1 de abril de 2010

Susan Sontag y "Pedro Páramo". Una cuestión de énfasis

Encuestas hechas en países tan alejados entre sí como México, Alemania, España o Noruega, por ejemplo, ubican siempre los títulos de Juan Rulfo (1917-1986) en un lugar prominente de la literatura universal. Sus lectores en las más diversas lenguas se renuevan continuamente y las nuevas traducciones no cesan de aparecer. Rulfo es, sin lugar a dudas el escritor mexicano más leído y estudiado en su país y en el extranjero. Las tempranas muertes de su padre, primero, y de su madre, poco después, ocurridas durante su niñez, obligaron a sus familiares a inscribirlo en el internado de San Gabriel, en Guadalajara, la capital del estado de Jalisco. Allí entró en contacto con la biblioteca y esas tempranas lecturas serían esenciales en su formación literaria. Cuando se trasladó a la ciudad de México asistió como oyente a los cursos de Historia del Arte de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional, un hecho que le permitió conocer profundamente la bibliografía histórica, antropológica y geográfica de su país.
A fines de la década del '30, cuando se iniciaba como escritor, inició también una destacada labor como fotógrafo. A partir de 1945 comenzó a publicar sus cuentos en las revistas "América" y "Pan". En la primera de ellas publicó asimismo, por primera vez, sus imágenes fotográficas centradas en temas como la población nativa, la arquitectura y el paisaje mexicanos. En los primeros años cincuenta obtuvo dos becas consecutivas otorgadas por el Centro Mexicano de Escritores, lo que resultó determinante para que publicase en 1953 "El Llano en llamas", donde reunió siete cuentos ya publicados en las revistas antes mencionadas e incorporó otros ocho nuevos (en ediciones posteriores agregaría otros dos) y, en 1955, "Pedro Páramo", una novela de la que había publicado tres adelantos en 1954, en las revistas "Las Letras Patrias", "Universidad de México" y "Dintel"-. Más tarde, en 1958, terminó su segunda novela, "El gallo de oro", que recién se publicará en 1980. Las dos últimas décadas de su vida las dedicó a su trabajo en el Instituto Nacional Indigenista de México, donde se encargó de la edición de una de las colecciones más importantes de antropología contemporánea y antigua de México.
"Pedro Páramo" tuvo una larga gestación. Los primeros esbozos de la novela los escribió antes de cumplir los treinta años bajo el nombre de "Una estrella junto a la luna". Sin embargo, durante la última etapa de su escritura cambió su nombre a "Los murmullos" para, finalmente, publicarla con el nombre definitivo que entraría en la historia como una obra maestra de la literatura. A partir de su aparición, el prestigio literario de Rulfo se incrementó de manera constante y se multiplicaron los ensayos dedicados a su estudio e interpretación. Entre ellos, se destaca el titulado sencillamente "Pedro Páramo" que la novelista y ensayista estadounidense Susan Sontag (1933-2004) incluyó en uno de los últimos trabajos, "Where the stress falls" (Cuestión de énfasis), una colección de ensayos escritos entre 1982 y 2000 que apareció en 2002. En él, además de ocuparse de la obra mayor de Rulfo, la autora de "Against interpretation" (Contra la interpretación) y "The volcano lover" (El amante del volcán) escribió sobre escritores tan diversos como Joaquim Machado de Assis (1839-1908), Robert Walser (1878-1956), Roland Barthes (1915-1980) o Winfred G. Sebald (1944-2001).
El texto escrito por Sontag -que también fue utilizado como prólogo a la edición en idioma inglés de "Pedro Páramo" lanzada en 2004 con traducción de la profesora estadounidense Margaret Sayers Peden (1920)- dice textualmente así:

"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo". Con las oraciones iniciales de "Pedro Páramo" de Juan Rulfo, al igual que con el comienzo de "Michael Kohlhaas", la novela corta de Kleist, y de "Radetzkymarsch" (La marcha de Radetzky), la novela de Joseph Roth, nos sabemos en manos de un narrador magistral.
Estas frases cautivadoras, que por su concisión y franqueza atraen al lector hacia el libro, tienen una suerte de bruñido, de algo ya dicho, como el comienzo de un cuento de hadas. Pero la diáfana apertura del libro es apenas la primera jugada. En efecto, "Pedro Páramo" es una narración mucho más compleja de lo que hace suponer su inicio. La premisa de la novela -una madre muerta que lanza a su hijo al mundo, la busca de un hijo en pos de su padre- se convierte en una estancia coral en los infiernos. La narración se ubica en dos mundos: la Comala del presente, hacia la que viaja Juan Preciado (el "yo" de las primeras oraciones), y la Comala del pasado, el pueblo de los recuerdos de su madre y de la juventud de Pedro Páramo.
La narración alterna la primera y la tercera personas, el presente y el pasado (las grandes narraciones no sólo están contadas en pretérito, sino que versan sobre el pretérito). La Comala del pasado es un pueblo de gente viva. La Comala del presente está habitada por los muertos, y los encuentros de Juan Preciado cuando llega a Comala son con ánimas. Páramo es la llanura árida, la tierra yerma. No sólo el padre al que busca está muerto, sino todas las demás personas del pueblo. Como están muertos, no tienen nada que expresar sino su esencia.


"Hay muchos silencios en mi vida -dijo Rulfo alguna vez-. Y también en lo que escribo". Rulfo ha recordado que albergó "Pedro Páramo" en su interior muchos años antes de que supiera cómo escribirla. Más bien redactaba cientos de páginas que después desechaba: alguna vez calificó su novela como un ejercicio de eliminación. "La práctica de escribir los cuentos me dio disciplina -señaló-, y me hizo darme cuenta de que era necesario desaparecer y dejar que mis personajes fueran libres de hablar como quisieran, lo que causó, al parecer, una falta de estructura. Sí hay estructura en 'Pedro Páramo', pero es una estructura hecha de silencios, de hilos sueltos, de escenas cortadas, en la que todo ocurre en un tiempo simultáneo que es un no tiempo".
"Pedro Páramo" es un libro legendario de un escritor que, en vida, también se convirtió en leyenda. Rulfo nació en 1917, en un pueblo del estado de Jalisco; llegó a la Ciudad de México cuando tenía quince años, estudió Derecho en la universidad y comenzó a escribir, aunque no a publicar, a finales de los años treinta. Sus primeros relatos aparecieron en revistas en los años cuarenta, y en 1953 vio la luz una colección de cuentos. Se tituló "El llano en llamas". Dos años después apareció "Pedro Páramo". Los dos libros establecieron la originalidad y autoridad de una voz sin precedente en la literatura mexicana. Callado (o taciturno), cortés, quisquilloso, docto y sin pretensión alguna, Rulfo fue una suerte de hombre invisible que se ganaba la vida con medios completamente ajenos a la literatura (durante años fue vendedor de neumáticos), que se casó y tuvo hijos y que pasó casi todas las noches de su vida leyendo ("viajó en los libros") y escuchando música. También fue enormemente célebre y venerado por sus colegas. Es raro que un escritor publique sus primeros libros cuando ya media los cuarenta años, y más raro aún que esos primeros libros sean reconocidos de inmediato como obras maestras. Y es más raro todavía que tal escritor nunca publique otro.
Una novela titulada "La cordillera" fue anunciada por el editor de Rulfo durante muchos años, desde principios de los sesenta, pero el autor la dio por destruida pocos años antes de su muerte en 1986. Todos le preguntaban a Rulfo por qué no publicaba otro libro, como si la meta de la vida de un escritor fuera seguir escribiendo y publicando. En realidad, la meta de la vida de todo escritor es producir un gran libro -es decir, una obra perdurable-, y es lo que hizo Rulfo. No merece la pena leer un libro una vez si no merece la pena leerlo muchas veces. García Márquez ha señalado que después de descubrir "Pedro Páramo" -que con "Die verwandlung" (La metamorfosis) de Kafka fue la lectura más influyente de sus primeros años como escritor- podía recitar extensos pasajes de memoria, y que a la postre llegó a recordarlo enteramente: tanto lo admiraba y quería saturarse de él.
La novela de Rulfo no es sólo una de las obras maestras de la literatura universal en el siglo XX, sino uno de los libros más influyentes del siglo; en efecto, sería difícil exagerar su influencia en la literatura en castellano durante los últimos cuarenta años. "Pedro Páramo" es un clásico en el sentido más cabal del término. En retrospectiva, parece un libro que tenía que haber sido escrito. Ha influido profundamente en la producción de la literatura y continúa resonando en otros libros. La nueva traducción de Margaret Sayers Peden, la cual cumple la promesa que le hice a Rulfo cuando nos conocimos en Buenos Aires poco antes de su muerte: que "Pedro Páramo" se publicaría en una versión en inglés precisa y sin cortes, es un importante acontecimiento literario.


Juan Rulfo comenzó a escribir "Pedro Páramo" en marzo de 1954. La redacción original le llevó unos cuatro meses, a los que siguieron algunos más de un intenso trabajo de corrección, ya que de las trescientas páginas que tenía inicialmente la obra, sólo dejó ciento cuarentinueve, las que, atravesadas por ánimas en pena y prófugos que regresan a su terrible punto de partida, conforman una historia en que la realidad narrativa se funde con elementos fantásticos propios de una civilización primitiva y supersticiosa. El propio escritor explicó: "Eliminé toda divagación y borré completamente las intromisiones del autor", antes de entregar los manuscritos a la prestigiosa editorial Fondo de Cultura Económica. Los primeros dos mil ejemplares aparecieron en marzo de 1955 pero se vendieron poco y el propio Rulfo regaló cerca de mil copias a sus amigos y conocidos. Recién a mediados de la década del '60 -después de su traducción al alemán en 1958 y luego, en una sensacional seguidilla, al inglés, francés, holandés, sueco, noruego, danés, italiano, polaco, portugués, ruso y chino-, empezaron a agotarse las sucesivas ediciones. Vacilante, tímido y atormentado, Rulfo declaró: "Yo sé que todos los hombres están solos, pero yo más", al escribir siento "remordimientos" y, sobre "Pedro Páramo": "Es el relato de un pueblo: una aldea muerta, en donde todos están muertos, incluso el narrador, y sus calles y sus campos son recorridos únicamente por las ánimas y los ecos capaces de fluir sin límites en el tiempo y en el espacio". Muchas veces rechazó la afirmación de que en la novela hubiese rasgos autobiográficos, aunque la tristeza que prevalece en ella pareciera tener que ver con algunos aspectos de su vida. Devoto de la lectura, de la soledad y de la escritura de manuscritos, que revisaba, corregía y destruía, como dijo Jorge Luis Borges (1899-1986) "Pedro Páramo es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aún de la literatura".