La arqueóloga española Almudena Hernando (1959) es
Doctora en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, casa de estudios de
la que es profesora titular en el Departamento de Prehistoria desde 1992. Dedicada
a la investigación de la etnoarqueología y al estudio de los mecanismos de
construcción de la identidad, ha realizado estudios de campo que la llevaron a
convivir con antiquísimos pueblos de distintas partes del mundo. Así, estuvo
con los Quekchí en Guatemala, los Mlabri en Tailandia, los Aguaruna en Perú y
los Awá en Brasil, investigando el paso de cazadores-recolectores a agricultores sedentarios de los integrantes de estas sociedades y su relación con la
naturaleza. Estos proyectos los ha completado con
diversas estancias de investigación en las universidades de California, Berkeley,
Chicago y Harvard de Estados Unidos. Además, por
su particular interés en el estudio de la identidad de las mujeres a lo largo
de la historia, la profesora Hernando pertenece
al Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense y a AGE (Archaeology and Gender in Europe), una organización internacional dedicada a los estudios de género en la arqueología europea. Ha escrito los libros "Los primeros agricultores
de la Península Ibérica" y "Arqueología de la identidad", y editado y participado en otros dos: "La
construcción de la subjetividad femenina" y "¿Desean las mujeres el poder? Cinco reflexiones en torno
a un deseo conflictivo". Para Hernando, el movimiento cultural europeo desarrollado durante el siglo XVIII conocido como la Ilustración, si bien representó un importante intento de transformar las caducas estructuras del Antiguo Régimen y supuso un futuro emancipador para la humanidad en base al uso juicioso de la razón, tal progreso no se logró. Lo que sí se construyó fue un
orden social caracterizado por la desigualdad de género -el llamado orden
patriarcal-, en cuya base se encuentra una falsa convicción: que el individuo
puede concebirse al margen de la comunidad y que la razón puede existir al
margen de la emoción; que cuanto más individualizada está una persona, menos
necesita vincularse con una comunidad para sentirse segura, y que cuanto más
utiliza la razón para relacionarse con el mundo, menos utiliza la emoción. Y
esta convicción, que rige los ideales de nuestro sistema social, está basada en
una fantasía: la de la individualidad. Precisamente en su último ensayo, "La
fantasía de la individualidad" -de reciente aparición-, Almudena
Hernando afirma que la emoción es tan importante como la razón, y propugna salir de la lógica racionalista que niega lo emocional a la vez que margina a la mujer a una posición pasiva y garantiza al
orden patriarcal una ilusoria seguridad en la razón que data desde la
Ilustración. La investigadora española, en su charla con Luis Diego Fernández para el nº 486 de la revista "Ñ" del 19 de enero de 2013, propone desarrollar una
expansiva apertura que permita a los seres humanos tomar conciencia de que el concepto de
individuo es un proceso sociohistórico en permanente construcción,
y que si esto se comprende se podrá alcanzar la
dimensión completa que lo haga ser lo que es: emoción y razón, ambos y
simultáneos.
¿Cómo fue
el desarrollo del concepto de fantasía de la individualidad?
El punto de partida es mi trabajo con grupos indígenas en Guatemala. Allí me
di cuenta de que ellos entendían el mundo de una manera muy distinta a como lo
entiendo yo. Y se entendían a sí mismos en ese mundo de una manera muy distinta
a como nos entendemos entre nosotros. La noción de espacio era muy diferente.
Si para ellos el espacio era diferente también cambiaba su concepción de la
persona. Entonces comencé a investigar y me di cuenta de que la individualidad
es una idea de identidad que se ha construido y no existe en los grupos que no
tienen un desarrollo tecnológico y una racionalidad. Paralelamente, en mi vida
empecé a tener experiencias con hombres y vi que la manera que tenemos de
entender el mundo los hombres y las mujeres divergía. Empecé a pensar que los
que se definen como individualizados son el mundo occidental contra los
indígenas y los hombres frente a las mujeres. Y me pregunté hasta qué punto el
discurso que nos rige en Occidente, que dice que la razón sustituyó a la
emoción y que la individualidad sustituyó a la comunidad, era verdad. Es decir,
hasta qué punto la sociedad occidental abandonó la lógica indígena que valora
la emoción y el grupo, o lo que en verdad hemos hecho que es negarlo. Comencé a
darme cuenta de que lo que ha hecho el mundo occidental es construir la
fantasía de que nos basta la razón para estar seguros en el mundo, que es la
idea de persona. Y esto no es verdad. La razón necesita estar sustentada en
sanos vínculos emocionales y el individuo necesita siempre un grupo para
sentirse seguro. De modo que la idea de individualidad tal como la concebimos
en Occidente es una construcción.
¿Cómo la influyeron Freud y Foucault
para el desarrollo de su concepto de individualidad?
Para pensar que la individualidad es una fantasía, lo que hago es salirme del
discurso de "verdad" de la sociedad que nos rige: el discurso que dice que a
partir de la Ilustración la razón sustituyó a la emoción y el individuo sustituyó
a la comunidad. Salgo de ahí y observo cómo la gente actúa en su vida
cotidiana. Foucault me enseñó que las dinámicas de poder de un orden social se
construyen a través de convertir en verdad determinados valores y creencias que
la sociedad asume dándoles prioridad sobre lo que realmente están viviendo. De
Freud, básicamente, me viene la idea de que no todo lo que hacemos es
consciente.
¿Cómo está articulada la lógica razón y
emoción?
Cuando hablo de "razón" me refiero a la abstracción, a razonar sobre argumentos.
Lo que digo es que todos los seres humanos necesitamos vínculos emocionales
(familia, hijos, amigos) para poder sentir que tenemos fuerza frente al mundo y
esto, que ya lo hacen los cazarrecolectores indígenas, es una identidad que llamo
relacional. A medida que se constituye el control de los fenómenos de la
naturaleza y vas racionalizando, se ponen en juego dos fenómenos
contradictorios de identidad: la identidad relacional que es imprescindible (el
grupo y las emociones) y la otra que es la racionalidad que poco a poco se
va desarrollando. Ambos tienen lógicas contradictorias. A medida que se va
desarrollando la individualidad se ha restado importancia a las emociones y los
vínculos; pero como estos son imprescindibles, han necesitado alguien que
garantizara que los hombres tuvieran cubierta la necesidad social de los
vínculos y las emociones, y esas han sido las mujeres. Lo que ha pasado
históricamente es que se ha desarrollado la individualidad a base de tener un
complemento y que los vínculos y las emociones estuvieran cubiertas. Eso es el
orden patriarcal, que ha idealizado la razón. Yo creo que ambas formas son
posibles y eso es lo que han hecho las mujeres al reconocerse en la
individualidad, a eso es lo que llamo individualidad independiente.
En ese sentido, critica a la
Ilustración que endiosó a la razón y a los roles (masculino y femenino) que son
construcciones sociohistóricas.
Efectivamente, hago una crítica a la Ilustración en el sentido que elevó a
nivel de creencia mítica la idea de que la razón es lo que nos hace sentir
seguros. La creencia en la razón y la ciencia tiene todas las categorías del
mito y hemos depositado el valor de la verdad incuestionable. La razón y la
individualidad se han ido desarrollando a lo largo de la historia a costa de
suplantar a la emoción y a la comunidad. Si la razón no se construye sobre
vínculos emocionales sanos y una comunidad de pertenencia, no se sostiene. La
razón no da sentido a la vida.
Ese lugar negado de la emoción fue el
casillero vacío de la pasividad que ocupó la mujer. Por lo tanto, ¿esta crítica
que usted formula implica repensar los roles masculinos y femeninos?
Hay que dejar de asociar lo masculino a lo que han hecho los hombres y lo
femenino a lo que han hecho las mujeres. Lo considerado masculino es lo que
tiene que ver con el poder, con el cambio, la individualidad, y lo que se
considera femenino es la emocionalidad, el no cambio y los vínculos. Creo que
para construir una sociedad de relaciones de igualdad es necesario que los
hombres desarrollen la parte de la emocionalidad y las mujeres de la
individualidad y del poder. Para eso hay que dejar de considerar que el poder
es masculino y la emoción es femenina. En esa relación no hay nada biológico.
Para que haya una sociedad de iguales los hombres tienen que dedicar tiempo a
construir su emoción. Y las mujeres dedicar tiempo a construir la
individualidad y el poder. La emoción no es prescindible. Pertenecer a un grupo
humano a través de los vínculos emocionales es la condición de posibilidad para
sentirse seguro en el mundo. La individualidad es prescindible, hay grupos que
no tienen esta noción.
¿Cómo piensa la cuestión de la amistad,
la individualidad y la emocionalidad en espacios como Facebook y Twitter?
La individualidad se está disparando y el desarrollo se asocia a una búsqueda
de cambio siempre. A medida que se desarrolla, la individualidad y el cambio se
valoran positivamente, y aparecen Darwin, Marx o Freud, donde el cambio empieza
a ser la clave del discurso de seguridad de nuestro grupo, y la emoción se
niega. Pero para sentir que tenemos potencia frente al mundo tenemos que
vincularnos. Así es como el cambio se está facilitando por Internet, y la gente
cambia cada vez más deprisa y pierde contacto con sus emociones y la sociedad
por ende es cada vez más patriarcal. Como no puedes dejar de pertenecer a un
grupo y desconoces tus emociones, se desarrollan sistemas de pertenencia donde
cada vez hay menos contacto con lo íntimo. Estos sistemas virtuales te dan
sensación de pertenencia desde la conciencia de soledad. Sustituyen la calidad
emocional por la cantidad. Si dependes sólo de esas redes, te metes en dinámicas
competitivas. Es la dinámica de la individualidad que está llena de ansiedad y
dolor, es decir, de una dinámica de éxito y logros.
Usted se define feminista.
Hay muchas tendencias en el feminismo, con algunas no estoy de acuerdo en
absoluto, pero el feminismo en general es una postura personal que señala que
estamos regidos por un discurso y un orden de verdad que niega parte de la
realidad: la subordinación de las mujeres, que las mujeres hemos desarrollado
un lugar complementario de apoyo emocional a los hombres. El orden patriarcal
no es universal, sólo que cuando comienza a surgir el desarrollo tecnológico y
científico, los hombres empiezan a negar que la emoción es importante y
necesitan que las mujeres les cubran ese lugar. Lo que dice el feminismo es que
lo que han hecho los hombres a lo largo de la historia es impedir que las mujeres
se individualicen al igual que ellos para tener cubierta la emoción. Las
feministas reconocen que esta relación de poder entre hombres y mujeres es una
evidencia histórica. Yo deconstruyo el género, porque mientras se siga diciendo
que el poder es masculino no habrá condiciones de igualdad. El orden patriarcal
es un orden lógico que idealiza la razón y niega la emoción, independientemente
del cuerpo que lo ocupa, sea hombre o mujer.
Hay un estigma para el hombre emocional
que lo coloca en soledad y al margen de la norma.
Eso implica un cambio muy profundo del núcleo duro del discurso que nos rige y
nos seguimos entrenando en ese orden: nos creemos que la razón es la garantía
cuando todos sabemos que no es así, cuando en nuestro orden privado necesitamos
la emoción. Ese discurso ejerce mucha presión sobre los hombres porque ocupan
un lugar de privilegio y encuentran mujeres que les garantizan la emoción.
Aquellos hombres que se abren a la emoción pueden encontrar posibilidades de
pareja, porque hay mujeres que están buscando hombres que les permitan
desarrollar condiciones de igualdad. A las mujeres, en cambio, las deja en
condiciones de mucha soledad si desarrollan la razón y la emoción, porque la
mayor parte de los hombres necesitan alguien que les garantice solo los
vínculos.
Es un trabajo de desaprendizaje
constante del discurso dominante.
Totalmente. Como el sistema no te educa, tienes que encontrar mujeres que
entiendan esto. Es deconstruirse del tipo de identidad que has tenido. Y para los
hombres es más difícil porque implica una renuncia a posiciones de poder. Si se
empieza a reconocer la importancia de la emoción y los vínculos, se resta valor
a escalar en puestos de trabajo o poder.
Podría ser el costo de la libertad:
quedar como "outsider".
Exacto. Cuando te empiezas a salir del discurso de verdad patriarcal te quedas
como un "outsider". Porque no estás cumpliendo las normas del discurso, y eso es
muy difícil y muy valiente de hacer. Pero luego vas encontrando gente que hace
lo mismo y eso te da una sensación de libertad, fuerza y potencia. La gente que
tiene poder en verdad está completamente sometida a la norma. Cuando te das
cuenta de que la emoción es tan importante como la razón te vas a quedar en el
margen, pero es la idea más potente que existe: los seres humanos necesitan de
la emoción. Es como la sensación de un velo que se cae, porque has salido de un
eje de dominación.