10 de julio de 2014

Gérard Duménil: "La cuestión central es la estratificación social del orden económico vigente. A este respecto, el futuro dependerá de la lucha de clases, como de costumbre" (3)

Duménil es integrante de la sede francesa de la Asociación por la Tasación de las Transacciones y por la Ayuda de los Ciudadanos (ATTAC) y un activo participante del Foro Social Mundial que se reúne periódicamente en Porto Alegre, Brasil. A lo largo de las entrevistas analiza temas de macroeconomía real y financiera, observa y clarifica temas como tasa de ganancia, ciclos económicos, clases sociales, la inestabilidad financiera, el impacto de la rentabilidad en el corto y largo plazo, etc. Afirma Duménil encontrar en Marx importantes fundamentos teóricos que permiten analizar el neoliberalismo: las teorías del Estado (su relación con la estructura de clase), las de las transformaciones de las formas que reviste la propiedad de los medios de producción (la separación de la propiedad y la gestión, el capital de préstamo), y las del capital bancario como administrador del capital de préstamo. Estos marcos teóricos permiten analizar el papel del Estado en el neoliberalismo y el poder de las finanzas. Lo que sigue es la tercera parte de la compilación de entrevistas al economista francés.



Usted viene investigando el capitalismo neoliberal hace mucho tiempo. En su análisis, ¿cómo se debe caracterizar la etapa actual del capitalismo?

El neoliberalismo es la nueva etapa en la cual ingresó el capitalismo luego de la transición de los años '70 y '80. Con Dominique Lévy hablamos de un nuevo "orden social". Con esa expresión nosotros designamos la nueva configuración de poderes relativos entre las clases sociales, dominaciones y compromisos. El neoliberalismo se caracteriza, de ese modo, por el refuerzo del poder de las clases capitalistas en alianza con la clase de los gerentes, sobretodo las cúpulas de las jerarquías sociales y de los sectores financieros. En el transcurso de los decenios posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las clases capitalistas vieron disminuir su poder e ingresos en la mayoría de los países. Simplificando, podríamos hablar de la existencia de un orden "socialdemócrata" durante ese período. Las circunstancias creadas por la crisis de 1929, la Segunda Guerra Mundial y la fuerza internacional del movimiento obrero habían conducido al establecimiento de ese orden social relativamente favorable al desarrollo económico y a la mejoría de las condiciones de vida de las clases populares (obreros y empleados subalternos). El término "socialdemócrata" para caracterizar ese orden social se aplica, evidentemente, mejor a Europa que a los Estados Unidos. Con el establecimiento del nuevo orden social neoliberal, el funcionamiento del capitalismo fue radicalmente transformado: una nueva disciplina fue impuesta a los trabajadores en materia de condiciones de trabajo, poder de compra, protección social, etc., además de la desregulación (fundamentalmente financiera), apertura de las fronteras comerciales y la libre movilidad de capitales en el plano internacional (libertad de invertir en el exterior). Esos dos últimos aspectos colocaron a todos los trabajadores del mundo en una situación de competencia entre sí, cualesquiera sean los niveles de salarios en los diferentes países. En el plano de las relaciones internacionales, los primeros decenios de posguerra, todavía en el antiguo orden "socialdemócrata", fueron marcados por prácticas imperialistas de los países centrales: en el plano económico, presión sobre los precios de las materias primas y exportación de capitales; en el plano político, corrupción, subversión y guerra. Con la llegada del neoliberalismo, las formas imperialistas fueron renovadas. Es difícil juzgar en términos de intensidad y hacer comparaciones. En términos económicos, la explosión de las inversiones directas en el extranjero en la década de 1990 ciertamente multiplicó el flujo de ganancias extraído de los países periféricos por las clases capitalistas del centro. El hecho de que los países de la periferia desearan recibir esas inversiones no cambia en nada la naturaleza imperialista de esas prácticas, se sabe que todos los trabajadores "desean" ser explotados a estar desempleados. Cuando a mediados de los años '90, nosotros introdujimos esa interpretación del neoliberalismo en términos de clase, ella suscitó poco interés. Luego, la explosión de las desigualdades sociales dio a esa interpretación la fuerza de la evidencia. La particularidad del análisis marxista es la referencia a las clases más que a los grupos sociales. Ese carácter de clase está inscripto en todas las prácticas neoliberales e incluso los keynesianos de izquierda se expresan, ahora, en esos términos. Cierta negativa a esta interpretación sin embargo, aún se mantiene; muchos no aceptan el papel importante que le atribuimos a los cuadros gerenciales en el orden social neoliberal. Entre los marxistas se continúa rechazando que el control de los medios de producción en el capitalismo moderno es asegurado conjuntamente por las clases capitalistas y por la clase de los gerentes, lo que hace de ésta última un segundo componente de las clases superiores. Esa negativa es aún más desconcertante cuando se tiene en mente que los ingresos de las categorías superiores de los gerentes, con el neoliberalismo, aumentaron aún más que los ingresos de los capitalistas.

Para algunos autores, el neoliberalismo fue un ajuste inevitable provocado por la crisis fiscal del Estado; para otros fue el resultado, también inevitable, de la globalización.

La explicación del neoliberalismo por la crisis fiscal y frecuentemente también por la inflación es la explicación de la derecha; es una defensa de los intereses capitalistas. Ella especula con las inconsistencias de los bloques políticos que dirigían el orden social de posguerra. Estos bloques habrían sido incapaces de gestionar la crisis de los años '70 y entonces desembocamos en el neoliberalismo. Pasa lo mismo con la explicación que presenta al neoliberalismo como consecuencia de la globalización. Ese argumento invierte las causalidades. Lo que el neoliberalismo hace es orientar la globalización, una tendencia antigua, para nuevas direcciones y acelerar su curso, abriendo la vía para la "globalización neoliberal". El movimiento altermundista luchó por otra globalización, solidaria, y no basada en la explotación en provecho de una minoría.

¿No cree usted que esta dinámica de la globalización es un círculo esquizofrénico?

Pues por un lado el sistema capitalista requiere libre movilidad, sobre todo de recursos financieros, lo cual estimula la creación de nuevas zonas económicas que acrecentarán el comercio provocando inestabilidad al propio sistema. Usted está viendo un sólo aspecto del neoliberalismo que es la mundialización. La mundialización neoliberal que es una etapa particular de la mundialización. Sobre todo en América se sabe que la mundialización es un fenómeno muy antiguo. Sabemos que el neoliberalismo tiene otros aspectos como las relaciones de trabajo, los mecanismos financieros, el marco social, la educación, etc., todos los aspectos de una sociedad neoliberal. En Francia ahora hay una escuela de izquierda que dice que necesitamos la desmundialización. Nosotros, Dominique Lévy y yo, estamos a favor de un altermundialismo, es decir, una mundialización diferente a la neoliberal. Creemos que no podemos seguir con la actual mundialización neoliberal y somos partidarios de un tipo de globalización en la que los pueblos cooperen y se desarrollen. Indudablemente estamos a favor de la modernización, pero en una forma compatible con la preservación del planeta. El problema es que ahora la economía mundial se ha organizado a partir de los nuevos términos del comercio y movimiento de capitales neoliberales, por ejemplo en América Latina, en particular en el caso de México con ese loco tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. Transformar esta configuración será muy difícil. El mundo se ha organizado a partir de esas reglas neoliberales y para destruirlas se requerirá mucho tiempo. Veo muy difícil que acabemos con la globalización neoliberal, aunque considero que es necesario hacerlo. Se necesitarían nuevos tipos de acuerdos favorables para todos los países. Evidentemente, no tenemos el poder político para hacer eso.

Usted acaba de publicar, en conjunto con su colega Dominique Lévy, un libro sobre la crisis económica actual. Según su análisis, ¿cuál es la naturaleza de esta crisis?

La crisis actual es una de las cuatro grandes crisis -crisis estructurales- que el capitalismo atravesó desde el final del siglo XIX: la crisis de la década de 1890, la crisis de 1929, la crisis de la década de 1970 y la crisis actual, iniciada en 2007/2008. Esas crisis son episodios de perturbación de una duración de cerca de una decena de años (al menos las tres primeras). Ellas ocurren con una periodicidad de cerca de cuarenta años y separan los órdenes sociales a los que me referí en la respuesta a la primera pregunta. La primera y la tercera de estas crisis, las de las décadas de 1890 y 1970, siguen a períodos de caída en la tasa de ganancia y pueden ser designadas como crisis de rentabilidad. Las otras dos crisis, la de 1929 y la actual, nosotros las designamos como "crisis de hegemonía financiera". Son grandes explosiones que ocurren a partir de prácticas de las clases superiores que buscan el aumento de sus ingresos y sus poderes. Los dispositivos centrales del neoliberalismo están aquí en acción: desregulación financiera y globalización. El primer aspecto es evidente, pero la globalización fue también, como voy a indicar, un factor clave de la crisis actual. La caída de la tasa de ganancia y la explosión descontrolada de las prácticas de las clases capitalistas son dos grandes tipos de explicación de las grandes crisis en la obra de Marx. El primer tipo es bien conocido. En el Libro III del "El Capital", Marx defiende la tesis de la necesidad del cambio tecnológico en el capitalismo, la dificultad de aumentar la productividad del trabajo sin realizar inversiones muy costosas, lo que Marx describe como "aumento de la composición orgánica del capital". Nótese que Marx refuta explícitamente que la caída de la tasa de ganancia se deba al aumento de la competencia (la segunda gran explicación para las crisis ya aparece esbozada en los escritos de Marx de la década de 1840.) En el "Manifiesto del Partido Comunista", Marx describe a las clases capitalistas como aprendices de brujo, las cuales desarrollan mecanismos capitalistas sobre formas y en grados peligrosos y pierden, finalmente, el control sobre las consecuencias de sus actos. Los aspectos financieros de la crisis actual remiten directamente a los análisis del "capital ficticio" que Marx desarrolla largamente en el Libro II de "El Capital" y que ya estaban presentes de cierta forma en el propio "Manifiesto...". De una manera bien extraña, algunos marxistas sólo aceptan la explicación de las grandes crisis por la caída de la rentabilidad, excluyendo cualquier otra explicación. Pero la crisis actual no es una simple crisis financiera. Es la crisis de un orden social insostenible: el neoliberalismo. Esta crisis, en el centro del sistema, debería acontecer de cualquier modo un día u otro, pero ella llegó de una manera bien particular en 2007/2008 en los Estados Unidos. Dos tipos de mecanismos convergieron: encontramos, por un lado, la fragilidad inducida en todos los países neoliberales a raíz de las prácticas de financiarización y de globalización (marcadamente financiera), motivada por la búsqueda desenfrenada de rendimientos crecientes por parte de las clases superiores y reforzada por la negativa a la regulación. El Banco Central de los Estados Unidos, en particular, perdió el control de las tasas de interés y la capacidad de conducir políticas macroeconómicas como resultado de la globalización financiera. Por otra parte, la crisis fue el efecto de la trayectoria económica estadounidense, una trayectoria de desequilibrios acumulativos -que los Estados Unidos pueden mantener debido a su hegemonía internacional- contrariamente a Europa, que considerada en su conjunto, no conoce tales desequilibrios. Desde 1980, el ritmo de acumulación de capital en los Estados Unidos se desaceleró en su propio territorio a la vez que crecían las inversiones directas en el exterior. A esto es necesario sumarle: un déficit creciente de comercio exterior, un gran aumento del consumo (de parte de las sectores más favorecidos) y un endeudamiento igualmente creciente de las familias. El déficit de comercio exterior (el exceso de importaciones frente a las exportaciones) alimentaba un flujo de dólares para el resto del mundo que tenía como única utilización la compra de títulos estadounidenses, llevando al financiamiento de la economía norteamericana por parte de agentes extranjeros. Por razones económicas que no explicaré aquí, el crecimiento de esa deuda externa debía ser compensado por aquella deuda interna, la de las familias y la del Estado, a fin de sostener la actividad en el territorio del país. Eso fue hecho alentando el endeudamiento de las familias por medio de la política crediticia y la desregulación. El endeudamiento del gobierno podría haber substituido al endeudamiento de las familias, pero eso iba contra las prácticas neoliberales anteriores a la crisis. Los acreedores de las familias (bancos y otros) no conservaron los créditos creados, los revendieron bajo la forma de títulos (obligaciones), de los cuales, aproximadamente la mitad, fue comprada por el resto del mundo. De tanto prestar a las familias por encima de la capacidad de éstas de saldar sus deudas, los incumplimientos se multiplicaron desde inicios de 2006. La desvalorización de esos créditos desestabilizó el frágil edificio financiero, en los Estados Unidos y en el mundo, sin que el Banco Central de los Estados Unidos estuviese en condiciones de restablecer los equilibrios en un contexto de desregulación y de globalización que él mismo había favorecido. Ese fue el factor desencadenante pero no el fundamental de la crisis, combinación de factores financieros (la locura neoliberal en esa esfera) y reales (la globalización, el sobreconsumo estadounidense y su déficit de comercio exterior).

Usted planteó que la crisis económica habría entrado en una segunda fase. ¿Cómo se viene desarrollando la crisis?

El mundo ya ingresó en la segunda fase de la crisis. Es fácil comprender las razones. La primera fase alcanzó su pico en otoño de 2008, cuando cayeron las grandes instituciones financieras estadounidenses, comenzó la recesión y la crisis se propagó para el resto del mundo. Las lecciones de la crisis de 1929 fueron bien aprendidas. Los bancos centrales intervinieron masivamente para sostener las instituciones financieras (por miedo a una reiteración de la crisis bancaria de 1932) y los déficits presupuestarios de los Estados alcanzaron niveles excepcionales. Pero esas medidas keynesianas, estimulando la demanda, sólo podían lograr la sostenibilidad económica temporaria de la actividad. Los gobiernos de los países del centro todavía no tomaron conciencia del carácter estructural de la crisis. Ellos actúan como si la crisis fuese únicamente financiera y ya estuviese superada; mientras tanto, las medidas keynesianas sólo permitieron ganar tiempo. Ninguna medida antineoliberal seria fue tomada en los países del centro. Son apenas políticas que buscan reforzar la explotación de las clases populares. En los Estados Unidos, el gobierno elaboró una ley, la ley Dodd-Frank, para reglamentar las prácticas financieras, pero los republicanos bloquearon completamente su aplicación. En otras esferas, como gestión de empresas, exportaciones, déficit de comercio exterior, nada fue hecho. En Europa la crisis no es identificada con la crisis del neoliberalismo. Alemania es presentada como la prueba de la solvencia del camino neoliberal. La crisis es imputada a la incapacidad de gestión de ciertos Estados, principalmente el griego y el portugués. En todas partes, la derecha retomó la ofensiva. Ella se aferra a la cuestión de los déficits presupuestarios y la magnitud elevada de las deudas públicas. Finge no ver que la austeridad presupuestaria, además de representar una transferencia del peso de la deuda para las clases populares, no puede sino provocar la recaída en una nueva contracción de la actividad. Esta es la segunda fase de la crisis pero no la última. La nueva recaída recesiva hará necesario nuevas políticas. Contrariamente a Europa, los Estados Unidos se lanzan masivamente al financiamiento directo de la deuda pública por el Banco Central. Muy a pesar de la derecha, más medidas serían necesarias. Nosotros tenemos dificultades en ver como Europa podrá escapar de esto.

Es sabido que la crisis económica afectó en mayor medida, por lo menos hasta ahora, a los Estados Unidos y Europa. En la década de los '90, por el contrario, las crisis económicas fueron más fuertes en la periferia. ¿Por qué esa diferencia? ¿Cómo la crisis actual se manifiesta en las diferentes regiones del globo?

Hasta la segunda mitad de la década del '90, el neoliberalismo produjo estragos en el mundo, principalmente en América Latina y en Asia. Hoy mismo, las tasas de crecimiento en América Latina permanecen inferiores a aquellas de los primeros decenios posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y eso a pesar de la reducción masiva de los salarios reales, los cuales, en algunos países de la región, fueron reducidos a la mitad desde la crisis de 1970. En la década del '90, y en 2001 en Argentina, el desarrollo del neoliberalismo provocó grandes crisis, de las cuales la crisis argentina es un ejemplo emblemático. El mundo entró ahora en una fase nueva. La transición al neoliberalismo provocó una suerte de "divorcio" en los países del centro entre los intereses de las clases superiores y los del país como territorio económico. El caso de los Estados Unidos es espectacular. Como decía, las grandes empresas de ese país invierten cada vez menos en su territorio y cada vez más en el resto del mundo. La globalización llevó a una deslocalización de la producción industrial para las periferias: Asia, América Latina e incluso algunos países del África subsahariana.

En sus trabajos se considera que en el último siglo y medio el capitalismo atravesó cuatro grandes crisis estructurales. La última sería la del orden social neoliberal. En síntesis, ¿qué distingue a la crisis actual de las anteriores?

Para sintetizar, la crisis actual es similar a la Gran Depresión y bastante diferente de las otras dos crisis estructurales. Una crucial diferencia con la Gran Depresión es, sin embargo, que el gobierno y el Banco Central reaccionaron inmediatamente y con fuerza para sostener la economía y evitar -o limitar- una crisis financiera como la que tuvo lugar en 1932. Si tales políticas no se hubieran aplicado habría ocurrido una nueva gran depresión. El costo de este apoyo dado a la economía fue el crecimiento de la deuda pública. Una segunda diferencia importante es que, hasta la fecha, los típicos mecanismos básicos del neoliberalismo no fueron alterados, mientras que el funcionamiento de la economía había sido transformado durante el New Deal y la Segunda Guerra Mundial. Las empresas aún son gerenciadas de acuerdo a los objetivos neoliberales, con elevadas distribuciones de dividendos a los accionistas, la recompra de sus propias acciones por parte de las corporaciones y vertiginosas exportaciones de capital al resto del mundo. De esta forma, tanto Estados Unidos como Europa están entrando en una fase de estancamiento duradero.