En 1776 el escritor alemán
Friedrich Maximilian von Klinger (1752-1831) publicó un drama en cinco
actos titulado "Sturm und drang" (Tempestad y pasión), una historia que
transcurre en Norteamérica durante las guerras de la independencia. En una
posada, tres jóvenes pertenecientes a la aristocracia inglesa esperan el momento de la batalla con el
mismo frenesí que utilizan para generar el amor en una mujer. No hay tormentas
bélicas ni ímpetus guerreros en la trama. Tampoco temporales revolucionarios ni
arrebatos patrióticos. La tempestad y la pasión a las que hace alusión el
título se expresan fundamentalmente en los diálogos entre los personajes sobre las
desavenencias provocadas por los amores conflictivos que viven: los celos, el
odio, el adulterio, la reconciliación.
Fue esta obra la que daría nombre
a un movimiento político y literario que nacería como respuesta a las doctrinas
asociadas a la estética del racionalismo de la Ilustración predominante. Primando
los sentimientos y las emociones por sobre la razón, el Sturm und Drang fue un
movimiento contestatario juvenil que se rebeló contra el
orden social establecido. La libertad del artista y los derechos del hombre -encorsetados
por las diferencias sociales y las hipocresías morales- eran valores esenciales
junto con la voluntad de emancipar al individuo; por ello, rechazaba la
vida profesional burguesa, considerada oscura y estrecha, así como las
concepciones y los criterios éticos de aquel mundo burgués.
Considerada la precursora del
Romanticismo, esta corriente literaria -por puro patriotismo artístico-
reaccionó contra el muy influyente por entonces neoclasicismo (tanto el
italiano como el inglés, pero sobro todo el francés), propugnando por la originalidad
del autor para expresar su subjetividad individual en contraposición al
normativismo lingüístico que imponía aquél. Su acción fue revolucionaria en
tanto que, durante las dos décadas que floreció, logró establecer firmemente a los
escritores alemanes como los líderes culturales en la Europa de la que muchos
consideraban que Francia era su centro de desarrollo literario.
Su punto de partida fue "Fragmente
über die neuere deutsche literatur" (Fragmentos sobre la moderna literatura alemana)
del filósofo y crítico literario
Johann Gottfried von
Herder (1744-1803), obra publicada en 1767, a la que le seguiría la
también influyente "Kreuzzüge des philologen" (Cruzadas del filólogo) del filólogo
Johann Georg Hamann. En ambos ensayos se exaltaba la espontaneidad, la intensidad y la
originalidad de los artistas, cuya genialidad debía ser innata y no producto
del estudio. Esa genialidad debía emparentarse con la idea de libertad en la literatura
y con un nuevo interés por la naturaleza. Los ejemplos a seguir eran William
Shakespeare (1564-1616) y Jean Jacques Rousseau (1712-1778): la poesía
genial del dramaturgo y poeta inglés y la exaltación del hombre en comunión con
la naturaleza del filósofo y botánico francés. Los autores más destacados de
esta renovación literaria fueron Friedrich Gottlieb Klopstock (1724-1803), Heinrich Leopold
Wagner (1747-1779), Friedrich Müller (1749-1825), Jakob Reinhold Lenz (1751-1792)
y Friedrich Schiller (1759-1805), cuya obra "Die räuber" (Los
bandidos) marcó el fin de la corriente del Sturm und Drang y es considerada el preludio
del Romanticismo.
Pero, sin lugar a dudas, la gran
figura del movimiento fue Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), el autor de
"Die leiden des jungen Werther" (Las desventuras del joven Werther), la novela
más emblemática de este período. Autor de obras tan relevantes como "Wilhelm
Meisters lehrjahre" (Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister), "Die wahlverwandtschaften" (Las afinidades electivas) y "Faust. Der tragödie" (Fausto. Una tragedia),
Goethe fue muy escéptico sobre la validez de los preceptos del clasicismo
francés que prevalecían indiscutidos en la Alemania de la época (incluidos los
de las tres unidades dramáticas -lugar, tiempo y espacio- que la escuela
teatral francesa había adoptado del antiguo teatro griego) y los sustituyó por
el placer de la expresión directa de las emociones al valorizar la poesía
popular alemana como fuente de inspiración para su literatura. También fue un
gran promotor de la novela epistolar, un género que no sólo innovaba en cuanto
a la descripción psicológica de los personajes y los narradores, sino que
también brindaba a las obras un cierto aire de confidencialidad, de asunto
privado al que el lector no debería acceder.
La comunicación vía epistolar se
remonta a la antigüedad. Autores clásicos como Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) o Lucio Anneo Séneca (4 a.C.-65 d.C.) dejaron extensos epistolarios
sobre múltiples temas. Más adelante, escritores como el español Diego de
San Pedro (1437-1498) o el inglés Samuel Richardson (1689-1761) utilizaron
el género en novelas como "Cárcel de amor" y "Pamela or virtue rewarded" (Pamela o la virtud recompensada)
respectivamente. Luego, este recurso narrativo sería utilizado también por autores de la talla de Jane Austen (1775-1817) en "Lady Susan" (Señora Susan) o Fiódor Dostoyevski (1821-1881) en "Bédnyie liudi" (Pobres gentes). En todos los casos el público respondía masivamente, ya que planteaba temas de gran intimidad (he ahí lo novedoso), que habitualmente se tenían por confidenciales. La historia del acontecimiento representado por "Las desventuras del joven Werther" es un tanto inusual: publicada en Leipzig sin el nombre del autor en 1774, la novela fue un éxito inmediatamente, y sus lectores sobrepasaron por mucho el círculo tradicional de la gente de letras. Pronto traducida, adaptada, imitada e incluso parodiada en toda Europa, hizo célebre a un joven de veinticinco años, Goethe, que aceptaría entonces abiertamente la paternidad del libro.
respectivamente. Luego, este recurso narrativo sería utilizado también por autores de la talla de Jane Austen (1775-1817) en "Lady Susan" (Señora Susan) o Fiódor Dostoyevski (1821-1881) en "Bédnyie liudi" (Pobres gentes). En todos los casos el público respondía masivamente, ya que planteaba temas de gran intimidad (he ahí lo novedoso), que habitualmente se tenían por confidenciales. La historia del acontecimiento representado por "Las desventuras del joven Werther" es un tanto inusual: publicada en Leipzig sin el nombre del autor en 1774, la novela fue un éxito inmediatamente, y sus lectores sobrepasaron por mucho el círculo tradicional de la gente de letras. Pronto traducida, adaptada, imitada e incluso parodiada en toda Europa, hizo célebre a un joven de veinticinco años, Goethe, que aceptaría entonces abiertamente la paternidad del libro.
En el origen de la aventura
trágica de su héroe se encuentran acontecimientos personales (un desdichado
incidente amoroso con la prometida de uno de sus amigos) unidos a elementos de
un caso policial (el suicidio de otro amigo por causa de un amor no
correspondido). Ellos eran en la vida real Charlotte Buff (1753-1828) y
Karl Wilhelm Jerusalem (1747-1772)
respectivamente y ambos fueron
inspiradores de la novela. Trece años más tarde, una versión retocada de la misma
asentó definitivamente su renombre en la literatura universal y hasta creó una
moda masculina: la de vestirse con pantalón blanco, botas, traje azul y chaleco
amarillo al igual que el protagonista de la novela. Su trascendencia fue tal
que, casi medio siglo más tarde, Napoleón Bonaparte (1769-1821) llevaba
siempre consigo un ejemplar en sus campañas militares y Mary
Shelley (1797-1851) incluyó una escena en "Frankenstein, or the modern
Prometheus" (Frankenstein, o el moderno Prometeo), la más famosa de sus
novelas, en la que la monstruosa criatura aparece leyendo "Werther".
Aquella tragedia del amor
romántico generó un enorme revuelo, tanto en la crítica como en los lectores.
El personaje Werther despertó sentimientos encontrados: se lo alabó con el
mismo énfasis con que se lo condenó, pero la genialidad de su creador no fue
puesta en duda ni por unos ni por otros. Aquel talento natural del que hablaban
los teóricos del Sturm und Drang estaba presente en "Werther" en toda su
magnitud, una condición que pesó tanto de manera positiva como negativa en Goethe:
por un lado le significó un éxito instantáneo que lo hizo pasar de ser
prácticamente desconocido a convertirse en una de las primeras celebridades del
mundo literario; por otro, la categorización de genio de la literatura lo
condujo a su idealización, lo que conllevó la pérdida de su autonomía creativa.
Ya en su vejez, Goethe guardó cierta distancia con "Las desventuras del
joven Werther". Lamentó su fama al advertir que prácticamente sólo era conocido
por esta novela entre todas las que había escrito. Tanto el filósofo húngaro György
Lukács (1885-1971) en "Ästhetik" (Estética) como el alemán Theodor
Adorno (1903-1969) en "Die ästhetische theorie" (Teoría estética), se
ocuparían del tema de la genialidad de un artista, y ambos coincidieron en que
tal concepción produce a la vez atracción y rechazo, placer y temor, tal como
le ocurrió a Goethe.
Tras largos y secretos
preparativos, Goethe escribió "Werther" en cuatro semanas, sin borrador ni
esbozo alguno, en un estado de inconsciencia y sonambulismo. Su personaje y él
padecían las mismas tristezas, la misma soledad, el mismo inconformismo. La
filóloga española Carmen Bravo Villasante (1918-1994) escribió en el
prólogo a una edición hecha en España en 1969: "El joven romántico que es
Werther no sólo padece de amor; es un alma solitaria en una sociedad que no le
gusta. Le molestan las relaciones burguesas, la burocracia, el ceremonial y,
rebelde, libre y orgulloso, se opone al servilismo y al envilecimiento. A las
penas del joven Werther se añade un descontento hacia el ambiente que lo rodea,
donde hombres cautos y falsos tienen la mayor preponderancia. Es feliz en el
retiro de su cabaña; suele esconderse para gozar de la soledad elegida
libremente y confundirse con la naturaleza. El individuo descontento de la
sociedad, el joven sensible, anhela más que nunca ser comprendido por alguien;
de ahí la fuerza con que se entrega a la pasión del amor y la encanto de las
afinidades electivas".
Así se lo dice a su inseparable
amigo Wilhelm, a quien van dirigidas todas las cartas: "Wilhelm, ¿qué es
el mundo para nuestros corazones cuando no hay amor? Una linterna mágica sin
luz. Pero en cuanto empieza a brillar en su interior la llama, se ven aparecer
en sus paredes todo tipo de figuras, formas y colores. Aun cuando todo lo que
se presenta a la vista no fuera más que eso, aun cuando todas esas apariciones
no fueran más que fantasmas pasajeros, ¿no es una gran fortuna tomar parte en
este espectáculo de ilusiones?". Pero su amor está signado por la imposibilidad
de concretarse, por la tragedia, y así se lo dice a Wilhelm: "¿Qué esto amigo
mío? Estoy asustado de mi mismo. El amor que ella me inspira, ¿no
es el más puro, el más santo y el más fraternal de los amores? ¿He abrigado
jamás en lo más recóndito de mi alma un deseo culpable? ¡Ah! No me atrevería a
asegurarlo. ¡Si ahora mismo sueño! ¡Cuánta razón tienen los que dicen que somos
juguetes de fuerzas misteriosas y contrarias! Hace días que mis sentidos
se han turbado; ya no tengo fuerzas ni para pensar; mis ojos se llenan de
lágrimas. No me hallo bien en ninguna parte y, sin embargo, estoy bien en
todas. No espero nada, nada deseo. ¿No es mejor que me vaya?".