19 de enero de 2011

Crónicas de Marilyn (1). Preludio

Marilyn Monroe (1926-1962) provocó los sentimientos más diversos. Sobre todo deseo, siempre, pero también irritación, pena, ira, fastidio, celos, envidia, ternura, fascinación. Las innumerables biografías escritas sobre ella no coinciden en lo que se refiere a sus amantes, sus abortos, sus adicciones, sus casamientos o sus últimos momentos. Sin duda, todas las contradicciones forman parte del mito, y si hubo alguien que cultivó esa leyenda con esmero y perseverancia fue la propia actriz, una 
mujer con un excelente sentido del humor.
El dibujante argentino Pablo Di Masso (1948) es un artista autodidacta y multifacético. Nacido en Rosario, reside desde 1977 en Barcelona. Su variada actividad profesional abarca la traducción, el periodismo, el diseño gráfico, la ilustración, la publicidad y la dirección y edición de revistas de información general. Ha publicado más de doscientos títulos de ficción además de textos por encargo sobre literatura, economía, medicina, política y cine. Entre estos últimos, publicó uno titulado "La chica que sedujo a Jack y a Bob" en la revista "Co & Co" nº 9 de noviembre de 1993, en el que traza una estupenda semblanza de Marilyn Monroe. El texto completo, con el agregado de algunos breves datos biográficos, se presenta a continuación subdividido en tres partes.

"Sólo soy una chica de orfanato", decía Norma Jeane. Era cierto. Pero los sitios donde estuvo no eran las sórdidas madrigueras para niños expósitos. Su verdadera carencia, desde tiempos tatarabuélicos, era la de una familia relativamente normal. La pequeña Marilyn tenía una abuela, Della May, cuyo padre se había ahorcado a los ochentidós años y cuya madre había muerto sifilítica. Della May se casó joven, se separó, volvió a unirse y a separarse, tuvo muchos amantes y acabó loca e internada. Gladys, hija pequeña de Della, y madre de Marilyn, también se casó joven, con John Baker, se separó y tuvo otro marido y numerosos amantes. Era jefa de la sección de montaje en los laboratorios de Consolidated Films Industries. Era el año 1923 y el 40% de los norteamericanos, unos 43 millones de personas, pagó un promedio de diez centavos por ver un total de 576 películas mudas realizadas ese año. Las heroínas eran Gloria Swanson (1899-1983), celebrada entonces por su papel en "Beyond the rocks" (Más fuerte que su amor), y Lilian Gish (1893-1993), una de las más grandes estrellas cinematográficas de la época muda de Hollywood. Gladys conoció a Grace McKee y, como ella, se convirtió en una "flapper"; les encantaba salir con hombres, beber, bailar, divertirse y pasarlo en grande bajo el neón. Fue Grace quien obsesionó a la pequeña Norma Jeane con Jean Harlow y el gran sueño californiano de llegar a la cumbre. Y de permanecer allí, generalmente pertrechados tras un cóctel de psiquiatras, barbitúricos, "chutes" y bourbon "on the rocks".
La señora Monroe, separada del hombre del que conservaba el apellido, no sabía, o prefería ignorar, quién era el padre de la pequeña Norma Jeane. Y tenía su vida de "flapper". La juerga y un bebé no eran compatibles. De modo que entregó a la preciosa criatura rubia, de sólo unas semanas de edad, a los Bolender, una pareja que se ocupaba de cuidar niños durante horas... semanas y años. En el caso de Norma Jeane fueron siete años. Y un buen día, Gladys fue a buscarla y se la llevó a vivir con ella y Grace. "La vida se volvió sorprendente y tumultuosa. Ellas trabajaban mucho cuando debían hacerlo y el resto del tiempo disfrutaban de la vida. Les gustaba cantar y bailar, bebían y jugaban a las cartas, y tenían montones de amigos. Yo estaba conmovida debido a mi estricta educación religiosa recibida de los Bolender, y pensaba que irían todos al infierno. Me pasaba horas enteras rezando por ellos".
A Sid Grauman (1879-1950) le fascinaban las excavaciones de la tumba de Tutankamon y las estrellas de cine. Dos mundos faraónicos. En 1922 construyó el Egiptian Theatre y luego el célebre Chinese Theatre, en Hollywood Boulevard, con un exterior de templo budista y un interior de palacio chino. Grauman invitó a las estrellas de cine para que imprimieran la huella de sus manos y sus firmas en el cemento fresco. Gladys, Grace y la pequeña Norma Jeane eran visitantes asiduas de aquel sendero de los sueños posibles.
La niña fue la beneficiaria de la enorme experiencia acumulada por Grace a lo largo de su turbulenta vida. Y pertenecer al cine se convirtió en una obsesión. "Hey Norma, ¿vamos al cine? Dan 'Mutiny on the Bounty' (Rebelión a bordo)", propuso Grace. "Me gusta Clark Gable -dijo la niña al final de la función-. El es mi padre". En 1951, la fábula marilyniana de que Clark Gable (1901-1960) era su padre tuvo un desarrollo de cuento infantil. Una noche, en Romanoff's, Marilyn enmudeció al personal, en­fundada en un traje de chiffon color granate. Gable estaba allí y bailaron toda la noche: "Me sentí como si fuese la cenicienta", dijo ella. Clark, con su sonrisa de calavera madu­ro y fogueado en todas las batallas, le confesó: "Siempre te he admirado y créeme... me gustaría hacer una película contigo". Años más tarde el deseo de Gable, tal vez el último que pudo cumplir, se concretó en "The misfits" (Los inadaptados).
Gladys comenzó a dar muestras de desequilibrios y fue internada. Grace consiguió la tutoría de la pequeña. Aquel hecho coincidió con la aparición de un tipo guapo y seductor, Doc Goddard, que se fue a vivir con Grace. Una noche, Doc, borracho, asaltó a Norma Jeane. Lo que ella había interpretado inicialmente como un gesto de cariño y ternura se había convertido en algo horrible y abusivo. Primera lección aprendida. En 1940, tras una temporada con una tía de Grace, la adorada tía Ana, Marilyn volvió a vivir con Grace. Allí tuvo una gran amiga, Bebe, hija de Doc Goddard. Bebe había tenido una niñez desastrosa. Tras el divorcio de sus padres, su madre se volvió loca y ella tuvo que pasar por docenas de padres adoptivos. Es importante la confianza que se estableció entre las dos niñas porque es posible que gran parte de lo que Marilyn Monroe relata sobre su propia y desdichada niñez correspondiera en realidad a las experiencias de Bebe. La niña fabuladora se enriquecía.


Por fin parecía que una cierta estabilidad abrigaba la vida de Norma Jeane. Pero entonces Doc fue trasladado a Virginia. Y no podían llevar a la muchacha con ellos. Grace, entonces, organizó su boda con Jim Dougherty (1921-2005), un chico al que Marilyn veía desde hacía algún tiempo. Volvía a ser tratada como un objeto prescindible. Si no se casaban, ella debería regresar al orfanato. Jim aceptó: "Yo no había pensado en casarme con ella y realmente no lo hubiera hecho. Pero accedí porque muy pronto tendría que cumplir con mi servicio militar y pensé que ella tendría un hogar junto a mi madre. Desde luego, era una criatura adorable con quien resultaba divertido salir. En realidad, no pensé demasiado en todo el asunto". "Grace, ¿puedo casarme con Jim pero no tener sexo con él? -preguntó Norma Jeane-. Tengo miedo. No conozco ningún matrimonio que funcione". "No te preocupes, ya aprenderás", fue la respuesta de Grace. Y tenía razón. Años después, Marilyn recordaba: "No me sentí triste, y tampoco feliz. Mi marido y yo apenas si nos hablábamos. Y no porque estuviésemos enfadados. No teníamos nada que decirnos. Me moría de aburrimiento".
En una ocasión, le dijo a Elia Kazan (1909-2003) fue : "Nunca disfruté de lo que Jim me hacía, excepto cuando me besaba en los pechos. No estaba muy informada acerca del sexo. Había cosas que me parecían más naturales que otras. Yo deseaba complacerlo y no sabía si lo que hacía estaba bien, si era lo correcto. De modo que al cabo de un tiempo el matrimonio me dejó fría". La versión de Jim fue variando a lo largo de los años, pero entonces dijo: "Cuando íbamos a Santa Mónica, los tipos se volvían locos por ella. Era demasiado hermosa como para que los otros maridos no la miraran con deseo. Ella utilizaba un bikini que era dos tallas más pequeño. Era una perfeccionista acerca de su aspecto y los hombres parecían contentos sólo porque ella estaba en la misma habitación. Nunca hubo problemas en nuestro matrimonio, hasta que yo quise tener hijos y ella quiso tener una carrera".
Norma Jeane se esmeraba por ser una buena esposa, pero aquella vida la asfixiaba. Hay una anécdota muy ilustrativa: Robert Mitchum (1917-1997), que trabajaba en la Lockheed con Jim y siempre le veía comiendo el mismo tipo de bocadillo, le dijo: "Espero que tu vieja tenga mejor aspecto que tu sandwich de huevo". Jim fue trasladado a la isla de Santa Catalina, en la bahía de San Pedro, un lugar paradisíaco desarrollado por William Wrigley (1861-1932), el magnate de la goma de mascar, y allí la jovencísima y voluptuosa Norma Jeane brilló como una estrella. No había demasiadas mujeres, y ninguna tan bella como su esposa. Según el propio Jim, "era consciente de la belleza de su cuerpo y de que los hombres la deseaban. Salía a pasear con su perro vestida con unos shorts minúsculos y una blusa blanca muy ajustada. Llevaba el cabello sujeto con una cinta de color y cuando bajaba por la calle era como un sueño hecho realidad. Ella no se vestía de ese modo para seducir a los hombres, sino para exhibir lo que tenía, no pensaba que era algo malo y no le importaba exhibirlo".


Jim partió a ultramar y Norma Jean se mudó a la casa de su suegra. Consiguió un trabajo en una fábrica de paracaídas, Radioplane, y... Ronald Reagan (1911-2004) fue responsable de su lanzamiento al mundo de la imagen, un mundo que el futuro "amo del imperio del bien" conocía al dedillo. Sucedió cuando un grupo de fotógrafos de la First Motion Picture Unit, de la Armada, llegó a la fábrica en busca de un reportaje que ilustrara el esfuerzo de guerra de las mujeres. Entre ellos había un joven de veinticinco años, con mucho talento, David Canover (1919-1983), que había sido enviado allí por su oficial superior, Ronald Reagan. En 1945, Norma Jeane se convirtió en el sueño de cualquier fotógrafo. Trataba de seducir a la cámara y lo conseguía con una naturalidad apabullante. Era una relación tan sensual que nadie permanecía impasible ante su hechizo. Su magnetismo animal había encontrado una vía de expresión inigualable. Jim le escribió diciéndole que en cuanto él regresara dejaría esa vida de modelo y tendrían hijos y una familia normal. Norma Jeane tenía otra idea... y otra filosofía: "¿Si amas a alguien no desearías que fuera feliz? Todo cuanto deseaba era averiguar quién era yo. Jim pensaba que él lo sabía y que yo debía sentirme satisfecha. Pero no lo estaba. El matrimonio se acabó mucho antes de que terminara la guerra".
Emmeline Snively (1909-1975) era el alma de la Blue Book Agency. Tenía un don especial para dar con las muchachas más sugestivas y dirigía una academia en Westwood para formar a sus alumnas como modelos fotográficas y de moda. En ocasiones, las chicas trabajaban como azafatas en fiestas y convenciones. Norma Jeane tuvo mucho éxito en esas lides y comenzaron a llamarla con cierta regularidad. "El problema era mi figura. La señorita Snively dijo que nadie prestaba atención a la ropa que yo exhibía porque mis vestidos o blusas o trajes de baño eran demasiado ajustados. En otras palabras, me miraban a mí... ¡y al infierno con la ropa!". En 1946, a sus bellísimos veinte años, apareció con el nombre de Jeane Norman en más de treinta portadas de revistas. "Posar puede ser divertido pero también puede ser una locura. En una ocasión pregunté por qué debía llevar un traje de baño para publicitar una pasta dentífrica. Y me miraron como si estuviera chiflada". Cuando Jim regresó de ultramar, ella apenas si le prestó atención: "Estaba muy ocupada trabajando como modelo aquí y allá y ganando dinero. Ahí comprendí la medida de su ambición".


Una serie de fotógrafos apareció y desapareció de su vida y también de su cama. Su cuerpo era el premio para quienes la ayudaban. No había nada inmoral ni inmodesto en ello. Tampoco había el menor sentimiento de culpa. Era su conducta natural. En esa época los sucesivos artesanos de la cámara la adoraban en carne y celuloide. Laszlo Willinger (1909-1989), por ejemplo, no sólo le hizo unas fotos fantásticas, sino que interpretó su desolación: "Tenía un talento especial, el de conseguir que la gente sintiera pena por ella, y explotaba ese sentimiento con toda pericia. Su mejor pose era aquella que expresaba "¡Ayúdame!". Ella les necesitaba, necesitaba que la fotografiaran del mejor modo posible para que el mundo la conociera; y por ello les estaba completamente agradecida... y podía demostrarlo sexualmente. Necesitaba percibir un sentimiento personal de ser querida, admirada, tomada en consideración. Y la desnudez de su cuerpo devastador era todo lo que tenía. El sexo se convirtió en una extensión lógica de su carácter, en un intento de conseguir aprobación.
Emmeline Snively consiguió que Ben Lyon (1901-1979), un ejecutivo de la Twentieth Century Fox, le concediera una cita. En su primera prueba intervinieron varios profesionales de probado talento. Leon Shamroy (1901-1974), el director de fotografía que había obtenido un Oscar por "The black swan" (El cisne negro), tuvo una intuición perspicaz: "La primera vez que la vi pensé que sería otra Harlow. Su belleza natural y ese complejo de inferioridad le confería un aire misterioso. Tenía un tipo de belleza extraordinario... como el de Gloria Swanson. Cada momento de la prueba destilaba sexo. Nos estaba demostrando que podía vender emociones en la pantalla". Darryl F. Zanuck (1902-1979) había sido guionista en la Warner durante diez años, de 1923 a 1933, y había escrito algunos capítulos de "Rin Tin Tin", incluso cuando el perro mudo pasó al ladrido sonoro. Ahora, convertido en el zar de la Fox, para la que obtuvo más de treinta Oscars, no se sintió demasiado impresionado por la prueba. Aquella novata no había actuado nunca. Sin embargo, dio órdenes para que la contrataran por 75 dólares a la semana, tanto si trabajaba como si no lo hacía. La novata, entretanto, fascinada por la nueva parafernalia, lo aprendía todo con una voracidad infinita. "Tenemos que buscarte un nombre -dijo Ben Lyon-. ¿Qué te parece Marilyn?". "¿Porqué Marilyn?". "¿No te gusta?". "Si, pero...". "Por Marilyn Miller. Era una actriz rubia y bella como tú. Y yo la amaba". "De acuerdo, me gusta -era el tipo de historias que le encantaban-. Y de apellido, Monroe... es de la familia de mi madre". "Eso es, Marilyn Monroe".