17 de agosto de 2011

Entremeses literarios (CXXXVI)

EL FUTURO
Slawomir Mrozek
Polonia (1930)

El futuro es un enigma, pero ¿para qué están los augurios? Los antiguos vaticinaban por el vuelo de las aves y de este modo llegaban a saber lo que les esperaba. Incluso yo mismo puedo vaticinar mi futuro. Fui al parque, donde pájaros no faltan. Algunos volaban, otros estaban posados en los árboles, otros merodeaban por el césped. A mi me interesaban sólo los voladores. Alcé la cabeza y empecé a observarlos. No llevaba esperando mucho cuando sentí en la calva un ¡plaf! y mi futuro se me hizo simbólicamente claro. He averiguado una sola cosa acerca del futuro: no vaticinar nunca por el vuelo de las aves sin un buen sombrero.


CLAVES PARA UN GUIÑOL CONFIADO
Miguel Angel Zapata
España (1974)

Las marionetas que asistieron al baile danzaron toda la noche, intercambiaron sus parejas, conversaron, rieron sin pausa, unieron en besos de esmalte sus labios pintados. Sólo cuando el torpe movimiento de algún hilo en las alturas enredó el resto en una inextricable madeja, la celebración feliz, el baile deslumbrante se tornó caos de miembros en colisión, madera partida, junturas dislocadas, torsos desmembrados, cuerpos inertes, desconchados rostros.


DEL QUE NO SE CASA
Roberto Arlt
Argentina (1900-1942)

Yo me hubiera casado. Antes sí, pero ahora no. ¿Quién es el audaz que se casa con las cosas como están hoy? Yo hace ocho años que estoy de novio. No me parece mal, porque uno antes de casarse "debe conocerse" o conocer al otro, mejor dicho, que el conocerse uno no tiene importancia, y conocer al otro, para embromarlo, sí vale. Mi suegra, o mi futura suegra, me mira y gruñe, cada vez que me ve. Y si yo le sonrío me muestra los dientes como un mastín. Cuando está de buen humor lo que hace es negarme el saludo o hacer que no distingue la mano que le extiendo al saludarla, y eso que para ver lo que no le importa tiene una mirada agudísima. A los dos años de estar de novio, tanto "ella" como yo nos acordamos que para casarse se necesita empleo, y si no empleo, cuando menos trabajar con capital propio o ajeno. Empecé a buscar empleo. Puede calcularse un término medio de dos años la busca de empleo. Si tiene suerte, usted se coloca al año y medio, y si anda en la mala, nunca. A todo esto, mi novia y la madre andaban a la greña. Es curioso: una, contra usted, y la otra, a su favor, siempre tiran a lo mismo. Mi novia me decía:
- Vos tenés razón, pero ¿cuándo nos casamos, querido?
Mi suegra, en cambio:
- Usted no tiene razón de protestar, de manera que haga el favor de decirme cuándo se puede casar.
Yo, miraba. Es extraordinariamente curiosa la mirada del hombre que está entre una furia amable y otra rabiosa. Se me ocurre que Carlitos Chaplín nació de la conjunción de dos miradas así. El estaría sentado en un banquito, la suegra por un lado lo miraría con fobia, por el otro la novia con pasión, y nació Charles, el de la dolorosa sonrisa torcida. Le dije a mi suegra (para mí una futura suegra está en su peor fase durante el noviazgo), sonriendo con melancolía y resignación, que cuando consiguiera empleo me casaba y un buen día consigo un puesto, ¡qué puesto...! ¡ciento cincuenta pesos! Casarse con ciento cincuenta pesos significa nada menos que ponerse una soga al cuello. Reconocerán ustedes con justísima razón, aplacé el matrimonio hasta que me ascendieran. Mi novia movió la cabeza aceptando mis razonamientos (cuando son novias, las mujeres pasan por un fenómeno curioso, aceptan todos los razonamientos; cuando se casan el fenómeno se invierte, somos los hombres los que tenemos que aceptar sus razonamientos). Ella aceptó y yo tuve el orgullo de afirmar que mi novia era inteligente. Me ascendieron a doscientos pesos. Cierto es que doscientos pesos son más que ciento cincuenta, pero el día que me ascendieron descubrí que con un poco de paciencia se podía esperar otro ascenso más, y pasaron dos años. Mi novia puso cara de "piola", y entonces con gesto digno de un héroe hice cuentas. Cuentas claras y más largas que las cuentas griegas que, según me han dicho, eran interminables. Le demostré con el lápiz en una mano, el catálogo de los muebles en otra y un presupuesto de Longobardi encima de la mesa, que era imposible todo casorio sin un sueldo mínimo de trescientos pesos, cuando menos, doscientos cincuenta. Casándose con doscientos cincuenta había que invitar con masas podridas a los amigos. Mi futura suegra escupía veneno. Sus ímpetus llevaban un ritmo mental sumamente curioso, pues oscilaban entre el homicidio compuesto y el asesinato simple. Al mismo tiempo que me sonreía con las mandíbulas, me daba puñaladas con los ojos. Yo la miraba con la tierna mirada de un borracho consuetudinario que espera "morir por su ideal". Mi novia, pobrecita, inclinaba la cabeza meditando en las broncas intestinas, esas verdaderas batallas de conceptos forajidos que se largan cuando el damnificado se encuentra ausente. Al final se impuso el criterio del aumento. Mi suegra estuvo una semana en que se moría y no se moría; luego resolvió martirizar a sus prójimos durante un tiempo más y no se murió. Al contrario, parecía veinte años más joven que cuando la conociera. Manifestó deseos de hacer un contrato treintanario por la casa que ocupaba, propósito que me espeluznó. Dijo algo entre dientes que me sonó a esto: "Le llevaré flores". Me imagino que su antojo de llevarme flores no llegaría hasta la Chacarita. En fin, a todas luces mi futura suegra reveló la intención de vivir hasta el día que me aumentaran el sueldo a mil pesos. Llegó el otro aumento. Es decir, el aumento de setenta y cinco pesos. Mi suegra me dijo en un tono que se podía conceptuar de irónico si no fuera agresivo y amenazador:
- Supongo que no tendrá intención de esperar otro aumento.
Y cuando le iba a contestar estalló la revolución. Casarse bajo un régimen revolucionario sería demostrar hasta la evidencia que se está loco. O cuando menos que se tienen alteradas las facultades mentales. Yo no me caso. Hoy se lo he dicho:
- No, señora, no me caso. Esperemos que el gobierno convoque a elecciones y a que resuelva si se reforma la constitución o no. Una vez que el Congreso esté constituido y que todas las instituciones marchen como deben yo no pondré ningún inconveniente al cumplimiento de mis compromisos. Pero hasta tanto el Gobierno Provisional no entregue el poder al Pueblo Soberano, yo tampoco entregaré mi libertad. Además que pueden dejarme cesante.


MAGIAS DEL CIRCO
Jean Cocteau
Francia (1889-1963)

En el circo, una madre imprudente deja que su hijo se preste al número de un mago chino. Lo meten en un cofre. Cierran. Luego abren el cofre: está vacío. Vuelven a cerrar y a abrir el cofre; el niño reaparece y vuelve a su asiento. Ahora bien: ya no es el mismo niño. Y nadie lo sospecha.


ANONIMO
Paz Monserrat Revillo
España (1962)

Baja las escaleras de dos en dos. Cruza la calle con la mandíbula tensa y los puños apretados, la hoja cuadriculada en el derecho. Se acerca a los contenedores de basura. Elige el primero. Abre con mucho esfuerzo la tapa y, por última vez, fulmina con su mirada la carta que le ha enviado ANONIMO. La rompe en cien trocitos y los tira al recipiente metálico como si fueran tizones que le quemasen en los dedos. De puntillas cierra la tapa, se suelta la coleta y respira hondo restaurando así por un momento el orden del universo. Nunca, en sus larguísimos nueve años, nadie le había hecho sentir tan furiosa como este ANONIMO que con la mala letra de sus piropos en boli verde y la estúpida demanda de ser su novio ha conseguido romper su infancia en mil pedazos.


EL TRIUNFO DEL CRISTIANISMO
Ambrose Bierce
Estados Unidos (1842-1914)

Un hombre fue colgado por el cuello hasta que murió. Esto sucedió en 1893.
- ¿De dónde vienes? -preguntó San Pedro cuando el hombre se presentó a las puertas del Cielo.
- De California -respondió el solicitante.
- Entra, hijo mío; traes noticias que me llenan de alegría.
Una vez que el hombre entró, San Pedro abrió su libro de apuntes e hizo la siguiente anotación: "16 de febrero de 1893. California colonizada por los Cristianos".


CAPITALISMO
Luis Gonzalí
México (1982)

Empezó con diez ovejas. Las cuidaba, las contaba y, cuando no las ocupaba, las guardaba en su establo. Después de un tiempo necesitó más, y para poder comprarlas empezó a vender la lana de las que ya tenía. Después de varios meses de mucho trabajo llegó a tener cincuenta. Por supuesto, tuvo que construir un establo más grande, invertir en infraestructura para trasquilarlas y en un par de pastores para cuidarlas. Sus vecinos empezaron a verlo con celo y envidia y él empezó a dudar de ellos. Es por eso que también invirtió en vigilancia: rejas electrificadas, cámaras de circuito cerrado, guardias de seguridad. Cuando llegó a tener doscientas, desconfiaba incluso de sus empleados. Es por eso que empezó a hacer guardias nocturnas. Escopeta en mano y con la convicción de que nunca perdería a ninguna, vigilaba escondido entre los arbustos: nunca nadie le iba a robar a las ovejas que contaba para dormir, aunque las tuviese que vigilar personalmente, aunque le costara el sueño de todas las noches.


PROYECTO DE TRAMPA PARA RINOCERONTE Nº 3
Rosalba Campra
Argentina (1954)

Los rinocerontes de Niam son los más apreciados. Su carne es tierna y ligeramente filamentosa, con un dejo de almendra tostada. Por otra parte, su índole afectuosa los hace los preferidos de nuestras damas. Su captura presenta sin embargo notables dificultades desde el punto de vista psicológico. La mirada del rinoceronte vencido es tan lastimera que a menudo el cazador rompe en llanto y con el corazón transido lo sigue a su guarida en donde el rinoceronte, si lo encuentra de su agrado, lo domestica, y si no, se lo come. Nuestra carne es sumamente apreciada por los rinocerontes de Niam.


CABEZA DE PATRON CON PURE
Roland Topor
Francia (1938-1997)

Para fin de año, unos días antes de Navidad, pasar a saludar al patrón y matarlo como un chancho; dejarlo desangrar bastante tiempo para que la carne quede bien blanquita. Una vez la cabeza bien cortada dejarla escurrir. Después, hervirla una media hora. Retirar y sumergirla en agua fría para que se refresque. En este punto sorprenderá ver que la cabeza del patrón ha cambiado mucho: el pelo se habrá puesto blanco y el ojito, aunque todavía malicioso, tendrá un aire soñador. Y eso no es más que el principio, sigamos el proceso. Retirar la mandíbula superior hasta el ojo, deshuesar la coronilla, cuidando de acercar los bordes para que la cabeza mantenga bien su forma. Una vez concluida esta operación, frotar la cabeza con champú y envolverla en un trapo limpio que se ata con un hilo. Para la cocción; desleír tres cucharadas de harina con un poco de agua, agregar un ramito de flores, un trozo de manteca, sal y pimienta. Colocar la cabeza dentro de esta preparación y cocinar quitando la espuma de tanto en tanto. Después retirar la cabeza y arrojarla desde una altura de más o menos metro y medio en un fuentón de puré para que no se enfríen las orejas. Es un plato fuerte, para ser servido en grandes ocasiones familiares.
Nota: Si no se dispone de patrones frescos, la misma receta puede realizarse con jefes en conserva.


TRAVESIA
Raúl Brasca
Argentina (1948)

Caminaban a la par. Se habían jurado lealtad y que dividirían todo por mitades. Frente al desierto, igualaron el peso de sus alforjas y se internaron seguros. No los doblegaron la impiedad del sol ni el rigor de la noche y cuando se les acabó la comida repartieron el agua en partes iguales. Pero la arena era interminable. Paulatinamente, el paso se les hizo más lento, dejaron de hablar, evitaron mirarse. El día en que, con vértigo aterrador, sintieron que desfallecían, se abrazaron y, hombro a hombro, siguieron andando. Cayeron exhaustos al atardecer. Durmieron. Ya había amanecido cuando uno de ellos despertó sobresaltado: le faltaba parte de un muslo. El otro, que lo comía, continuó indiferente, terminó, volvió a tenderse, y como si completara un gesto irrevocable, atendió a la mano que su amigo le alargaba y le dio el cuchillo.