La periodista, cineasta e historiadora francesa Marie Monique Robín (1960) posee una destacada trayectoria en el campo del periodismo de investigación y es autora de alrededor de cien documentales y numerosos libros. Entre estos últimos, pueden mencionarse "Escadrons de la mort. L'école francaise" (Escuadrones de la muerte. La escuela francesa), "La science et le paranormal" (La ciencia y lo paranormal), "Les 100 photos du siécle" (Las 100 fotos del siglo), "Voleurs d'organes. Enquête sur un trafic" (Ladrones de órganos. Un tráfico desgarrador), "L'école du soupcon. Les dérives de la lutte contre la pédophilie" (La escuela de la sospecha. Los excesos de la lucha contra la pedofilia) y "Le monde selon Monsanto" (El mundo según Monsanto) donde revela los entretelones del agronegocio de la multinacional norteamericana Monsanto, la empresa líder mundial en la producción de semillas transgénicas. La compañía fue fundada en 1901 en Missouri, Estados Unidos, por John Francis Queeny (1859-1933) -empleado durante treinta años en la industria farmacéutica- que tomó el apellido materno de su esposa y creó una pequeña empresa, la que tuvo un rápido crecimiento. Comenzó su actividad distribuyendo sacarina y proveyendo edulcorantes a Coca-Cola, logrando convertirse en uno de sus principales proveedores. Ya en la década del '20 la compañía se había convertido en una de las principales fabricantes de productos básicos de la industria química expandiendo sus negocios hacia la química industrial al producir ácido sulfúrico. En 1928, cuando su hijo Edgar Queeny (1897-1968) tomó la presidencia de Monsanto, la compañía logró una gran expansión con la adquisición de tres empresas químicas: Lion Oil, Fiberloid Corp y Shawinigan Resins, y para la década del '40 agregó a su producción plásticos, poliestireno y fibras sintéticas. Antes de crear los organismos genéticamente modificados (OGM), Monsanto fabricó el agente naranja, una mezcla de dos herbicidas hormonales (el ácido 2,4-diclorofenoxiacético y el ácido 2,4,5- triclorofenoxiacético) que fue utilizado como defoliante por el ejército estadounidense en la guerra de Vietnam, y más tarde produjo el policlorobifenilo (PCB), una sustancia considerada cancerígena por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que se utilizó como refrigerante en los transformadores eléctricos. A lo largo de su historia Monsanto ha ido acumulando infinidad de procesos penales, algunos de los cuales fueron condenatorios a sus actividades comerciales. Sin embargo, la compra de conciencias de periodistas, científicos y políticos sirvió para que estas condenas fuesen silenciadas sistemáticamente por la prensa de todo el mundo. Hoy, Monsanto insiste en presentarse como una empresa de trabaja en las "ciencias de la vida" empeñada en fomentar las virtudes del desarrollo sostenible. Lo cierto es que, gracias a la comercialización de las semillas transgénicas (más del 90% del mercado mundial), Monsanto no sólo controla una parte importante de la alimentación mundial y la forma en que se produce, sino que extiende su poder sobre las formas de vida tradicionales de una parte importante del planeta. Marie Monique Robín, basándose en documentos inéditos, testimonios de afectados y víctimas, campesinos, reconocidos científicos y destacados políticos, reconstruye en "El mundo según Monsanto" la génesis y el desarrollo de este gigante industrial que maneja la industria de los agroquímicos a escala global y prácticamente a logrado el control de los alimentos a través del patentamiento de las semillas. Una empresa que, según declaran sus responsables, "sólo quiere el bienestar de la humanidad". Lo que sigue es la primera parte de un compilado de entrevistas que la periodista gala ha concedido a distintos medios en sendas visitas a España, Perú y Argentina para presentar su libro y el documental del mismo nombre. Ellas son las publicadas por Elsa Chanduví Jaña en "Noticias Aliadas" (06/02/2009), por Víctor M. Amela en "La Vanguardia" (20/02/2009), por Darío Aranda en "Página/12" (30/03/2009), por María S. Iparraguirre en "Econoticias" (30/03/2009) y por Iara Houghton en "Econoticias"
(02/12/2011).
¿Cómo es el mundo según Monsanto?
Es un mundo donde la producción agrícola está en manos de una multinacional. Es un mundo donde Monsanto controla las semillas a través de los transgénicos. Y es un mundo con poca biodiversidad, con problemas jurídico-legales y con una contaminación ambiental muy fuerte.
¿Qué la llevó a investigar a la multinacional Monsanto?
En 2004 estaba haciendo una serie de documentales para la cadena franco-alemana de televisión "Arte sobre la biodiversidad". Me alertaba la amenaza que implicaba para la biodiversidad el auge de la biotecnología, los usos y aplicaciones de los transgénicos, los organismos modificados genéticamente (OGM). Mi último documental, "Argentina: la soja del hambre", muestra cómo los OGM llegaron a cubrir la mitad de la superficie cultivada del país, con el producto "estrella" de la empresa: la soja Roundup Ready (Soja RR), llamada así porque es resistente al Roundup, herbicida fabricado por Monsanto, el más vendido del mundo... Todos los caminos me conducían a Monsanto... Por otra parte, debo decir que para mi Monsanto implica una cuestión de derechos humanos; cuando está en juego la vida de las personas, cuando se arrasa como la empresa hace desde siempre con todo aquel que se le opone y se quiere lograr el dominio de la alimentación, terminando con la agricultura familiar, arrasando con ese modelo de economía doméstica, Monsanto pasa a ser una cuestión de derechos humanos.
Si tuviera que describir brevemente cómo concibe el mundo la Monsanto, ¿que diría?
Lo que busca Monsanto es controlar la cadena alimentaria a través de las semillas transgénicas patentadas. Es un proyecto totalitario, porque controlar la comida es controlar el mundo, es controlar los pueblos. Es una multinacional que tiene prácticas muy sucias, desde hace un siglo casi; muchos de sus productos son hoy prohibidos, por ser muy tóxicos, como los PCB (policlorobifenilos) por ejemplo, que se utilizaban en todos los países como transformadores eléctricos. Monsanto escondió los datos que tenía, mintió diciendo que esos PCB no eran peligrosos, hasta que finalmente se descubrió todo y después de un juicio en Estados Unidos, hace siete años fue condenada a pagar una multa de u$s 700 millones. Hay otros ejemplos, como el agente naranja, ese coctel de herbicidas utilizado durante la guerra de Vietnam. En este caso, Monsanto pagó a científicos para negar la relación entre una exposición al agente naranja, que contiene dioxina, y el cáncer.
¿Cómo define a Monsanto?
Monsanto es una empresa delincuente. Lo digo porque hay pruebas concretas de ello. Fue muchas veces condenada por sus actividades industriales, por ejemplo -como dije anteriormente- el caso de los PCB, producto que ahora está prohibido, pero sigue contaminando el planeta. Durante cincuenta años el PCB estuvo en los transformadores de energía. Y Monsanto, que fue condenada por eso, sabía que eran productos muy tóxicos, pero escondió información y nunca dijo nada. Y es la misma historia con los dos herbicidas producidos por Monsanto que formaron el cóctel llamado "agente naranja" utilizado en la guerra de Vietnam, que también sabía que era muy tóxico e hizo lo mismo. Es una práctica recurrente en Monsanto. Muchos dicen que esto es el pasado, pero no es así, es una forma de obtener ganancias que aún hoy está vigente. La empresa nunca aceptó su pasado ni aceptó responsabilidades. Siempre trató de negar todo. Es una línea de conducta. Y hoy sucede lo mismo con los transgénicos y el Roundup.
¿Cuál es la estrategia que usa Monsanto para controlar la cadena alimentaria?
Su estrategia tiene múltiples formas. Una de las más importantes es la que se llama en Estados Unidos "revolving doors", puertas giratorias. En el caso de los transgénicos, el texto fundamental, que es la base de todas las reglamentaciones del mundo para los transgénicos y que fue publicado en 1992 por la Food and Drug Administration (FDA) -la agencia del gobierno de Estados Unidos que regula los alimentos y fármacos-, fue escrito por un ex abogado de Monsanto, que entró a la FDA para escribir su texto y después terminó como vicepresidente de Monsanto. Esas son las puertas giratorias: vienes de la industria, alcanzas un puesto importante en una agencia gubernamental, o hasta una organización internacional, te quedas unos años y después vuelves a la industria. Increíble: ellos pueden poner a su gente en los puestos donde se toman las decisiones claves. En la FDA, o la Environmental Protection Agency (EPA), que es la agencia de protección al medio ambiente de Estados Unidos, el número uno era un abogado de Monsanto. Esa es una estrategia. La segunda estrategia es pagar. Hay dos casos comprobados de corrupción. Un caso es en Indonesia; Monsanto fue condenada hace dos o tres años en Estados Unidos por este caso de corrupción, donde pagó a unos cien funcionarios del gobierno de Indonesia para introducir las semillas de algodón Bt. Hubo un intento de corrupción revelado en una comisión parlamentaria en Canadá en que Monsanto ofreció u$s 2 millones para poder poner en el mercado una hormona de crecimiento. O si no hace presiones a través de las universidades. En Estados Unidos ya hay una privatización bastante avanzada de las universidades, entonces presiona para que se saque a los científicos que hicieron estudios, o que quieren hacer estudios, que Monsanto piensa son contrarios a sus intereses. Lo mismo pasa con los periodistas.
¿Cómo empieza Monsanto en el negocio de los organismos genéticamente modificados?
Monsanto ahora es la primera empresa semillera, pero desde el 2005. Hace diez años no tenía semillas. Había inventado los transgénicos. El primero fue la soja Roundup Ready. Bueno, tenía esta invención sin saber qué hacer con ella. Primero pensó: "voy a vender la licencia a empresas semilleras". Pero después dijo: "no, lo mejor es comprar las empresas semilleras". Para eso vendió su división farmacéutica que era muy importante y le daba mucho dinero, para poder financiar este programa de compra, y poco a poco, en diez años, pudo comprar más de cincuenta empresas semilleras en todo el mundo, que ahora hacen que Monsanto sea la primera empresa semillera del mundo, lo que es increíble porque era una gran empresa química y farmacéutica, pero de semillas nada. Es una estrategia muy bien pensada, porque cada vez que compra una empresa semillera, impone sus semillas transgénicas patentadas, y eso significa que los agricultores no tienen otra opción. En la India ha comprado empresas semilleras de algodón, y los agricultores, los campesinos, no tienen otra opción, porque sólo hay semillas transgénicas patentadas. En Estados Unidos hay un grupo de agricultores que se han juntando en un juicio colectivo contra Monsanto porque estaría violando la ley antimonopolios: ha comprado tantas empresas semilleras que es casi un monopolio ahora. En Estados Unidos el monopolio está prohibido. Y alguna gente piensa que le puede pasar a Monsanto igual que a Microsoft hace algunos años, que tenía un monopolio y tuvo que vender algunas empresas porque era demasiado.
¿Y cómo se logra dominar las semillas?
Modificándolas genéticamente y patentándolas. Antes de 1992 no podían patentarse semillas, y Monsanto logró que Estados Unidos lo permitiese. Hoy tienen mil patentes.
¿Cuáles son los principales riesgos que los transgénicos representan para la humanidad?
A nivel del medio ambiente, el riesgo que se ha comprobado es una pérdida muy grande de la biodiversidad por la contaminación. Eso se ha comprobado en Canadá, donde la colza transgénica ha contaminado todo y ha hecho desaparecer la colza no transgénica, convencional u orgánica. Para la salud humana, por desgracia no se sabe porque no hay estudios. Hay muy pocos estudios que se han hecho sobre esto, porque Monsanto pudo imponer, gracias a las "revolving doors", el llamado principio de la equivalencia substancial, que es la base de todas las reglamentaciones del mundo sobre los organismos modificados. Este principio dice que un transgénico es equivalente a una planta convencional y por eso no hay que hacer estudios. Si es equivalente, para qué. Pero este principio no tiene ninguna base científica y es una decisión política de la Casa Blanca para apoyar un desarrollo muy rápido de los transgénicos. Dicho principio hace que haya muy pocos estudios que verifiquen de verdad cuáles podrían ser las consecuencias de los transgénicos sobre la salud humana. Los únicos estudios bien hechos que se hicieron durante dos años, son por científicos independientes; yo entrevisté a dos de ellos, quienes, cuando descubrieron que había problemas con las ratas que habían comido los transgénicos, fueron echados de sus trabajos. Esa es siempre la misma historia. Pero, si no hay ningún problema, no entiendo por qué no se hace un estudio por un equipo independiente reconocido a nivel mundial, un estudio de dos años, bien hecho, que se publiquen los datos que todo el mundo pueda verificar, etcétera, y se acaba el tema. Hacen todo lo posible para impedir esos estudios, con métodos muy sucios, de campaña de difamación, de presiones tremendas, etcétera.
¿Usted condenaría la producción de cultivos transgénicos en todos los casos, incluso en países de escasa diversidad biológica? ¿Por qué?
Sí, claro. Con esos transgénicos, lo único que hay en los campos son plantas pesticidas, plantas manipuladas ya sea para poder resistir a fumigaciones de un pesticida muy tóxico como es el Roundup o manipuladas para fabricar un insecticida. ¿Para qué sirve eso? Yo no quiero dar de comer transgénicos a mis hijas, para qué les voy a dar un maíz insecticida, o un aceite de colza fumigado con un herbicida tóxico. Ahora, que se siga estudiando en los laboratorios, en medios cerrados, controlados, no a campo abierto. No tengo nada contra la investigación científica, bien hecha, controlada, en laboratorios cerrados, eso sí. Pero, es otra cosa en nuestros campos.
¿Qué hacer contra la amenaza de los transgénicos? ¿Cómo frenar su avance?
Hay muchas cosas que hacer, depende de los países. Yo sé que en el Perú, por ejemplo, hay en preparación una ley para poder introducir los transgénicos; entonces los consumidores en las ciudades pueden, por lo menos, pedir el etiquetado, porque eso es muy importante para que puedan escoger. Hay que boicotear estos productos comiendo orgánico lo máximo que se pueda. Es la única manera.
¿Por qué al proceso agrario actual usted lo llama "la dictadura de la soja"?
Es una dictadura en el sentido de un poder totalitario, que abarca todo. Hay que tener claro que quien controla las semillas controla la comida y controla la vida. En ese sentido, Monsanto tiene un poder totalitario. Es tan claro que hasta Syngenta, otra gran empresa del sector y competidora de Monsanto, llamó a Brasil, Paraguay y Argentina "las repúblicas unidas de la soja". Estamos en presencia de un programa político con fines muy claros. Una pregunta simple lo demuestra: ¿Quién decide qué se va a cultivar en Argentina? No lo decide ni el Gobierno ni los productores, lo decide Monsanto. La multinacional decide qué se sembrará sin importar los gobiernos, lo decide una empresa. Y, para peor, la segunda ola de transgénicos va a ser muy fuerte, con un modelo de agrocombustibles que acarrea más monocultivo. Y, a esta altura, ya está claro que el monocultivo es pérdida de biodiversidad y es todo lo contrario de la seguridad alimentaria. Ya no hay dudas de que el monocultivo, ya sea de soja o para biodiésel, es el camino hacia el hambre.
Con estos datos, parece que Monsanto pueda controlar toda la producción agrícola.
Si no les detenemos, cada vez la controlarán más. Monsanto ha comprado el 60% de las empresas "semilleras" de Estados Unidos. De hecho, ahora mismo está en juicio porque se supone que ha violado la Ley Antitrust (derecho de la competencia). Otro ejemplo del extremo al que está llegando es el algodón en India: no hay otra opción que comprar a Monsanto. Poco a poco, si la situación sigue así, el resultado será que los agricultores del mundo tendrán que comprar semillas cada año. Esto representa una consecuencia muy grande sobre la biodiversidad y sobre el control del primer eslabón de la cadena alimentaria: las semillas.
¿Qué efectos tienen sobre nuestra salud los OMG's?
Las semillas de Monsanto son de dos clases. El primer tipo es el caso de la soja. Son plantas manipuladas genéticamente para poder ser fumigadas con Roundup, el herbicida más utilizado en el mundo. El Roundoup pertenece a Monsanto y se anunciaba con publicidad engañosa, pues se decía que era "biodegradable". Se ha comprobado que produce cáncer y es un disruptor endocrino muy potente. La segunda clase se compone por las semillas suicida como el maíz transgénico MON 810. Son plantas que producen un insecticida por ellas mismas: el denominado insecticida Bt. Este insecticida es intrínseco a la planta y lo consumen los insectos y los humanos. Estudios científicos han demostrado que el insecticida Bt puede producir problemas hepáticos, renales, metabólicos y de fertilidad en los animales.
En India, las semillas suicidas están causando estragos.
El caso de este país es especialmente impactante. En el estado de Maharashtra hay una media de cuatro suicidios al día. En el documental muestro las imágenes de un funeral al que asistí, que fue una experiencia muy dura a nivel personal. Afortunadamente, los campesinos indios se están dando cuenta de que los transgénicos Bt no funcionan en su país, entre otras cosas, porque no reducen el uso de insecticida y porque en la estación de lluvias hay mucho riesgo de que el agua arrastre el cultivo.
¿Qué particularidades encontró cuando visitó la Argentina?
Viajando por La Pampa, Rosario, Córdoba, Santiago del Estero fui viendo la manera salvaje en la que están acabando con los bosques, están arrasando con miles de hectáreas de árboles, desforestando de una manera implacable para que luego se cultive soja transgénica. Me da mucha pena lo que está ocurriendo en Argentina, es un país que quiero mucho. Pienso cómo Argentina ha caído en una trampa tan grande... el país de las vacas y el dulce de leche hoy tiene la mitad de sus tierras cultivadas con soja genéticamente modificada, lo que equivale a una contaminación muy severa.
El gobierno emitió un decreto (creando una Comisión Investigadora ante los numerosos casos de cáncer en Córdoba) en el que se propone el uso racional de los agroquímicos, ¿esto es posible?
No, eso no es posible. Los agrotóxicos son tóxicos, así se los use en las cantidades propuestas por el fabricante, en este caso Monsanto. Y que se los emple como se quiera da igual porque al cabo contaminan. La empresa históricamente ocultó los resultados de los estudios toxicológicos realizados, manipuló datos y científicos. Lamentablemente Argentina está toda contaminada y eso es irreversible. Estoy segura de que en algún momento el glifosato se va a prohibir como pasó con los PCB, mientras tanto, son los gobiernos los que tienen que realizar estudios y no conformarse con los entregados por la empresa.
Las fumigaciones con Soja RR (prohibidas por la justicia en muchos casos) llevan a un enfrentamiento entre campesinos. ¿Qué lectura tiene de estos conflictos generados en torno al negocio de la soja?
El problema de este modelo es que los grandes sojeros no viven en los lugares que fumigan, es más, ni siquiera son agricultores; el campesino que viene a fumigar es un pobre hombre mandado por una empresa, al que le pagan una miseria y desconoce que se está contaminando. A este modelo agrícola no le importa nada, impone una agricultura sin agricultores, en el negocio de la soja sólo se necesita emplear una persona cada 500 hectáreas, a diferencia de la agricultura familiar en la que se necesitan por los menos cinco personas para mantener 500 hectáreas de cultivo. Monsanto impone un modelo agrícola sin agricultores, por eso la contracara de este negocio para unos pocos es el hambre y la miseria para millones de campesinos en la Argentina y en todo el mundo.