31 de julio de 2010

Jean Béraud. La ordinaria vida parisina de la "Belle époque"

Emile Blémont (1839-1927), poeta y dramaturgo francés, fundó y dirigió a lo largo de su vida varias revistas culturales, entre ellas "La Tradition", "La Revue du Nord", "Le Monde Poétique" y "Le Penseur". Pero, sin dudas, la más relevante de todas ellas fue "La Renaissance Littéraire et Artistique" que apareció semanalmente entre abril de 1872 y mayo de 1874. Blémont, redactor jefe, fue acompañado en la empresa por los poetas Jean Aicard (1848-1921) y Pierre Elzéar (1849-1916). La revista fue la primera en traducir al francés el poemario "Leaves of grass" (Hojas de hierba) del poeta estadounidense Walt Whitman (1819-1892), y contaba entre sus colaboradores más asiduos a Auguste Villiers de L'Isle-Adam (1838-1889), Stéphane Mallarmé (1842-1898) y Paul Verlaine (1844-1896).


En uno de sus últimos números, Blémont escribió: "¿Qué es un impresionista? Nadie nos ha dado una definición satisfactoria, pero a nosotros nos parece que los artistas que se reúnen o son reunidos bajo ese título persiguen, con diversos modos de ejecución, un fin análogo: dar con sinceridad absoluta, sin compromisos o atenuaciones, con procedimientos simples y amplios, la impresión que en ellos suscitan los aspectos de la realidad". Por entonces, el Impresionismo (esencialmente un grupo, no una escuela, al decir de Blémont) pasaba por una etapa de intensa actividad de la mano de artistas como Camille Pissarro (1803-1903), Edouard Manet (1832-1883), Edgar Degas (1834-1917), Claude Monet (1840-1926) y Pierre Auguste Renoir (1841-1919) fundamentalmente.
El Impresionismo se caracterizó por su novedoso modo de captar la realidad y representar lo natural. Sus artistas pintaban al aire libre diversos paisajes mostrando siempre lo fugaz e inmediato, producto, sobre todo, de su enorme poder de observación. El movimiento tuvo una vida bastante efímera y, hacia fines de los años '70 del siglo XIX, fue derivando hacia nuevas corrientes como el neoimpresionismo, el puntillismo y el divisionismo. Entre aquellas vanguardias posteriores al Impresionismo y eclipsado por el fulgor de las grandes figuras, hubo un pintor francés con una notable capacidad de captación figurativa y descriptiva que  aprehendió como ninguno al París floreciente de la Belle Epoque: Jean Béraud.


Béraud nació 31 de diciembre 1849 en San Petersburgo, Rusia, hijo de padres franceses. En 1854, tras la muerte de su padre, un escultor talentoso, su madre se trasladó a París con sus cuatro hijos. Allí, el futuro pintor completó su bachillerato en el Liceo Condorcet en compañía de quien sería otro gran artista: Edouard Détaille (1848-1912). Luego estudió Derecho y
comenzó a trabajar como abogado hasta que estalló la guerra Franco-Prusiana. Entonces, en 1872, inició sus primeros estudios artísticos en el taller de Léon Bonnat (1833-1922) donde permaneció durante los siguientes dos años. Bonnat dirigía su taller influído por el academicismo tradicionalista de la Ecole des Beaux Arts. Esto provocó que muchos alumnos fueran buscando estilos más libres y modernos. En este grupo estaban, entre otros, Alfred Roll (1846-1919), Gustave Caillebotte (1848-1894), Henri Toulouse Lautrec (1864-1901) y nuestro Béraud.


Seducido rápidamente por la libertad que le ofrecía el Impresionismo, Béraud comenzó su carrera como pintor de retratos, pero más tarde desarrolló su personalísimo estilo al centrarse en las facetas de la vida cotidiana en los bulevares parisinos: niños saliendo de la escuela, un hombre que deja su departamento, transeúntes que luchan contra el viento y la lluvia, parejas sentadas en el bar de la esquina y frente a una mesa de billar, soldados, patinadoras, ciclistas, modistas, bailarinas y cantantes con viejos burgueses en las salas de espectáculos, nadie escapó a la captación minuciosa, casi fotográfica, de Béraud.


Contemporáneo de todos los impresionistas, su obra dista mucho de las de Monet, Renoir o Pissarro, e influída por Manet y Degas, está mucho más cercana a Caillebotte o Toulouse Lautrec, aunque su pintura no se asemeja en nada a la de ellos. 
Béraud participó en los Salones anuales de Paris desde 1875 y ganó su primera medalla en el de 1882. En la Exposición Universal de París de 1889 obtuvo una medalla de oro y, al año siguiente, refundó junto a Ernest Meissonier (1815-1891), Pierre Puvis de Chavannes (1824-1898) y Auguste Rodin (1840-1917) la Société Nationale des Beaux Arts, donde expuso hasta 1929. También lo hizo en la Société des Francais Pastellistes, en el Cercle et Littéraire, en el Cercle des Mirlitons y en la Société Internationale des Peintres et des Sculpteurs.


Los últimos años de su vida estuvieron signados por varios problemas de salud. Cada vez más alejado de los pintores de su generación, luego del estallido de la Primera Guerra Mundial comenzó a pintar mucho menos y sus imágenes carecieron de la vitalidad de sus primeros trabajos. Murió en París el 4 de octubre de 1935 y está enterrado en el cementerio de Montparnasse.