El hombre se distingue del reino animal por el desarrollo de la conciencia, fruto a su vez de la interacción social que le demanda el trabajo en conjunto para producir los bienes necesarios para su subsistencia. Este trabajo social es el origen a partir del cual se estructura la sociedad. Esta evoluciona junto a la capacidad productiva de los medios de producción. A la par de ellos, evoluciona el ser social de los hombres, ligados a la sociedad donde hallan los medios de sustento para reproducir su vida.
Los primeros instrumentos fabricados por el hombre fueron hechos con palos, piedras y huesos, los elementos más inmediatos a su existencia natural. A este período se le llama Edad de Piedra. Luego, con el desarrollo de la experiencia y el conocimiento, pudo dominar el uso de los metales; primero el cobre, luego el bronce (aleación de cobre y estaño) y finalmente el hierro. El dominio del fuego contribuyó a ello. Las distintas edades de la naciente sociedad humana, desde la piedra al hierro, suponen una diferencia cualitativa en la productividad del trabajo y la fabricación de objetos de uso y herramientas. Pero la existencia era todavía muy precaria y estaba lejos de producir excedentes.
En estas condiciones se establecía la cooperación simple, o aplicación simultánea de fuerza de trabajo para lograr un fin. La propiedad de los medios de producción era colectiva. No había propiedad privada. Privar a un miembro del uso de los medios disponibles significaba condenarlo a la muerte, y así debilitar las condiciones de vida de toda la comunidad. Las disputas por territorios generaban a veces prisioneros que eran incorporados a la comunidad, porque era más importante la capacidad común de trabajo y defensa que otras consideraciones.
Un avance desde el punto de vista productivo fue la división natural del trabajo, entre hombres y mujeres, entre jóvenes y viejos. Esta división del trabajo permitió la especialización y con ello el perfeccionamiento del mismo, elevando la productividad. La sociedad primitiva se organizaba primeramente en torno a los vínculos de sangre. Se las llamó "gens" o gentes, alrededor del único miembro que podía ser reconocido como cierto: la madre. El matriarcado fue la forma de organización social fundamental. El incremento de miembros de la sociedad dio paso a las tribus formadas por varias gens, tal como muy bien ilustra Friedrich Engels (1820-1895) en su obra "Der ursprung der familie, des privateigentums und des Staats" (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, 1884).
Lo que caracterizó a la comunidad primitiva fue la propiedad común de los instrumentos de trabajo y el trabajo colectivo para conseguir el sustento. Cuando la productividad del trabajo permitió acumular algunos excedentes y se produjo el atesoramiento, la sociedad primitiva comenzó su crisis. El matriarcado dejó paso al patriarcado por la necesidad de legar los tesoros al primogénito. Esto transformó no sólo la organización de la sociedad y la familia, sino también la del trabajo.
"A consecuencia del desarrollo de todos los ramos de la producción -ganadería, agricultura, oficios manuales domésticos-, la fuerza de trabajo del hombre iba haciéndose capaz de crear más productos que los necesarios para sus sostenimiento -sostiene Engels en la obra citada-. También aumentó la suma de trabajo que correspondía diariamente a cada miembro de la gens, de la comunidad doméstica o de la familia aislada. Era ya conveniente conseguir más fuerza de trabajo, y la guerra la suministró: los prisioneros fueron transformados en esclavos. Dadas todas las condiciones históricas de aquel entonces, la primera gran división social del trabajo, al aumentar la productividad del trabajo, y por consiguiente la riqueza, y al extender el campo de la actividad productora, tenía que traer consigo necesariamente la esclavitud. De la primera gran división social del trabajo nació la primera gran escisión de la sociedad en dos clases: señores y esclavos, explotadores y explotados".
"Nada sabemos hasta ahora acerca de cuándo y cómo pasaron los rebaños de propiedad común de la tribu o de las gens a ser patrimonio de los distintos cabezas de familia -continúa Engels-; pero, en lo esencial, ello debió de acontecer en este estadio. Y con la aparición de los rebaños y las demás riquezas nuevas, se produjo una revolución en la familia. La industria había sido siempre asunto del hombre; los medios necesarios para ella eran producidos por él y propiedad suya. Los rebaños constituían la nueva industria; su domesticación al principio y su cuidado después, eran obra del hombre. Por eso el ganado le pertenecía, así como las mercancías y los esclavos que obtenía a cambio de él. Todo el excedente que dejaba ahora la producción pertenecía al hombre; la mujer participaba en su consumo, pero no tenía ninguna participación en su propiedad. El salvaje, guerrero y cazador, se había conformado con ocupar en la casa el segundo lugar, después de la mujer; el pastor, más dulce, engreído de su riqueza, se puso en primer lugar y relegó al segundo a la mujer. Y ella no podía quejarse"."Junto con la propiedad privada surge la primera gran división social del trabajo -explica el economista Gerardo Vera-. La ganadería se separa de la agricultura, y ésta de los oficios (alfarería, tejidos). Y la producción individual conduce a la segunda gran división del trabajo y al desarrollo de una nueva actividad: el intercambio que lleva al comercio. La acumulación de excedentes otorgó a algunos hombres el poder de dominio sobre otros. Los prisioneros de guerra ya no se integraban a la comunidad ni se mataban: fueron puestos a trabajar para los miembros más prominentes. Lo mismo pasó con los empobrecidos y endeudados de la propia gens".
Habían nacido las clases sociales, y con ellas el instrumento de dominación necesario para mantener una clase sometida a la otra: el Estado. En el umbral de la civilización apareció la barbarie, con sus estadios inferior, medio y superior. En este último surgió como intermediaria entre los productores la clase de los mercaderes.
"Una sociedad de este género no podía existir sino en medio de una lucha abierta e incesante de estas clases entre sí o bajo el dominio de un tercer poder que, puesto aparentemente por encima de las clases en lucha, suprimiera sus conflictos abiertos y no permitiera la lucha de clases más que en el terreno económico, bajo la forma llamada legal -concluye Engels-. El régimen gentilicio era ya algo caduco. Fue destruido por la división del trabajo, que dividió la sociedad en clases, y remplazado por el Estado".
Con la liquidación de las comunidades primitivas, se entró en un período histórico basado en estructuras económicas en las cuales la propiedad privada se institucionalizó, incluso sobre los mismos seres humanos a los cuales no se consideraba ya como tales, sino como objetos y sujetos de trabajo. Esto dio paso a la esclavitud como forma predominante en la existencia histórico-social de la humanidad.