Maristella
Svampa (1961) es licenciada en Filosofía por la Universidad Nacional de
Córdoba y Doctora en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias
Sociales (EHESS) de París. Actualmente se desempeña como catedrática de la
Universidad de la Plata e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina. Conferencista
internacional, es autora de varios libros en los que analiza diversas
realidades sociales, políticas y económicas en el ámbito latinoamericano, entre ellos "La brecha urbana. Countries y barrios privados en Argentina", "Minería
transnacional. Narrativas del desarrollo y resistencias sociales" y "El
dilema argentino: civilización o barbarie". En América Latina, explica la socióloga e investigadora argentina, se viene ejecutando una segunda fase del criminal
modelo neoliberal que tantos perjuicios económicos, sociales y políticos generó
a la región durante el último cuarto de siglo, mediante la puesta en marcha de
lo que se ha dado en
llamar la "locomotora minera" para significar unas supuestas ventajas y
oportunidades económicas. Este modelo conocido como extractivismo (explotación de los recursos naturales)
tiene en la minería de cielo abierto, "la actividad más perversa en la medida
en que muestra lo peor: desposesión y despojo descarnado, altos índices de
contaminación del medio ambiente, aprovechamiento al máximo de los territorios
objeto de explotación no dejando ganancias económicas para los países, y
amenaza a la democracia y a los derechos humanos". Uno de los argumentos centrales que suelen esgrimir los defensores de
esta actividad es asociar minería con creación de puestos de trabajo, señala
Svampa, frente a lo cual, agrega, "suele ocultarse que los proyectos mineros a
gran escala generan una demanda intensiva de trabajo en las fases iniciales que
crea la ilusión de trabajo permanente. En realidad, la minería de gran escala
se caracteriza por ser una de las actividades económicas más
capital-intensivas. Por cada millón de dólares invertido, se crean apenas
entre 0,5 y 2 empleos directos. Cuanto más capital-intensiva es una actividad menos empleo genera y menor es la participación del salario de los
trabajadores en el valor agregado total que ellos produjeron con su labor: la
mayor parte es ganancia del capital". En Argentina, por ejemplo, pese a las promesas de los megaemprendimientos mineros, la
minería representa menos del 0,7% del total de los asalariados registrados. El modelo minero a cielo abierto que han adoptado varios gobiernos
latinoamericanos en la última década "no solo
genera más conflicto social, sino que contribuye a la reprimerización de la economía, la desposesión social y amenaza a las democracias". Para Svampa, un nuevo consenso se ha extendido entre los gobiernos de la
región. La valorización financiera ha dado paso a economías basadas en la
exportación de bienes primarios a gran escala. Esto es, se ha pasado del Consenso de Washington, asentado sobre la valorización financiera (que conllevó políticas de ajustes y privatizaciones, lo cual redefinió al
Estado como un agente meramente regulador), al Consenso de los Commodities (entendiendo el concepto de "commodities" en un sentido amplio, como productos indiferenciados cuyos precios se fijan internacionalmente y no requieren tecnología avanzada para su fabricación y procesamiento), basado en la exportación de bienes primarios a gran escala, entre ellos,
hidrocarburos (gas y petróleo), metales y minerales (cobre, oro, plata, estaño,
bauxita, zinc, entre otros), productos alimenticios (maíz, soja y trigo) y
biocombustibles. Desde el punto de vista social, este proceso conlleva la profundización del despojo y la concentración de tierras, recursos y
territorios, que tienen a las grandes corporaciones, en alianza con los diferentes gobiernos, como actores principales. Para
analizar con detenimiento las consecuencias del modelo extractivista y uno de
sus principales componentes, la explotación de la minería metalífera, el
Observatorio Sociopolítico Latinoamericano dialogó en Buenos
Aires con esta destacada científica social. La entrevista, a cargo de Fernando Arellano Ortiz, fue publicada en "La Haine", portal de Internet de contrainformación de España, el 9 de mayo de 2013.
El modelo
extractivista en América Latina en el que sobresale la explotación de minas de
oro a cielo abierto tan funesto desde el punto de vista medioambiental, ¿corresponde como lo han señalado algunos investigadores sociales a una segunda
fase del esquema del neoliberalismo en el que paradójicamente están comprometidos
algunos gobiernos que se denominan progresistas?
En 2006 cuando comencé a escribir sobre estos temas yo planteaba que,
efectivamente, esta es la segunda fase del modelo neoliberal. La primera estaba
consagrada sobre todo a la privatización de los servicios públicos y de los
recursos naturales, y la segunda apunta a la ola de desposesión. Creo que este
análisis no es del todo representativo porque ello implicaría ver solo un
costado del problema. En los últimos tiempos he estado repensando el tema y
creo que el panorama es mucho más complejo hoy en día del que teníamos hace
diez años. Además han emergido gobiernos de izquierda o de centro izquierda, por
lo que ahora empleo una nueva categorización y es hablar del paso del Consenso
de Washington al Consenso de los Commodities que me parece que da cuenta mucho
mejor del cambio de escenario económico que implica que las economías
latinoamericanas que siempre han sido adaptativas al capitalismo dan un giro
importante a un nuevo marco de la nueva división del trabajo territorial y
global por el cual América Latina aparece exportando naturaleza una vez más. En
algunos casos acompañan la consolidación de una matriz neoliberal como pueden
ser los casos de Colombia, México, o Perú, y en otros casos viene acompañado de reformas, de procesos de
centroizquierda y de izquierda que aparecen en escenarios específicos como
Bolivia, Argentina, más allá de la diferencia que hay, caracterizados por lo
nacional-popular.
¿Se puede señalar que la privatización
de los recursos naturales a través del modelo extractivista es parte de la
consolidación del modelo neoliberal?
Cuando se habla de la mercantilización de los bienes de la naturaleza no hay
que olvidar que eso se hizo en la década de los '90 y lo que ha habido es la consolidación de ese modelo. En esa década lo que se hace es desarrollar el
marco jurídico a partir del cual se posibilita la comercialización de recursos
naturales, y sobre todo, se hace el ajuste sectorial en relación con la minería
a cielo abierto.
En el desarrollo de este proceso usted
habla de desposesión, ¿por qué?
En líneas generales el capitalismo hoy en día, como dice David Harvey, acentúa
más lo que es la acumulación por desposesión que la acumulación por
reproducción ampliada, retomando la concepción de Rosa Luxemburgo y otros
teóricos; en eso coincidimos todos. Pero lo que hay que leer es con qué está
coexistiendo esa dinámica de desposesión y hay que dar cuenta de los distintos
escenarios nacionales. Si hablamos sólo de lógica o dinámica de desposesión
estamos perdiendo de vista otros procesos políticos y simbólicos que son
importantes en América Latina. Digo esto tratando de subrayar esos procesos. En
Argentina, por ejemplo, veo que hay una exacerbación de la lógica
nacional-popular nuevamente en clave peronista que coexiste de manera perversa
con la dinámica de desposesión.
¿En qué sentido?
En el sentido de que coexisten varios modelos de desarrollo: hay un modelo
industrial relativamente reactivado que es defendido como el gran avance por
parte del gobierno, hay un modelo de agronegocios, otro de acaparamiento de
tierras que habla de la mercantilización de los recursos naturales y de los
megaemprendimientos turísticos y también está el de la minería a cielo abierto.
Esas tres cuestiones modales están lejos de ser un costado débil del gobierno
argentino, es en realidad parte del principio mismo del modelo de dominación. Por eso hay que analizar esa coexistencia dañina.
Hablemos del caso concreto de la
minería…
En el caso de la minería uno se encuentra con una suerte de figura extrema, porque la misma es un modelo que sintetiza devastación institucional dado que
tiene un marco jurídico que favorece ampliamente a las grandes empresas
transnacionales. Es un modelo de expoliación económica porque no deja ganancias
en el país, lo que crea son economías de enclave como espacios socioproductivos
absolutamente dependientes sin crear desarrollo endógeno, y además estimula y
genera depredación ambiental. Entre todas las actividades ligadas al extractivismo, la minería de cielo abierto es la más perversa en la medida en que muestra lo
peor.
Pero además, usted ha señalado que la
minería de cielo abierto atenta contra los derechos humanos. ¿Por qué?
Ese es un tema muy importante porque, a la hora de debatir si se hace minería a
cielo abierto, se tratan de involucrar por lo general en los distintos países
argumentos económicos ligados a la rentabilidad del sector o argumentos
sociales en el sentido de las ventajas que se obtienen de la explotación de los
recursos naturales. Se afirma que se pueden desarrollar políticas sociales
compensatorias y suele dejarse de lado todo lo que tiene que ver con la
efectiva violación de derechos humanos. El extractivismo abre un nuevo capítulo
en la violación de los derechos humanos porque, hablando de los contrastes y de
las grandes paradojas en América Latina, hoy en día lo que observamos es que
este modelo de desposesión viene acompañado de una expansión de la frontera de
los derechos: los derechos ambientales, los derechos territoriales de los
pueblos indígenas, los derechos fundamentales en general que aparecen en la
letra de nuestras constituciones y raras veces son cumplidos. Cuando hablamos
de extractivismo aludimos a "desarrollo" entre comillas a gran escala, lo que
supone decir una gran envergadura y por ende el impacto sobre la población va a
ser mayor. Con lo cual, esto coloca mucho más en el centro la necesidad de que
sean discutidos de manera participativa y democrática por aquellos que están
necesariamente involucrados como comunidad afectada. Es decir, que la cuestión
de la democracia es central para evitar el impacto que tienen estos modelos.
Entonces, uno de los elementos fundamentales a la hora de analizar el
extractivismo consiste en subrayar el déficit de democracia en el cual nos
instala porque no se consulta a las poblaciones y estos modelos avanzan sin el
consenso de las mismas. Por lo general se escamotean las consultas previas que
deben hacerse a los poblaciones indígenas o las consultas públicas que deben
hacerse a las poblaciones urbanas o rurales. Ahí radica uno de los grandes
peligros que, en nombre de las ventajas comparativas dado el alto precio de los "commodities", en nombre de políticas sociales compensatorias que se pueden
llevar a cabo con la rentabilidad que produce la explotación, se está violando
el derecho de las poblaciones a decir no a un tipo de emprendimiento o supuesto
modelo de desarrollo que afecta no sólo el estilo de vida, su presente, sino el
futuro de las generaciones. En el caso del modelo minero es un modelo de mal
desarrollo no solamente porque contamina y no deja ganancias económicas sino
porque amenaza la democracia, al menos la democracia bien entendida que implica
sostener una política de participación, de discusión y debate de los modelos o
supuestos modelos de desarrollo para la adopción de decisiones.
Usted también ha analizado
pormenorizadamente el grado de conflictividad social que generan los proyectos
de minería a cielo abierto. ¿Cuál es la situación de América Latina en ese
sentido?
En
la actualidad no hay país latinoamericano con proyectos de minería a gran
escala que no tenga conflictos sociales suscitados por las empresas mineras o
los gobiernos con las comunidades. Se pueden observar los casos de México,
varios países centroamericanos como Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa
Rica y Panamá, y en Sudamérica, Ecuador, Perú, Colombia, Brasil, Argentina y
Chile. Según el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (OCMAL)
existen actualmente ciento viente conflictos activos que involucran a más de ciento cincuenta comunidades afectadas a lo largo de toda la región. En Perú, donde más
acelerada y descontroladamente se ha dado la expansión minera, los conflictos
por esta actividad concentran el 70% y éstos a su vez, representan el 50% del
total de conflictos sociales en ese país.
El impulso del modelo extractivista en
América Latina responde, ha dicho usted, no sólo a una decisión económica o
ambiental, sino política…
Efectivamente, porque de lo que se trata es de saber si queremos debatir lo que
entendemos por desarrollo sostenible si apostamos a que esa discusión sea
informada, participativa y democrática, o bien, aceptamos la imposición de
nuestros gobernantes locales y las grandes corporaciones en nombre de las "nuevas oportunidades económicas", el nuevo consenso de los "commodities", y de un
falso desarrollo. Infortunadamente no hay plan estratégico en los países de
América Latina para enfrentar la explotación de recursos naturales.
Tras este completo análisis y
desolador panorama, ¿cuál cree que es la alternativa política para contrarrestar
el modelo extractivista en América Latina?
El punto de partida para pensar en alternativas a este modelo radica en el
giro eco-territorial de las luchas que atraviesa la región y plantean una
redefinición de las reglas de juego, cuestionando el modelo de desarrollo y las
lógicas de acumulación. Por giro eco-territorial hay que entender la
potenciación de un lenguaje de valoración acerca de la territorialidad -que
expresa la convergencia entre visión ambientalista y revalorización de la
matriz comunitaria- no se halla restringido al ámbito rural, exclusivamente
referido a las resistencias campesinas e indígenas. También se expande al ámbito
urbano, sobre todo en pequeñas y medianas localidades, ampliando el registro
étnico y de clases y, por ende, el tipo de actores involucrados. Desde el punto
de vista económico se debe exigir altos impuestos a las actividades
extractivistas, así como a las sobreganancias de las transnacionales por la
explotación del sector energético.