Muy ligado
a la historia cultural y política de América Latina en las décadas del
sesenta y setenta, el sociólogo
belga Armand
Mattelart (1936) es uno de los
referentes obligados a la hora de hablar de temas de la comunicación y la
cultura. Autor de textos que van desde el célebre "Donald l'imposteur" (Para leer al Pato
Donald), escrito junto a Ariel Dorfman (1942), pasando por los
análisis de la prensa, de la publicidad, de los medios alternativos y de
las políticas de comunicación, inquietudes que se vieron reflejadas en, por ejemplo,
"Multinationales et système de communication" (Multinacionales y sistemas de
comunicación) y "De l'usage des médias en temps de crise" (Los medios de
comunicación en tiempos de crisis); hasta la producción de los últimos años -"Technologie,
culture et communication" (Tecnología, cultura y comunicación) o "Penser les
médias" (Pensar sobre los medios)- en donde predomina tanto la voluntad de
explorar históricamente la genealogía de la comunicación como el objetivo
de estructurar un discurso crítico que dé cuenta de una globalización
económica -y a veces cultural-, que para muchos sólo tiene reservado el lugar de
la exclusión. Durante el Encuentro de Facultades de Comunicación Social de
América Latina realizado en Lima en noviembre de 1997, fue consultado
acerca de algunos de estos temas por Carlos Mangone para el nº 6 de la revista "Magazin
Literario" de diciembre de 1997. Los conceptos vertidos en la entrevista, que ya tiene sus años, no han perdido para nada su vigencia en la actualidad, cuando la desocupación y la exclusión de los jóvenes es cada vez mayor.
¿Cómo se expresaría la exclusión en este final
de siglo?
Tú tienes varias capas de exclusión, que ahora
se han profundizado y que son finalmente la pérdida de todos los derechos que
impedían la desnutrición, el hambre, etcétera. Y esto en todas las realidades.
En Francia, el gobierno ha debido bajar los precios de las cantinas de las
escuelas porque había niños que no comían. La exclusión también es el aumento
de la violencia en las propias escuelas, es una secuela. Hoy el gobierno, entre
los 300 mil empleos creados y que se pagan con el salario mínimo,
ha debido establecer en los liceos puestos de mediadores, una suerte de "ombudsman",
porque hay tantos conflictos que la vida se ha vuelto imposible, porque son precisamente
niños que viven en carne propia, en sus familias, la violencia por el ambiente
que crea el desempleo. Son mediadores muy jóvenes. Es una solución para
resolver el desempleo temporario, son como nuevos funcionarios...
Una crisis entonces que afecta también al
Estado de bienestar...
Un recorte, pero al mismo tiempo la necesidad
de que no se desangre totalmente... Es un Estado de bienestar en circunstancias
de precarización.
Sobre todo, la precarización del lugar social
de la juventud...
Claro. Y, si bien la exclusión principal es la
económica, existen otras formas que van adquiriendo creciente importancia. Por
ejemplo, la exclusión de todo acercamiento artístico a la realidad. La
marginación completa de los nuevos artistas. No hay posibilidad para ellos de
sobrevivir. Existen ejemplos que muestran una serie de contradicciones: estudiantes
cercanos a mi trabajo pueden ilustrar esta situación. Jóvenes artistas que
trabajan como controles del Louvre nunca se habrían atrevido a decir que
los públicos de museos son como "rebaños". Lo que ocurre como
consecuencia de esto es que aparece una opinión negativa, totalmente impensable
en personas decididamente progresistas, con respecto a la
democratización de la cultura, porque se observa
a la gente consumiendo cultura como si lo hiciera en un supermercado. Como
artistas, resulta una agresión tremenda porque muestra una sociedad que hace turismo
en los museos... Esto se acentuó hace poco tiempo cuando estos
mismos artistas se presentaron a una convocatoria para el turno noche del Louvre.
Decían que iba a haber en el Louvre una reunión, una ceremonia. Se arrendaba
el Louvre, pero no se aclaraba demasiado. Debían presentarse de 18 a 23 hs. y
vigilar el Louvre a puertas cerradas para que dos mil personas lo
"disfruten"... todas invitadas o pertenecientes a Microsoft. Allí el
choque es mucho más grande. Pueden cerrar el Louvre, que, si tú quieres, es el símbolo
de la Ilustración y de la cultura de la modernidad. Los artistas jóvenes ven que
los empresarios con un montón de dinero lo "sacan de circulación"
mientras ellos viven con el salario mínimo vital. Creen en el arte y los que
arriendan el Louvre lo toman como un nuevo paisaje. Se forman nuevos guetos...
Incluso, dentro de los consumos que se habían generalizado, se establecen
nuevos privilegios. Además es peligrosísimo, porque Microsoft
quiere comprar una cantidad importante de obras de arte del Louvre para ponerlas
en sus productos. Es decir una doble "apropiación".
Y todo quizás justificado por el discurso de la
eficacia, del gerenciamiento de la "administración cultural"...
Aparece también una forma de financiamiento
del Louvre... Se arrienda todas las semanas para "galas". Las fuentes
de exclusión se dan también para todo lo que sería antieconómico.
Y, ¿qué tipo de reacciones se producen en los
jóvenes que trata en su trabajo académico?
Te daría otro ejemplo de mi vida de docente.
Estamos asustados por las respuestas a los trabajos de admisión a la Licenciatura
en Comunicación e Información. A partir de dos preguntas muy generales acerca
de las relaciones entre medios y gobierno, las respuestas muestran la
interiorización del orden. Piden orden en lugar de la exigencia de otras épocas
en que la juventud -que digamos por otra parte que "existía", no es
una invención de los tiempos actuales- pedía desorden y creación. Es una
suerte de rebelión de tipo populista y en definitiva, las respuestas revelan
eso y nos inquieta. Claro que junto con esto, quizás como un efecto
de la lucha del propio mercado académico, se forma una comunidad que "comparte"
la situación. Resulta complejo. Allí habría dos tendencias. Algunos pueden ir
hacia comportamientos racistas, mejor dicho, hacia "sentimientos
primarios", de cosas simplificadas, preámbulo de otro tipo de exclusiones;
y, por otra parte, aparece el "juntarse" para enfrentar la situación,
por ahora, como simple resistencia.
Se podría decir que el fantasma que recorre,
en este caso Europa, es la desocupación...
Lo que me ha sorprendido es la evolución de
mujeres que llegan muy tímidas al primer año del doctorado y cuando salen bien
en sus estudios, después de buscar trabajo, te mandan cartas de una violencia
inédita, en contra del destino. Una violencia que nunca había visto en mujeres
jóvenes. Es gente que pensaba que la ley del ascenso social valía. Sobre
todo, en los hijos de la primera generación de ascenso social. A mí me inquieta.
Tienes una acumulación de rabia, ésa es la palabra, pero no puede ser
canalizada políticamente y entonces toma la forma de un rechazo a todo lo social,
a todas las instituciones...
En los años sesenta y setenta, buena parte del
análisis de la publicidad denunciaba las exclusiones simbólicas, los
estereotipos; criticaba las "culturas negadas". ¿Cómo percibe actualmente
este proceso tanto en el discurso publicitario como con el propio análisis?
Sucede algo muy particular que se podría
resumir en el hecho de que "pueden vender todo, incluso el hecho de no comprar".
Lo que ha incorporado la publicidad, en su afán de conocer cada vez más a
los "receptores", es toda la teoría de Michel De Certau. Ellos se dan
cuenta de que tienen una masa que se "escapa". Como dicen los
publicitarios franceses, los consumidores son "profesionales", saben.
Están obligados a nuevos acercamientos, están obligados a adecuarse al discurso
globalizado, de allí algunas concesiones a cierto multiculturalismo y lo
"políticamente correcto" en el manejo de sus representaciones. Pero
también han confiscado palabras del "otro" campo, como es el caso de
"apropiación" de la marca, del producto, de la imagen. Esto ya se da
en todas las sociedades, incluso en las que hasta hace poco, como Francia,
practicaban una cierta resistencia histórica a la hegemonía
"publicitaria". Se dan también en los análisis algunas situaciones
curiosas y que incluso van más allá del propio discurso publicitario. Michelle Mattelart
está estudiando el lugar de la mujer en dos procesos de revuelta social. Por una
parte, el Mayo francés del '68: en aquella época toda la semiología estudiaba
la representación de la mujer en la TV, pero todos los líderes de la revuelta
eran hombres, era en definitiva un movimiento sexista. Por la otra, en la protesta estudiantil del '86, lo que ocurre en la representación mediática sigue siendo sexista, pero en
la realidad del movimiento existe el ascenso de las mujeres en la sociedad. Sin embargo, ocurre algo más curioso todavía: cuando hablo con mis estudiantes
mujeres, dicen que es verdad pero parece no preocuparles mayormente. Por lo
menos, eso dicen, aunque debe preocuparles, porque les envía una imagen falsa
de sus existencias. Volviendo al tema de los análisis, existe
además una reacción en la propia Francia y creo que algo va a ocurrir. Lo que
creo es que existe la necesidad de revisar libros como el de Chacotin, textos
como el de Vance Packard o de historiadores que últimamente trabajan sobre los
usos de la informática en relación con nuevas situaciones de una "palabra
manipulada".
Parecería que volviéramos a utilizar algunos
términos que marcaron el análisis de la comunicación y la cultura de otras
décadas...
Resulta muy interesante. Parece una respuesta
para aquellos que dicen que todas las estrategias de manipulación han desaparecido; se plantea la necesidad de realizar un análisis a partir de lo argumentativo,
es decir, lo que se había dejado de lado demasiado pronto. En nuestra sociedad
hay nuevas situaciones de manipulación, como es el caso un tanto paradójico de
la propia ecología. Todo ocurre justamente en circunstancias en que se ha dado
mucha importancia al receptor en clave de consumidor.
Finalmente, ¿cuál sería por estos tiempos una
preocupación central de sus trabajos, lo que podríamos decir exageradamente,
sus "Patos Donalds" de fin de siglo?
Actualmente los "Patos Donalds", como
usted dice, es decir, lo que me preocupa, es lo que llamo el
"homo-global", proceso que está llegando a la naturalización de la
realidad que es profundamente desigual, aspecto que me inquieta profundamente.
Un conjunto de mecanismos estructurados que se han puesto en marcha y sobre
los cuales no se reflexiona lo suficiente. Está cada vez más dirigido, como planteaba
Guattari, a formar individuos en función del capitalismo mundial integrado.
Finalmente, estaríamos demasiado atrapados en un nuevo mito determinante. Allí
resulta importante interrogarse acerca de la construcción de la personalidad
de los individuos, es decir, de cada uno de nosotros en el tiempo y el espacio
de la globalización. Sobre todo, lo pienso con la responsabilidad de formar
estudiantes. Me preocupa este campo, tan propenso a producir mitos, el
"nuevo mito" de la globalización es la comunicación.