12 de diciembre de 2010

Julio Verne: "El gran pesar de mi vida ha sido el hecho de que nunca he tenido lugar alguno en la literatura francesa" (1)

No son muchas las entrevistas que se le hicieron a Julio Verne (1828-1905) durante su vida. Las más conocida, tal vez, sea la realizada por la periodista neoyorquina Elizabeth Cochrane quien, bajo el seudónimo de Nellie Bly, escribía en el diario "World". En 1889 se propuso batir el récord de Phileas Fogg, el protagonista de "La vuelta al mundo en ochenta días", por lo que, vestida con ropa de hombre y equipada con una pequeña valija, partió de Nueva York el 14 de noviembre de ese año. En el marco de ese viaje llegó a Francia, donde entrevistó a Julio Verne antes de continuar con su periplo que culminó el 25 de enero de 1890 tras setentidós días, seis horas y diez minutos. Otra muy recordada es la que le efectuó el escritor italiano Edmundo de Amicis (1846-1908), autor de la famosa novela "Cuore" (Corazón), el 20 de octubre de 1895 y que fuera publicada en la revista "Nuova Antologia" en marzo de 1897. El periodista Adolphe Brisson le hizo una entrevista a Verne al año siguiente; la misma apareció en la revista "Revue Illustrée" del 1 de diciembre de 1898. El periodista inglés Gordon Jones, por su parte, lo entrevistó para el nº 129 de la revista "Temple Bar" de junio de 1904. Las más interesantes son las realizadas por Robert Sherard, corresponsal en París del "World", quien lo entrevistó en dos oportunidades -noviembre de 1893 y octubre de 1903-, y la que le efectuó Marie A. Belloc para la revista "Strand Magazine" en febrero de 1895. De las entrevistas de Sherard, la segunda de ellas se publicó en el periódico "T.P.'s Weekly" el 9 de octubre de 1903, pero la más atractiva es la primera, aparecida en la revista "McClure's Magazine" de enero de 1894, dada la importancia de esta publicación mensual. En junio de 1893 apareció en Nueva York el primer número de "McClure's Magazine". Fundada por Samuel Sidney McClure (1857-1949), esta revista ilustrada, cuyo precio de venta al público era de sólo 15 centavos, publicó a los escritores más populares de la época como Mark Twain (1835-1910), Robert Louis Stevenson (1850-1894), Arthur Conan Doyle (1859-1930), Rudyard Kipling (1865-1936) y Upton Sinclair (1878-1968) entre otros. A partir de 1902 incorporó a sus páginas a un grupo de periodistas radicales que se dedicaban a investigar los abusos monopólicos de compañías como la Standard Oil Company o la United States Steel Corporation, sentando el precedente de lo que luego se conocería como "periodismo de investigación". Las ventas de la revista declinaron en la década del '20 y el último número apareció en marzo de 1929. En el ejemplar de enero de 1894 de esta publicación apareció, como ya se dijo, un ilustrativo reportaje a Julio Verne realizado en la Sociedad Industrial de Amiens, muy cercana a su casa, en el otoño (boreal) del año anterior por el periodista inglés Robert H. Sherard. Esta se complementa muy bien con la realizada en el domicilio del escritor por Marie A. Belloc un año más tarde, por lo que se ofrece a continuación la primera parte de una compilación de ambas.


Cuénteme acerca de su vida y su trabajo. ¿Cómo fue su juventud en su casa natal?

Nací en Nantes el 8 de febrero de 1828, de manera que en estos momentos tengo sesenta y seis años. Sería mejor que me pregunte por mis impresiones de la vejez y no por los recuerdos de mi niñez. Eramos una familia muy feliz. Nuestro padre, que fue un hombre admirable, era parisiense de nacimiento, o más bien, de educación. Realmente él nació en Brie pero fue educado en París, donde cursó sus estudios universitarios y se graduó como abogado. Mi madre era bretona, de la ciudad de Morlaix, de manera que por mis venas corre una mezcla de sangre bretona y parisiense. Tuve una juventud muy feliz. Mi padre era abogado en Nantes y estaba en posesión de una buena fortuna. El era un hombre de cultura y de un gran saber literario. Escribía canciones en la época en que aún en Francia se escribían; esto fue entre los años 1830 y 1840. Pero él era un hombre que no tenía ambiciones y aunque podría haberse distinguido en el campo de las letras -si así lo hubiera querido-, evitaba todo tipo de publicidad. Sus canciones se cantaban dentro del ámbito familiar. Muy pocas de ellas fueron impresas. Puedo comentarle que ninguno de nosotros ha sido ambicioso; hemos intentado disfrutar nuestras vidas y hacer nuestro trabajo lo más tranquilamente posible. Mi padre murió en 1871 a la edad de setenta y tres. Podría haber dicho: "Tenía dos años cuando el siglo nació", en honor al comentario del famoso Víctor Hugo sobre la fecha de su nacimiento. Mi madre murió en 1885, dejando treinta y dos nietos, y si contamos a los primos y primos hermanos, en total serían noventa y siete descendientes. Todos nosotros aún vivimos, es decir, la muerte no nos ha llevado a ninguno de los cinco. Somos dos varones y tres mujeres y todos estamos vivos en estos momentos. Los hombres y las mujeres de Bretaña son de constitución sólida. Mi hermano Paul era y es mi más estimado amigo. Sí, realmente puedo decir que él no sólo es mi hermano, sino que es, además, mi amigo más íntimo. Y nuestra amistad comenzó desde el primer día que puedo recordar. ¡Qué excursiones tan maravillosas solíamos hacer montados en botes remendados a través del Loira! Cuando tenía quince años no había un sólo rincón o lugar del Loira que no hayamos explorado. ¡Qué embarcaciones más peligrosas eran aquellas y que riesgos corríamos! A veces yo era el capitán, en otras ocasiones era Paul. Pero Paul era el mejor de los dos. Conoce usted que, después que se alistó en la marina, él se podría haber convertido en un funcionario muy distinguido. Pero no hubiera sido un Verne. O sea, quiero decirle, él no tenía ambiciones.

¿Cuándo empezó a escribir?

Empecé a escribir cuando tenía doce años. Escribía entonces poesía, y los poemas no eran muy buenos. Aún recuerdo una que compuse para el cumpleaños de mi padre. Fue recibida muy bien, incluso, fui felicitado y me sentía bastante orgulloso. Recuerdo que por esa época yo solía pasar un gran tiempo ocupado con mis escrituras, copiando y corrigiendo. Nunca llegaba a sentirme satisfecho con lo que había hecho. Supongo que unos pueden ver en mi amor por la aventura y por el mar lo que sería el giro que tomaría mi mente unos años más tarde. Ciertamente, el método de trabajo que yo tenía se me ha afianzado desde entonces y ha permanecido conmigo durante toda mi vida. No creo que haya hecho en alguna ocasión algún trabajo descuidado. No puedo decir que fui particularmente atrapado por la Ciencia. De hecho, nunca he estudiado Ciencias. Pero en la época en que era un muchacho adoraba ver como trabajaban las máquinas. Mi padre tenía una finca en Chantenay, una ciudad situada cerca del Loira. Cerca del lugar se encontraba la fábrica de máquinas gubernamentales de Indret. En ninguna de mis estancias en Chantenay dejé de visitar la fábrica. Allí, me quedaba de pie horas y horas observando como las máquinas hacían su trabajo. Esta característica ha seguido conmigo por el resto de mi vida. Aún hoy, siento tanto placer en mirar como trabaja la máquina de vapor de una locomotora como en contemplar un cuadro pintado por Raphael o Correggio. Mi interés en las industrias humanas siempre ha sido un marcado rasgo de mi carácter, tan marcado, de hecho, como mi amor por la literatura y mi deleite por las bellas artes que me han llevado a visitar cada museo y galería de alguna importancia en Europa. La fábrica de Indret, las excursiones en el Loira y mi intento de escribir versos fueron las tres grandes pasiones y ocupaciones de mi juventud.

¿Cómo fue educado?

Fui educado en el liceo de Nantes, donde permanecí hasta que concluí con mis clases de Retórica. Luego, fui enviado a París con el objetivo de estudiar Leyes. Mi estudio favorito siempre ha sido la Geografía, pero en la época en que estuve en París fui completamente atrapado por los proyectos literarios. Estaba bajo la gran influencia de Víctor Hugo; de hecho, me encontraba muy excitado leyendo y volviendo a leer sus trabajos. Por aquel entonces, si me lo preguntaban, quizás podría haber recitado páginas enteras de "Notre-Dame de Paris" (Nuestra Señora de París). Pero fue su trabajo dramático el que más influyó sobre mí y fue, bajo esta influencia, que a los diecisiete años comencé a escribir varias tragedias y comedias, por no mencionar novelas. De esta forma, escribí una tragedia en verso en cinco actos titulada "Alexandre VI" (Alejandro VI), sobre el papa Borgia. Otra de las tragedias en cinco actos y en verso que escribí por esa época fue "La conspiración de la pólvora", con Guy Fawkes como héroe. "Un drame sous Louis XV" (Un drama bajo Luis XV) fue otra de las tragedias en versos, y en cuanto a las comedias existía una en cinco actos y en verso llamada "Les heureux du jour" (Los felices del día). Todo este trabajo fue realizado con el mayor cuidado y con la constante preocupación de que el estilo me pareciera el correcto. Siempre he cuidado mucho el estilo, pero las personas nunca me han dado crédito por eso.

¿Cómo fueron sus primeros tiempos en París?

Llegué a París a estudiar en la época en que abundaban aquellas jóvenes de origen latino que se erigieron en una clase trabajadora. No puedo decir que frecuentaba las habitaciones de muchos de mis compañeros de estudio. Es conocido que nosotros, los bretones, somos personas que gustan de no hacer muchas nuevas amistades. Casi todos mis amigos eran viejos compañeros de escuela de Nantes, los cuales habían tenido la oportunidad de llegar a la Universidad de París al igual que yo. Mis amigos eran casi todos músicos, y en ese periodo de mi vida yo era músico también. Yo entendía armonía y creo, ahora puedo decirle, que si hubiera elegido la carrera musical podría haber tenido muchas menos dificultades que muchos otros para tener éxito. Víctor Masse era un estudiante amigo mío y también lo era Delibes, con quien llegué a entablar una íntima relación. Solíamos tratarnos de tú, el uno al otro. Estas fueron algunos de las personas con las que tuve cierta amistad cuando estaba en París. Entre mis amigos bretones se encontraba Aristide Hignard, un músico, que aunque había ganado el segundo Prix de Roma, nunca llegó a tener el éxito esperado. Solíamos trabajar juntos. Yo escribía la letra y él la música. De esa manera, produjimos una o dos operetas, las cuales fueron escenificadas, y algunas canciones. Una de ellas se titulaba "Les gavieros" (Los gavieros). Solía ser cantada por el barítono Charles Bataille, quien era muy popular por aquella época. Otro de los amigos que conocí siendo estudiante y que ha continuado siendo mi amigo desde entonces es Leroy, el diputado actual de la ciudad de Morbihan. Pero el amigo con quien tengo la deuda más profunda de gratitud y afecto es Alejandro Dumas, el hijo, el cual conocí a la edad de veintiuno. Nosotros nos hicimos amigos casi al instante. El fue el primero en animarme. Pudiera decirse que él fue mi primer protector. No nos hemos encontrado desde hace un buen tiempo atrás, pero mientras yo viva, nunca me olvidaré de su bondad ni tampoco la deuda que le debo. El me presentó a su padre; él trabajó junto a mí en colaboración. Juntos escribimos una obra llamada "Las pajas rotas", la cual fue escenificada en el teatro parisiense Gymnase, además de una comedia en tres actos que titulamos "Once días de asedio", la cual fue puesta en escena en el teatro Vaudeville. En aquel entonces yo vivía en una pequeña pensión mantenido por mi padre, y fue entonces cuando comencé a tener los sueños de riqueza que me llevaron a una o dos especulaciones en la Bolsa. En realidad esto no convirtió en realidad mis sueños. Sin embargo, extraje algún beneficio de mis constantes visitas a la Bolsa. Fue ahí donde llegué a conocer los secretos del comercio y la fiebre de los negocios, las cuales he descrito y usado a menudo en mis novelas. Al mismo tiempo que especulaba en la Bolsa, colaboraba con Hignard en operetas y canciones, y con Alejandro Dumas en comedias; también escribí cuentos que fueron apareciendo en algunas revistas. Mi primer trabajo apareció en la revista "Museé des Familles", donde podrá encontrar una historia mía sobre un hombre que no estaba en sus cabales y el cual iba dirigiendo un globo. Este fue el primer indicio sobre el estilo de novela que posteriormente seguí. Por aquellos años era secretario del Teatro Lírico y luego, secretario del señor Perrin. Adoro el teatro y todo lo que esté conectado a él, y el trabajo que más he disfrutado ha sido, sin duda, el de haber escrito obras para la escena.

¿Cuál fue el principio del éxito literario?

Tenía veinticinco años cuando escribí mi primera novela científica. Se tituló "Cinco semanas en globo". Fue publicada por Hetzel en 1863 e inmediatamente se convirtió en un gran éxito.

Quiero que me diga cómo escribió la novela y por qué, y qué preparación tenía para hacerla. ¿Tenía conocimiento de como se viajaba en un globo o había tenido alguna experiencia propia?

Ninguna. Escribí "Cinco semanas en globo" no pensando en una historia sobre como viajar en globo sino en una historia sobre Africa. Siempre he estado muy interesado en la Geografía y los viajes y con la novela quise dar una descripción romántica de Africa. De manera tal que no había otra forma de llevar a mis viajeros hacia Africa a no ser en un globo, y esta es la respuesta de por qué es introducido un globo en la historia. En ese momento nunca había hecho un ascenso en globo. De hecho, sólo he viajado en globo en una ocasión en mi vida. Fue en Amiens, mucho después de que mi novela fuese publicada. La travesía se verificó en tres cuartos de hora debido a que tuvimos un problema al subir. Godard, el aeronauta, estaba besando a su pequeño hijo al tiempo que el globo comenzaba a elevarse; de manera que tuvimos que llevar al chico con nosotros. El globo estaba tan pesado que no pudo ir muy lejos. Viajamos hasta Longeau, una ciudad por la que usted pasó antes de llegar aquí. Puedo decirle que tanto en el momento en que escribí la novela como ahora, no tengo fe en la posibilidad de dirigir globos, a excepción de que se estuviera en una atmósfera completamente estancada como, por ejemplo, en esta habitación. ¿De qué manera se puede construir un globo que logre enfrentar corrientes de seis, siete u ocho metros por segundo? Es sólo un sueño, aunque creo que si la pregunta alguna vez fuera resuelta esta sería con una máquina que fuera más pesada que el aire, siguiendo el principio del pájaro que puede volar aun cuando es más pesado que el aire.

¿Entonces usted no tenía ningún estudio científico en que basarse?

Ninguno. Puedo decirle que nunca he estudiado Ciencias, aunque gracias a mi hábito de leer he podido adquirir conocimientos que me han sido útiles. Soy un gran lector y cada ocasión que leo lo hago con un lápiz en la mano. Siempre llevo un cuaderno conmigo e inmediatamente apunto, tal y como lo hacía Dickens, algo que me interese o que pueda ser de posible uso en mis libros. Vengo aquí todos los días después de almuerzo y de inmediato me dispongo a trabajar. Leo hasta quince publicaciones distintas, siempre las mismas quince, y puedo decirle que son muy pocos los artículos que aparecen en ellas que escapan a mi atención. Cuando veo algo de interés lo escribo en mi cuaderno. Leo publicaciones tales como "Revue Bleue", "Revue Rose", "Revue des Deux Mondes", "Cosmo", "La Nature” de Tissandier y "L'astronomie” de Flammarion. También leo los boletines de las sociedades científicas, sobre todo aquellos de la Sociedad Geográfica. Debo significar que la Geografía es mi pasión y mi estudio. En mi biblioteca personal se encuentran todos los trabajos de Elisée Reclus -por el cual siento gran admiración-, y todos los de Francois Arago. He leído una y otra vez, debido a que soy un lector muy cuidadoso, la conocida colección "Le Tour du Monde", la cual es una serie de historias donde se describen viajes a diferentes partes del universo. Poseo miles de notas actualizadas sobre diferentes temas. En estos momentos cuento con veinte mil notas que pueden ser utilizadas en mi trabajo, pues hasta el día de hoy no han sido usadas. Algunas de estas notas fueron tomadas en conversaciones. Me gusta oír hablar a las personas, sobre todo a aquellas que me proveen de información sobre tópicos que conocen.

¿Cómo ha podido hacer lo que ha hecho sin estudio científico alguno?

He tenido la buena fortuna de venir al mundo en una época donde existen diccionarios de todo tipo. Si deseo buscar alguna información, todo cuanto tengo que hacer es localizarla en mi diccionario. Por supuesto, en mis horas de lectura también recopilo una gran cantidad de información. Como le dije anteriormente, muchas ideas siempre rondan en mi cabeza. Fue así como un día, en un café en París, leí un artículo de "El siglo". En él se decía que un hombre podría viajar alrededor del mundo en sólo ochenta días. Inmediatamente mi mente se iluminó con la posibilidad de que debido a la diferencia horaria, el viajero pudiera adelantar o retrasar un día en su viaje. Había encontrado un argumento para una historia. No escribí la historia hasta mucho después. Siempre llevo varias ideas en mi cabeza durante años -diez o quince en algunas ocasiones- hasta darles la forma definitiva. A través de mis novelas mi objetivo ha sido dar una imagen de la Tierra, y no sólo de la Tierra en sí sino del Universo. Recuerde que, en algunas ocasiones, he llevado a mis lectores más allá de la Tierra. Al mismo tiempo he intentado mantener la belleza en el estilo. Se dice que no puede haber estilo en una novela de aventuras. No es cierto, aunque admito que es más difícil escribir una novela de este tipo con un nivel literario aceptable que escribir el tipo de novelas modernas, basadas en un estudio profundo de los personajes de la misma. Quiero aclarar que no soy un gran admirador de la llamada novela psicológica, porque no entiendo que tiene que ver una novela con la psicología. Exceptúo aquí a Daudet y a Maupassant. Siento gran admiración por Maupassant. El es un hombre genial que ha recibido del cielo el don de escribir sobre muchas cosas y lo ha hecho tan natural y fácilmente como un árbol de manzanas produce manzanas. Mi autor favorito, sin embargo, es y siempre ha sido Dickens. No sé más de cien palabras del idioma inglés, de manera que tengo que leer sus obras en traducciones. Declaro que he leído diez veces, al menos, todas las obras de Dickens. No puedo decirle que prefiero a Dickens y no a Maupassant, porque no hay comparación posible entre los dos. La prueba de mi admiración por Dickens es mi próxima novela llamada "Fils d'Irlande" (Aventuras de un niño irlandés). Soy también y siempre he sido, además, un gran admirador de las novelas de Cooper. Al menos quince de ellas las considero inmortales.