Duménil es integrante de la sede francesa de la
Asociación por la Tasación de las Transacciones y por la Ayuda de los
Ciudadanos (ATTAC) y un activo participante del Foro Social Mundial que se
reúne periódicamente en Porto Alegre, Brasil. A lo largo de las entrevistas analiza
temas de macroeconomía real y financiera, observa y clarifica temas como tasa
de ganancia, ciclos económicos, clases sociales, la inestabilidad financiera,
el impacto de la rentabilidad en el corto y largo plazo, etc. Afirma Duménil encontrar
en Marx importantes fundamentos teóricos que permiten analizar el
neoliberalismo: las teorías del Estado (su relación con la estructura de
clase), las de las transformaciones de las formas que reviste la propiedad de
los medios de producción (la separación de la propiedad y la gestión, el
capital de préstamo), y las del capital bancario como administrador del capital
de préstamo. Estos marcos teóricos permiten analizar el papel del Estado en el
neoliberalismo y el poder de las finanzas. Lo que sigue es la tercera parte de la
compilación de entrevistas al economista francés.
Usted viene investigando el capitalismo neoliberal hace mucho tiempo. En su análisis, ¿cómo se debe caracterizar la etapa actual del capitalismo?
Usted viene investigando el capitalismo neoliberal hace mucho tiempo. En su análisis, ¿cómo se debe caracterizar la etapa actual del capitalismo?
El neoliberalismo es la nueva etapa en la cual ingresó el
capitalismo luego de la transición de los años '70 y '80. Con Dominique Lévy
hablamos de un nuevo "orden social". Con esa expresión nosotros
designamos la nueva configuración de poderes relativos entre las clases
sociales, dominaciones y compromisos. El neoliberalismo se caracteriza, de ese
modo, por el refuerzo del poder de las clases capitalistas en alianza con la
clase de los gerentes, sobretodo las cúpulas de las jerarquías sociales y de
los sectores financieros. En el transcurso de los decenios posteriores a
la Segunda Guerra Mundial, las clases capitalistas vieron disminuir su poder e
ingresos en la mayoría de los países. Simplificando, podríamos hablar de la
existencia de un orden "socialdemócrata" durante ese período. Las
circunstancias creadas por la crisis de 1929, la Segunda Guerra Mundial y la
fuerza internacional del movimiento obrero habían conducido al establecimiento
de ese orden social relativamente favorable al desarrollo económico y a la
mejoría de las condiciones de vida de las clases populares (obreros y empleados
subalternos). El término "socialdemócrata" para caracterizar ese
orden social se aplica, evidentemente, mejor a Europa que a los Estados
Unidos. Con el establecimiento del nuevo orden social neoliberal, el
funcionamiento del capitalismo fue radicalmente transformado: una nueva
disciplina fue impuesta a los trabajadores en materia de condiciones de
trabajo, poder de compra, protección social, etc., además de la desregulación
(fundamentalmente financiera), apertura de las fronteras comerciales y la libre
movilidad de capitales en el plano internacional (libertad de invertir en el
exterior). Esos dos últimos aspectos colocaron a todos los trabajadores del
mundo en una situación de competencia entre sí, cualesquiera sean los niveles
de salarios en los diferentes países. En el plano de las relaciones
internacionales, los primeros decenios de posguerra, todavía en el antiguo
orden "socialdemócrata", fueron marcados por prácticas imperialistas
de los países centrales: en el plano económico, presión sobre los precios de
las materias primas y exportación de capitales; en el plano político,
corrupción, subversión y guerra. Con la llegada del neoliberalismo, las formas
imperialistas fueron renovadas. Es difícil juzgar en términos de intensidad y
hacer comparaciones. En términos económicos, la explosión de las inversiones
directas en el extranjero en la década de 1990 ciertamente multiplicó el flujo
de ganancias extraído de los países periféricos por las clases capitalistas del
centro. El hecho de que los países de la periferia desearan recibir esas
inversiones no cambia en nada la naturaleza imperialista de esas prácticas, se
sabe que todos los trabajadores "desean" ser explotados a estar
desempleados. Cuando a mediados de los años '90, nosotros introdujimos esa
interpretación del neoliberalismo en términos de clase, ella suscitó poco
interés. Luego, la explosión de las desigualdades sociales dio a esa
interpretación la fuerza de la evidencia. La particularidad del análisis
marxista es la referencia a las clases más que a los grupos sociales. Ese
carácter de clase está inscripto en todas las prácticas neoliberales e incluso
los keynesianos de izquierda se expresan, ahora, en esos términos. Cierta
negativa a esta interpretación sin embargo, aún se mantiene; muchos no aceptan
el papel importante que le atribuimos a los cuadros gerenciales en el orden
social neoliberal. Entre los marxistas se continúa rechazando que el
control de los medios de producción en el capitalismo moderno es asegurado
conjuntamente por las clases capitalistas y por la clase de los gerentes, lo
que hace de ésta última un segundo componente de las clases superiores. Esa
negativa es aún más desconcertante cuando se tiene en mente que los ingresos de
las categorías superiores de los gerentes, con el neoliberalismo, aumentaron
aún más que los ingresos de los capitalistas.
Para algunos autores, el neoliberalismo fue un ajuste inevitable
provocado por la crisis fiscal del Estado; para otros fue el resultado, también
inevitable, de la globalización.
La explicación del neoliberalismo por la crisis fiscal y
frecuentemente también por la inflación es la explicación de la derecha; es una
defensa de los intereses capitalistas. Ella especula con las inconsistencias de
los bloques políticos que dirigían el orden social de posguerra. Estos bloques
habrían sido incapaces de gestionar la crisis de los años '70 y entonces
desembocamos en el neoliberalismo. Pasa lo mismo con la explicación que
presenta al neoliberalismo como consecuencia de la globalización. Ese argumento
invierte las causalidades. Lo que el neoliberalismo hace es orientar la
globalización, una tendencia antigua, para nuevas direcciones y acelerar su
curso, abriendo la vía para la "globalización neoliberal". El
movimiento altermundista luchó por otra globalización, solidaria, y no basada
en la explotación en provecho de una minoría.
¿No cree usted que esta dinámica de la
globalización es un círculo esquizofrénico?
Pues por
un lado el sistema capitalista requiere libre movilidad, sobre todo de recursos
financieros, lo cual estimula la creación de nuevas zonas económicas que acrecentarán
el comercio provocando inestabilidad al propio sistema. Usted está viendo un
sólo aspecto del neoliberalismo que es la mundialización. La mundialización
neoliberal que es una etapa particular de la mundialización. Sobre todo en
América se sabe que la mundialización es un fenómeno muy antiguo. Sabemos que
el neoliberalismo tiene otros aspectos como las relaciones de trabajo, los
mecanismos financieros, el marco social, la educación, etc., todos los aspectos
de una sociedad neoliberal. En Francia ahora hay una escuela de izquierda que
dice que necesitamos la desmundialización. Nosotros, Dominique Lévy y yo,
estamos a favor de un altermundialismo, es decir, una mundialización diferente
a la neoliberal. Creemos que no podemos seguir con la actual mundialización
neoliberal y somos partidarios de un tipo de globalización en la que los
pueblos cooperen y se desarrollen. Indudablemente estamos a favor de la
modernización, pero en una forma compatible con la preservación del planeta. El
problema es que ahora la economía mundial se ha organizado a partir de los
nuevos términos del comercio y movimiento de capitales neoliberales, por ejemplo
en América Latina, en particular en el caso de México con ese loco tratado de
libre comercio con Estados Unidos y Canadá. Transformar esta configuración será
muy difícil. El mundo se ha organizado a partir de esas reglas neoliberales y
para destruirlas se requerirá mucho tiempo. Veo muy difícil que acabemos con la
globalización neoliberal, aunque considero que es necesario hacerlo. Se
necesitarían nuevos tipos de acuerdos favorables para todos los países. Evidentemente,
no tenemos el poder político para hacer eso.
Usted acaba de publicar, en conjunto con su colega Dominique Lévy,
un libro sobre la crisis económica actual. Según su análisis, ¿cuál es la
naturaleza de esta crisis?
La crisis actual es una de las cuatro grandes crisis -crisis
estructurales- que el capitalismo atravesó desde el final del siglo XIX: la
crisis de la década de 1890, la crisis de 1929, la crisis de la década de 1970
y la crisis actual, iniciada en 2007/2008. Esas crisis son episodios de perturbación
de una duración de cerca de una decena de años (al menos las tres primeras).
Ellas ocurren con una periodicidad de cerca de cuarenta años y separan los
órdenes sociales a los que me referí en la respuesta a la primera pregunta. La
primera y la tercera de estas crisis, las de las décadas de 1890 y 1970, siguen
a períodos de caída en la tasa de ganancia y pueden ser designadas como crisis
de rentabilidad. Las otras dos crisis, la de 1929 y la actual, nosotros las
designamos como "crisis de hegemonía financiera". Son grandes
explosiones que ocurren a partir de prácticas de las clases superiores que
buscan el aumento de sus ingresos y sus poderes. Los dispositivos centrales del
neoliberalismo están aquí en acción: desregulación financiera y globalización.
El primer aspecto es evidente, pero la globalización fue también, como voy a
indicar, un factor clave de la crisis actual. La caída de la tasa de
ganancia y la explosión descontrolada de las prácticas de las clases
capitalistas son dos grandes tipos de explicación de las grandes crisis en la
obra de Marx. El primer tipo es bien conocido. En el Libro III del "El
Capital", Marx defiende la tesis de la necesidad del cambio tecnológico en
el capitalismo, la dificultad de aumentar la productividad del trabajo sin
realizar inversiones muy costosas, lo que Marx describe como "aumento de
la composición orgánica del capital". Nótese que Marx refuta
explícitamente que la caída de la tasa de ganancia se deba al aumento de la
competencia (la segunda gran explicación para las crisis ya aparece esbozada en
los escritos de Marx de la década de 1840.) En el "Manifiesto del Partido
Comunista", Marx describe a las clases capitalistas como aprendices de
brujo, las cuales desarrollan mecanismos capitalistas sobre formas y en
grados peligrosos y pierden, finalmente, el control sobre las consecuencias de
sus actos. Los aspectos financieros de la crisis actual remiten directamente a
los análisis del "capital ficticio" que Marx desarrolla largamente en
el Libro II de "El Capital" y que ya estaban presentes de cierta
forma en el propio "Manifiesto...". De una manera bien extraña, algunos
marxistas sólo aceptan la explicación de las grandes crisis por la caída de la
rentabilidad, excluyendo cualquier otra explicación. Pero la crisis actual
no es una simple crisis financiera. Es la crisis de un orden social
insostenible: el neoliberalismo. Esta crisis, en el centro del sistema, debería
acontecer de cualquier modo un día u otro, pero ella llegó de una manera bien
particular en 2007/2008 en los Estados Unidos. Dos tipos de mecanismos
convergieron: encontramos, por un lado, la fragilidad inducida en todos los
países neoliberales a raíz de las prácticas de financiarización y de
globalización (marcadamente financiera), motivada por la búsqueda desenfrenada
de rendimientos crecientes por parte de las clases superiores y reforzada por
la negativa a la regulación. El Banco Central de los Estados Unidos, en
particular, perdió el control de las tasas de interés y la capacidad de
conducir políticas macroeconómicas como resultado de la globalización
financiera. Por otra parte, la crisis fue el efecto de la trayectoria económica
estadounidense, una trayectoria de desequilibrios acumulativos -que los Estados
Unidos pueden mantener debido a su hegemonía internacional- contrariamente a
Europa, que considerada en su conjunto, no conoce tales
desequilibrios. Desde 1980, el ritmo de acumulación de capital en los
Estados Unidos se desaceleró en su propio territorio a la vez que crecían las
inversiones directas en el exterior. A esto es necesario sumarle: un déficit
creciente de comercio exterior, un gran aumento del consumo (de parte de las
sectores más favorecidos) y un endeudamiento igualmente creciente de las
familias. El déficit de comercio exterior (el exceso de importaciones frente a
las exportaciones) alimentaba un flujo de dólares para el resto del mundo que
tenía como única utilización la compra de títulos estadounidenses, llevando al
financiamiento de la economía norteamericana por parte de agentes
extranjeros. Por razones económicas que no explicaré aquí, el crecimiento
de esa deuda externa debía ser compensado por aquella deuda interna, la de las
familias y la del Estado, a fin de sostener la actividad en el territorio del
país. Eso fue hecho alentando el endeudamiento de las familias por medio de la
política crediticia y la desregulación. El endeudamiento del gobierno podría
haber substituido al endeudamiento de las familias, pero eso iba contra las
prácticas neoliberales anteriores a la crisis. Los acreedores de las familias
(bancos y otros) no conservaron los créditos creados, los revendieron bajo la
forma de títulos (obligaciones), de los cuales, aproximadamente la mitad, fue
comprada por el resto del mundo. De tanto prestar a las familias por
encima de la capacidad de éstas de saldar sus deudas, los incumplimientos se
multiplicaron desde inicios de 2006. La desvalorización de esos créditos
desestabilizó el frágil edificio financiero, en los Estados Unidos y en el
mundo, sin que el Banco Central de los Estados Unidos estuviese en condiciones
de restablecer los equilibrios en un contexto de desregulación y de
globalización que él mismo había favorecido. Ese fue el factor desencadenante
pero no el fundamental de la crisis, combinación de factores financieros (la
locura neoliberal en esa esfera) y reales (la globalización, el sobreconsumo
estadounidense y su déficit de comercio exterior).
Usted
planteó que la crisis económica habría entrado en una segunda fase. ¿Cómo se
viene desarrollando la crisis?
El mundo ya ingresó en la segunda fase de la crisis. Es fácil comprender las
razones. La primera fase alcanzó su pico en otoño de 2008, cuando cayeron las
grandes instituciones financieras estadounidenses, comenzó la recesión y la
crisis se propagó para el resto del mundo. Las lecciones de la crisis de 1929
fueron bien aprendidas. Los bancos centrales intervinieron masivamente para
sostener las instituciones financieras (por miedo a una reiteración de la
crisis bancaria de 1932) y los déficits presupuestarios de los Estados
alcanzaron niveles excepcionales. Pero esas medidas keynesianas, estimulando la
demanda, sólo podían lograr la sostenibilidad económica temporaria de la
actividad. Los gobiernos de los países del centro todavía no tomaron conciencia
del carácter estructural de la crisis. Ellos actúan como si la crisis fuese
únicamente financiera y ya estuviese superada; mientras tanto, las medidas
keynesianas sólo permitieron ganar tiempo. Ninguna medida antineoliberal seria
fue tomada en los países del centro. Son apenas políticas que buscan reforzar
la explotación de las clases populares. En los Estados Unidos, el gobierno
elaboró una ley, la ley Dodd-Frank, para reglamentar las prácticas financieras,
pero los republicanos bloquearon completamente su aplicación. En otras esferas,
como gestión de empresas, exportaciones, déficit de comercio exterior, nada fue
hecho. En Europa la crisis no es identificada con la crisis del
neoliberalismo. Alemania es presentada como la prueba de la solvencia del camino
neoliberal. La crisis es imputada a la incapacidad de gestión de ciertos
Estados, principalmente el griego y el portugués. En todas partes, la derecha
retomó la ofensiva. Ella se aferra a la cuestión de los déficits
presupuestarios y la magnitud elevada de las deudas públicas. Finge no ver que
la austeridad presupuestaria, además de representar una transferencia del peso
de la deuda para las clases populares, no puede sino provocar la recaída en una
nueva contracción de la actividad. Esta es la segunda fase de la crisis pero no
la última. La nueva recaída recesiva hará necesario nuevas políticas.
Contrariamente a Europa, los Estados Unidos se lanzan masivamente al
financiamiento directo de la deuda pública por el Banco Central. Muy a pesar de
la derecha, más medidas serían necesarias. Nosotros tenemos dificultades en ver
como Europa podrá escapar de esto.
Es sabido que la crisis económica afectó
en mayor medida, por lo menos hasta ahora, a los Estados Unidos y Europa. En la
década de los '90, por el contrario, las crisis económicas fueron más fuertes
en la periferia. ¿Por qué esa diferencia? ¿Cómo la crisis actual se manifiesta
en las diferentes regiones del globo?
Hasta la segunda mitad de la década del '90, el neoliberalismo produjo estragos
en el mundo, principalmente en América Latina y en Asia. Hoy mismo, las tasas
de crecimiento en América Latina permanecen inferiores a aquellas de los
primeros decenios posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y eso a pesar de la
reducción masiva de los salarios reales, los cuales, en algunos países de la
región, fueron reducidos a la mitad desde la crisis de 1970. En la década del
'90, y en 2001 en Argentina, el desarrollo del neoliberalismo provocó grandes
crisis, de las cuales la crisis argentina es un ejemplo emblemático. El mundo
entró ahora en una fase nueva. La transición al neoliberalismo provocó una
suerte de "divorcio" en los países del centro entre los intereses de las clases
superiores y los del país como territorio económico. El caso de los Estados
Unidos es espectacular. Como decía, las grandes empresas de ese país invierten
cada vez menos en su territorio y cada vez más en el resto del mundo. La
globalización llevó a una deslocalización de la producción industrial para las
periferias: Asia, América Latina e incluso algunos países del África subsahariana.
En sus trabajos se considera que en el
último siglo y medio el capitalismo atravesó cuatro grandes crisis
estructurales. La última sería la del orden social neoliberal. En síntesis, ¿qué
distingue a la crisis actual de las anteriores?
Para sintetizar, la crisis actual es similar a
la Gran Depresión y bastante diferente de las otras dos crisis estructurales.
Una crucial diferencia con la Gran Depresión es, sin embargo, que el gobierno y
el Banco Central reaccionaron inmediatamente y con fuerza para sostener la
economía y evitar -o limitar- una crisis financiera como la que tuvo lugar en
1932. Si tales políticas no se hubieran aplicado habría ocurrido una nueva
gran depresión. El costo de este apoyo dado a la economía fue el crecimiento de
la deuda pública. Una segunda diferencia importante es que, hasta la fecha, los
típicos mecanismos básicos del neoliberalismo no fueron alterados, mientras que
el funcionamiento de la economía había sido transformado durante el New Deal y
la Segunda Guerra Mundial. Las empresas aún son gerenciadas de acuerdo a los
objetivos neoliberales, con elevadas distribuciones de dividendos a los
accionistas, la recompra de sus propias acciones por parte de las
corporaciones y vertiginosas exportaciones de capital al resto del mundo. De
esta forma, tanto Estados Unidos como Europa están entrando en una fase de
estancamiento duradero.