1 de marzo de 2008

Modos de producción (I). Salvajismo

El hombre se distingue del reino animal por el desa­rrollo de la conciencia, fruto a su vez de la interacción social que le demanda el trabajo en conjunto para producir los bienes necesarios para su subsistencia. Este trabajo social es el origen a partir del cual se estructura la sociedad. Esta evoluciona junto a la ca­pacidad productiva de los medios de producción. A la par de ellos, evoluciona el ser social de los hom­bres, ligados a la sociedad donde hallan los medios de sustento para reproducir su vida.
Los primeros instrumentos fabricados por el hom­bre fueron hechos con palos, piedras y huesos, los elemen­tos más inmediatos a su existencia natural. A este período se le llama Edad de Piedra. Luego, con el desarrollo de la experiencia y el conocimiento, pudo dominar el uso de los metales; primero el cobre, lue­go el bronce (aleación de cobre y estaño) y finalmente el hierro. El dominio del fuego contribuyó a ello. Las distintas edades de la naciente sociedad humana, desde la piedra al hierro, suponen una diferencia cualitativa en la productividad del trabajo y la fabricación de objetos de uso y herramientas. Pero la existencia era todavía muy precaria y estaba lejos de produ­cir excedentes.
En estas condiciones se establecía la cooperación simple, o aplicación simultánea de fuerza de trabajo para lograr un fin. La propiedad de los medios de producción era co­lectiva. No había propiedad privada. Privar a un miembro del uso de los medios disponibles signifi­caba condenarlo a la muerte, y así debilitar las con­diciones de vida de toda la comunidad. Las dispu­tas por territorios generaban a veces prisioneros que eran incorporados a la comunidad, porque era más importante la capacidad común de trabajo y defen­sa que otras consideraciones.
Un avance desde el punto de vista productivo fue la división natural del trabajo, entre hombres y mujeres, entre jóvenes y viejos. Esta división del trabajo permitió la especialización y con ello el perfecciona­miento del mismo, elevando la productividad. La sociedad primitiva se organizaba primeramente en torno a los vínculos de sangre. Se las llamó "gens" o gentes, alrededor del único miembro que podía ser reconocido como cierto: la madre. El matriarcado fue la forma de organización social fundamental. El incremento de miembros de la sociedad dio paso a las tribus formadas por varias gens, tal como muy bien ilustra Friedrich Engels (1820-1895) en su obra "Der ursprung der familie, des privateigentums und des Staats" (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, 1884).
Lo que caracterizó a la comunidad primitiva fue la propiedad común de los instrumentos de trabajo y el trabajo colectivo para conseguir el sustento. Cuando la productividad del trabajo permitió acu­mular algunos excedentes y se produjo el atesora­miento, la sociedad primitiva comenzó su crisis. El matriarcado dejó paso al patriarcado por la necesi­dad de legar los tesoros al primogénito. Esto trans­formó no sólo la organización de la sociedad y la familia, sino también la del trabajo.
"A consecuencia del desarrollo de todos los ramos de la producción -ganadería, agricultura, oficios ma­nuales domésticos-, la fuerza de trabajo del hombre iba haciéndose capaz de crear más productos que los necesarios para sus sostenimiento -sostiene Engels en la obra citada-. También au­mentó la suma de trabajo que correspondía diaria­mente a cada miembro de la gens, de la comunidad doméstica o de la familia aislada. Era ya convenien­te conseguir más fuerza de trabajo, y la guerra la suministró: los prisioneros fueron transformados en esclavos. Dadas todas las condiciones históricas de aquel entonces, la primera gran división social del trabajo, al aumentar la productividad del trabajo, y por consiguiente la riqueza, y al extender el campo de la actividad productora, tenía que traer consigo necesariamente la esclavitud. De la primera gran división social del trabajo nació la primera gran es­cisión de la sociedad en dos clases: señores y es­clavos, explotadores y explotados".
"Nada sabemos hasta ahora acerca de cuándo y cómo pasaron los rebaños de propiedad común de la tribu o de las gens a ser patrimonio de los dis­tintos cabezas de familia -continúa Engels-; pero, en lo esencial, ello debió de acontecer en este estadio. Y con la apari­ción de los rebaños y las demás riquezas nuevas, se produjo una revolución en la familia. La industria había sido siempre asunto del hombre; los medios necesarios para ella eran producidos por él y pro­piedad suya. Los rebaños constituían la nueva in­dustria; su domesticación al principio y su cuidado después, eran obra del hombre. Por eso el ganado le pertenecía, así como las mercancías y los es­clavos que obtenía a cambio de él. Todo el exce­dente que dejaba ahora la producción pertenecía al hombre; la mujer participaba en su consumo, pero no tenía ninguna participación en su propiedad. El salvaje, guerrero y cazador, se había conformado con ocupar en la casa el segundo lugar, después de la mujer; el pastor, más dulce, engreído de su riqueza, se puso en primer lugar y relegó al segun­do a la mujer. Y ella no podía quejarse"."Junto con la propiedad privada surge la primera gran división social del trabajo -explica el economista Gerardo Vera-. La ganadería se se­para de la agricultura, y ésta de los oficios (alfarería, tejidos). Y la producción individual conduce a la segunda gran división del trabajo y al desarrollo de una nueva actividad: el intercambio que lleva al comercio. La acumulación de excedentes otorgó a algunos hombres el poder de dominio sobre otros. Los prisioneros de guerra ya no se integraban a la comu­nidad ni se mataban: fueron puestos a trabajar para los miembros más prominentes. Lo mismo pasó con los empobrecidos y endeudados de la propia gens".
Habían nacido las clases sociales, y con ellas el instrumento de dominación necesario para mantener una clase sometida a la otra: el Estado. En el umbral de la civilización apareció la barbarie, con sus estadios inferior, medio y superior. En este últi­mo surgió como intermediaria entre los productores la clase de los mercaderes.
"Una sociedad de este género no podía existir sino en medio de una lucha abierta e incesante de estas clases entre sí o bajo el dominio de un tercer po­der que, puesto aparentemente por encima de las clases en lucha, suprimiera sus conflictos abiertos y no permitiera la lucha de clases más que en el terreno económico, bajo la forma llamada legal -concluye Engels-. El régimen gentilicio era ya algo caduco. Fue destrui­do por la división del trabajo, que dividió la sociedad en clases, y remplazado por el Estado".
Con la liquidación de las comunidades primitivas, se entró en un período histórico basado en estructuras económicas en las cuales la propiedad privada se institucionalizó, incluso sobre los mismos seres humanos a los cuales no se consideraba ya como tales, sino como objetos y sujetos de trabajo. Esto dio paso a la esclavitud como forma predominante en la existencia histórico-social de la humanidad.