10 de enero de 2009

Borges el ultraísta y una curiosidad gallega

En 1918 el poeta chileno Vicente Huidobro (1893-1948) llegó a España tras dos años de permanencia en París. A partir de su actividad en las tertulias vanguardistas madrileñas, ejerció una notable influencia sobre un pequeño grupo de artistas que, junto a Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), Juan Larrea (1895-1980) y Gerardo Diego (1896-1987), marcarían el nacimiento de nuevas generaciones poéticas cuya intención era romper con el arte anterior a la Primera Guerra Mundial. Así nació el movimiento denominado Creacionismo, un término que patentizaba la idea de una obra literaria totalmente autónoma del mundo y que, mediante la eliminación de todo lo descriptivo o anecdótico, dejó de cantarle a la naturaleza para intentar imitarla: "Hay que hacer un poema como la naturaleza hace un árbol".
Otro movimiento vanguardista contemporáneo al Creacionismo fue el Ultraísmo, que tenía bastante en común con aquél y contó con una gran aceptación entre las minorías literarias. Fueron sus mentores Rafael Cansinos Assens (1882-1964), Rafael Lasso de la Vega (1890-1959), Isaac del Vando Villar (1890-1963), Adriano del Valle (1895-1958), Eugenio Montes (1897-1982) y Jorge Luis Borges (1899-1986), en aquel momento presente en España. Los poetas ultraístas tenían influencias del cubismo, del futurismo y del dadaísmo, y se caracterizaron por la utilización de imágenes y metáforas chocantes, el uso de neologismos, tecnicismos y palabras esdrújulas, la eliminación de la rima y la creación de cierta disposición tipográfica de las palabras con el propósito de fusionar la plástica y la poesía.
Sevilla y Madrid son las ciudades cuyos nombres surgen naturalmente cuando se evoca el Ultraísmo o se rememoran las vincu­laciones de Borges con ese movimiento. En la primera se editó la revista "Grecia", paradigmática publicación dirigida por Vando Villar, que luego se mudó a Madrid y editó "Ultra", ya que, en la capital española tenían sede las tertulias más célebres de la década del '20: en el Café Pombo, la de Gómez de la Serna y en el Café Oriental, la de Cansinos Assens. Sin embargo, habitualmente no se recuerda a la comunidad autónoma de Galicia como un espacio donde tuvieron lugar escenas muy importantes de la historia de la van­guardia rioplatense.

En La Coruña, por ejemplo, nació por aquellos años la revista de vanguardia más longeva, que fue -curiosamente- primero española y luego uruguaya. La fundó en 1920 el poeta montevideano Julio J. Casal (1889-1954) y es conocida por el nombre que llevó a partir del número 33: "Alfar". Contenía información variada sobre temas de interés para los emigrantes y sus familiares con un acentuado tono cultural. Casal consiguió la colaboración para su revista de los emergentes ultraístas y de algunos miembros de la todavía no conformada Generación del '27 española. Cuando el poeta uruguayo se trasladó a Montevideo en 1926, sólo salie­ron -al año siguiente- dos números (61 y 62) en La Coruña, bajo la dirección de Del Valle, pero éstos no contaron con el beneplácito del fundador, quien retomó la numera­ción ignorando a los editados en 1927, es decir, volvió a publicar "Alfar" en su ciudad natal desde el nº 61 en adelante, desde 1929 hasta su muerte en 1954.
Otra publicación gallega trascendental fue la revista "Ronsel", fundada en Lugo en 1924 por Jesús Bal y Gay (1905-1993), en la que colaboraron Rafael Ba­rradas (1890-1929), Luis Pimentel (1895-1958), Evaristo Correa Calderón (1899-1986) y Alvaro Gil Varela (1905-1980) entre tantas otras figuras relevantes de la cultura galaica que tanta influencia tuvo en el Río de la Plata. En Vigo, una ciudad de la provincia de Pontevedra, tuvieron lugar las historias de un argentino hijo de gallegos, Francisco Luis Bernárdez (1900-1978), y de un gallego hijo de pa­dre argentino, Amado Villar (1899-1954), artífices de la renovación periodís­tica en la región. Ambos viajaron a Buenos Aires a mediados de los años veinte para participar en el movimiento martinfierrisfa pero, según se desprende del ensayo "Amado Villar" que Conrado Nalé Roxlo (1898-1971) escribió en 1962, siempre omitieron mencionar este episo­dio y sus respectivas producciones de esa etapa.
Villar era un prestigioso periodista del diario conservador "El Faro de Vigo", al cual introdujo a Bernárdez a mediados de 1923 para que escribiera algunas colaboraciones en la página literaria que salía los sábados. En la columna titulada "De mi espejo cóncavo", Bernárdez -bajo el seudónimo de Artemio- comentaba socarronamente la actualidad municipal, pero, imprevistamente, el 1 de febrero de 1924, los comentarios pasaron a ser escritos por el propio Villar con el seudónimo de Villavril. Es que Bernárdez había decidido pasar al periódico "El Pueblo Gallego" recién fundado por Manuel Portela Valladares (1867-1952), quien intentaba revolucionar la prensa de la región con un nuevo concepto de periodismo, más vincula­do a las cuestiones intelectuales que a las cotidianas. En este medio, Bernárdez adquirió una gran relevancia escribiendo "Este­las", una columna en primera página firmada con su nombre, y otras con variados seudónimos, entre ellos Ambrosio y Martín Fierro.Entre ambos periódicos no tardó en entablarse un ardiente debate sobre los temas de actualidad, con posiciones encontradas que res­pondían a las ideologías de cada uno de ellos. En "El Pueblo Gallego", más progresista e ilustrado que su competidor, aparecieron -entre otras- notas de Rubén Darío (1867-1916), ilus­traciones de Pablo Picasso (1881-1973) y hasta un ensayo de Jorge Luis Borges (en el ejemplar del 27 de enero de 1924), cuya publicación en este diario pasó inadvertida para sus biógrafos hasta 2005.
El ensayo en cuestión era "Ejecución de tres pala­bras", que el autor de "El Aleph" incluyó al año siguiente en "Inquisiciones", uno de los libros de su etapa vanguardista que más adelante serían repudiados por él. Según la escritora marplatense May Lorenzo Alcalá (1946) en su artículo "Borges en Galicia" de 2005, "Ejecución de tres pala­bras" es "un excelente ejemplo del ingenio y la eru­dición de Borges puesta al servicio de desacreditar tres vocablos fluidamen­te usados por los modernistas, con la peculiaridad de que está escrito de una manera castiza, con palabras en desuso en la Argentina y referencias a hechos históricos un tanto crípticos para sus connacionales. Esta peculiaridad induce a pensar que fue escrito intencionalmente para ser publicado en España y posiblemen­te para constituirse en la primera colaboración de una serie".
La amistad entre Bernárdez y Borges fue el nexo entre el autor de "Fervor de Buenos Aires" y "El Pueblo Gallego", pero la colabo­ración de éste con el periódico de Vigo se interrumpió porque,
en mayo de 1924, aquél abandonó el diario viguense y hacia fines de ese año retornó a su país natal donde, en 1925, fundó la revista "Libra" en colaboración con Leopoldo Marechal (1900-1970); luego desempeñó actividades literarias en la revista "Martín Fierro", e integró, desde 1928, el grupo de la revista "Criterio".
Borges, mientras tanto, harto del ultraísmo que él mismo había traído de España, buscaba nuevos horizontes. Relacionado con los poetas argentinos Ricardo Güiraldes (1886-1927), Macedonio Fernández (1874-1952) y Oliveiro Girondo (1891-1967), y el mexicano Alfonso Reyes (1889-1959), fundaba un nuevo tipo de regionalismo al escribir cuentos y poemas sobre el tango, los suburbios porteños y sus míticas peleas de cuchilleros.