22 de diciembre de 2007

La última carta de Iván Turguenev

Iván Turguenev, el escritor considerado como el principal estilista de la literatura rusa, nació en el seno de una rica familia terrateniente en Orel, Rusia central, el 9 de noviembre de 1818. Sus novelas, poemas y obras teatrales se caracterizan por una elegante ejecución, una gran lucidez y una ideología liberal.
Desde su niñez pudo observar -cuando vivía en las tierras de su familia- el sufrimiento de la clase trabajadora y los malos tratos a los que estaba sometida. Estos abusos, muy arraigados en el sistema social ruso, se convirtieron en tema recurrente de sus obras. Antes de dedicarse por completo a la literatura, trabajó durante un tiempo como funcionario gubernamental en San Petersburgo.
Su primer trabajo publicado, el extenso poema "Parasha" (1843), tuvo una buena acogida entre la crítica literaria. En los años siguientes, la aparición de varias obras más le consagraron como el escritor ruso más significativo de su época: "Dnevnik lishnego cheloveka" (Diario de un hombre superfluo), "Zapiski ojótnika" (Memorias de un cazador), "Dvoryanskoye gnezdo" (Nido de hidalgos), "Nakanune" (En vísperas), "Otsy i deti" (Padres e hijos) y "Dym" (Humo) entre otras.
Participó en el enfrentamiento ideológico que surgió entre dos grupos de intelectuales, llamados respectivamente "occidentalizantes" y "eslavófilos". Los primeros animaban a los rusos a que se incorporaran a la Europa Occidental, con el fin de que pudieran participar de las mejoras en su nivel de vida que ello traería aparejado. Los segundos, en cambio, extremadamente ortodoxos, reivindicaban las tradiciones más arraigadas de Rusia y pensaban que debían permanecer a salvo de cualquier influencia externa. Turguenev simpatizaba claramente con los "occidentalizantes" y, de hecho, pasó largos periodos de tiempo fuera de Rusia.


Entre sus aportes figura el de haber sido el inventor de la palabra "nihi­lista", del latín "nihil", o sea la nada. Con el tiempo, el neologismo pasó a convertirse en bandera reivindicato­ria del movimiento anarquista ruso y dio inspiración a Oscar Wilde (1854-1900) para titular en 1880 una de sus piezas de teatro menos difundidas: "Vera or the nihilists" (Vera o los nihilistas). Wilde, por supuesto, no tenía nada de revolucionario.
Turguenev nunca contrajo matrimonio, si bien tuvo un hijo con una de las siervas de su familia. Una tarde, en París, le confesó al compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893) su pasión por la can­tante española de ópera Paulina García Viardot (1821-1910) y su desespe­ranza de ser correspondido. Dos décadas después de haberse conocido, Turgue­nev aún era capaz de escribirle a su amada líneas como éstas: "Su ausencia produce en mí algo parecido al terror del que le falta aire para respirar. Cuando estoy a su lado, experimento una alegría tan tranquila que ya no tengo necesidad de nada más". Para ese entonces, la mezzosoprano ya era abuela.
Sus relaciones con León Tolstoi (1828-1910) y Fiodor Dostoyevski (1821-1881) fueron a menudo tensas, considerando la tendencia pro eslavista de ambos. Su complicada amistad con Tolstoi alcanzó tal animosidad que, en 1861, éste lo retó a duelo y aunque luego se disculpó, dejaron de hablarse por muchos años. Turguenev, diez años mayor que el conde literato, era el escritor ruso más europeo y liberal. Satirizaba por igual al extremismo populista como al oscurantismo y la brutalidad de las clases dominantes, motivos por los cuales no gozaba en su patria de grandes simpatías.
El mismo Tolstoi, afligido por temas similares, escribió acerca de su decepción cuando algunos intelectuales criticaron su novela "Guerra y Paz" por considerar que era una frivolidad ocuparse de la Rusia de Alejandro I y de la invasión napoleónica en vez de exponer los problemas que en ese momento amenazaban a la sociedad.
Alrededor de 1970 apereció en unos archivos de la Biblioteca de Londres una carta, la última que Turguenev escribió a Tolstoi, en la que lo insta a que no abandone su trabajo para dedicarse a labores de carácter social. Es un texto entrañablemente ruso: "Querido Lev Nicolaievitch: si no le he escrito antes es porque estaba -y sigo estando- en mi lecho de muerte. Le escribo para decirle cuán feliz me he sentido de ser su contemporáneo, y para dirigirle, con toda franqueza, un ruego postrero: querido amigo, vuelva a la actividad literaria. ¿Acaso este don no procede de donde precede todo lo demás? ¡Qué contento me sentiría pensando que mi súplica ha causado efecto! ¡Querido amigo, gran escritor de la tierra rusa, déme usted esa satisfacción! Dígame si ha recibido estas líneas y permítame una vez más abrazarlo muy fuerte, así como a su esposa y todos los suyos. No puedo más. Se me terminan las energías, adiós. Iván Tur­guenev".
Estudios realizados han querido demostrar que Turguenev y Tolstoi, por razones de ideas, habían sido enemigos. La carta de Londres, parece demostrar que esa especie solo merece calificarse con la palabra que él inventó: "nihil". Turguenev murió en Bougival, cerca de París, el 3 de septiembre de 1883.