11 de diciembre de 2011

István Mészáros: "La crisis estructural del sistema socava las condiciones fundamentales para la supervivencia humana" (2)

Cuentan los biógrafos de Lukács que, mientras trabajaba en la que sería su última obra -"A társadalmi lét ontológiájához" (Ontología del ser social)-, abrigaba la esperanza de remozar el celebérrimo tratado de crítica de la economóa política "Das Kapital" (El capital). Su proyecto consistía en elaborar una actualización de la monumental obra de Karl Marx (1818-1883) a partir de la investigación de los nuevos elementos presentes en el mundo contemporáneo, sus cambiantes procesos, sus periódicas crisis y su lógica de gobernabilidad en la última 
mitad del siglo XX. Lo que el autor de "A történelmi regény" (La novela histórica) no alcanzó a realizar sí lo hizo, en parte, István Mészáros, su antiguo discípulo y uno de sus más destacados colaboradores de los tiempos de la Universidad Eötvös Loránd de Budapest. Con "Beyond 
capital" (Más allá del capital), Mészáros ha configurado una de las más agudas reflexiones críticas sobre el capital, sus formas, sus engranajes y sus mecanismos de funcionamiento. Para Mészáros, capital y capitalismo son fenómenos distintos y la identificación conceptual entre ambos coadyuvó para que todas las experiencias revolucionarias ocurridas durante el siglo XX fuesen incapaces de superar el "sistema de metabolismo social del capital", es decir, el complejo caracterizado por la división jerárquica del trabajo, que subordina sus funciones vitales al capital. Dicho sistema de metabolismo social del capital, constituído por la tríada capital-trabajo-Estado, es, según Mészáros, el más poderoso y abarcativo, y, al estar estas tres dimensiones fundamentales del sistema estructuradas e interrelacionadas, se presenta la imposibilidad de superar al capital sin la eliminación del conjunto de los elementos que comprende el sistema. "Dada la inseparabilidad de las tres dimensiones del sistema del capital, que están completamente articuladas, es inconcebible emancipar al trabajo sin simultáneamente superar al capital y también al Estado. Esto es así porque, paradójicamente, el material fundamental que sustenta al capital no es el Estado sino el trabajo, en su continua dependencia estructural del capital. En tanto que las funciones controladoras vitales del metabolismo social no sean efectivamente tomadas y autónomamente ejercidas por los productores asociados, mientras permanezcan bajo la autoridad de un control personal separado (es decir, un nuevo tipo de personificación del capital), el trabajo en cuanto tal continuará reproduciendo el poder del capital sobre aquél, manteniendo y ampliando materialmente la regencia de la riqueza alienada sobre la sociedad". "El capitalismo contemporáneo -enfatiza Mészáros- tiende a profundizar la separación entre, por un lado, la producción volcada a satisfacer genuinamente las necesidades y, por el otro, la producción para atender las necesidades de su auto-reproducción. Cuanto más aumenta la competencia intercapitalista, más nefastas son las consecuencias. Pero existen dos que son particularmente graves: la destrucción y/o precarización -sin paralelos en toda la era moderna- de la fuerza humana que trabaja, y la degradación creciente del ambiente, la relación metabólica entre el hombre, la tecnología y la naturaleza que, conducida por la lógica del capital, se subordina a los parámetros de éste y del sistema productor de mercancías. La conclusión es terminante: bajo las condiciones de una crisis estructural del capital, sus contenidos destructivos aparecen en escena cual si interpretaran una venganza, activando el espectro de una incontrolabilidad total, de una forma que prefigura la autodestrucción, tanto del sistema reproductivo social como de la humanidad en general". Así, dado su carácter expansionista, destructivo e incontrolable, el capital asume cada vez más la forma de una crisis endémica, acumulativa, crónica y permanente, una crisis estructural cada vez más profunda y diferente de las crisis anteriores, cíclicas, que alternaban fases de desarrollo productivo con momentos de turbulencia. La falta de resolución de la crisis estructural actual del capital hace emerger en su horizonte visible el espectro de la destrucción global de la humanidad. Lograr un cambio estructural total es el camino ineludible para transformar la sociedad ya que -agrega Mészáros- "la visión del capitalismo es la de la destrucción. Una de las vías más conocidas para la destrucción es la guerra y la otra, mucho más palpable en estos tiempos, para los que no han vivido las dos guerras mundiales del siglo XX, es la destrucción de la naturaleza". Esa nueva conciencia es la que debe impulsar la participación de la gente. Es necesario salir a la calle para exigir los cambios necesarios. "El sistema tiene que cambiar radicalmente, de raíz. Tenemos que ir a las causas y no quedarnos analizando sólo las consecuencias. Se debe trascender los límites del capitalismo, la gente debe confrontar a esas fuerzas destructivas e impulsar una transformación socialista radical". Se trata entonces de una transformación radical y profunda, no en el sentido de la igualdad que existe en el capitalismo, que es meramente formal. La construcción de un nuevo orden social pasa por un cambio estructural que involucra a todos los ámbitos de la sociedad. Sobre estas nociones habla Mészáros en la segunda parte de la compilación de entrevistas publicadas en las revistas "Socialist Review" y "Debate Socialista".


¿Las posiciones reformistas no tienen cabida en este mundo?

Todas fracasaron catastróficamente. Si se observa a los partidos socialdemócratas desde el siglo XX, todos fracasaron miserablemente y se han transformado en partidos neoliberales reaccionarios integrados al sistema de la peor forma, esto no puede continuar así. El sistema en el cual funcionamos (sistema parlamentario) es un completo desastre, porque se tiene a los conservadores que son gobierno, a los liberales que prometen muchas cosas pero que las traicionan inmediatamente, y a los laboristas que estaban en el gobierno y ya habían traicionado otras cosas. La población tiene que hacer una elección y no hay elección. El escritor estadounidense Gore Vidal usó una expresión acerca del sistema político estadounidense diciendo que, en realidad, es un sistema de un sólo partido con dos alas de derecha. En Inglaterra hay un sistema de un sólo partido con tres alas de derecha. Si se quiere se las puede multiplicar, pero los problemas nunca se resuelven, se posponen.

¿Se puede decir que el sistema del capital funciona como una fuerza extraparlamentaria?

Absolutamente, no se puede avanzar en términos políticos y sociales sin movilizar a las grandes masas como una fuerza extraparlamentaria, porque constituye una gran ilusión imaginar que el capital es una fuerza parlamentaria. El capital no es una fuerza parlamentaria, es el que lo controla todo, es una fuerza operativa externa que le impone condiciones al Parlamento, y la única forma de contrarrestarla es desarrollar trabajo extraparlamentario según la lógica del trabajo emancipado.

Entonces, ¿no es la opción socialdemócrata la salida a la crisis estructural del capital en la humanidad?

No si queremos sobrevivir. El capitalismo es destructivo, incontrolable, porque la expansión capitalista lo domina todo. Inclusive hoy día, cuando atravesamos una crisis muy grande, la propuesta ideal para superarla es generar más crecimiento; bueno, el crecimiento por sí mismo es absurdo, es el crecimiento de la riqueza sin relación alguna con los medios humanos. La inmensa mayoría de la humanidad vive en la absoluta miseria y lo que le interesa al capitalismo es el crecimiento de la ganancia capitalista.

Es la ganancia de los capitalistas y la concentración de los monopolios pero, ¿que otras razones existen para asumir una posición revolucionaria, socialista, radical?

Tenemos que pensar en los principios orientadores de la transformación de nuestra sociedad, porque la alternativa es el socialismo que proceda a cambiar el proceso metabólico social. Lo que está básicamente mal es el proceso social. Todo está patas arriba y así no se puede seguir.

¿Cuáles otras razones existen para creer y luchar por el socialismo, hoy, aquí  y en cualquier lugar?

Ciertamente la urgencia del tiempo. No podemos pensar en el futuro como solíamos hacerlo en el pasado, que todo se resolvería con el tiempo. Tenemos una urgencia de tiempo por la destructividad, el sistema del capital es destructivo y también incontrolable e irreformable. Todos los intentos reformistas en la historia fracasaron catastróficamente.

¿El ADN del capitalismo actual son los monopolios?

Monopolios e imperialismo.

¿El monopolio forma parte del imperialismo actual?

El sistema imperialista ha sufrido transformaciones. Cuando Lenin escribió sobre el imperialismo durante la Primera Guerra Mundial existían por lo menos seis países imperialistas en competencia. Hoy en día es un solo país imperialista el que puede dominar a los demás, y los otros países ex-imperialistas están trabajando en completa sintonía con el imperialismo hegemónico de los Estados Unidos y dicho imperialismo también es insostenible porque su lógica desquiciada es la dominación del mundo. No existe ningún poder en la faz de la tierra que pueda lograrlo exitosamente. Lo que generan es una gran destrucción y es lo que han estado haciendo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Tenemos más y más guerras nuevas y la lógica desquiciada es la destrucción, la intervención imperial en pro de la dominación monopolista de la economía.

¿Significaría esto que una posición a favor de un socialismo revolucionario radical tendría que ser imperialista? O sea, ¿la posición de un socialista revolucionario radical tiene que ser imperialista en el mundo de hoy?

De ninguna manera. El imperialismo tiene que acabarse. El imperialismo no tiene futuro. El imperialismo económico global, ¿qué puede hacer si fracasa? Y hoy está al borde de hacerlo. Está llegando al punto de amenazar con guerras nucleares porque en el pasado solían hacerlo, imponer las viejas condiciones imperialistas, amenazar con los cañones desde la costa. Hoy ya no usan los grandes barcos y los cañones apuntando desde la costa para condenar a los países a someterse de esa forma. Ahora, los llamados "políticos responsables", están hablando abiertamente de una guerra nuclear.

¿Cuáles son los verdaderos desafíos del socialismo para construirlo en el siglo XXI?

La experiencia de intentos socialistas que hemos tenido no puede ser olvidada. Tenemos que estar conscientes de ellos para no repetirlos. Tratamos de instituir un tipo de sociedad socialista radicalmente diferente. ¿Qué es lo que tenemos que hacer para salirnos de este sistema? Hay que constituir positivamente esa estructura y tenemos que tener principios orientadores para eso. No podemos simplemente ignorar el pasado para luego, tarde o temprano, caer en lo mismo. La irreversibilidad resulta absolutamente vital porque no podemos seguir con este tipo de juego de azar, de cambiar el sistema, destronar el capitalismo para que luego eso se vuelve reversible, que fue lo que le pasó al sistema soviético. Se nos está acabando el tiempo, eso es lo que debemos tener en mente y hacer que nuestra transformación sea irreversible, hacer que eche raíces profundas en el marco social.

Ese sería el primer desafío, ¿el segundo?

El segundo es la participación, participación en el sentido profundo. En París, en 1968, los estudiantes solían mofarse de la participación que se les ofrecía haciendo esta conjugación: yo participo, tú participas, él y ella participan, nosotros participamos, ustedes participan, ellos se aprovechan. Este tipo de participación termina en que hay adversarios y enemigos que se aprovechan de ella. La participación tiene que ser radicalmente diferente: la participación es la transferencia gradual de la toma de decisiones políticas, sociales y económicas a las masas populares.

Se trata de la participación protagónica de nuestro pueblo.

Protagónica y sustantiva. Y eso es vitalmente importante para nuestro futuro porque constituye la única garantía para hacerla irreversible, porque de otra manera las personas, cuando no se involucran con su responsabilidad, se ven alienadas por ella. En Hungría, en los tiempos de János Kadar -que era el secretario general del Partido y jefe del Gobierno-, solía contarse un chiste muy amargo que se conservó en la memoria del pueblo: el gran secretario del Partido viajaba con su asistente en su enorme limusina, cerca de la fábrica más grande de Budapest, y le preguntó a su asistente: "¿Cuántas personas trabajan en esta gran fabrica?". Y la respuesta que el asistente le dio después de haberlo pensado unos pocos segundos fue: "Aproximadamente la mitad".

¿Cuál sería el tercer desafío?

Las masas no tienen ninguna participación, están excluidas de la toma de decisiones. Por eso asumen esta posición hostil, ya que se supone que deberían trabajar pero no trabajan. Esta participación, por supuesto, va aunada a la responsabilidad. Asumir la responsabilidad es también muy importante, vitalmente importante. Por eso es que si yo tengo un verdadero poder de participación en la toma de decisiones, también debo ser responsable por esas decisiones.

¿Una especie de igualdad entre todos los que participan?

Sí, pero una igualdad sustantiva, que se relaciona con toda la cuestión vital. El capitalismo introdujo ese tipo de igualdad pero es era puramente formal. A todo el mundo se le permite introducir una papeleta en una urna electoral y, ¿qué pasa? Se consigue un sistema de un solo partido, con dos alas de derecha, o tres, o las que sean, no importa. La igualdad sustantiva significa también que las personas son iguales en términos económicos y sociales, que llas asumen que se están moviendo en esa dirección. No podemos hacerlo de un día para otro sino esta igualdad sustantiva tiene que ser un proceso continuo porque en el sistema capitalista necesitaban una igualdad formal para que esta ficticia igualdad por contrato pudiese existir. Los trabajadores son iguales porque todos pueden venderle su capacidad de trabajo, su poder de trabajo al capital.

En los otros desafíos, ¿es necesaria la planificación, por ejemplo?

Sí, la planificación es absolutamente vital y necesaria porque un sistema de producción debe tener un control racional, no de manera irracional y salvaje. Sin embargo, bajo el sistema capitalista operan algunas leyes, pero lo hacen a las espaldas de los individuos, se imponen sobre ellos. Y eso es válido incluso para el capitalista, el capitalista no es un tomador de decisiones soberano sino que es la personificación del capital. Los dictados del capital tienen que ser transferidos de alguna manera a la realidad a través de la consciencia humana. Ese es el capitalista pero, ¿es libre, es soberano?

El desafío que vimos de la alternativa al parlamentarismo ya lo comentamos antes.

Y también el crecimiento cualitativo en la utilización.

¿Qué significa eso?

Es absolutamente vital porque no podemos simplemente decir que crecemos. Los recursos del planeta son finitos y tenemos que crecer según la necesidad humana, satisfaciendo las necesidades de innumerables personas. De hecho, varios miles de millones de personas en este mundo viven en la miseria absoluta.

¿Cuáles son las otras? Por ejemplo, la relación entre el Estado nacional y ese poderoso monopolio internacional.

Sí, en el curso de la historia existieron algunos países, unos pocos, un puñado de países a lo sumo, que asumieron una posición dominante. Hegel, el gran filósofo alemán pero completamente imperialista al mismo tiempo, y probablemente el primero en percibir la necesidad de este tipo de imperialismo, también afirmaba: estas son las naciones históricas del mundo, la media docena, las que llevan el fuego, las que lo resisten, y las naciones más pequeñas deben someterse a ellas porque no han tenido que resistir los embates del fuego. Ahora, esto es una noción grotesca para un gran pensador como él. Tenemos que corregir las desigualdades nacionales porque no solo tenemos desigualdades en nuestra relación dentro de la sociedad sino también en el marco del capitalismo global.

¿Cuál sería el elemento que une todo esto? ¿Otro desafío? ¿El desafío a través de la educación?

Yo usé la educación como una conclusión, el desarrollo progresivo de la consciencia social.

¿Qué significa eso de la consciencia social?, que es un poco a lo que se refiere su libro "Estructura social y formas de consciencia" que acaba de editar.

La educación como una forma de desarrollo progresivo de la consciencia social tiene que ser un proceso continuo. El cambio de consciencia que heredamos del pasado capitalista; no podemos olvidar eso, que la consciencia de la gente debe ser transformada de forma socialista, positiva y emancipadora para volverse solidaria, para alcanzar la solidaridad reciproca en vez de la división y el "yo tomo esto para mi y tú estás excluido". Y la educación en este sentido es absolutamente vital ya que con ella, la verdadera educación, la educación real que funciona, la autoeducación, las personas mismas tienen que participar activamente desde dentro, desde lo interno.

¿Eso significa que el proceso educativo debe durar toda la vida del ser humano?

Toda la vida, sí, durante toda su vida. En otro libro sobre educación cité a Paracelso, un gran pensador del siglo XVI, que decía: el aprendizaje es nuestra vida misma, desde la juventud hasta la vejez. Es decir, toda una vida, abarca toda nuestra vida, y eso es lo que tiene que estar en nuestro propio marco de educación. No cuatro o cinco años de educación y luego uno es bombardeado por los intereses del capital que lo educa a su manera. También tenemos que contrarrestar eso.

Entonces no es que estemos condenados a estudiar toda la vida sino que es una necesidad vital del ser humano el estudiar toda la vida.

Sí, y todo el mundo, todo ser humano tiene tanto el deseo como la capacidad para hacerlo. Así que la exclusión de las personas de la educación por distintas razones es totalmente absurda. Se debe darles la oportunidad abriéndole la educación a todas las personas.