Una especie de conclusión. No había puesto los pies en mi ciudad natal desde hacía veinticinco años. Mi discográfica quería un disco y tenía un montón de canciones nuevas. Así que volví allí. David Teegarden, que tenía el estudio, se encargó de llamar a todos aquellos con quienes tocábamos siendo adolescentes, bueno, los supervivientes. Una sesión bastante dura, en parte debido al hecho de volver a ver mi casa y al barrio de mi infancia, que me resultaron extraños. Los músicos no habían cambiado. Muy viejos todos, sexagenarios, allí estuvimos juntos durante una semana. El disco sale de ahí, mitad reencuentro, mitad extrañeza.
¿Y Audie Ashworth?
El año que murió no grabé nada. Un año antes, preparaba este disco para él, que fue el productor de mis primeros discos de los años setenta, en Nashville. Lo guardé todo, esperé. Luego retomé el concepto de Audie, pero con Teegarden, en Tulsa.
¿Cómo es el sonido de J.J. Cale?
Es casero. Soy técnico de sonido. Toco la guitarra y compongo, pero mi oficio de origen es técnico. Todos estos sonidos en mis discos los hice yo manipulando. En líneas generales, ése es el sonido de J.J. Cale. La mayor parte de mi obra se resume en yo mismo enchufando y desenchufando. Además de controlar los botones, compongo las piezas, canto, toco la guitarra, hago los arreglos, las cositas, realizo varias tareas al mismo tiempo...
Y aparte de la música, ¿qué hace? ¿Moto? ¿Surf? ¿Cocina? ¿O nada?
Nada. No está mal. Con sesenticinco años, miro las noticias de la tele, no juego al golf, ya no voy casi a pescar, dejo que pase el tiempo. Hago jardinería, corto el césped, toco la guitarra anotando las canciones, sin que salga nada de todo eso. No hacer nada es mi verdadera actividad. Y a veces, me tengo que poner en marcha: un disco, una gira, una entrevista.
Desde "They call me the breeze" a "Fancy dancer", ¿trata una filosofía de lo pasajero?
He tratado de variar y hay dos o tres canciones, o discos míos, que no suenan a J.J. Cale, pero al volverlos a escuchar no funcionan, así que vuelvo a lo de siempre. El nuevo disco podría ser el primero, es cierto. Ya no soy el tipo que era a los treinticinco años y, al mismo tiempo... lo sigo siendo. Musicalmente, nada cambia mucho. Soy bastante concreto: cada día trae su afán, mañana será otro día. Como cuando era un muchacho.
¿Piensa en la muerte?
A mi edad, forzosamente ¡já, já, já!... La muerte es una cuestión negativa. Hay gente que puede encontrarle algo positivo, yo no. Cuando la muerte esté aquí, nosotros ya no estaremos. No me obsesiono con la muerte, más bien con la vida.
Mito y realidad: el hechizante solitario lacónico, guitarrista zen en un carromato...
Sí, soy bastante así. Siempre he sido nómada. La mayoría de los músicos deben viajar. He vagabundeado durante toda mi vida, tocando aquí y allá, grabando más lejos. Es realmente lo que hace que parezca como soy.
¿Sus orígenes familiares?
Sangre india, creo, por parte de mi padre. Mis padres han muerto y nunca les pregunté por el tema. Digamos que provengo de los grandes movimientos migratorios europeos con, repito, sangre india. Hay bastantes reservas indias en Oklahoma.
¿Cómo nació "Blues for Mama"?
"Blues for Mama" es un poco obsesiva, dolorosa: trata de la muerte de la madre de alguien. Me veo otra vez hablando de esta prueba ineludible del luto por mi madre. Me senté para escribir las notas. No soy en absoluto un poeta, no escribo palabras a las que luego pongo música; encuentro una música y luego unas palabras que encajan.
¿Y "Fancy dancer"?
Es un ritmo. Mis grabaciones se basan en el ritmo. Para sacar canciones de esos retazos de ritmos que salen de cada rincón del estudio, busco palabras para que no sean instrumentales sino canciones. Compongo antes de grabar. Sólo yo y la guitarra, en pequeñas maquetas y con un poco de electrónica. Así sale "Fancy dancer": un tema "jive", el ritmo, el solo de guitarra... Un poco más que lo habitual para un disco.
¿Desde dónde nos habla?
¿Ahora mismo? Desde un Holiday Inn Express en Escondido, California. Una habitación de un hotel estadounidense corriente. Un televisor, una cama, un pequeño sofá, paredes blancas y moqueta de color oscuro. Respondo a tus preguntas con la tele apagada, ¡já, já, já! Nada muy romántico.
De niño, ¿se imaginaba cómo sería su vida?
No, tocaba la guitarra con los chicos del barrio por diversión. Luego tuve que ganarme la vida... Afortunadamente, nunca imaginé que me ganaría la vida tocando; todavía no llego a creérmelo.
¿Cómo encontró esa marca de fábrica "laid back", relajada?
No fue adrede. Mi voz, es mi forma de hablar, llena de humo, murmurada. Como compongo canciones y tienen que tener letras, debo cantar. Por lo tanto, compongo unas partes vocales con una tesitura limitada, porque no tengo voz: más bien un fraseo, una forma de hablar propia del blues; no podía componer temas melódicos porque no era capaz de cantarlos. Además, empezaron a pedirme ese tipo de ritmo lento. Tengo mi propia teoría al respecto: lo que me diferencia es precisamente el hecho de no cantar bien, porque los demás cantan bien.
Si pudiera vivir otra vida, ¿cuál sería? ¿Trovador? ¿Marciano? ¿Django Reinhardt? ¿Napoleón?
Me encanta Django pero ignoro su vida. Siempre he sido un trovador gitano. ¿Napoleón? Dirigir ejércitos, batallas... No es para mí.
¿Dios?
Sí, creo en él. Pero es algo muy íntimo. No del tipo místico sectario. Musulmanes, católicos, judíos, protestantes o budistas: no pertenezco a ninguna de esas sectas. Pero concibo la existencia de un ser supremo.
¿Qué hay de cierto en aquello de que usted es un ermitaño?
La discográfica me obligó por contrato a dar entrevistas para promocionar "To Tulsa and back". No soy de los que alguna vez quisieron ser famosos. Eso nunca me interesó. De ahí, tal vez, que mis discos no vendan tan bien pero mis canciones triunfen cuando las interpretan otros, otros a los que, en la mayoría de los casos, ni siquiera llego a conocer. Tal vez tenga que ver con que no estoy dispuesto a jugar ciertos juegos que impone el sistema. Lo que no significa que sea un recluso. A veces pienso que eso de la fama de recluso es algo que se le ocurrió a alguien de algún departamento de "marketing" para disimular el hecho de que para el gran público consumidor yo resulto aburrido. Y como lo de ermitaño me da cierto misterio, todos felices. A mí lo que me gusta es escribir canciones. A eso me dedico. Las escribo y las voy archivando y ahí están y así de tanto en tanto...