El desarrollo del mercado a nivel mundial, la competencia, la propiedad concentrada de los medios de producción y una gran masa de hombres poseedores sólo de su fuerza de trabajo fueron los rasgos primordiales y las condiciones necesarias para que naciera un nuevo modo de producción: el capitalismo.
El capitalismo transformó la producción mercantil simple en producción mercantil capitalista. Así, el objeto del capitalismo, en base a la propiedad privada de los medios de producción y al trabajo asalariado, es producir mercancías destinadas al mercado. "Marx, en 'El Capital', analiza al principio la relación más sencilla, corriente, fundamental, masiva y común, que se encuentra miles de millones de veces en la sociedad burguesa: el intercambio de mercancías" explica Vladimir I. Lenin en "En torno a la cuestión de la dialéctica"."En este fenómeno tan sencillísimo -prosigue Lenin en su trabajo de 1915- el análisis descubre todas las contradicciones (es decir, el germen de todas las contradicciones) de la sociedad contemporánea. La exposición que sigue nos muestra el desarrollo (tanto el crecimiento como el movimiento) de estas contradicciones y de esta sociedad en la suma de sus partes aisladas, desde su principio hasta su fin". Al analizar el surgimiento del capitalismo como formación económico-social, Marx señala tres períodos: a) la cooperación simple; b) la división del trabajo y la manufactura; y c) la maquinaria y la gran industria. La cooperación simple es la forma que primero se desarrolló luego de la transformación de los talleres artesanales en el feudalismo. Se agrupaban gran cantidad de asalariados en un lugar de trabajo común y realizaban una misma tarea. El resultado dependía totalmente de la habilidad del trabajador. El concentrar muchos trabajadores permite economizar locales, herramientas, materias primas, almacenaje, transporte (capital constante).En relación al trabajo (capital variable), la labor común permitía nivelar los tiempos y la calidad, produciendo una especie de competencia. Una misma cantidad de trabajadores produce más si están juntos que aislados; además pueden acometer grandes tareas y realizarlas en menor tiempo. La cooperación simple estableció definitivamente el carácter social de la producción y aventajó a la pequeña producción de mercancías, que fue desapareciendo.
"Como vimos, la producción capitalista sólo comienza, en rigor, allí donde el mismo capital individual emplea simultáneamente una cantidad de obreros relativamente grande y, en consecuencia, el proceso de trabajo amplía su volumen y suministra productos en una escala cuantitativamente mayor. El operar de un número de obreros relativamente grande, al mismo tiempo, en el mismo espacio (o, si se prefiere, en eí mismo campo de trabajo), para la producción del mismo tipo de mercancías y bajo el mando del mismo capitalista, constituye histórica y conceptualmente el punto de partida de la producción capitalista -describe Marx en 'El Capital'.- En lo que respecta al modo de producción mismo, por ejemplo, en sus comienzos la manufactura apenas se distingue de la industria gremial del artesanado por el mayor número de obreros que utiliza simultáneamente el mismo capital. El taller del maestro artesano no ha hecho más que ampliarse. La economía en el empleo de los medios de producción ha de examinarse, en general, desde dos puntos de vista. El primero, en cuanto aquélla abarata las mercancías y reduce, por esa vía, el valor de la fuerza de trabajo. El otro, en cuanto modifica la proporción entre el plusvalor y el capital total adelantado, esto es, la suma de valor de sus componentes constante y variable".El paso que sigue a la cooperación simple es la manufactura. Se basa en la técnica artesanal y la división del trabajo dentro de la empresa. Es un cambio en la forma u organización del trabajo. Antes, el trabajador realizaba toda la mercancía. Ahora, se especializa en fabricar sólo una parte de ella. Dentro de los límites del incremento cuantitativo del trabajo, esto significó llevar a un nuevo nivel la cooperación. La manufactura adoptó diferentes formas, tal como señala Marx en la obra citada: "La cooperación fundada en la división del trabajo asume su figura clásica en la manufactura. En cuanto forma característica del proceso capitalista de producción, predomina durante el período manufacturero propiamente dicho, el cual dura, en líneas muy generales, desde mediados del siglo XVI hasta el último tercio del XVIII. La manufactura surge del dos maneras. La primera consiste en reunir en un taller, bajo el mando del mismo capitalista, a trabajadores pertenecientes a oficios artesanales diversos e independientes, por cuyas manos tiene que pasar un producto hasta su terminación definitiva. Pero la manufactura se origina, también, siguiendo un camino inverso. Muchos artesanos que producen lo mismo o algo similar, por ejemplo papel, o tipos de imprenta, o agujas, son utilizados simultáneamente por el mismo capital en el mismo taller. Con todo, circunstancias exteriores pronto dan motivo a que se utilice de otro modo tanto la concentración de los trabajadores en el mismo espacio como la simultaneidad de sus trabajos. Es necesario, por ejemplo, suministrar en un plazo dado una cantidad mayor de mercancías terminadas. En consecuencia, se divide el trabajo. En vez de hacer que el mismo artesano ejecute las diversas operaciones en una secuencia temporal, las mismas se disocian, se aislan, se las yuxtapone en el espacio; se asigna cada una de ellas a otro artesano y todas juntas son efectuadas simultáneamente por los cooperadores. Esta distribución fortuita se repite, expone sus ventajas peculiares y poco a poco se osifica en una división sistemática del trabajo. La mercancía antes producto individual de un artesano independiente que hacía cosas muy diversas, se convierte ahora en el producto social de una asociación de artesanos, cada uno de los cuales ejecuta constantemente sólo una operación, siempre la misma".
Las ventajas de este nuevo método de producción fueron esencialmente la reducción del tiempo de trabajo mediante la especialización del obrero y la coordinación en forma de "cadena productiva". Esta baja del tiempo laboral permitió elevar la productividad. Los trabajadores debían cumplir sus tareas al ritmo que impone el capitalista. Una característica de este período manufacturero fue la estrecha ligazón entre el capital industrial y el comercial. La división y especialización del trabajo creó las bases para el desarrollo de la industria y la introducción de maquinarias. Este proceso surgió a fines del siglo XVIII y durante el siglo XIX se extendió por Europa y Estados Unidos. La base técnico-material fue la máquina como medio de producción. Este período se conoce como la Revolución Industrial y está marcado por la invención de la máquina de vapor, que impulsó otras ramas como la metalurgia y la industria de producción de maquinarias. También contribuyó al crecimiento de las ciudades y del proletariado industrial.
La máquina sustituyó al hombre como elemento rector en el proceso productivo y lo volvió un apéndice suyo. También permitió instaurar la disciplina capitalista en el trabajo, haciendo depender al obrero del proceso maquinizado. El capitalista pasó a tener el control casi total del ritmo de trabajo al controlar la velocidad de las máquinas. Subió así la intensidad del trabajo con el fin de aumentar la plusvalía. Además, la máquina bajó los costos de producción y elevó la productividad.La máquina acrecentó el dominio del hombre sobre la naturaleza. En sí, representó un alivio porque acortaba y facilitaba las tareas humanas, pero, al intensificar el trabajo, los obreros fueron consumidos como fuerza de trabajo en mayor medida que antes. Otra consecuencia fue que la maquinaria reemplazó funciones del obrero, por lo que éste pasó a tener una mayor inseguridad que antes y su capacitación laboral fue menor. Surgió así una nueva capa de trabajadores especializados en determinados procesos maquinizados, técnicos e ingenieros, cuya consecuencia fue el aumento de la división entre el trabajo manual y el intelectual. En sus "Principios de Economía Política" dice el economista inglés John Stuart Mill (1806-1873): "Es discutible que todos los inventos mecánicos efectuados hasta el presente hayan aliviado la faena cotidiana de algún ser humano". Pero no es éste, en modo alguno, el objetivo de la maquinaria empleada por el capital. "Al igual que todo otro desarrollo de la fuerza productiva del trabajo -prosigue Marx- la maquinaría debe abaratar las mercancías y reducir la parte de la jornada laboral que el obrero necesita para sí, prolongando, de esta suerte, la otra parte de la jornada de trabajo, la que el obrero cede gratuitamente al capitalista. Es un medio para la producción de plusvalor. En la manufactura, la revolución que tiene lugar en el modo de producción toma como punto de partida la fuerza de trabajo; en la gran industria, el medio de trabajo". "Así, -continúa el autor de 'El Capital'- este poderoso reemplazante de trabajo y de obreros se convirtió sin demora en medio de aumentar el número de los asalariados, sometiendo a todos los integrantes de la familia obrera, sin distinción de sexo ni edades, a la férula del capital. El trabajo forzoso en beneficio del capitalista no sólo usurpó el lugar de los juegos infantiles, sino también el del trabajo libre en la esfera doméstica, ejecutado dentro de límites decentes y para la familia misma. El valor de la fuerza de trabajo no estaba determinado por el tiempo de trabajo necesario para mantener al obrero adulto individual, sino por el necesario para mantener a la familia obrera. Al arrojar a todos los miembros de la familia obrera al mercado de trabajo, la maquinaria distribuye el valor de la fuerza de trabajo del hombre entre su familia entera. Desvaloriza, por ende, la fuerza de trabajo de aquél. Si bien las máquinas son el medio más poderoso de acrecentar la productividad del trabajo, esto es, de reducir el tiempo de trabajo necesario para la producción de una mercancía, en cuanto agentes del capital en las industrias de las que primero se apoderan, se convierten en el medio más poderoso de prolongar la jornada de trabajo más allá de todo límite natural. Generan, por una parte, nuevas condiciones que permiten al capital dar rienda suelta a esa tendencia constante que le es propia, y por otra, nuevos motivos que acicatean su hambre rabiosa de trabajo ajeno".
El empleo de maquinaria en la agricultura generó un enorme cambio en la productividad del trabajo y ayudó a ahondar la brecha entre los grandes terratenientes y los pequeños productores. La concentración de capital y el empobrecimiento de grandes masas originó dos grupos sociales: la burguesía rural y el proletariado agrícola. Los pequeños productores agrícolas coexistieron entre ambos y, si bien aspiraban a ser grandes productores, su forma de vida se asemejaba a la del proletariado agrícola. La explotación laboral en el campo se adaptó al tipo de tareas y a sus épocas, siendo frecuente el empleo temporal. "Pese al progreso de las formas capitalistas de producción en el agro -afirma Marx- persisten y se profundizan las diferencias entre el desarrollo de la producción agrícola y la industrial, subordinando en general la primera a la última. Tampoco son menores las consecuencias socio-culturales y ecológicas de la industrialización del campo. Es en la esfera de la agricultura donde la gran industria opera de la manera más revolucionaría, ya que liquida el baluarte de la vieja sociedad, el campesino, sustituyéndolo por el asalariado. De esta suerte, las necesidades sociales de trastocamiento y las antítesis del campo se nivelan con las de la ciudad. Los métodos de explotación más rutinarios e irracionales se ven remplazados por la aplicación consciente y tecnológica de la ciencia. El modo de producción capitalista consuma el desgarramiento del lazo familiar originario entre la agricultura y la manufactura, el cual envolvía la figura infantilmente rudimentaria de ambas. Pero, al propio tiempo, crea los supuestos materiales de una síntesis nueva, superior, esto es, de la unión entre la agricultura y la industria sobre la base de sus figuras desarrolladas de manera antitética. Con la preponderancia incesantemente creciente de la población urbana, acumulada en grandes centros por la producción capitalista, ésta por una parte acumula la fuerza motriz histórica de la sociedad, y por otra perturba el metabolismo entre el hombre y la tierra, esto es, el retomo al suelo de aquellos elementos constitutivos del mismo que han sido consumidos por el hombre bajo la forma de alimentos y vestimenta, retorno que es condición natural eterna de la fertilidad permanente del suelo. Con ello destruye, al mismo tiempo, la salud física de los obreros urbanos y la vida intelectual de los trabajadores rurales". Al igual que en la industria urbana, la fuerza productiva acrecentada y la mayor movilización del trabajo en la agricultura moderna, se obtuvieron devastando y extenuando la fuerza de trabajo misma. Todo el progreso de la agricultura capitalista no fue sólo un progreso en el arte de esquilmar al obrero, sino a la vez en el arte de esquilmar el suelo; es decir que, todo avance en el acrecentamiento de la fertilidad de éste durante un lapso dado, significó un avance en el agotamiento de las fuentes duraderas de esa fertilidad.