Uno
de los temas principales en la obra de Antonio Dal Masetto fue la inmigración y
el desarraigo, tal como quedó demostrado en "Oscuramente fuerte es la
vida", "La tierra incomparable" y "Cita en el Lago
Maggiore", una trilogía dedicada su Italia natal, su madre y su
infancia. "La inmigración es un tema -dijo una vez en una entrevista-. Yo
nunca había escrito nada sobre eso. Supongo que durante cuarenta años estuve
tratando de pelear para que no me confundieran con un extranjero. Quizás un
psicoanalista me hubiese resuelto este problema más rápidamente. Decidí
entonces rendir un homenaje a toda esa gente que vino desde tan lejos, y
también a mi madre". En esas novelas habló de los dolores y los anhelos de los
inmigrantes, pero también recordó su infancia en un pueblito italiano. Pasan
por su historia, por su vida, la Primera Guerra Mundial, las luchas obreras, el
fascismo. Y la decisión de partir. Por entonces tenía él la fantasía de ser escritor. "Había una semilla", como él mismo lo definió. "Supongo que en algún momento, al leer algunos de los tipos
que realmente me interesaban, debo haber dicho: 'también tengo cosas para
contar y tal vez pueda hacerlo'". Y vaya si lo hizo.
Gabriela Borrelli (1980). Licenciada en
Letras, crítica literaria, periodista cultural y locutora argentina, desde hace
muchos años se dedica a la difusión de la poesía en diferentes medios radiales
como así también a su lectura en teatros, cafés y centros culturales.
Conductora de los programa radiales "Noche Tras Noche" y "Museo de la Novela Eterna", hasta el momento lleva grabadas más de doscientas poesías de diversos autores, tanto nacionales como internacionales, las que se reproducen en Radio Nacional Clásica. También escribe artículos sobre literatura para diversos medios gráficos y digitales. Activa participante en talleres de poesía, acaba de lanzar "Océano", un libro de relatos en el que se entremezclan la narrativa, la poesía, los recuerdos y una intensa reflexión sobre el lenguaje.
Conductora de los programa radiales "Noche Tras Noche" y "Museo de la Novela Eterna", hasta el momento lleva grabadas más de doscientas poesías de diversos autores, tanto nacionales como internacionales, las que se reproducen en Radio Nacional Clásica. También escribe artículos sobre literatura para diversos medios gráficos y digitales. Activa participante en talleres de poesía, acaba de lanzar "Océano", un libro de relatos en el que se entremezclan la narrativa, la poesía, los recuerdos y una intensa reflexión sobre el lenguaje.
OSCURAMENTE
FUERTE ES LA MUERTE
"Salimos por última vez de aquella
puerta, cruzamos el patio por última vez, bajamos por el sendero y nos fuimos
por la calle ancha. A cada paso giraba la cabeza para mirar la casa, hasta que
la casa desapareció y sólo quedó la copa del nogal y un poco más adelante ni
siquiera eso. Después hubo un ómnibus, un tren, otro tren, el puerto de Génova,
un barco y América". Y fue América. Por primera vez. Antonio
Dal Masetto tenía doce años. Llegó en barco. Otro ómnibus, y otro tren en esta
tierra sudamericana: Salto, Buenos Aires. Antes de subir al barco recordó el
lago. El olor del verano y la escarcha del invierno. Un lago partido: dividido
entre Italia y Suiza. El mismo lago que lo vio nacer. Una vida que partía como
una lengua que se hacía eco o recuerdo o literatura.
Dal Masetto nació en 1938 en Intra, un
pueblo cercano al Lago Maggiore, en la región lombarda del norte de Italia. A
los doce años, después de la guerra, el hambre empujó a su familia al océano. Dal
Masetto empezó a leer castellano en las revistas que se usaban para envolver
las entregas en la carnicería de su padre. Este adolescente cazando palabras en
el sur de América se convertiría en uno de los grandes nombres de nuestra
literatura y formaría una tríada literaria con Miguel Briante y Osvaldo
Soriano.
Dal Masetto contó en una entrevista una
anécdota muy hermosa de su amigo Briante: estaban los dos charlando de poesía,
de sus comienzos con poemas y del abandono cuando descubrían a poetas geniales.
Y en eso Briante soltó: "La prosa es la nostalgia de la poesía". Esa nostalgia de
la poesía, de lo perdido, también podría funcionar en Dal Masetto como
nostalgia por la tierra perdida. No es que la prosa no le haya dado
satisfacciones, así como esta Argentina también. Pero la herida por lo perdido
es el terreno para que crezca su literatura. Y en un país y una lengua
atravesada por el exilio, hecha al calor de los vocablos de los que vinieron a
forjarla y a forjarse.
En una de sus novelas más enternecedoras
Dal Masetto vuelve a esa patria perdida. Ágata (personaje que atraviesa toda su
obra) acaba de cumplir ochenta años y decide volver a su pueblo natal. Quiere viajar
sola y se contacta con un sobrina que le dará hospedaje. Ágata llega al pueblo,
pero ya no es el mismo: "era una sombra que se proyectaba sobre el mapa y lo
modificaba". Dal Masetto trabaja esa sombra, los grises que se van formando en
la cotidianidad y van trabajando un destino. La novela se llama "La tierra incomparable" y en la última escena, Ágata mira un manantial y recuerda a su hermano, a su
prima, a sus días de niña en su pueblo y ahí Dal Masetto lanza una frase
maravillosa: "Ágata comenzó a sentirse renovada y dispuesta, como una hoja en
blanco, dónde todavía había palabras que podían ser escritas, aventuras que
podían iniciarse. Supo como tantas otras veces, que cuando todo parecía haber
sido dicho aún quedaban posibilidades". Y la posibilidad es siempre la
escritura. Nunca está todo dicho, ni en una novela, ni en una vida.
Pero la que tal vez sea la obra más
contundente de Dal Masetto es "Oscuramente fuerte es la vida". Publicada en 1990, narra la historia personal y familiar de Ágata, y en ese recorrido se puede
mirar la génesis del exilio, las condiciones materiales y emocionales que
propician el abandono del lugar dónde se ha nacido.
Estas dos novelas se completan con "Cita
en el Lago Maggiore", creando así una tríada personal y política sobre la
inmigración. La mejor que se ha escrito en la Argentina. En esta última novela,
es el autor quien viaja al pueblo de Ágata acompañado por la nieta de ésta.
El ritmo narrativo de Dal Masetto es
único: sobrio pero profundo. Cultivado al calor de una lengua aprendida en el
dolor y la pérdida, pero también con la alegría del descubrimiento. Para
nosotros, hijos y nietos de inmigrantes la literatura de Dal Masetto es casi un
registro personal, alguien que pudo hacer literatura con nuestra historia,
alguien que creó algo bello con el dolor que sentíamos en cada conversación de
sobremesa con nuestros "nonos", "boves", "tatas" y abuelos.
Nacido en Intra (Italia) en 1938, su
familia emigró a la Argentina en 1950, después de la Segunda Guerra Mundial,
para radicarse en Salto, provincia de Buenos Aires. Ejerció oficios tan
diversos como los de pintor de paredes, vendedor ambulante, heladero, obrero en
fábricas, empleado público y periodista. Su primer libro de cuentos, "Lacre", mereció una mención en el
Premio Casa de las Américas de La Habana. Recibió dos veces el Segundo Premio
Municipal de la ciudad de Buenos Aires (por "Fuego a discreción", novela, y
por "Ni perros ni gatos", cuentos), el Primer Premio Municipal y el
Premio Club de los XIII por "Oscuramente fuerte es la vida", y el Premio
Planeta Biblioteca del Sur y la Beca Fundación Antorchas por "La tierra
incomparable". Sus novelas "Hay unos tipos
abajo" y "Siempre es difícil volver a casa" fueron llevadas
al cine.
Otros de sus títulos: "Siete de oro", "Gente del Bajo", "Demasiado cerca desaparece", "Amores", "Bosque", "El padre y otras
historias", "Crónicas argentinas", "Tres genias en la magnolia", "Señores más
señoras", "Sacrificios en días santos", "La culpa", "Cita en el Lago Maggiore". Libros suyos fueron publicados en
España, Italia, Francia, Alemania, Suiza, Israel. Durante años fue colaborador
del diario "Página/12" de Buenos Aires.
En 1993 el suplemento de cultura de ese diario publicó
entrevistas a diversos escritores, entre ellos Dal Masetto. El tema
refería a los secretos de escritores para escribir una novela. Sobre este
género, el autor dice: "Difícil establecer recetas para una tarea cuya naturaleza parecería
sustentarse principalmente en el ejercicio de una forma de libertad. Uno
siempre ha espiado en los textos de los escritores que admira, en sus apuntes
y diarios, tratando de detectar algunos secretos que permitan vislumbrar
caminos o salir de algunos pantanos. Y a veces algo sucede, pero entonces es
como una breve iluminación. También como el reconocimiento de algo que, ignorado
hasta ese momento, aparentemente ya estaba establecido en uno y sólo necesitaba
una confirmación a través de esta comunión con el maestro elegido. A la larga,
este de la escritura es un juego en el que uno termina por comprender que
deberá establecer sus propias reglas y forjar sus propias herramientas. Y que
esas herramientas, si no son las mejores posibles, siempre son las que más
convienen a la hora de jugar la partida. Mi forma de trabajo es muy confusa al comienzo. Una vez que apareció cierta
idea general, tomo apuntes desordenados durante un tiempo. Trabajo como un pintor
que a lo largo de meses arroja caprichosos puñados de color sobre una tela y
después trata de rastrear en ese caos formas que le convengan. Siempre me
esfuerzo por recordar que debo avanzar hablando en voz baja y sólo de tanto en
tanto atreverme a soltar algún alarido".