26 de diciembre de 2025

Fines de 2025 en Argentina. ¿Es razonable defender lo indefendible?

El pasado domingo 26 de octubre se llevaron a cabo en la Argentina las elecciones legislativas con el objetivo de renovar ciento veintisiete bancas en la Cámara de Diputados y veinticuatro escaños en el Senado. Entre los candidatos que incluyó La Libertad Avanza en las listas, había impresentables figuras ajenas a la política pero conocidas por el público por sus actividades como actrices, conductoras de programas de televisión, deportistas, periodistas, empresarios e “influencers” de redes sociales. Dando por sentado que dichas personas desconocían por completo el funcionamiento del Congreso y el contenido de la Carta Magna que rige la ley en la República Argentina, unos días después la Secretaria General de la Presidencia los convocó a la Casa Rosada y allí les obsequió una bolsita con el color y el logo de La Libertad Avanza, que contenía el reglamento de la Legislatura y una copia de la Constitución Nacional. Una suerte de “instructivo” para que los nuevos parlamentarios supiesen qué significa ser legislador y cómo actuar en el Congreso. Tras el encuentro, en diálogo con la prensa en las inmediaciones de la Casa Rosada, algunos declararon que los habían mandado a estudiar para defender los proyectos del presidente.
Si esto resultó por lo menos llamativo, mucho más lo fue el regalo que el propio presidente les hizo a sus ministros y funcionarios durante una cena a modo de celebración de fin de año en la Quinta de Olivos. El mandatario agradeció uno por uno a sus funcionarios y los motivó para encarar el segundo tramo de su gestión. Luego de felicitarlos, le entregó a cada uno de ellos un ejemplar del libro “Defendiendo lo indefendible”, cuyo autor es un economista estadounidense fanático promotor de la Escuela Austríaca de Economía y un importante teórico del anarcocapitalismo. Se trata de Walter Block (1941), acérrimo defensor del “libre mercado” y de la “libertad individual”, cuyas ideas son utilizadas por el presidente como referencia para su “batalla cultural”.
Discípulo del economista Murray Rothbard (1926-1995) -figura central del movimiento libertario estadounidense del siglo XX, en particular de sus vertientes de derecha, y fundador y principal teórico del anarcocapitalismo-, Walter Block presenta en “Defending the undefendable” una defensa económica y filosófica de personajes generalmente considerados “villanos sociales”: prostitutas, proxenetas, chantajistas, usureros, especuladores, prestamistas, explotadores del trabajo infantil y traficantes de drogas, entre otros, a los que considera “héroes económicos”. También justifica el derecho a discriminar por razones raciales, religiosas o ideológicas, y defiende la venta libre de órganos humanos, la posibilidad de comercializar bebés mediante contratos, la privatización total de la justicia donde jueces y castigos respondan a las reglas del mercado y la eliminación de las regulaciones laborales, sanitarias y de seguridad.


Entre sus polémicas tesis figura la defensa de la esclavitud voluntaria. Block sostiene que, si una persona acepta libremente convertirse en esclava a cambio de dinero, comida o seguridad, el Estado no debería impedirlo. Prohibir ese contrato, según el autor, sería una violación a la libertad individual. También defiende el trabajo infantil sin regulaciones, argumentando que impedir que los niños trabajen constituye una intromisión estatal injustificada y sostiene que, en determinados contextos, el trabajo sería preferible a la educación obligatoria o a la asistencia social. En el prólogo del libro (publicado originalmente en 1976 y reeditado en 2018) señaló que no se trataba de aprobar moralmente dichas conductas, sino de ver que no hacían daño a nadie y en muchas ocasiones eran beneficiosas. En consecuencia, convendría dejar de ilegalizar actuaciones que deberían ser libres porque cada uno es dueño de sí mismo para hacer lo que quiera. “Este libro es un intento de entender el libertarismo”, escribió.
La idea central de la obra es que estas figuras no cometen actos de violencia contra terceros y que, en realidad, sus actividades benefician a la sociedad a través del libre comercio. Para él, el mercado es “amoral” -ni moral ni inmoral- y funciona como un medio eficiente para satisfacer las preferencias de los consumidores, sean estas virtuosas o deplorables. Hace una distinción entre acciones inmorales y acciones que justifican el uso de la fuerza estatal argumentando que, mientras una actividad no implique el uso de violencia física, no debe ser prohibida por el Estado aunque pueda ser moralmente cuestionable. A lo largo de la obra, repudia las prohibiciones del Estado a las personas, actividades o conductas que suelen ser condenadas socialmente, aunque no violen la libertad ni la propiedad de terceros.


Después de las elecciones presidenciales de 2023, el grupo editorial que publicó el libro en Argentina obsequió al presidente una biblioteca completa de su catálogo para la Quinta de Olivos. Su director acaba de declarar que desde 2013 el mandatario compra todos los libros libertarios en su librería y que, después de la publicación de la foto en la que aparece junto a sus funcionarios con ejemplares del libro en sus manos, ha recibido varios pedidos de librerías y lectores. Sabido es que el presidente Javier Milei (1970) le recomendó el libro a su ministro de Desregulación y Transformación del Estado Federico Sturzenegger (1966), quien fue el que le sugirió que se lo regalara a todos los miembros del Gabinete ya que el ensayo representa un desafío para abrir el pensamiento al libre mercado. Pocos días atrás, el propio Block agradeció en las redes sociales a Milei por el interés en su trabajo: “Juntos, y junto con muchísimos otros defensores de la libertad, la libertad individual, la libre empresa y el movimiento libertario, estamos haciendo lo posible para promover la prosperidad y la justicia”.
Vale la pena recordar que, durante su campaña electoral, Milei se declaró a favor de la libre portación de armas, de la legalización de la venta de órganos y de la venta de niños ya que en una sociedad anarcocapitalista había que “darle lugar a las “necesidades de mercado”, a los “usos y costumbres” y a lo que “decida la sociedad”. Y también recordar que ya siendo presidente definió como “héroes” a quienes fugaron dólares porque “lograron escapar de las garras del Estado”, y declaró que “entre la mafia y el Estado prefiero a la mafia. La mafia tiene códigos, la mafia cumple, la mafia no miente, la mafia compite”. Asimismo, hay que recordar que antes de ser presidente, cuando era diputado, propuso crear un “mercado libre de adopción de niños” y se opuso a asistir a bebés con cardiopatías congénitas porque que era “un gasto para el Estado”. E incluso antes de ser diputado, en su época de panelista televisivo declaró en reiteradas oportunidades que “el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad”.
Tras dos años de gobierno, está claro que este pensamiento es el eje conceptual de su gestión y, ¿casualidad?, es lo mismo que sostiene Block a lo largo de su libro. Es evidente que dicha obra es el faro académico de Milei, es su obra de cabecera. Por algo el escritor subió un mensaje en las redes sociales refiriéndose al mandatario argentino: “Milei es lo mejor que nos ha pasado en mucho tiempo para el movimiento de la libertad y la libertad económica. Todos los libertarios deberían sacarse el sombrero, saludarlo y desearle éxitos. No, corrijo: todo el mundo debería hacerlo”. La pregunta que surge tras leer este mensaje es si todo el mundo debería sacarse el sombrero ante las medidas socio-económicas que viene instrumentando por decreto desde que asumió, las cuales han tenido un alto impacto en la vida cotidiana de los argentinos. Por todos es sabido, aunque muchos lo nieguen, que la economía real cruje: han cerrado miles de empresas, miles de trabajadores han perdido su empleo, ha caído la industria nacional, se han paralizado las obras públicas, el consumo masivo está por el piso, la morosidad en las tarjetas de crédito ha alcanzado niveles récord, la canasta básica alimentaria se ha tornado inalcanzable para muchas familias ya que los salarios quedaron totalmente atrasados, y ni hablar de los paupérrimos haberes que cobran más de la mitad de los jubilados.


En medio de esta situación, marcada además por escandalosos casos de corrupción, estafas y negociados espurios en los que están involucrados muchos funcionarios (con el presidente incluido), este egomaníaco personaje que tiene una opinión exaltada de sí mismo, que carece de autocrítica y de empatía, y que se siente un genio todopoderoso, así como hace un par de meses declaró que entendía que muchos argentinos “no perciban en su realidad material” las “mejoras” que logró y sostuvo que “lo peor ya pasó”, ahora no tuvo mejor idea que jactarse de un éxito económico que la calle no percibe y, mientras muchas familias se reunían para una de las Navidades más austeras que se recuerden, subió un mensaje en las redes sociales en el cual expresó: “Feliz Navidad en libertad y abróchense los cinturones porque van a haber muchas más reformas”.
Se refirió a los proyectos de reformas laborales, impositivas, previsionales, penales y educativas que envió al Congreso de la Nación con el objetivo de “dinamizar la actividad” y “cambiar al país de forma definitiva”. Reformas casi todas regresivas que, en el caso de ser aprobadas, no harán más que macerar las condiciones de vida de buena parte de los argentinos ya que les impedirá reclamar derechos sociales. En síntesis, muchos serán los perdedores y pocos los ganadores, y la sociedad se volverá cada vez más desigual. Sin embargo, para quien suele utilizar frases rimbombantes como “soy el político más popular del mundo”, “soy el más importante defensor de la libertad a escala planetaria”, “estamos haciendo el mejor gobierno de la historia”, “nosotros podemos hacer alarde, sin lugar a dudas, de que nuestro programa económico es el más exitoso hasta la fecha”, es evidente que le resulta complejo advertir la verdad, es decir, la concordancia que existe entre lo que se dice, se piensa o se cree y la realidad. Tal vez tenía rezón el escritor británico Oscar Wilde (1854-1900) cuando puso en boca de Lord Henry Wotton, el aristócrata personaje de su novela “The picture of Dorian Gray” (El retrato de Dorian Gray): “La verdad nunca es simple y rara vez es pura”.
Tras ganar las elecciones primarias de 2023, en una de sus primeras entrevistas le respondió a quienes lo tildaban de “loco” por sus propuestas y su manera de expresarse: “Yo ratifico mis posiciones. La diferencia entre un loco y un genio es el éxito en sus resultados”. Hoy en día cabe preguntarse cuáles son los éxitos de su gestión y cuál de los dos adjetivos es el que mejor caracteriza su personalidad. Al respecto, es interesante recordar que Milei atribuye las características de su personalidad, como señaló en entrevistas televisivas, a las golpizas a las que lo sometió su padre, aclarando que “no eran palizas normales” y calificando a sus progenitores como “tóxicos”. Ya siendo presidente, en marzo de 2024 en ocasión de inaugurar el ciclo lectivo en el que fuera su colegio, el Cardenal Copello, les contó a los niños y jóvenes sobre la época en que cursaba allí sus estudios respecto de las costumbres de su familia: “Mi papá estaba presto a agarrarme por los pelos y dejarme una zapatería en el traste y mi mamá a bajarme los dientes a sopapos, para que estudiara”.
En el libro que el periodista argentino Juan Luis González (1992) tituló “El loco”, en referencia a cómo lo llamaban sus compañeros de colegio, cuenta algunos episodios de la vida del presidente tales como las tres veces que vio la resurrección de Cristo, la muerte de su hijo de cuatro patas -el perro Conan- y los clones del can que mandó a hacer, sus charlas con el animal muerto a través de una médium y de su hermana telépata y las conversaciones con seres muertos y con el número “uno”, como llama a Dios, quien le encargó la misión de ser presidente. Para la escritura de esta biografía, el autor se basó en las declaraciones sobre esos hechos que el propio Milei hizo en una decena de entrevistas. “La infancia de Milei es muy compleja. Explica bastante lo que es la vida de él y ahí nace el apodo de ‘loco’ que lo persigue toda su vida”, dijo el autor.
Existe un registro ininterrumpido de actos de violencia colmados de arrebatos, hostilidades, descalificaciones, mentiras y exabruptos por parte del presidente que ponen en evidencia su alto grado de agresividad, lo que lleva a preguntarse si semejantes actitudes no son producto del maltrato psicológico que sufrió durante años. Además, cabe preguntarse si, no sólo la dirigencia política sino también gran parte de la ciudadanía, no tomó nota del riesgo que significa un individuo de estas características en el poder. Su aberrante miseria moral sin límites éticos se pone de manifiesto al negar principios básicos como la justicia social o la igualdad de oportunidades, al definir a las personas con discapacidad con términos como “idiotas”, “imbéciles” y “débiles mentales”, al decir que los profesores universitarios “ha hecho muchísimo daño lavando el cerebro de la gente”, al acusar a los médicos de un hospital pediátrico de “usar una causa noble para hacer política”, al sostener que muchos periodistas son “basuras” y “delincuentes”, al calificar de “mandriles”, “econochantas” y “ensobrados” a sus opositores políticos, al opinar que los sindicalistas “no saben lo que es trabajar”, al llamar “héroes” a los contrabandistas, etc. etc.


La consecuencia natural de estos razonamientos es la naturalización del odio, de la violencia urbana, de la desigualdad social, de la precariedad, de las mentiras… Entonces es lícito preguntarse si esta situación es defendible por parte de la ciudadanía. Como defensor de la Escuela Austríaca, Milei ha citado en diversas oportunidades a Walter Block, una figura incómoda incluso para muchos liberales que lo critican por la radicalidad de sus conclusiones que encarnan el costado más extremo del pensamiento libertario. En las redes sociales, la recomendación que Milei hizo de “Defendiendo lo indefendible” ocasionó algunas duras críticas. Entre ellas pueden mencionarse la del periodista y escritor argentino Martín Caparrós (1957), autor de novelas como “La noche anterior” y de crónicas como “La guerra moderna”, quien posteó: “Muy muy muy muy impresionante: el gobierno del señor Milei reivindica el trabajo infantil. Léanlo y después vótenlo, si todavía se animan”. También lo hizo el periodista y editor Pablo Avelluto (1966), exministro de Cultura durante el gobierno de la coalición política neoliberal Cambiemos, quien posteó: “Ningún otro libro explica con tanta honestidad a este gobierno. Defender usureros, explotadores, evasores y extorsionadores no es una metáfora: es el programa. El Estado como enemigo, la desigualdad como libertad y la crueldad como virtud”. 
Con gran acierto el periodista argentino Roberto Caballero (1970) sostuvo en un artículo publicado en el diario “Página/12”: “El libro de Block revela qué cosas tiene de verdad Milei en la cabeza. La crueldad de su modelo evidencia una determinación por normalizar, a cara descubierta, lo moralmente inaceptable, pero prácticamente indispensable para desmontar lo que del Estado protectivo todavía queda en nuestro país. Que encuentre adeptos en una sociedad donde las nociones de igualdad se han fragilizado tanto es una invitación a repensar de modo urgente de qué modo esta realidad con formato de pesadilla podría ser conjurada”. En un país donde las encuestas revelan la existencia de una sociedad ansiosa, aunque todavía dispuesta a esperar resultados, y con una oposición incapaz de construir un frente que pueda consolidar el descontento de la gente, cabe preguntarse: ¿seguirá buena parte de la ciudadanía argentina defendiendo lo indefendible?