
clase media por medio de la mayor austeridad fiscal desde la Segunda Guerra
Mundial, junto a los amañados rescates oficiales a los altos círculos
bancario-financieros". El deterioro económico-social y moral que
acompaña al manejo clasista de la crisis en Estados Unidos y Europa, además de
agudo, se internacionaliza y retroalimenta. La crisis de la eurozona
muestra síntomas que van desde la desaceleración hasta la posibilidad de caer
en una aguda recesión. "Una
recesión en Estados Unidos, Europa y un freno en Asia colapsarían el volátil
mercado de 'commodities', al que son tan adictas las economías
latinoamericanas, incluyendo Brasil, México y Argentina, cuyas clases
dirigentes, además de su atávico rentismo, especulación e inclinación por caer
en la trampa de la liquidez, son influidas por el Fondo Monetario
Internacional-Banco Mundial-Banco Interamericano de Desarrollo a favor de la
reprimarización, ahora acompañada de una fuerte oleada de rechazo popular en
toda la región ante su alto costo humano, ambiental y cultural". Según Saxe
Fernández, "los neoliberales están ofreciendo un espectáculo
chusco" que provoca "ruinosos efectos humanos y
ecológicos, desempleo, pobreza, insalubridad, devastación ambiental,
polarización, informalidad económica y criminalidad con sus políticas fiscales,
monetarias y reformas estructurales".
EL FUNDAMENTALISMO NEOLIBERAL
Uno de los aspectos de mayor relieve sobre los problemas y
dilemas encerrados en cualquier reflexión en torno a la globalización, el poder
y la educación superior consiste en el reconocimiento, desde el inicio mismo de
este trabajo, sobre la indispensable apertura a la teorización no sólo
económica sino también política y social que toma en cuenta los eventos
emergentes en un mundo en constante cambio. El enfoque interdisciplinario
permite mayor fortaleza explicativa y, por lo tanto, puede facilitar una mejor
comprensión, tanto sobre la compleja gama de variables involucradas, como de su
posible desenvolvimiento en el tiempo. Abordar de esta forma este fenómeno es
al mismo tiempo una tarea difícil así como azarosa. Existe una motivación
personal para abordar esta temática que se sintetiza en un nombre, Mauro
Fernández, el discípulo de Herbert Spencer y ministro de educación de Costa
Rica que, a finales del siglo XIX, introdujo en esa nación centroamericana el
concepto de laicización universitaria y de la educación pública, gratuita,
universal y obligatoria. También existe una motivación política: la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) -hoy en día la institución universitaria de
mayor envergadura de América Latina- está sometida, junto con todo el sistema
de educación media superior y superior de la región, a un ataque sistemático de
sus fundamentos y de la tradición de libertad de cátedra y de investigación que
se cimentó durante siglos: la autonomía, fundamento del concepto humanista y de
la libertad de cátedra e investigación desinteresada que caracterizan a la
universidad clásica, están siendo puestos en la picota, no por las
"exigencias del mercado" o de una globalización en abstracto, sino
específicamente por el Banco Mundial (BM) y los poderosos intereses domésticos
e internacionales que se articulan desde ese centro institucional de poder
imperial.
La introducción de los objetivos y las políticas "de
mercado" en la investigación y la docencia universitaria -presente en el
"modelo estadounidense" desde el siglo XIX, esa forma de
"fundamentalismo neoliberal"- sin duda representa un reto y un
escollo a vencer en la larga lucha y esfuerzo por la superación de las
condiciones alienantes y de opresión que sufre la humanidad. El "modelo
estadounidense" contrasta con la experiencia universitaria europea que
virtualmente desconoce la existencia de centros privados a ese nivel. La
virtual inexistencia de universidades privadas en Europa es un hecho de primera
magnitud, generalmente ignorado por los tecnócratas latinoamericanos que
aplican de manera acrítica y mecánica los lineamientos del BM, especialmente
aquellos dirigidos al desmantelamiento o debilitamiento de la Universidad
Pública por medio del establecimiento a troche y moche del programa de
"universidades tecnológicas" a lo largo y ancho del país. Un
mecanismo utilizado para capacitar personal en labores técnicas inmediatamente
requeridas por las empresas, es decir, egresados de visión acrítica y angosta
sin formación en la tradición humanista, la historia y los fundamentos del
conocimiento científico general que debe tener cualquier profesional de las
artes, las ciencias naturales o sociales. Porque como creación universal y
humanista, la Universidad es la antítesis de formulaciones dogmáticas o, si se
prefiere un término más cercano a nuestra experiencia,
"neoinquisitoriales". Hoy lo que el Director de Le Monde
Diplomatique, Ignacio Ramonet, ha caracterizado como "la dictadura del
pensamiento único" para referirse a lo mismo, se presenta como la
principal amenaza al funcionamiento y la existencia de la Universidad en el
orbe. Articulado a nivel operativo desde las altas esferas gubernamentales de
América Latina -comprometidas ahora con objetivos y programas diseñados "en
función de las fuerzas del mercado"-, este fundamentalismo despliega tanto
en la retórica como en la práctica lo que los documentos del Banco
Mundial conciben como una campaña contra "la universidad
tradicional" y el "excesivo poder de profesores e investigadores".
En este trabajo se revisará primero el concepto y los
procesos de globalización; segundo, los aspectos más relevantes de la
estructura de poder, especialmente la referida a los Estados Unidos de América
y en tercer lugar se analizarán los principales planteamientos del Banco
Mundial en torno a la educación universitaria. He procedido siguiendo el sabio
consejo de lanzar breves -furtivas- vistas hacia el futuro desde una continua
auscultación del pasado. Considero que esta es la manera más adecuada de
proceder, desde la perspectiva de la ciencia social, porque conlleva un
constante esfuerzo por cotejar los conceptos y explicaciones de la teoría
social y económica con un flujo constantemente cambiante de sus referentes
empíricos y en el que se detectan puntos de continuidad y de discontinuidad.
Como bien lo planteó el estadounidense Arthur Vidich en un estudio centrado en
la obra de clásicos como Marx, Weber, Veblen, Keynes, Hobson, Lenin y C. Wright
Mills, entre otros, es notable que ninguno de ellos creyó que los "modelos
teóricos" de las ciencias sociales "pudieran ser utilizados como
una aproximación en la resolución de los problemas del mundo real, o como un
sustituto para el estudio empírico de éste. Para ellos, los conceptos,
construcciones teóricas, sistemas y vocabularios especializados eran
herramientas útiles en el estudio del mundo empírico y no propiamente
respuestas a los problemas siempre en evolución presentados por un mundo en
cambio continuo. Supusieron, además, que sería necesario que las sucesivas
generaciones de académicos revisaran las ideas de sus predecesores de tal forma
de hacerlas relevantes bajo nuevas condiciones que volvían inapropiadas las
teorías anteriores. Por ejemplo, ya sabían que la idea de un sistema de libre
mercado -tal como el descrito por Adam Smith- no funcionaría y no podría ser
aplicado sin ambigüedades dado que ya había sido contradicho por las realidades
de la historia económica de los últimos doscientos años".
Las tragedias que han acompañado a la Revolución Industrial
-y aquí estoy pensando en la Gran Depresión y su secuela en las atrocidades de
las dos grandes conflagraciones político-militares del siglo XX y que
culminaron en las cenizas de Hiroshima, se engendraron, más que por la
indiferencia y la codicia de capitalistas que sólo pensaban en sus ganancias,
en la devastación social de un sistema mercantil, de corte victoriano, no
controlado, cuando el santuario interior de la vida humana fue saqueado y
violado. Hoy, cuando algunos hablan y escriben, o invitan a la irreflexión
desde ese discurso eufórico, desmemoriado, determinista y fácil de lo que en
otra ocasión he llamado "el globalismo pop", repleto de
simplificaciones peligrosas y engañosas, se observa una tendencia en ciertos
círculos al desvanecimiento y desdén de la memoria histórica sobre esas
calamidades. Si hemos de reflexionar sobre la globalización, el poder y la
investigación, hagámoslo de manera bien cimentada, evitando el castigo
dantesco, recuperando nuestro punto de observación, mirando hacia adelante, sin
nostalgia, pero, primero que todo recordando el terremoto económico y
político-militar y además reconociendo que miramos, después del terremoto: ello
permite percibir la debilidad de los cimientos y por lo tanto aprender cómo y
dónde construir o reconstruir la fábrica institucional de forma que pueda
soportar mejor los choques del futuro.
En 1998 el BM publicó un informe sobre Financiamiento y
Administración de la Educación Superior en el que presentó la agenda mundial de
"reforma" educativa. Con la intención de ajustar el sistema educativo
"a las necesidades actuales y futuras", el BM siguió la sugerencia
del rector de la Universidad de Twente (Holanda) al suscribir que "la
agenda de reforma educativa de los '90 y seguramente de gran parte del
siguiente siglo, está más orientada al mercado que a conservar su carácter
público o su planeamiento y regulación gubernamental". Por lo tanto, dice
el BM, los conceptos fundamentales de nuestra agenda son: privatización,
desregulación y la orientación hacia el mercado. Dejando de lado la larga
experiencia histórica de la Universidad europea como vértice de la producción
de conocimiento humanista y científico, y como figura pública, el BM asegura
que la educación, la ciencia y la tecnología son mercancías, y consecuentemente
deben ser manejadas a través de "soluciones de mercado". Ello
significa que la educación es enmarcada en un contexto de limitada oferta y que
está disponible por un cierto precio.
Asimismo, si vemos en el lado de la demanda, el financiamiento
de la educación adquiere una forma peculiar. Esto tiene que ver, en palabras
del Banco, con el hecho de que "cuando el gobierno transfiere los costos
hacia los estudiantes, éste debe introducir un sistema paralelo de asistencia
financiera". Consecuentemente, entre las medidas consideradas por el
Informe del BM están la introducción de incrementos sustanciales en las
matrículas; el cobro de cuotas completas por servicios de habitación y comida;
la introducción de mecanismos para averiguar los recursos económicos de los
solicitantes de subvenciones y préstamos; el ofrecimiento de préstamos para
estudiantes en base a intereses de mercado; la mejora del cumplimiento de pagos
de los préstamos mediante la subcontratación de empresas privadas; la implementación
de un impuesto por derecho a graduarse a todos los estudiantes; el fomento de
la filantropía para la constitución de fundaciones, para operaciones directas
de las universidades o para otorgar becas a los estudiantes; la mejora de la
calidad (sic) de la educación a través de un entrenamiento empresarial; la
venta de investigaciones, cursos de formación y de todos los servicios mediante
contratos de concesión (contratos de servicios múltiples) o subvenciones; y el
incremento del número de instituciones privadas con un constante detrimento de
aquellas de carácter público.
Una de las justificaciones del BM para implementar dicho
paquete de lineamientos queda expresa de la siguiente manera: "Mucho de lo
que puede parecer como la agenda de un economista neoliberal es la solución más
oportuna, independientemente de cualquier cuestión ideológica. Con la creciente
evasión de impuestos y con la gran dificultad de recolectarlos en un contexto
de competencia por los recursos entre varias necesidades públicas, un
incremento en la matrícula, el cobro de otras cuotas y el desencadenamiento del
potencial empresarial del profesorado, puede ser la única alternativa frente a
una austeridad que la debilita totalmente". La necesidad de reducir
lo que parece ser asumido como un gasto "no productivo" (el gasto en
educación pública), con el objeto de ahorrar dinero para otras necesidades
públicas como salud, seguridad e infraestructura, se desvanece cuando se
considera que el grueso del sector público está siendo privatizado bajo
justificaciones similares. La tendencia de privatizar los activos públicos
-asumida por la sabiduría convencional como la única alternativa- responde al
interés privado de saquear las arcas públicas, consolidando con ello lo que se
ha descrito correcta y ampliamente como la privatización de ganancias y la
socialización de costos. Los montos de dinero recibidos por la privatización de
los activos públicos ha sido un proceso que, particularmente en los países
periféricos, lejos de estimular el incremento del gasto público en demandas
sociales o en inversiones productivas prometedoras, está más bien consumiéndolo
con el pago de intereses de deuda y de fraudes gestados al calor de los
procesos de privatización.
Las implicaciones de la mercantilización de la educación son
considerables porque la formación de la población está siendo crecientemente
alejada de los intereses públicos nacionales. Consecuentemente, la Universidad
viene perdiendo su capacidad de crítica y de generación domestica de
conocimiento, todo en un marco en el que las corporaciones multinacionales y el
empresariado local (en segundo plano) son colocados como "los
agentes" que definen qué y cómo hacer la investigación
científico-tecnológica y, qué debe y no debe enseñarse en las aulas. En el
caso del Sur, la penetración de intereses extranjeros se viene potenciando como
resultado de la falta de iniciativa que ha caracterizado históricamente al
empresariado periférico para estimular la consolidación de un sistema de
desarrollo científico y tecnológico nacional de alta calidad. En lugar de
colocar a la Universidad pública como un actor activo en el ciclo de
re-producción de sus países, una estructura bien conocida por los países del
Norte, la elite de poder periférica viene privatizando y desnacionalizando uno
de los pilares más importantes para el desarrollo y futuro de nuestros países.
Los movimientos populares de padres de familia, maestros y
estudiantes que hasta ahora han hecho frente, en una medida u otra, a la
consumación del proyecto de "reforma" educativa, obligadamente
tendrán que seguir informándose, fortaleciéndose y creciendo, ya que dicha
tendencia sólo podrá ser revertida evitando las abstracciones. Y es que es
fundamental la identificación concreta de los actores y cómplices responsables,
así como de las estrategias implementadas y los beneficiarios ya que, desde su
perspectiva, las instituciones públicas de educación e investigación son
percibidas, al igual que otros activos estratégicos del país, como un jugoso
negocio que se antepone a cualquier consideración o limitación de carácter
social. En este sentido, es primordial retomar los instrumentos de toma de
decisión, crecientemente enajenados a favor de instituciones como el BM por
medio de la condicionalidad atada a todas las líneas de crédito; siendo
necesaria una rearticulación de la política económica en función de parámetros
nacionales que representen los intereses de las mayorías.