Allí donde los teóricos de la
globalización insisten en caracterizar los eventos como resultado de impulsos
misteriosos del mercado, John Saxe Fernández no pierde la oportunidad para
poner al descubierto que la llamada globalización es en realidad un proyecto
político claramente diseñado desde el poder, que permite a sus detentadores
usar las posiciones preeminentes en los países centrales y en los periféricos,
así como en los organismos financieros internacionales, para imponer políticas
y apoderarse de la riqueza, incluyendo el uso de los Estados-Nación. No es el
libre desarrollo del mercado el que determina las políticas, sino que son las
políticas las que definen el sentido y el comportamiento de los mercados. No
son fuerzas inevitables e impersonales, sino poderosos grupos de interés, con
sus fines humanos y contingentes, los que deciden, proyectan y aplican las
estrategias del capital. Estas procuran someter a los trabajadores, apoderarse
de la riqueza social, imponer severos "ajustes estructurales" que favorecen a
los grandes consorcios y en particular a las empresas multinacionales,
sobreexplotar los recursos naturales, beneficiarse de los "rescates" de
empresas privadas a costa de los recursos públicos y, en fin, mantener a toda
costa el modelo económico que está operando como una pavorosa maquinaria
productora de pobres y miserables. Y también, frente a los esquemas que
buscan ocultar el papel de las clases sociales en este complejo proceso, Saxe
Fernández resalta el profundo y claro carácter de clase de lo que se denomina
globalización: qué clases operan, cómo se benefician o resultan perjudicadas,
y cómo la línea clasista (a menudo de manera sinuosa) va marcando los
respectivos terrenos de los partidarios de la globalización, de sus adversarios
e, incluso, de los que adoptan posiciones ambiguas. Este es el terreno de la
lucha, del combate político e ideológico, y de la definición de alternativas
frente al proyecto imperial que se ha venido imponiendo en las últimas dos
décadas. El autor de "Globalización, imperialismo y clase social", "Proyecciones hemisféricas de la Pax Americana" y "Terror e Imperio. La hegemonía política y económica de
Estados Unidos" habla en esta segunda y última parte de la entrevista aparecida en el libro "Por la izquierda II" sobre la estrecha vinculación que existe entre imperialismo y globalización.
¿Cómo son
los instrumentos que desnacionalizan el proceso de toma de decisiones en
materia de política económica y cuáles son los actores? Porque no
se vale hacer una denuncia del neoliberalismo en abstracto, eso está bien como
un primer momento. ¿Cómo funcionan? ¿Cuáles son las unidades políticas y económicas involucradas,
las corporaciones que están detrás del asunto?
Nos encontramos -sólo por darle uno o dos
ejemplos- con que ya a mediados de los '80 el Banco Mundial diseña un proceso
de desmantelamiento administrativo de Petróleos Mexicanos para preparar la
empresa a la privatización. La empresa tiene, como toda empresa petrolera
mundial, una integración vertical, es decir: integra las actividades desde la
exploración y extracción hasta la transformación petroquímica y la
comercialización nacional e internacional. Todos estos niveles, toda empresa petrolera
internacional, pública o privada, los integra verticalmente, porque es la forma
más eficiente de funcionamiento de una empresa. Entonces el Banco viene con la
notable idea de desmantelar eso, de crear cinco empresas separadas, y
crecientemente lo que hace es desarticular la empresa. Esa es la función del
Banco, más aún -porque hay que buscar los documentos del Banco y me he dedicado
a hacer la búsqueda y la investigación de eso al detalle-: hay documentos de
los '80 en que el Banco -la presidencia del Banco Mundial- explícitamente coloca
como uno de los objetivos "llevar a PEMEX a un punto de venta". ¿Qué quiere
decir? -porque hay que hacer un continuo proceso de decodificación del
lenguaje-, ¿qué quiere decir llevar una empresa a un punto de venta? Quiere
decir sabotear una empresa y llevarla a un punto en que usted no tenga más
remedio que subastarla y justificar por qué no funciona bien la empresa. Bueno,
pues si eso ha sido lo que ha hecho sistemáticamente: es una especie de caballo
de Troya metido ahí adentro, y eso lo tenemos metido en la dirección de
Petróleos Mexicanos desde finales del gobierno de López Portillo, colocar a
Díaz Serrano, que es un privatizador, como director de Petróleos Mexicanos en
tiempos de López Portillo, hasta más recientemente ya colocar al gerente
regional de la Dupont como el Director General de Petróleos Mexicanos. Entonces, desde luego, que lo que tenemos a lo
largo de los '80 y de los '90 no es un invento de Fox, esto viene de…, es decir,
hay lo que llamamos un "maximato", es decir, una continuidad en esta política
económica, y en esa continuidad, pues, está el Banco Mundial. Ahora, cuando yo
hablo del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional, no me estoy
refiriendo simplemente a una institución financiera internacional, que lo son;
pero decir eso no es suficiente, porque no lo son tampoco, porque son un
instrumento de Estado, de los estados capitalistas centrales, sobre todo los
Estados Unidos, y fueron creados en función de intereses de clase. Entonces, desde
los '80 el Banco Mundial viene con la línea de que hay un desfinanciamiento de
la inversión en transformación petrolera, es decir, en refinería. Y efectivamente, si usted ve las cifras en
PEMEX, las cifras se caen drásticamente: en inversión, en
transformación petrolera, y aumentan en un 500% en exploración y
extracción. ¿Por qué? La idea central del Banco era: los Estados Unidos refinan
el petróleo, le agregan valor al petróleo, ustedes los mexicanos producen el
petróleo y lo venden. Ahora la idea es: ni siquiera ustedes producen el
petróleo, nuestras empresas, las empresas estadounidenses, son las que van a
hacer eso: la exploración y la perforación, algo que constitucionalmente está
prohibido en México, es decir, al margen de la normatividad constitucional
vigente todavía. De tal suerte que si hay un viraje en la
política petrolera mexicana, es un viraje que ha costado, le ha costado ya
prácticamente dos decenios, pero ha sido sistemática y continua la labor de los
empréstitos hacia PEMEX y la presencia de colaboracionistas, es decir, de un
caballo de Troya privatizador dentro de la empresa, preparando la empresa…
Porque es el gran negocio, el gran negocio es la conjunción del negocio
petrolero, sobre todo de acero, y la generación de electricidad, es decir, de
la privatización y desmantelamiento del complejo petro-eléctrico mexicano, lo
que es gravísimo e inusitado dado el desastre que esto ya ha ocasionado a una
nación como la Argentina.
Y ya que
usted me introduce Argentina, le propondría que miráramos ahora la otra cara, u
otra de las caras, de la contemporaneidad continental, de la contemporaneidad
latinoamericana. Uno se fija, uno aprecia crecientemente en sociólogos,
politólogos, periodistas y hasta algunos políticos -unos cuantos políticos-,
que se ha ido creando cierta moda de hablar de "crisis de gobernabilidad". Se
ha creado también cierta moda de hablar de que las democracias son
incompletas. Me parece que quizá es una forma un poco oculta de querer
reconocer ciertos problemas, o quizá es un discurso desde el poder para tratar
de aplacar un poco los ánimos. ¿Cómo usted ve ese panorama continental?
Creo que, en primer lugar, hay un elemento de
discurso manipulativo, muy claramente, y lo que viene a clarificar el fenómeno
es un concepto como el de "presidencia imperial". Porque usted tiene, por una
parte, que los programas de ajuste estructural del Banco Mundial son programas
que generan enormes desajustes sociales. Por ejemplo, en la agricultura
latinoamericana, de cara a una agricultura altamente subsidiada, con precios de
garantía, como la estadounidense, con todo tipo de facilidades financieras para
la mecanización, etc., mientras los programas de ajuste estructural han
desmantelado completamente todo el sector agrario, han dejado desamparados a
millones de campesinos mexicanos, los han lanzado a la calle literalmente, los
han puesto a competir con un sector agrario muy mecanizado, tal vez de los más
mecanizados y más subsidiados del planeta, como es la agricultura estadounidense.
De tal manera que se ha generado, en el caso de México -y creo que en el caso
de América Latina en general, por ejemplo, los productores de trigo de
Argentina- una enorme desestabilidad. De modo que tenemos eso, por una parte. De lo
que usted me está hablando es de un discurso de cierto grado de superficialidad
que es inaceptable. Simultáneamente lo que tenemos -si lo vamos a ver al nivel
de los fenómenos concretos y no dejamos que nuestra percepción se nuble por
conceptos como ese de gobernabilidad… bueno, ¡si es que ellos están generando
ingobernabilidad!- es una inusitada transferencia de adiestramiento y
tecnología militar. Por ejemplo, en el caso mexicano: históricamente México fue
reticente a participar en el programa de asistencia militar de los Estados
Unidos. Si usted recuerda, en los '70 eran Brasil, Argentina, Chile, los
principales receptores de adiestramiento. Antes de Allende, yo recuerdo, y vi
una investigación sobre la cantidad de oficiales chilenos que eran adiestrados
en inteligencia militar en los Estados Unidos, o en las escuelas, en academias
estadounidenses. Hoy México ocupa el segundo lugar, sólo después de Colombia,
como el principal receptor de asistencia militar y de asistencia de
adiestramiento militar en las academias estadounidenses donde se enseñan todas
esas técnicas de investigación, de prisioneros, todo eso que vemos en
Iraq y todas estas cosas. Entonces aquí tenemos a la "presidencia
imperial" operando en su máximo esplendor. Por una parte desestabilizando a lo
bestia a un país y a una población agrícola, campesina e india como es la
población mexicana, que ha sido atacada de manera brutal: estamos hablando de
cinco millones de gentes o más, estamos hablando de millones de familias
desplazadas, desarraigadas sin tener un palmo de tierra ahora. Y
simultáneamente un aumento de la tecnología para el control de lo que ellos
mismos están generando. Y esta población es una población que se lanza hacia
las ciudades y hacia la frontera norte. Y esto ocurre en toda la América
Latina: usted lo puede ver en Argentina, luego puede apreciar este fenómeno en
Colombia, obviamente, en Ecuador, este mismo fenómeno. Y desde luego que es una
política de depredación de tal magnitud que ya llegó a los límites de tolerancia
política y de tolerancia histórica, de tolerancia social. Porque las víctimas
de esta política -hay beneficiarios, obviamente, que es esa cúpula de
megamillonarios latinoamericanos y ciertos sectores que se benefician-, pero
también están los millones de gentes que han sido victimizados por esta
política y que empiezan a reaccionar, usted lo está viendo en una cantidad muy
grande de movimientos. Creo que los sociólogos y especialistas que han hablado
y que le están poniendo atención al campesinado mexicano y al campesinado
latinoamericano y a las naciones indias de América Latina, están poniendo el
dedo sobre la llaga. Ahí hay una cosa que está ocurriendo, algo sumamente
importante yo diría. Y aquí recupero una vez más el concepto de "presidencia
imperial": ahí lo tenemos operando en pleno. Si usted revisa la historia, la
historia de Cuba, la historia de Centroamérica, la historia mexicana del siglo
XIX, encuentra este fenómeno con el Porfiriato, el
período de treinta y cinco años en que México fue gobernado (con intermitencias) por el
general Porfirio Díaz, comprendido entre 1876 y 1911, año en que fue derrocado
por la Revolución Mexicana. Usted recuerda la barbaridad
que ocasionó el Porfiriato en el campesinado mexicano y finalmente su estallido
en un movimiento político-militar de gran envergadura de 1910 en adelante, que
finalmente se formaliza en esta Constitución que tenemos desde 1917, que es una
especie de pacto para mantener la paz social en el país. Y ahora lo que
tenemos son regímenes, desde los '80 hasta ahora, que de manera sistemática y
cada vez más intensa están vulnerando la normatividad que surgió de un
movimiento social, de un estallido social generado por el librecambismo del Porfiriato, que de una población de quince millones de habitantes cobró un millón o más de muertos. Y estamos jugando con eso; ahora sí están jugando con la
gobernabilidad, con la paz social. Entonces esos conceptos como el de "gobernabilidad", si los dejamos fuera de contexto histórico, si los dejamos
fuera de contextos conceptuales serios como el de "presidencia imperial", no
sirven para nada. Pero si los colocamos en el contexto de lo que es el
funcionamiento de la "presidencia imperial", entonces sí podemos hacerle la
crítica y englobarlos en un análisis mucho más histórico y empíricamente
central.
Usted está
recordando un momentos de estallido social significativo. El continente ha vivido
también en los últimos quince o veinte años algunos estallidos sociales
tremendos. Estoy pensando, por ejemplo, en el Caracazo y ahora tenemos la
historia reciente venezolana. ¿Cree usted que esta combinación de factores que
tenemos en el mundo contemporáneo, digamos, esta unipolaridad mundial o
gobernada o intentado gobernar el mundo desde los Estados Unidos como la
primera potencia militar, esa relativa debilidad política y militar de la Unión
Europea -y de hecho su servicio en muchos aspectos o su alianza con los Estados
Unidos-, esta ola de rebeliones, en algún modo también se está moviendo en
América Latina y en ciertos lugares con marcada fuerza, lo que ha ocurrido en
Argentina, Venezuela, la propia subsistencia de la Revolución Cubana? ¿Cómo
usted se atrevería a ver el mundo en lo más inmediato? ¿Sería demasiado
optimista esa frase de que "un mundo mejor es posible"?
Un mundo mejor es posible y no sólo eso: un
mundo mejor es absolutamente necesario para la sobrevivencia de la especie.
Ahora, lo que sí es terriblemente importante es el aterrizaje de los conceptos,
los conceptos están ahí y las teorías están ahí y constantemente tienen que
estar siendo verificados con qué es lo que está ocurriendo en el mundo de los
fenómenos, y en el mundo de los fenómenos lo que nos encontramos es que no es
posible el ejercicio del poder con el arma, con la espada. No se puede hacer:
la historia nos muestra que no es posible. La historia de las relaciones de
poder de los Estados Unidos en el mundo, y específicamente ahora en Iraq, lo
está demostrando. No olvide usted que los Estados Unidos es una economía
aproximadamente ciento ochenta y siete veces más grande que la economía que había en Iraq antes de
la guerra. Y el poder de fuego convencional -no estoy hablando de poder de
fuego con armamento táctico nuclear ni estoy hablando de cohetería balística
intercontinental-, el poder de fuego a nivel convencional de los Estados Unidos
en aquel momento, antes del inicio de la agresión estadounidense contra Iraq,
era trescientas veces mayor que el que tenía Saddam Husein… Y bueno, ¿cuál es la situación que tenemos
actualmente? Es una situación de empantanamiento, es una resistencia de una
calidad y de un nivel que ha sorprendido a todo el mundo. A los europeos les
tomó varios años lograr el tipo de resistencia que vimos en la primera semana
de la guerra en Iraq, según los análisis militares. Y la prensa está mostrando una actividad ampliamente coordinada de la
resistencia iraquí en distintos puntos a las tropas de ocupación lideradas por
los Estados Unidos. Son tropas de ocupación estadounidenses con un respaldo de
relaciones públicas de Inglaterra. Bueno, pues resulta que no pueden con ella,
es decir, que incluso desde el punto de vista de donde está la mayor ventaja de
los Estados Unidos, que es su carta militar, no controla ni domina la situación
cuando hay resistencias organizadas, política y militarmente organizadas.
Insisto en los términos: políticamente organizadas y
militarmente organizadas. Y eso ellos lo saben, y es el problema de los
Estados Unidos con Cuba, ha sido el problema histórico de los Estados Unidos
con Cuba, con la Revolución Cubana. El problema histórico de los Estados Unidos
con la Revolución Cubana es que ésta instaura un régimen de corte
post-monroísta, y eso para los Estados Unidos es inaceptable en América Latina,
y hay un grado de movilización político-militar que les ha inhibido de acciones
militares en el pasado a los Estados Unidos. De tal suerte que Cuba, vista como
debe ser vista… Estamos hablando de los movimientos sociales de América Latina;
bueno, pues aquí en este país tenemos un movimiento social que tomó el poder.
Es un movimiento social, sigue siendo un movimiento social y es el tipo de
movimiento social que los Estados Unidos no quieren en América Latina, no quieren
que se le institucionalice un movimiento. Por eso hay intelectuales que hablan -de esos
intelectuales que uno dice, bueno, yo no les entiendo, francamente los leo y no
les entiendo, a algunos de ellos- de hacer las cosas sin tomar el poder o no sé
qué, una serie de cosas de esta naturaleza que yo todavía no percibo. Pero eso
es para gran beneplácito de los que tienen el poder. Qué bonito discurso, es un
discurso de izquierda que dice que no hay que tomar el poder, ¡qué bien! Pero
lo que le preocupa a los Estados Unidos es el ejemplo cubano en América Latina,
eso es lo que le preocupa; de ahí el acoso continuo. Parte de las razones, no
estoy diciendo que es la única: hay un número de otras razones, a las cuales
recientemente se agregan condiciones geoestratégicas por los descubrimientos
petroleros en el Golfo de México y en la parte cubana que le corresponde de ese
petróleo en el Golfo de México. Es decir: es compleja la situación, pero uno de
los factores centrales es que Cuba es un pésimo ejemplo para América Latina,
como movimiento social, y eso es lo que motiva la gran agresión de los Estados
Unidos.
Una última
pregunta. Parece, entonces, que para usted imperialismo, clases, hegemonía,
dependencia, dominación siguen siendo sin duda conceptos válidos.
¡Absolutamente! Yo vengo de una escuela de
formación científica en las ciencias sociales, y son conceptos de una enorme
relevancia. Un concepto como el de imperialismo es absolutamente crucial hoy en
día, así como el de dominación, obviamente. Y creo que si revisamos lo que está
ocurriendo en el mundo, conceptos como el de la "presidencia imperial" -además
de los que usted ya mencionó- son centrales. No voy a hacer los análisis en el
aire: el problema central, dramático, que estamos viviendo en América Latina, y
específicamente hoy en México, es que a nuestros estudiantes los están dejando
descontextualizados en el tiempo y en el espacio; les están quitando la
reflexión histórica y les están quitando la reflexión espacial geográfica. Y
sin geografía y sin historia no se puede hacer ciencia social seria. Sí se
puede hacer biología, se puede hacer discurso ofuscante de lo que ocurre, pero
no se puede hacer realmente un análisis de la situación que le permita ser
teóricamente sólido, es decir, que le permita construir una praxis, y eso es lo
fundamental en este mismo momento.
Entonces
hay un lugar para las ciencias sociales y la teoría revolucionaria.
Absolutamente.