22 de abril de 2012

María Teresa Andruetto: "La literatura infantil es un campo de la literatura que viene de lo marginal, sobre todo en lo que refiere a la crítica y los estudios académicos, que no le dan importancia"

Dueña de un estilo simple, profundo y poético, la escritora argentina María Teresa Andruetto (1954) lleva un largo camino recorrido dedicada a difundir y batallar por la literatura en todas sus formas, participando activamente en talleres, escuelas y bibliotecas en su afán por formar lectores y promover la iniciación literaria. Egresada de la carrera de Letras de la Universidad Nacional de Córdoba, ejerció paralelamente el periodismo y la docencia en el nivel medio y superior en diversas instituciones. Contribuyó a fundar y formó parte del equipo docente y ejecutivo del Centro de Difusión e Investigación de la Literatura Infantil y Juvenil (CEDILIJ) de Córdoba, su provincia natal, entre los años 1984 y 1995, años en los que fue secretaria de redacción de la revista "Piedra Libre", publicación especializada en literatura infanto-juvenil. La construcción de la identidad individual y social, las secuelas de la dictadura en el país y el universo femenino son algunos de los ejes de su obra. Sus libros rompen las barreras generacionales y son leídos tanto por adultos como por jóvenes lectores. Ha publicado las novelas "Tama", "La mujer en cuestión" y "Lengua madre"; el libro de cuentos "Todo movimiento es cacería"; las novelas cortas "Stefano", "Veladuras" y "La niña, el corazón y la casa"; los libros de poemas "Palabras al rescoldo", "Réquiem", "Beatriz", "Pavese y otros poemas", "Kodak", "Tendedero" y "Sueño americano"; y numerosos libros para niños y jóvenes, entre los que se encuentran "El anillo encantado", "Huellas en la arena", "Solgo", "La mujer vampiro", "Trenes", "El árbol de lilas" y "Miniaturas". También ha escrito tres obras teatrales y varios tomos de ensayos, entre ellos, "El taller de escritura en la escuela" y "Hacia una literatura sin adjetivos". Su obra ha servido de inspiración para la creación de cortometrajes, espectáculos poético-musicales, coreografías y espectáculos de narración oral escénica. Recientemente ha sido galardonada con el Premio Hans Christian Andersen, el más prestigioso del mundo entero en cuanto a literatura infanto-juvenil, conocido como el "pequeño Nobel", siendo la primera argentina en obte­nerlo. Por esa razón fue entrevistada por Javier Mattio para la edición del 19 de marzo de 2012 del diario "La Voz" y, pocos días antes de viajar a Buenos Aires para participar en la 38º edición de la Feria Internacional del Libro, por Silvina Schuchner para la edición del 13 de abril de 2012 del diario "Clarín".


¿Cómo se siente tras ganar "el pequeño Nobel" que otorga cada dos años el IBBY (International Board on Books for Young People)?

Quedé impactada, a pesar de que ya sabía que había sido elegida entre los cinco finalistas. Esto superó mis expectativas, es muy fuerte para mí, todavía no termino de procesarlo. Cuando yo empecé esto era algo impensado, nosotros celebrábamos las candidaturas argentinas al Andersen cuando formaba parte del CEDILIJ. En los treinta años que hace que trabajo en esto me he interesado más por el llano de la literatura infantil, he trabajado mucho en aspectos como la formación docente más que ocupando el lugar de los escritores, que es más glamoroso.

¿Continúa viéndose a sí misma como educadora, a pesar de que el recién adquirido Andersen catapultará su trabajo de ficción infantil a nivel mundial?

Si bien ya no estoy dando clases, siempre siento que hablo desde ese lugar, de la construcción de lectores. Es algo que he hecho siempre, y ahí está la base, el sustento de todo lo otro.

En algún punto, esa lucha también incluye el activismo por lograr que la literatura "infantil" sea también reconocida como literatura a secas, ya sin etiquetas restrictivas de por medio.

La literatura infantil es un campo de la literatura que viene de lo marginal, sobre todo en lo que refiere a la crítica y los estudios académicos, que no le dan importancia. Es lo que sucede con el teatro para niños, hay cierta asimilación de lo que se hace con el público al que va destinado. Ya sea porque se lo cree un campo menos difícil o importante, siempre aparece la etiqueta que restringe; decir que un escritor es "para niños" es como decir "escritor para mujeres" o "escritor de provincias". Yo he luchado contra esos y otros encasillamientos. Me considero una escritora a secas. Prefiero ser una escritora sin adjetivos, digamos.

De todos modos, a pesar de su estigmatización académica, la literatura para chicos acapara cada vez más protagonismo a nivel industrial.

La infantil es una literatura que en las últimas décadas ha crecido muchísimo en cuanto a lectores. Es probable que el escritor de libros para chicos tenga incluso mejores derechos de autor que aquél que escribe para adultos, porque existe un público cautivo; está la escuela, y además los papás siguen considerando que los libros son buenos para sus hijos.

¿Cuándo escribió su primer relato infantil?

En 1988, mientras trabajaba en el CEDILIJ. Yo me dedicaba a hacer talleres con niños, enseñaba literatura infantil a docentes. Ahí fue cuando me enteré de un concurso que organizaba Editorial Colihue. Para escribir el cuento me basé en un episodio de mi pueblo; yo me crié en Oliva, donde sucedió algo que yo recordaba sobre un toro de campo que salió campeón de la rural, un campeón monumental. El pueblo hizo una fiesta para recibir al toro, en las escuelas se bailaba, hubo un gran discurso, y el toro premiado llegó al lugar con su comitiva. Me pareció que era una historia para contar. La escribí y le trabajé un poquito el lenguaje para ablandarla. La mandé al concurso y quedé con una mención, fue mi primer premio. Así empecé.

Si bien el premio es de literatura infantil, usted prefiere hablar de zonas de lectura. ¿Qué significa eso?

Muchas veces siento que los libros "para niños" tienen mucho que ver con la edición, con la selección que puede hacer un adulto, una persona que ha leído mucho y considera que ciertos libros podrían interesarles a ciertos lectores. Claro que hay particularidades, las hay, sobre todo cuando pensamos en lectores muy pequeños, pero mientras avanzamos en la edad de esos lectores más se diluyen las diferencias que pudiera haber entre libros "para grandes" y "libros para chicos". Por otro lado, la edad lectora y la edad cronológica no siempre van de la mano, porque la edad lectora tiene que ver con lo que se ha leído, con lo que se ha recorrido ya como lector y eso a su vez tiene que ver con las posibilidades que una persona (niño o adulto) tenga de acceso a los libros. Este modo de pensar el asunto se vincula con mi deseo de que a los lectores, incluso a los más pequeños, les acerquemos literatura, libros que salgan de lo indiferenciado, libros únicos, resultado de una búsqueda también única, particular, libros que no se gasten en una sola lectura, que tengan siempre un resto de palabra inapresable.

¿Se escribe diferente cuando se piensa en los chicos? Por ejemplo, ¿están más permitidas las reiteraciones, las tierras lejanas, los reyes y princesas? ¿Hay historias o temas que se evitan?

No sabría decirlo, casi nunca pienso en los chicos a la hora de escribir. Tampoco en los grandes. Pienso sí en las estrategias de un lector hipotético, alguien que imagino con ciertos recursos que también yo tengo. La obra de escritores como Andrés Rivera o de Marguerite Duras, por nombrar sólo a dos enormes escritores, utilizan con frecuencia la reiteración. Hay cuentos de Borges con reyes y tierras lejanas. Se trata de recursos que la literatura usó siempre, muchos de ellos provienen de la oralidad más lejana, de los mitos. A su vez, los mitos les encantan a los nuevos lectores, a los más pequeños, y también me gustan mucho a mí que soy una vieja lectora. Cada libro abre puertas a otro y entre esos tanteos, equívocos y deslumbramientos, se va dibujando para cada quien un camino de lectura que es siempre único, particularísimo, como lo es también el camino de escritura. Por eso es tan importante la formación lectora de los maestros y la presencia de la literatura en la escuela, porque es ahí -en ese espacio de mayor democratización- donde puede achicarse la brecha entre chicos que provienen de hogares lectores y otros que no han tenido esa posibilidad.

Algunos de sus cuentos son casi poemas, como "El árbol de lilas" o "Solgo". ¿A los chicos les gusta la poesía? ¿Son realmente cuentos para chicos?

Siempre he necesitado bucear en el límite entre los géneros y en los límites de los lectores. He escrito poemas en cierto modo narrativos y cuentos que, me dicen, se aproximan a poemas. Me parece que en el encuentro entre un lector y un libro nunca hay garantías absolutas, sólo hay intuiciones de que el encuentro, siempre azaroso y único, de la lectura puede llegar a producirse.

¿Cómo se desarrolla en los chicos el gusto por la lectura en un mundo tan informatizado?

Básicamente accediendo a buenos libros, brindándoles buenas ocasiones de encuentro con esos libros y frecuencia de encuentros. En cuanto a la informatización, internet, la televisión, están en nuestro mundo, forman parte de nuestra cultura y de nuestros recursos, no habría por qué demonizarlos. No creo que sean los enemigos del libro. Creo más bien que un buen lector (de libros) es alguien capaz de hacer una mejor lectura de otros medios, soportes y que será más selectivo en su uso de internet o de la televisión o de lo que fuere. También será más crítico y selectivo en lo que hace a la propia vida, tal vez, porque la lectura de libros ofrece un espacio de introspección privilegiado, una posibilidad de regresar sobre lo ya leído, de detenerse, en fin...

Al otorgarle el premio, destacaron que sus libros "se refieren a una gran cantidad de temas, como la migración, los mundos interiores, la injusticia, el amor, la pobreza, la violencia o los asuntos políticos". También la dictadura está muy presente. ¿Por qué?

Sí, está muy presente en "La mujer en cuestión", en "Lengua madre", en algunos cuentos de "Todo movimiento es cacería"... Esos años tremendos para el país han sido los años de mi juventud, bajo esos padecimientos sociales, también personales, me construí, en cierto modo, como una persona adulta. Pero además, me pregunto si es posible para una persona que haya nacido y vivido en nuestro país en este último medio siglo eludir una cuestión tal como la dictadura.

A través de su página es posible conectarse con los sitios de las mejores narradoras de todos los tiempos. ¿Se puede hablar de literatura femenina?

Me interesa leer y buscar escrituras de otras mujeres, bucear hacia atrás diversas tradiciones de mujeres que escriben, imaginar cómo hicieron otras. Se puede hablar de una literatura femenina si entendemos bajo ese nombre todo lo que escriban o hayan escrito escritoras mujeres. No me gusta la denominación si bajo ese rótulo sólo se imagina cierto tipo de libros, novelas de amor, novela histórica o libros para niños, que es lo que se tiende a llamar "literatura femenina". En cuanto a la sensibilidad de las mujeres -para escribir o para vivir- podríamos decir que "las mujeres" es una abstracción, una generalización. En ese sentido cada mujer que escribe -como cada hombre que escribe- es en sí misma un universo y que ese universo del que proviene, siempre distinto, siempre único, es la cantera desde la que extrae su escritura.

¿Qué obras destaca de su trayectoria que ha premiado el Andersen? ¿Cuáles están entre sus preferidas?

"Stefano" es un libro que quiero mucho, ha tenido mucho reconocimiento; "La niña, el corazón y la casa", que salió el año pasado; "Veladuras"; "El árbol de lilas", un libro-álbum con ilustraciones de Liliana Menéndez; "El incendio" y "La durmiente". Esa es mi lista.