Entonces por eso es tan importante la educación, ese fue un plan sistemático. Primero en 1955, cuando la Revolución Libertadora derrocó a Perón, por supuesto, empezó ahí. Se exacerbó con el "onganiato". El golpe de 1976 fue el paroxismo. Y la frutilla fue el menemismo y De la Rúa y Duhalde, y vamos a ver qué pasa ahora. A ver si hay algún tipo de reacción, porque de esos que lucharon en el '73 alguno sano quedó, alguno con ideales intactos quedó. Galimbertis hay muchos, pero también hay varios como Osvaldo Bayer, que son la salvación en este momento. No se sabe si va a vencer el bien o el mal, pero al mal ya sabemos: está con Blumberg, está con la derecha recalcitrante que muchas veces es opositora a los supuestos rasgos izquierdistas de este gobierno. Pero son rasgos que no existen, sólo existe cierto progresismo en la Justicia. Y en la cultura. Ellos tienen miedo a eso, quieren decapitar lo poco que se construyó. Entonces defendamos mínimamente esto con apoyo crítico. Apoyo crítico. Esto es mejor que si ganara "Méndez", o Adolfo Rodríguez Saá o Ricardo López Murphy o Mauricio Macri, con ese contraste. Kirchner no es el salvador, este es Edelmiro Farell. Por ahí, el día de mañana viene Perón. Pero Perón no era el ejemplo de nada, era un viejo hijo de puta. Lo digo por los años del '45 al '55, que fue el momento más glorioso del pueblo. Eso se sabe porque está históricamente registrado, es así.
En esta situación, ¿cómo ves la participación de las organizaciones sociales?
Su trabajo es muy silencioso, no tiene prensa. Yo escucho radio todo el día y muy rara vez se escucha acerca del laburo de las organizaciones. Es importante el rol de varias organizaciones dedicadas a niñez y juventud. Pero en muchos casos, los chicos marginados no tienen futuro. Salvo que haya un plan estatal, que no va a aparecer, de salvataje masivo ahora, ya, porque después no van a tener resto neurológico ni físico para salvarse. Cuando digo "quemados" digo quemarse en vida, es ser neurológicamente pobre, psicológicamente inepto porque no tiene esperanza. Ya está lleno de traumas, lo único que lo salva es vivir en la evasión, en la droga, el alcohol, lo que sea. Mala evasión para borrar la realidad de su realidad. En ese sentido, veo muy podrido el panorama. La paradoja es que muchos de nosotros, los que defendemos sus derechos y queremos que no tengan condena social, terminemos muertos por ellos.
De alguna manera seremos responsables también.
Sí, pero mínimo. No creo ser responsable de esto. El laburo que hice durante algunos años de dictadura, durante todo el alfonsinismo, todo el menemismo, el laburo ideológico de los dibujos, si lo comparás con otros humoristas yo te voy a decir que no soy igualmente culpable que los demás. No tengo por qué meterme en la misma bolsa. Yo he dicho las cosas aún con la pobreza de razón que hubiera tenido. Trato de ser lo más honesto posible y no ser cómplice. Muchos colegas, lo único que querían era divertir, así que yo no me pongo en esa bolsa, no tengo nada que ver. Así que no somos todos culpables. Eso era lo que decía Neustadt: "Todos somos culpables", porque él quería sentirse igual de culpable que yo. Y yo ni en pedo; le atravieso la cara a ese tipo. ¿Cuál es mi responsabilidad? ¿Cuando pasan al lado mío y no los salvo? Eso es sentir una culpa. Sos responsable de tu propia infelicidad: no podés ser feliz mientras ese pibe esté en la calle. El otro día fui a Olavarría y en una charla me preguntaron cuáles eran mis metas personales y qué esperaba del país. Les dije: "Mirá, yo espero lo mejor del país. Puedo tener metas, metas personales, pero no voy a ser feliz mientras el país sea infeliz. Nadie puede ser feliz con salir a la calle y ver lo que ves. Es esquizofrenia ser feliz en un lugar así". O podés elegir la vía de la insensibilidad. Una vez subí a un avión donde estaba Martínez de Hoz. Y el tipo no mira para el costado, va para adelante, así, quieto, porque si no ve la condena que provoca. Va con oídos sordos, como encarpetado. Pasás y decís: "¡Ah, qué asco!". Menos mal que no me tocó a su lado porque iba a ser un quilombo, iba a llamar a la azafata y decirle que me cambien de asiento. Ese tipo tiene que tener bien marcada la armadura, vos podés vivir en una armadura, pero no sos feliz con la armadura. El camino de la felicidad es la sensibilidad.
¿Te parece que el lápiz y el papel es tu puesto de lucha?
No me planteo eso. No me siento muy comprometido, no me siento un trabajador social. Nada más cuando me viene la indignación digo las cosas, pongo en imagen lo que la gente no puede poner porque no tiene este oficio. Trato de clarificar una situación. Yo pienso todo el tiempo lo que estamos viendo, lo que pasa, la gente pasa y pasa porque tiene otras preocupaciones. El privilegio que tengo es que puedo pensar, paso y veo las publicidades. Hoy me percataba de que todas las publicidades que hay en calle miran con sonrisas la mayoría. Son todas sonrisas en un país que se debate entre la lágrima y la amargura. A eso lo veo y tengo la responsabilidad, la autorresponsabilidad de mostrarlo: "Miren gente que ustedes están consumiendo productos que son vendidos con una sonrisa que no existe". Ese momento es falso, ya no es la década de 1960, cuando vendían con una sonrisa más ingenua. Ahora son sonrisas "marketineadas" que no se las cree ni el propio modelo. El modelo es tan infeliz que le dicen "sonreí". Hay poca espontaneidad en esa sonrisa porque es para vender algo. Y yo denuncio. Tengo ese laburo. Ahora también laburo porque soy narcisista, porque quiero vivir bien, vanagloriarme, que me quieran y que me odien, las dos cosas.
Pero las obras destilan sensibilidad.
Y también superficialidad. Es un género donde se busca no la profundidad sino la evasión. Muchas veces la tira queda ahí, con cierta superficialidad. Hay días en que siento que se defienden las tiras. Y días en que parece que no tenía mucho para decir. Simplemente permanecí para seguir en el candelero. Esta no es sólo una tarea noble, hay bastante de egoísmo, mucha rosca para seguir ganando guita. Creo que tengo el tipo de reconocimiento que me merezco, no como otros humoristas a los que cualquier público les viene bien. Yo ni en pedo.
¿Cuál es tu método para trabajar?
Laburo todo el día. Cuando tengo la idea voy y la hago. No ensayo para mantener calientes los dedos. Ahora vuelvo a casa y tengo que hacer muchas cosas, mañana y pasado viajo, el trabajo se atrasa por viajes. Siempre me meto en más cosas de las que puedo hacer.
¿Cómo surgen las tiras?
La del domingo se me ocurrió en la cama, la del lunes caminando, la de mañana caminando. La mayoría por ahí salen sentado acá. Lo ideal es en la cama, con la idea descansada, luego pulida en la mesa. Si se me ocurre una idea tengo que ponerme a trabajar. No viene la musa, la obligo, o al muso le digo: "che, vení, llegó la hora de laburar". Es laburo. No tengo tiempo para que se aparezcan inspiraciones románticas. Laburo, pienso para laburar, laburo para pensar. Y para lo que tengo que entregar. Siempre trabajo bajo presión, o no hay otra manera. Si no, no entrego, me duermo, leo. La neurosis es así, la musa es así, la presión soy yo. A las 9 de la noche tengo que entregar a "Página/12". Nunca genero demasiados problemas, hay días más difíciles que otros. Pero les cumplo.
¿Cómo es la relación de tus dibujos con las palabras?
Es raro, estoy cada vez apropiándome más de las palabras en esto de charlar, de hablar y explicar, de hacer programas de radio. Soy cada vez más amigo de las palabras, hablo con más fluidez que antes. Por otro lado quisiera la mudez total: las palabras limitan la comunicación, son un contrato absurdo, son signos absolutamente subjetivos. Yo digo un palabra, vos otra. No creo en la comunicación humana por la palabra. Creo más bien en la incomunicación, en los malos entendidos que permanentemente genera la palabra. Se dicen palabras porque hay que salir del paso. En cambio el dibujo es mucho más sincero. En el dibujo se dice todo, se puede hacer humor sin palabras. Hice mucho humor mudo. De vez en cuando aparece una idea que no precisa de la palabra. Lo lindo sería sólo hacer mudo, pero estando en el diario te dan ganas de usar la palabra, porque combatís la palabra que se utiliza en todo el diario. Pero yo la uso con otros fines, ahí donde puede ser más enérgica. No llenando de palabrerío algo que no lo merece. En el periodismo, muchas veces se hacen notas para rellenar. Cuando una noticia requiere quince palabras se escriben mil. Por eso, en la tira la palabra tiene que ser muy precisa, las limpio hasta dejar las más precisas del mundo, cuando puedo las saco. Y si me queda enclenque la argumentación, las vuelvo a poner. Es todo lo contrario a la nota periodística, con todo ese palabrerío superfluo.
Detestás la repetición, pero la historia de la humanidad es una repetición constante.
Todos los imperios se caen. El saqueo de Roma fue distinto a lo de las Torres Gemelas, pero sorprenden las formas, el contenido se repite. La imaginación humana genera nuevas formas para derribarlos. Por eso existe el arte, que expresa un pensamiento, lleva formas distintas. Las guerras siguen ocurriendo pero de distintas formas, la idea de guerras largas entre naciones ha sido derrocada. Fue sustituida por la multivigilancia informática. Los medios de comunicación hacen que duren menos, renuevan las matanzas en otros lados. El "zapping" ha llegado incluso a las guerras. Estamos en la era del "zapping": nada dura, no dura nada demasiado. Prevalece la guerra, una silenciosa, las guerritas, las batallas son cada vez más cortas. El pool periodístico mundial va a decidir que duren una semana, hasta que venga otra recomendación. Los jugadores duran poco en los equipos, los amores duran poco, las parejas duran poco, los programas duran poco, todo dura menos. Quizás hoy una revolución pasaría porque las cosas no cambien tanto. Cambia todo, cambia simplemente para no llegar a la profundización de las cosas. Hoy una revolución tendría forma de persistencia para poder imponer una idea, imponer un sistema. A lo mejor a las guerras hay que llevarlas hasta el final y de una. La era del "zapping" en todo sentido es muy superficial, muy vana, muy vacía. Uno, ante la menor crisis rompe su pareja, ante la menor crisis rompe una amistad, ante la menor crisis la fragmentación cede: son ofertas capitalistas. Lo bueno sería persistir, saber que los ciclos van bien, van mal. Así es la vida y así son las largas vidas. Se pueden salvar, fortalecerse. Pero hoy eso ya no se soporta tanto.