¿Qué tiene que ver Petronio? Bernardino Zapponi y yo hemos escrito un "Satiricón" propio. Del de Petronio no quedan más que algunos fragmentos aislados. ¿Que no sabíamos cómo se vivía realmente hace dos mil años? ¿Debíamos acaso basarnos en aquello que dicen los estudiosos como Jérome Carcopino? ¿O releer a Apuleyo, Ovidio, Horacio, Suetonio? No era ésa nuestra intención. No se trataba de hacer un film de reconstrucción histórica, de cultura libresca. Justamente todo lo contrario.
En suma, un viaje a través del tiempo en lugar del espacio, una prospectiva de fantasía científica entre seres tan desconocidos como los marcianos.
Precisamente, es imposible que hoy hagamos ese viaje embarcados en nuestro concepto cristiano del bien y del mal. Pensá que sólo para divertirse hacían destrozarse a siete mil gladiadores en tres días. En el teatro, el esclavo que interpretaba la parte de Muzio Scevola debía hacerse quemar la mano sobre el fuego y morir de dolor: en el espectáculo siguiente otro esclavo lo sustituía. No quiero juzgarlos, simplemente mirarlos, contemplarlos como a través de la ventanilla de una astronave. Tal vez esto me sirva para librarme de mi educación católica.
Algo hay, y es por demás significativo que el film haya sido hecho ahora y no en cualquier otro momento histórico. Vivimos en una sociedad que se agrieta, que deriva a la búsqueda de quién sabe qué. Pero ésta no es la clave para comprender a mi "Satiricón". El mío es un viaje a un mundo de fábulas, colmado de tremenda felicidad, desprovisto de piedad, pero cargado de poesía, esa que brotaba entre la gente -los romanos-, que al contrario de nosotros los modernos, se sentían en todo momento mucho más arraigados a la vida y a la muerte. Un mundo feliz que ha existido, pero tan lejano a nuestra moral que, para intentar comprenderlo, hemos necesitado reinventarlo, liberándonos de nuestros prejuicios, observándolo con ojo clínico.
Si los romanos te parecen tan desconocidos como marcianos, ¿me querés decir cómo has elegido las caras y tipos humanos, qué criterios has usado?
Un día, visitando el museo del Capitolio, me pareció reconocer en el busto de mármol de una estatua, el rostro demacrado de una primita bondadosa, y acaricié sus cabellos ensortijados como si realmente fuese esa niña. "Salolina", me dijeron, "una especialista en torturas y crucifixiones que gustaba especialmente de arrancar la piel a sus víctimas con sus propias manos". Desde entonces no voy más a los museos, no leo tampoco los textos de los especialistas. Me limito a mi intuición. Te doy un ejemplo: volvamos a los siete mil gladiadores muertos en el Circo Máximo para diversión exclusiva. ¿Dónde podés encontrar un ejemplo de tanta crueldad ejercido con tanta indiferencia? He llevado la cámara a un matadero y en la tranquila rutina de la faena de ese trabajo infame, he encontrado las mismas caras y gestos de los gladiadores de hace dos mil años.
Formidable.
No basta con reflexionarlo.
Hay algo que me ha llamado la atención y es que en algunas tomas obligues a los actores a mirar directamente a la cámara, cuando no es natural que lo hagan.
Es un hallazgo mío de dirección que quería que permaneciese secreto. Es cierto, cada tanto hay gente que mira la cámara. Pero el efecto pueda resultar alucinante porque permite contemplar un mundo desconocido de gente extraña que, sorpresivamente, establece contactos contigo, que te envuelve, como un marciano que te observa desde la televisión.
Otra cosa. Por momentos parece que quisieras atraparlos en su vida cotidiana con la ropa de todos los días, pero con algo equívoco en el comportamiento, en los gestos, en las expresiones.
Eso es justamente lo que quiero. ¿Debo mostrar una raza desconocida como podría verla a través de mi experiencia o mostrarla según los esquemas comunes, convencionales? Es un film con el cual no debiera existir ninguna comunicación; por esta razón hubiera preferido que todos los actores fueran extranjeros, bárbaros, rusos, o que hablaran un idioma incomprensible para mí. No te imaginas lo contento que me pongo cuando un actor se rebela porque no ha entendido un detalle. Y cuando un actor se equivoca, trato de captar cierta cosa inarmónica, cierta dodecafonía en la recitación.
¿Me equivoco o la ambición de este film supera en mucho a los anteriores de Fellini conocidos hasta ahora?
Diría que es el más difícil de mis films, no en un sentido absoluto, pero al menos para mí. Porque no puedo contar con eso que los otros llaman mi "improvisación" -y que realmente no lo es- sino que me limito a la disponibilidad o a la posibilidad de las sugestiones que pueden atraparme a través de ese viaje que es un film. Una característica psicológica mía, personal, consiste en enriquecer los films, dilatarlos, podarlos, pulirlos, para dejarlos crecer en una dirección espontánea. Las inspiraciones nacen en el set, de conocer mejor a un actor, de contemplarlo mientras hace ciertas cosas en su camarín o mientras come. No puedo confiarme en nada: lo que quiero es una fidelidad total, rigurosísima, a la imaginación tal cual surge. Este es un film que exige una continua incandescencia de inspiración: yo no estaba allí hace dos mil años. Es un viaje imprevisible a lo desconocido.
A propósito, una pregunta para el vulgo. Hay quien dice que ganas quinientos millones de liras por film; otros, gente del gremio, sostienen que son trescientos; ¿cuál es la verdad?
La verdad es que hago este film casi gratis, porque mi productor Grimaldi ha debido salvarme de todas las deudas que acumulé junto a De Laurentis en el desdeñado "Viaggo di Mastorna" (El viaje de Mastorna). Pero, ¿hay que decir la cifra exacta? No quisiera aparecer como una víctima, como alguien que busca compasión.