Quisiera que usted nos diera su opinión acerca de ese término que recorre el mundo desde hace un tiempo, y sobre el cual se debate tanto en cuanto a su contenido teórico, pero sobre todo me interesa su visión en el plano práctico. ¿Qué es para usted la globalización? Y, ¿cree usted que con este término estamos realmente caracterizando las relaciones sociales y económicas de nuestros tiempos?
Sí, sí, la globalización es un tema importante y
se ha puesto muy en boga en años recientes. Es un aspecto interesante en la
situación mundial; como fenómeno es una expresión multisecular que hemos tenido
por cinco siglos. Es un tema interesante, pero ese no es el problema central.
El problema central sigue siendo el poder y las contradicciones del capital.
Ese es el asunto central. La globalización es un tema importante, insisto, pero
el problema central es el otro. La globalización no ocurre en un vacío de
poder, la globalización ocurre en contextos de poder. Me estoy refiriendo
esencialmente a globalización económica, es decir, el aumento de los flujos
comerciales, el aumento de los flujos de tecnología y de capital. Eso no se da
en un contexto de mercado, se da en un contexto de relaciones internacionales
de poder, y son relaciones internacionales que a lo largo de los últimos cinco
siglos han sido relaciones leoninas. A favor hay quienes ganan en estas
relaciones crecientes, y hay quienes pierden. Y el contexto en que se da ese
fenómeno que llamamos la globalización de poder, es el tema central para
nosotros los latinoamericanos. A eso la literatura científica le llama
imperialismo. El imperialismo es el contexto en el cual ocurre este fenómeno
que llamamos la globalización. Todo eso es un grave error: sacar la
globalización del contexto de poder y ponerla como el marco de referencia en el
que ocurre lo demás, es como proponer que el mercado es el marco de referencia
en el que ocurre la historia, y no es así. Consecuentemente creo que es
terriblemente importante entender que la globalización es un fenómeno que ha estado
ahí, científicamente ha estado ahí, y lo podemos medir. La globalización como
discurso de poder -porque hay que tener la otra dimensión, la dimensión de la
sociología del conocimiento- es algo fácilmente desmontable por las ciencias
sociales. Un discurso eufórico y determinista, que se ha puesto en boga, y que
dice: "Qué bueno, la globalización va a traer el bienestar…", todo este
tipo de cosas, que son realmente, pues mitos del poder.
¿Podría
decirse entonces -interpreto su pensamiento- que la globalización es una manera
de existencia del capital transnacional contemporáneo?
Bueno, podríamos decir que la globalización,
vista desde esta perspectiva, sí lo es. Pero esencialmente creer en sus dos
dimensiones: la globalización cómo fenómeno histórico, es decir, esto de que
hablaba yo de aumento de flujos, de comercio, de tecnología, de capital, etc.,
etc., y la globalización como discurso de poder del capital. E, insisto, ese no
es el asunto central, el asunto central es el contexto de poder en que se da
eso. Y en ese sentido la palabra imperialismo, el concepto imperialismo, y la
teoría que atiende al imperialismo, es de muchísimo más valor explicativo y
práctico-político, que el de globalización. Para nosotros, desde la perspectiva
latinoamericana, tal vez el concepto crucial, que es ahora el más importante
para explicar los fenómenos del mundo, insisto, no es la globalización. Sería,
en nuestro caso específico, en el de México, sobre todo el de Cuba y el de
América Latina, el concepto de la "presidencia imperial". Ese es un concepto
desarrollado por la historiografía estadounidense y mexicana, por ejemplo,
Gastón García Cantú, y del lado estadounidense por grandes historiadores, de la
línea de William Appleman Williams. Quien lo propone por primera vez es un
hombre que, por cierto, jugó un papel muy dudoso en relación con Cuba durante
la administración del presidente Kennedy, Arthur Schlesinger. Arthur
Schlesinger tiene un famoso libro que se llama "La presidencia imperial", a
principios de los setenta; y quien lo desarrolla -el concepto- realmente es
Walter LaFeber. Es un concepto realmente importante porque es un concepto que
asimila las características centrales de centrifugación, la tendencia de
centrifugación del capitalismo. Entonces la propuesta es muy importante, la
propuesta es que el capitalismo, con esta inherencia hacia la centrifugación de
sus principales unidades que son las grandes y gigantes corporaciones,
desestabiliza profundamente el medio ambiente en que opera; desgarra, porque va
orientado a los fines inmediatos de corto plazo, de maximización de ganancias,
del alto empresariado. Y en el proceso hace pedazos las estructuras sociales.
Decía Marx en el "Manifiesto": "Todo lo sólido se desvanece en el aire". Ese
desvanecer se debe, precisamente, a esa acción de la depredación y de la
centrifugación. Entonces aquí los historiadores son terriblemente importantes,
porque si no tenemos un anclaje histórico de estos conceptos, los conceptos no
sirven para nada. Tienen que ser derivados continuamente de la experiencia
histórica y ser una reflexión sobre la experiencia histórica. Y si revisamos la
experiencia histórica de los Estados Unidos, digamos, desde Jefferson con la
compra de la Luisiana, y Polk, con la toma de la mitad del territorio mexicano,
hasta Bush, lo que nos encontramos es, por una parte, la tendencia del capital
a la centrifugación, insisto, la desestabilización del medioambiente donde
opera y, simultáneamente, una creciente centripetación, es decir, una
creciente concentración del poder en un ejecutivo que usurpa funciones
legislativas, que usurpa funciones judiciales y que proyecta fuerza
policiaco-militar hacia fuera para restablecer el orden desestabilizado por el
accionar del mismo capitalismo. Y tenemos, por supuesto, la centrifugación, por
una parte, y la centripetación, es decir: la concentración de poder
policiaco-militar, por parte de la "presidencia imperial", para proyectar ese
poder y garantizar otro ciclo de acumulación. Ese, para mí, es un concepto
mucho más relevante para entender lo que está ocurriendo ahora en el mundo, y
específicamente para hacer una interpretación de lo que es el comportamiento
del imperialismo estadounidense en relación con nuestros países, en relación,
por ejemplo, con Iraq. ¿Qué es el concepto de globalización? El concepto de
globalización es un concepto puramente descriptivo. Está ahí,
es muy importante, es lo que usted quiera, pero el asunto central sigue siendo,
insisto, el poder y la contradicción del poder del capital. Y allí el concepto
de "presidencia imperial" resulta crucial para nosotros.
Este
criterio de "presidencia imperial" me hace recordar una frase de hace muchos
años de José Martí, cuando dijo que los Estados Unidos cada vez más le
recordaban o le parecían la Roma americana…
Martí está presente en un período en que el
capital ya ha cuajado con grandes unidades monopólicas, y simultáneamente
padece de una creciente sobrecapacidad. Y a Martí le toca precisamente el
período, por ejemplo, en que está Blaine como Secretario de Estado de los
Estados Unidos, y es Blaine el que propone los tratados de integración
comercial con América Latina en aquellas conferencias de 1889 al '91. Y Blaine
lo plantea en estos términos, dice: "Nosotros, gracias al proteccionismo que practicamos,
y a la aplicación de la tecnología a la agricultura -la mecanización agraria-,
podemos producir más alimentos de los que nuestra población consume.
Consecuentemente necesitamos expandir nuestro comercio y abrir nuevos mercados
a la inversión estadounidense". Blaine era un gran empresario republicano además, y Martí le hacía la crítica a esto. Pero lo interesante es el
reconocimiento de Blaine de la llamada de atención que hace Martí a la América
Latina sobre cómo estos tratados de libre comercio se plantean en función de
las necesidades de anexionismo comercial de los Estados Unidos y en función de
las necesidades de exportación de capital del aparato bancario estadounidense.
Y él llama la atención, y esa llamada de atención que hace Martí a finales del
siglo XIX es de enorme relevancia. Lo consideramos nosotros, en su momento,
cuando México empieza a plantearse -es un proyecto estadounidense que es
planteado desde México por el salinato, cuando Salinas de Gortari asume el
poder en el '88 en México-, para la firma de un Tratado de Libre Comercio de la
América del Norte. Y precisamente Salinas de Gortari plantea, junto con un
aparato de relaciones públicas muy poderoso en propaganda, que eso es producto
de la globalización, y consecuentemente hemos de firmar este tratado de libre
comercio, que es un tratado totalmente leonino; que si usted lo ve desde la
perspectiva histórica cubana, es una especie de Enmienda Platt plus. Es una
pérdida brutal de soberanía. No tenía nada que ver con ninguna
globalización; tenía que ver con una inserción de corte colonial de la economía
mexicana y del aparato de toma de decisiones en materia económica con los
Estados Unidos.
Y ya que usted nos habla de México. Algunas personas fuera de México se sorprenden por el
creciente alineamiento en política exterior de México al lado de los Estados
Unidos. Ello, sin duda, creo, supone estos cambios esenciales que están
ocurriendo en el capitalismo mexicano.
¡Sí!
¿Se podría
extender un poco?
Sí, cómo no. Esta es una idea central.
Precisamente cuando se empieza a hacer el planteamiento del tratado
norteamericano de libre comercio, recuerde quién era el Embajador de los
Estados Unidos: John Dimitri Negroponte. Negroponte es un hombre del aparato de
inteligencia estadounidense y viene del montaje de operativos clandestinos y de
escuadrones de asesinatos en Honduras. Hay miles de familias hondureñas que
recuerdan en ese sentido y con gran luto a Negroponte, y Negroponte tiene las
manos manchadas de sangre latinoamericana. Pero Negroponte es un hombre
inteligente, y Negroponte lo plantea en esos términos: él dice -y cito casi
textualmente-: "El Tratado de Libre Comercio de la América del Norte va a ser
la piedra angular que nos permitirá incorporar la política exterior mexicana en
el contexto de nuestra política exterior. Lo más importante es la dimensión de
seguridad y de diplomacia del Tratado de Libre Comercio". El tratado de libre
comercio no era algo restringido al libre comercio solamente -es decir, que no
era tan libre el asunto-, sino también a la apertura de la inversión, es un
tratado fundamentalmente de inversión, pero que tenía profundas implicaciones a
nivel de seguridad nacional. Y efectivamente, lo que hemos presenciado es
este alineamiento de la política exterior mexicana, este desmantelamiento
gravísimo de los principios de la política exterior mexicana, que ha sido una
política generada a lo largo de toda la historia de la independencia de México,
y sobre todo generada en la interlocución con una potencia agresiva como los
Estados Unidos, con un trauma como el que sufre el país, que finalmente se
formaliza en el tratado de Guadalupe-Hidalgo de 1848, en los principios de no
intervención y los principios de una sociedad que cree que el derecho internacional
es fundamental para su defensa. Y eso ha sido lo que se ha venido vulnerando en
los últimos años, prácticamente desde Salinas para acá, pero muy intensamente
ya con el gobierno de Vicente Fox. Desafortunadamente, en las relaciones, por
ejemplo, de México con Cuba, hemos presenciado esos deterioros, pero también en
las relaciones de México con el mundo. Por ejemplo, en 2005 presenciamos un viraje de la política -que fue muy saludable- de Fox en
relación con un distanciamiento de la política de la presidencia imperial en
Iraq.
Exactamente.
Fox se distanció. Usted recordará que
en el Consejo de Seguridad, México se abstuvo, lo que era inusitado, porque era
uno de los firmantes del Tratado de Libre Comercio. Y luego hubo un viraje en el que el gobierno empezó a auspiciar un programa de asistencia electoral al gobierno interino
de Iraq, lo cual es un gravísimo y peligrosísimo error. Es querer ocupar el
nicho de "palero" de Washington en Iraq que estaba ocupando anteriormente Aznar,
y eso es sumamente peligroso para el país desde el punto de vista de seguridad. Y eso es lo que nos tiene ahora sumamente
preocupados a nosotros, este viraje. Muy recientemente yo llamaba la atención
sobre esto: imagínense si la situación fuera a la inversa, es decir que México -que es cinco veces más grande que Iraq en población, y en territorio
también es muy grande- estuviera
invadido por 350.000 soldados de las tropas estadounidenses, que el Distrito Federal hubiera
sido bombardeado junto con Guadalajara, Monterrey y las principales capitales
del país; las cárceles atestadas de prisioneros que están siendo reprimidos y
torturados; los hospitales repletos de mutilados; las morgues repletas de
cadáveres, y que un gobierno iraquí recientemente democratizado diga: "Nosotros
vamos a colaborar con el gobierno interino mexicano para un programa de
democratización de México…". México bajo la bota estadounidense. Eso es lo que hizo en esos momentos
Fox en relación con Iraq. Y, desde luego, que hay que mirar la
perspectiva de lo que siente la resistencia patriótica iraquí, que es el
fenómeno, en estos momentos, número uno en la historia mundial. Esa resistencia
es realmente algo impresionante, en vías de transformarse en un movimiento de
liberación nacional.
Y en eso, me pregunto, ¿ha tenido una importancia también el cambio que parece avizorarse -o que quizá ya se está dando en algún sentido- respecto a esa tradición iniciada desde la Revolución mexicana en cuanto a la política petrolera, dado que el control de los recursos naturales y el petróleo está diseñando ya el mundo futuro?
Sí. En relación con la cuestión petrolera, lo que estamos enfrentando es prácticamente, digamos, la explosión de la crisis deudora de los '80 en toda la América Latina, y como resultado de una mala negociación de esa crisis… Porque esto también -otra vez volvemos al problema- no es resultado de una cosa abstracta que se llama "globalización" en el aire. No: es resultado de una serie de decisiones políticas por parte de actores perfectamente identificables, en correlaciones de fuerzas específicas. La instauración en América Latina de un régimen acreedor a ultranza, a partir de la crisis deudora de los '80, en el cual, crecientemente, por una serie de razones que tienen que ver mucho con la colonialidad de la clase dominante latinoamericana, y mexicana específicamente, y en segundo lugar tiene que ver mucho con el tipo de política económica que se instaura a partir de ese entonces, que profundiza la condición tributaria de nuestras economías: querer generar y transferir hacia fuera una cantidad grande de excedentes. Hay una transferencia brutal de excedentes de México y América Latina hacia fuera, por la vía del servicio de la deuda, fugas de capital, hay una cantidad muy grande de factores. Se crean enormes boquetes presupuestales que entonces son llenados por medio de empréstitos del Banco Mundial. Son empréstitos altamente condicionados en áreas cruciales; en el caso de México, las áreas estratégicas: ferrocarriles, Comisión Federal de Electricidad, Petróleos Mexicanos. Y en el caso que usted pregunta, del petróleo mexicano, desde los '80 se vienen aplicando medidas que van debilitando y desmantelando el funcionamiento de Petróleos Mexicanos.
Y en eso, me pregunto, ¿ha tenido una importancia también el cambio que parece avizorarse -o que quizá ya se está dando en algún sentido- respecto a esa tradición iniciada desde la Revolución mexicana en cuanto a la política petrolera, dado que el control de los recursos naturales y el petróleo está diseñando ya el mundo futuro?
Sí. En relación con la cuestión petrolera, lo que estamos enfrentando es prácticamente, digamos, la explosión de la crisis deudora de los '80 en toda la América Latina, y como resultado de una mala negociación de esa crisis… Porque esto también -otra vez volvemos al problema- no es resultado de una cosa abstracta que se llama "globalización" en el aire. No: es resultado de una serie de decisiones políticas por parte de actores perfectamente identificables, en correlaciones de fuerzas específicas. La instauración en América Latina de un régimen acreedor a ultranza, a partir de la crisis deudora de los '80, en el cual, crecientemente, por una serie de razones que tienen que ver mucho con la colonialidad de la clase dominante latinoamericana, y mexicana específicamente, y en segundo lugar tiene que ver mucho con el tipo de política económica que se instaura a partir de ese entonces, que profundiza la condición tributaria de nuestras economías: querer generar y transferir hacia fuera una cantidad grande de excedentes. Hay una transferencia brutal de excedentes de México y América Latina hacia fuera, por la vía del servicio de la deuda, fugas de capital, hay una cantidad muy grande de factores. Se crean enormes boquetes presupuestales que entonces son llenados por medio de empréstitos del Banco Mundial. Son empréstitos altamente condicionados en áreas cruciales; en el caso de México, las áreas estratégicas: ferrocarriles, Comisión Federal de Electricidad, Petróleos Mexicanos. Y en el caso que usted pregunta, del petróleo mexicano, desde los '80 se vienen aplicando medidas que van debilitando y desmantelando el funcionamiento de Petróleos Mexicanos.