19 de enero de 2013

John Saxe Fernández: "La globalización como discurso de poder es algo fácilmente desmontable por las ciencias sociales" (2)


Allí donde los teóricos de la globalización insisten en caracterizar los eventos como resultado de impulsos misteriosos del mercado, John Saxe Fernán­dez no pierde la oportu­ni­dad para poner al descubierto que la llamada globalización es en realidad un proyecto político claramente diseñado desde el poder, que permite a sus detentadores usar las posiciones preeminentes en los países centrales y en los periféricos, así como en los organismos financieros internacionales, para imponer políticas y apoderarse de la riqueza, incluyendo el uso de los Estados-Nación. No es el libre desarrollo del mercado el que determina las políticas, sino que son las políticas las que definen el sentido y el comportamiento de los mercados. No son fuerzas inevitables e impersonales, sino poderosos grupos de interés, con sus fines humanos y contingentes, los que deciden, proyectan y aplican las estrategias del capital. Estas procuran someter a los trabajadores, apoderarse de la riqueza social, imponer severos "ajustes estructurales" que favorecen a los grandes consorcios y en particular a las empresas multinacionales, sobreexplotar los recursos naturales, beneficiarse de los "rescates" de empresas privadas a costa de los recursos públicos y, en fin, mantener a toda costa el modelo económico que está operando como una pavorosa maquinaria productora de pobres y miserables. Y también, frente a los esquemas que buscan ocultar el papel de las clases sociales en este complejo proceso, Saxe Fernández resalta el profundo y claro carácter de clase de lo que se denomina globalización: qué clases operan, cómo se benefi­cian o resultan perjudicadas, y cómo la línea cla­sista (a menudo de manera sinuosa) va marcando los respectivos terrenos de los partidarios de la globalización, de sus adversarios e, incluso, de los que adoptan posiciones ambiguas. Este es el te­rreno de la lucha, del combate político e ideológico, y de la definición de alternativas frente al proyecto imperial que se ha venido imponiendo en las últimas dos décadas. El autor de "Globalización, imperialismo y clase social", "Proyecciones hemisféricas de la Pax Americana" y "Terror e Imperio. La hegemonía política y económica de Estados Unidos" habla en esta segunda y última parte de la entrevista aparecida en el libro "Por la izquierda II" sobre la estrecha vinculación que existe entre imperialismo y globalización.


¿Cómo son los instrumentos que desnacionalizan el proceso de toma de decisiones en materia de política económica y cuáles son los actores? Porque no se vale hacer una denuncia del neoliberalismo en abstracto, eso está bien como un primer momento. ¿Cómo funcionan? ¿Cuáles son las unidades políticas y económicas involucradas, las corporaciones que están detrás del asunto?

Nos encontramos -sólo por darle uno o dos ejemplos- con que ya a mediados de los '80 el Banco Mundial diseña un proceso de desmantelamiento administrativo de Petróleos Mexicanos para preparar la empresa a la privatización. La empresa tiene, como toda empresa petrolera mundial, una integración vertical, es decir: integra las actividades desde la exploración y extracción hasta la transformación petroquímica y la comercialización nacional e internacional. Todos estos niveles, toda empresa petrolera internacional, pública o privada, los integra verticalmente, porque es la forma más eficiente de funcionamiento de una empresa. Entonces el Banco viene con la notable idea de desmantelar eso, de crear cinco empresas separadas, y crecientemente lo que hace es desarticular la empresa. Esa es la función del Banco, más aún -porque hay que buscar los documentos del Banco y me he dedicado a hacer la búsqueda y la investigación de eso al detalle-: hay documentos de los '80 en que el Banco -la presidencia del Banco Mundial- explícitamente coloca como uno de los objetivos "llevar a PEMEX a un punto de venta". ¿Qué quiere decir? -porque hay que hacer un continuo proceso de decodificación del lenguaje-, ¿qué quiere decir llevar una empresa a un punto de venta? Quiere decir sabotear una empresa y llevarla a un punto en que usted no tenga más remedio que subastarla y justificar por qué no funciona bien la empresa. Bueno, pues si eso ha sido lo que ha hecho sistemáticamente: es una especie de caballo de Troya metido ahí adentro, y eso lo tenemos metido en la dirección de Petróleos Mexicanos desde finales del gobierno de López Portillo, colocar a Díaz Serrano, que es un privatizador, como director de Petróleos Mexicanos en tiempos de López Portillo, hasta más recientemente ya colocar al gerente regional de la Dupont como el Director General de Petróleos Mexicanos. Entonces, desde luego, que lo que tenemos a lo largo de los '80 y de los '90 no es un invento de Fox, esto viene de…, es decir, hay lo que llamamos un "maximato", es decir, una continuidad en esta política económica, y en esa continuidad, pues, está el Banco Mundial. Ahora, cuando yo hablo del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional, no me estoy refiriendo simplemente a una institución financiera internacional, que lo son; pero decir eso no es suficiente, porque no lo son tampoco, porque son un instrumento de Estado, de los estados capitalistas centrales, sobre todo los Estados Unidos, y fueron creados en función de intereses de clase. Entonces, desde los '80 el Banco Mundial viene con la línea de que hay un desfinanciamiento de la inversión en transformación petrolera, es decir, en refinería. Y efectivamente, si usted ve las cifras en PEMEX, las cifras se caen drásticamente: en inversión, en transformación petrolera, y aumentan en un 500% en exploración y extracción. ¿Por qué? La idea central del Banco era: los Estados Unidos refinan el petróleo, le agregan valor al petróleo, ustedes los mexicanos producen el petróleo y lo venden. Ahora la idea es: ni siquiera ustedes producen el petróleo, nuestras empresas, las empresas estadounidenses, son las que van a hacer eso: la exploración y la perforación, algo que constitucionalmente está prohibido en México, es decir, al margen de la normatividad constitucional vigente todavía. De tal suerte que si hay un viraje en la política petrolera mexicana, es un viraje que ha costado, le ha costado ya prácticamente dos decenios, pero ha sido sistemática y continua la labor de los empréstitos hacia PEMEX y la presencia de colaboracionistas, es decir, de un caballo de Troya privatizador dentro de la empresa, preparando la empresa… Porque es el gran negocio, el gran negocio es la conjunción del negocio petrolero, sobre todo de acero, y la generación de electricidad, es decir, de la privatización y desmantelamiento del complejo petro-eléctrico mexicano, lo que es gravísimo e inusitado dado el desastre que esto ya ha ocasionado a una nación como la Argentina.

Y ya que usted me introduce Argentina, le propondría que miráramos ahora la otra cara, u otra de las caras, de la contemporaneidad continental, de la contemporaneidad latinoamericana. Uno se fija, uno aprecia crecientemente en sociólogos, politólogos, periodistas y hasta algunos políticos -unos cuantos políticos-, que se ha ido creando cierta moda de hablar de "crisis de gobernabilidad". Se ha creado también cierta moda de hablar de que las democracias son incompletas. Me parece que quizá es una forma un poco oculta de querer reconocer ciertos problemas, o quizá es un discurso desde el poder para tratar de aplacar un poco los ánimos. ¿Cómo usted ve ese panorama continental?

Creo que, en primer lugar, hay un elemento de discurso manipulativo, muy claramente, y lo que viene a clarificar el fenómeno es un concepto como el de "presidencia imperial". Porque usted tiene, por una parte, que los programas de ajuste estructural del Banco Mundial son programas que generan enormes desa­justes sociales. Por ejemplo, en la agricultura latinoamericana, de cara a una agricultura altamente subsidiada, con precios de garantía, como la estadounidense, con todo tipo de facilidades financieras para la mecanización, etc., mientras los programas de ajuste estructural han desmantelado completamente todo el sector agrario, han dejado desamparados a millones de campesinos mexicanos, los han lanzado a la calle literalmente, los han puesto a competir con un sector agrario muy mecanizado, tal vez de los más mecanizados y más subsidiados del planeta, como es la agricultura estadounidense. De tal manera que se ha generado, en el caso de México -y creo que en el caso de América Latina en general, por ejemplo, los productores de trigo de Argentina- una enorme desestabilidad. De modo que tenemos eso, por una parte. De lo que usted me está hablando es de un discurso de cierto grado de superficialidad que es inaceptable. Simultáneamente lo que tenemos -si lo vamos a ver al nivel de los fenómenos concretos y no dejamos que nuestra percepción se nuble por conceptos como ese de gobernabilidad… bueno, ¡si es que ellos están generando ingobernabilidad!- es una inusitada transferencia de adiestramiento y tecnología militar. Por ejemplo, en el caso mexicano: históricamente México fue reticente a participar en el programa de asistencia militar de los Estados Unidos. Si usted recuerda, en los '70 eran Brasil, Argentina, Chile, los principales receptores de adiestramiento. Antes de Allende, yo recuerdo, y vi una investigación sobre la cantidad de oficiales chilenos que eran adiestrados en inteligencia militar en los Estados Unidos, o en las escuelas, en academias estadounidenses. Hoy México ocupa el segundo lugar, sólo después de Colombia, como el principal receptor de asistencia militar y de asistencia de adiestramiento militar en las academias estadounidenses donde se enseñan todas esas técnicas de investigación, de prisioneros, todo eso que vemos en Iraq y todas estas cosas. Entonces aquí tenemos a la "presidencia imperial" operando en su máximo esplendor. Por una parte desestabilizando a lo bestia a un país y a una población agrícola, campesina e india como es la población mexicana, que ha sido atacada de manera brutal: estamos hablando de cinco millones de gentes o más, estamos hablando de millones de familias desplazadas, desarraigadas sin tener un palmo de tierra ahora. Y simultáneamente un aumento de la tecnología para el control de lo que ellos mismos están generando. Y esta población es una población que se lanza hacia las ciudades y hacia la frontera norte. Y esto ocurre en toda la América Latina: usted lo puede ver en Argentina, luego puede apreciar este fenómeno en Colombia, obviamente, en Ecuador, este mismo fenómeno. Y desde luego que es una política de depredación de tal magnitud que ya llegó a los límites de tolerancia política y de tolerancia histórica, de tolerancia social. Porque las víctimas de esta política -hay beneficiarios, obviamente, que es esa cúpula de megamillonarios latinoamericanos y ciertos sectores que se benefician-, pero también están los millones de gentes que han sido victimizados por esta política y que empiezan a reaccionar, usted lo está viendo en una cantidad muy grande de movimientos. Creo que los sociólogos y especialistas que han hablado y que le están poniendo atención al campesinado mexicano y al campesinado latinoamericano y a las naciones indias de América Latina, están poniendo el dedo sobre la llaga. Ahí hay una cosa que está ocurriendo, algo sumamente importante yo diría. Y aquí recupero una vez más el concepto de "presidencia imperial": ahí lo tenemos operando en pleno. Si usted revisa la historia, la historia de Cuba, la historia de Centroamérica, la historia mexicana del siglo XIX, encuentra este fenómeno con el Porfiriato, el período de treinta y cinco años en que México fue gobernado (con intermitencias) por el general Porfirio Díaz, comprendido entre 1876 y 1911, año en que fue derrocado por la Revolución Mexicana. Usted recuerda la barbaridad que ocasionó el Porfiriato en el campesinado mexicano y finalmente su estallido en un movimiento político-militar de gran envergadura de 1910 en adelante, que finalmente se formaliza en esta Constitución que tenemos desde 1917, que es una especie de pacto para mantener la paz social en el país. Y ahora lo que tenemos son regímenes, desde los '80 hasta ahora, que de manera sistemática y cada vez más intensa están vulnerando la normatividad que surgió de un movimiento social, de un estallido social generado por el librecambismo del Porfiriato, que de una población de quince millones de habitantes cobró un millón o más de muertos. Y estamos jugando con eso; ahora sí están jugando con la gobernabilidad, con la paz social. Entonces esos conceptos como el de "gobernabilidad", si los dejamos fuera de contexto histórico, si los dejamos fuera de contextos conceptuales serios como el de "presidencia imperial", no sirven para nada. Pero si los colocamos en el contexto de lo que es el funcionamiento de la "presidencia imperial", entonces sí podemos hacerle la crítica y englobarlos en un análisis mucho más histórico y empíricamente central.

Usted está recordando un momentos de estallido social significativo. El continente ha vivido también en los últimos quince o veinte años algunos estallidos sociales tremendos. Estoy pensando, por ejemplo, en el Caracazo y ahora tenemos la historia reciente venezolana. ¿Cree usted que esta combinación de factores que tenemos en el mundo contemporáneo, digamos, esta unipolaridad mundial o gobernada o intentado gobernar el mundo desde los Estados Unidos como la primera potencia militar, esa relativa debilidad política y militar de la Unión Europea -y de hecho su servicio en muchos aspectos o su alianza con los Estados Unidos-, esta ola de rebeliones, en algún modo también se está moviendo en América Latina y en ciertos lugares con marcada fuerza, lo que ha ocurrido en Argentina, Venezuela, la propia subsistencia de la Revolución Cubana? ¿Cómo usted se atrevería a ver el mundo en lo más inmediato? ¿Sería demasiado optimista esa frase de que "un mundo mejor es posible"?

Un mundo mejor es posible y no sólo eso: un mundo mejor es absolutamente necesario para la sobrevivencia de la especie. Ahora, lo que sí es terriblemente importante es el aterrizaje de los conceptos, los conceptos están ahí y las teorías están ahí y constantemente tienen que estar siendo verificados con qué es lo que está ocurriendo en el mundo de los fenómenos, y en el mundo de los fenómenos lo que nos encontramos es que no es posible el ejercicio del poder con el arma, con la espada. No se puede hacer: la historia nos muestra que no es posible. La historia de las relaciones de poder de los Estados Unidos en el mundo, y específicamente ahora en Iraq, lo está demostrando. No olvide usted que los Estados Unidos es una economía aproximadamente ciento ochenta y siete veces más grande que la economía que había en Iraq antes de la guerra. Y el poder de fuego convencional -no estoy hablando de poder de fuego con armamento táctico nuclear ni estoy hablando de cohetería balística intercontinental-, el poder de fuego a nivel convencional de los Estados Unidos en aquel momento, antes del inicio de la agresión estadounidense contra Iraq, era trescientas veces mayor que el que tenía Saddam Husein… Y bueno, ¿cuál es la situación que tenemos actualmente? Es una situación de empantanamiento, es una resistencia de una calidad y de un nivel que ha sorprendido a todo el mundo. A los europeos les tomó varios años lograr el tipo de resistencia que vimos en la primera semana de la guerra en Iraq, según los análisis militares. Y la prensa está mostrando una actividad ampliamente coordinada de la resistencia iraquí en distintos puntos a las tropas de ocupación lideradas por los Estados Unidos. Son tropas de ocupación estadounidenses con un respaldo de relaciones públicas de Inglaterra. Bueno, pues resulta que no pueden con ella, es decir, que incluso desde el punto de vista de donde está la mayor ventaja de los Estados Unidos, que es su carta militar, no controla ni domina la situación cuando hay resistencias organizadas, política y militarmente organizadas. Insisto en los términos: políticamente organizadas y militarmente organizadas. Y eso ellos lo saben, y es el problema de los Estados Unidos con Cuba, ha sido el problema histórico de los Estados Unidos con Cuba, con la Revolución Cubana. El problema histórico de los Estados Unidos con la Revolución Cubana es que ésta instaura un régimen de corte post-monroísta, y eso para los Estados Unidos es inaceptable en América Latina, y hay un grado de movilización político-militar que les ha inhibido de acciones militares en el pasado a los Estados Unidos. De tal suerte que Cuba, vista como debe ser vista… Estamos hablando de los movimientos sociales de América Latina; bueno, pues aquí en este país tenemos un movimiento social que tomó el poder. Es un movimiento social, sigue siendo un movimiento social y es el tipo de movimiento social que los Estados Unidos no quieren en América Latina, no quieren que se le institucionalice un movimiento. Por eso hay intelectuales que hablan -de esos intelectuales que uno dice, bueno, yo no les entiendo, francamente los leo y no les entiendo, a algunos de ellos- de hacer las cosas sin tomar el poder o no sé qué, una serie de cosas de esta naturaleza que yo todavía no percibo. Pero eso es para gran beneplácito de los que tienen el poder. Qué bonito discurso, es un discurso de izquierda que dice que no hay que tomar el poder, ¡qué bien! Pero lo que le preocupa a los Estados Unidos es el ejemplo cubano en América Latina, eso es lo que le preocupa; de ahí el acoso continuo. Parte de las razones, no estoy diciendo que es la única: hay un número de otras razones, a las cuales recientemente se agregan condiciones geoestratégicas por los descubrimientos petroleros en el Golfo de México y en la parte cubana que le corresponde de ese petróleo en el Golfo de México. Es decir: es compleja la situación, pero uno de los factores centrales es que Cuba es un pésimo ejemplo para América Latina, como movimiento social, y eso es lo que motiva la gran agresión de los Estados Unidos.

Una última pregunta. Parece, entonces, que para usted imperialismo, clases, hegemonía, dependencia, dominación siguen siendo sin duda conceptos válidos.

¡Absolutamente! Yo vengo de una escuela de formación científica en las ciencias sociales, y son conceptos de una enorme relevancia. Un concepto como el de imperialismo es absolutamente crucial hoy en día, así como el de dominación, obviamente. Y creo que si revisamos lo que está ocurriendo en el mundo, conceptos como el de la "presidencia imperial" -además de los que usted ya mencionó- son centrales. No voy a hacer los análisis en el aire: el problema central, dramático, que estamos viviendo en América Latina, y específicamente hoy en México, es que a nuestros estudiantes los están dejando descontextualizados en el tiempo y en el espacio; les están quitando la reflexión histórica y les están quitando la reflexión espacial geográfica. Y sin geografía y sin historia no se puede hacer ciencia social seria. Sí se puede hacer biología, se puede hacer discurso ofuscante de lo que ocurre, pero no se puede hacer realmente un análisis de la situación que le permita ser teóricamente sólido, es decir, que le permita construir una praxis, y eso es lo fundamental en este mismo momento.

Entonces hay un lugar para las ciencias sociales y la teoría revolucionaria.

Absolutamente.