28 de julio de 2012

Bertrand Russell / D.H. Lawrence. Una relación conflictiva (1)


Proveniente de una familia aristocrática, Bertrand Russell (1872-1970) nació en Trellech, un pequeño  villorrio al sudeste de Gales, Gran Bretaña. Al quedar huérfano de padre y madre a temprana edad, él y su hermano mayor Frank fueron criados por tutores en la residencia Pembroke Lodge de Londres, donde vivían sus abuelos. Tuvo una infancia solitaria y, durante su adolescencia, la biblioteca de la mansión fue uno de sus lugares predilectos: allí leyó tanto las obras del economista Mill como las del poeta Shelley, y comenzó a estudiar la geometría de Euclides. En 1890 ingresó al Trinity College de Cambridge donde, simultáneamente a sus estudios, se abocó a la lectura de Platón,  Spinoza, Hume y Kant. Tras graduarse en Matemáticas pasó unos meses en Francia y, a su regreso a Inglaterra, publicó en 1897 -junto a Alfred Whitehead (1861-1947)- su primer libro de matemáticas: "Principia Mathematica", una obra que aún hoy en día es considerada el trabajo en lógica más importante que se haya escrito desde los tiempos de Aristóteles.
En ella, ambos autores reflotaron y refinaron la revolucionaria obra del matemático y lógico alemán Gottlob Frege (1848-1925) quien, en 1879, con su tratado "Begriffsschrift (Conceptografía) había sentado las bases de la lógica matemática moderna. Escribió: "Las matemáticas me gustan porque no son humanas". En su ensayo "The principles of mathematics" (El estudio de las matemáticas) de 1903, enfatizó: "Las matemáticas poseen no sólo la verdad, sino una belleza suprema, una belleza fría y austera, como la de una escultura, que no atrae a ninguna parte de nuestra naturaleza más débil, sublimemente pura y susceptible de una perfección tal como sólo el gran arte puede mostrar".
Russell desarrolló su trabajo profesional en matemáticas de una manera altamente técnica, sin hacer la menor concesión al lego. La especulación filosófica, argumentaba, requiere un lenguaje especial, y luchó no sólo por mantener sino por fortalecer este código hierático. No obstante, su predilección por la filosofía ya la había puesto de manifiesto en una de las primeras obras suyas: "A critical exposition of the philosophy of Leibniz" (Exposición crítica de la filosofía de Leibniz), ensayo en el que elucidó la obra del filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), a quien siempre reverenció. De allí en adelante, las matemáticas y la filosofía fueron utilizadas por Russell con asiduidad. Si bien nunca fue un filósofo puramente técnico (más bien alternó entre la filosofía profesional y la ética popular), su obra ejerció una notable influencia en casi todos los filósofos posteriores, sobre todo en el oscilante Ludwig Wittgenstein (1889-1951) y en los positivistas lógicos del famoso "Círculo de Viena" que incluía, entre otros, a Rudolf Carnap (1891-1970), Karl Popper (1902-1994) y Kurt Gödel (1906-1978).
Si bien Bertrand Russell cambió sus posiciones filosóficas numerosas veces a lo largo de su vida, el abordaje de los temas, tanto científicos como filosóficos, permaneció constante y de alguna manera unificó sus puntos de vista con respecto a la metafísica y a la epistemología. Aunque partidario del método científico, creía que la ciencia sólo obtiene respuestas provisorias: "La ciencia -dijo- en ningún momento está totalmente en lo cierto, pero rara vez está completamente equivocada y tiene en general mayores posibilidades de estar en lo cierto que las teorías no científicas".
Mientras tanto, al norte de Londres, en el pequeño pueblo de Eastwood, Nottinghamshire, David Herbert Lawrence (1885-1930) publicaba sus primeros poemas en la revista "The English Review" y algunos relatos breves en el “Nottingham Guardian”. Hijo de un minero casi analfabeto y aficionado a la bebida y de una maestra amante de la cultura, Lawrence concurrió al Nottingham High School y luego a la Universidad de la misma ciudad, pero abandonó los estudios y comenzó a dar clases desde 1908 en la Davidson Road School de Croydon. Quien sería una de las figuras literarias más influyentes y controvertidas del siglo XX, tenía una visión del ser humano como alguien completo y natural, en abierta oposición a la artificialidad de la moderna sociedad industrial por su deshumanización de la vida.
En 1911 publicó su primera novela, "The white peacock" (El pavo real blanco), a la que seguirían "The trespasser" (El merodeador), "Sons and lovers" (Hijos y amantes) y "The rainbow" (El arco iris), publicada esta última en plena guerra mundial. Salvo la primera de ellas, las restantes causaron un gran escándalo por la minuciosa descripción de las escenas de sexo y tuvieron serios problemas con la censura dada la rígida moral victoriana que imperaba por entonces. Algo similar ocurriría en 1920 con "Women in love" (Mujeres enamoradas) y con "Lady Chatterley's lover" (El amante de Lady Chatterley) en 1928. A raíz de aquella censura por obscenidad, varios personalidades del mundo de la cultura mostraron su apoyo a Lawrence, entre ellas el escritor anarquista británico Aldous Huxley (1894-1963), el crítico literario Frank R. Leavis (1895-1978), la aristocrática mecenas y protectora de intelectuales y artistas Ottoline Morrell (1873-1938) y nuestro Bertrand Russell.
El autor de The problems of Philosophy” (Los problemas de la Filosofía), muy amigo de escritores como Wells, Conrad, Forster y Shaw, concurría habitualmente a la casa de Ottoline Morrell en el nº 44 de Bedford Square, en el barrio de Bloomsbury, Londres. Allí, desde 1909 y hasta mediados de la Primera Guerra Mundial, todos los jueves se reunían pintores, escritores e intelectuales cuyos principales objetivos en la vida eran “el amor, la creación y el disfrute de la experiencia estética y la búsqueda del conocimiento”. En 1915, la Morrell se trasladó a Garsington Manor, una casa de campo en el condado de Oxfordshire, mansión que sirvió de refugio para los pacifistas y objetores de conciencia que protestaban contra la guerra y que era frecuentada por los miembros del grupo de Bloomsbury y otros intelectuales de la clase media acomodada educada en Cambridge.


Lawrence, amigo de Katherine Mansfield (1888-1923) desde 1913, era un invitado habitual en Garsington y pronto congenió con Virginia Woolf (1882-1941), quien en un principio consideró que su obra contribuía en gran manera a la evolución de la novela moderna. En ese lugar, también, Russell entabló una breve pero intensa amistad con él durante la primavera y el verano de 1915. Russell, inicialmente, se inclinó por tratar el pensamiento filosófico de Lawrence con respeto, y le fascinaba su filosofía mística, aquello de volver a un estado esencial, originario y natural, que purificara al hombre de la degradación en que el progreso lo había sumido: "Mi gran religión -decía Lawrence- estriba en la creencia en la sangre y la carne, por contener más sabiduría que el intelecto. Podemos equivocarnos con nuestra mente. Pero lo que nuestra sangre siente y cree es siempre verdadero. El intelecto es sólo el bocado y la brida".
El estallido de la Primera Guerra Mundial iba a modificar muchas cosas. Russell, muchos años después, recordaría que lo obligó a revisar sus opiniones sobre la naturaleza humana. “Hasta entonces había supuesto que era muy común que los padres amaran a sus hijos, pero la guerra me convenció de que eso es una excepción muy rara. Había supuesto que a la mayoría de las personas el dinero les gustaba más que ninguna otra cosa, pero descubrí que la destrucción les gustaba más. Había supuesto que era frecuente que los intelectuales amaran la verdad, pero aquí también descubrí que ni el diez por ciento de ellos prefiere la verdad a la popularidad". En su autobiografía escribió: “Yo deseaba vivamente que Inglaterra permaneciera neutral, para lo que recogí firmas de un amplio número de profesores y compañeros para una declaración que, a tal efecto, apareció en el ‘Manchester Guardian’. El día que la guerra fue declarada, casi todos ellos cambiaron de pensar. Pasé la tarde paseando por las calles, especialmente en las cercanías de Trafalgar Square, observando a un entusiasmado gentío que me hacía a mí mismo sensible a tales emociones. Yo había supuesto ingenuamente lo que la mayoría de los pacifistas afirmaban: que las guerras eran una imposición de gobiernos despóticos y maquiavélicos sobre una población que las rechazaba”.
Se dedicó entonces a la redacción de artículos sobre la ética de la guerra y la idea de la resistencia pasiva, textos que aparecieron en diversos medios periodísticos como “The Economist”, “The Nation”,  The Westminster Gazette”, “The Cambridge Magazine” y “The Manchester Guardian”.  También escribió un panfleto anónimo para la Asociación contra el Reclutamiento en protesta porque un objetor de conciencia había sido detenido a pesar de la "cláusula de conciencia" en la ley de reclutamiento. Tras el arresto de los distribuidores del libelo, Russell escribió una carta a “The Times” declarando que él había sido el autor, por lo que fue juzgado, condenado y obligado a pagar una multa de 100 libras. Esto le valió la pérdida de su membresía en el Trinity College y pasar a ser considerado por el sistema como "uno de los maniáticos más dañinos del país".


Por entonces, Lawrence vivía agobiado en Inglaterra a causa del origen alemán de su mujer. Durante el transcurso de la guerra, adoptó una actitud política ambigua y sus opiniones se tornaron, a los ojos de Russell, en irritantes y peligrosamente antidemocráticas: "Sus ideas extravagantes lo han condenado a la soledad. Lawrence no desea un mundo mejor; sólo está interesado en monologar sobre lo malo que es éste". El autor de "Study of Thomas Hardy" no tardó en contestarle mediante una serie de cartas cada vez más hostiles: "¿De qué sirve vivir como vive usted? No considero buenas sus clases. ¿Lo son? ¿Es bueno quedarse en la maldita nave arengando a los peregrinos? ¿Por qué no se tira por la borda? Uno debe ser un proscrito hoy día, no un profesor o un predicador". Y en otra: ''Su voluntad es falsa y cruel. Usted está demasiado lleno de represiones diabólicas y tiene la sangre cobarde y muerta". Russell acusó el golpe. Ottoline Morrell recordaría en sus memorias que, tras la lectura de la carta, Russell "quedó totalmente sorprendido por un día entero, se horrorizó profundamente. Su creencia en la ideas de Lawrence era tal que llegó a pensar que quizás tuviese razón".
El disgusto se extendió a la propia Morrell y a su amiga Virginia Woolf, quienes se sintieron frustradas y decepcionadas: "Se cree un Dios". Lawrence no tardó en partir de Inglaterra. Viajó primero a Italia, donde escribiría "Aaron's rod" (La vara de Aarón); luego a Australia, experiencia que volcaría en "Kangaroo" (Canguro); después a Estados Unidos, donde publicaría su "Studies in classic american literature" (Estudios sobre literatura clásica estadounidense) y más tarde se trasladó a México, viaje que le inspiró "The plumed serpent" (La serpiente emplumada). Sólo regresaría a su país natal en dos ocasiones por un breve período, pero jamás volvió a encontrarse con sus viejas amistades.