
Adolfo Bioy Casares (1914-1999), en una entrada de su diario personal con fecha sábado 25 de julio de 1959, apunta: "Leemos (con Borges) las primeras páginas de 'Lolita' de Nabokov. Yo tendría miedo de leer ese libro (dice Borges). Ha de hacer mucho mal a un escritor. Uno advierte que es imposible escribir de otro modo". Unos meses después, en octubre de 1959, Jorge Luis Borges (1899-1986) escribió "El caso 'Lolita'", un breve artículo que sería recogido en noviembre de 1987 por la revista mexicana "Nexos" y en 1992 aparecería publicado en el nº 505-507 de la revista española "Cuadernos Hispanoamericanos". En él, Borges decía: "No puedo intervenir con eficacia en esta polémica. No he leído el volumen de Nabokov y no pienso leerlo, ya que la longitud del género novelesco no coincide ni con la oscuridad de mis ojos ni con la brevedad de la vida humana. Son contados los libros -'Las mil y una noches', diremos, o el 'Orlando furioso'- de cuya esencia misma es inseparable la longitud, porque nos da la certidumbre de que en sus páginas, podemos perdernos como en un sueño o una música; las muchas páginas, en general, son promesa de tedio y obra de mera rutina. En el prefacio de 'El retrato de Dorian Gray' se niega que un libro pueda ser inmoral, pero en el texto se refiere que Dorian fue envenenado por un libro, como otros por un abanico o por una antorcha. (El apólogo entero, por lo demás, nada significa si no hay leyes morales). Para casi toda la gente, los conceptos de moralidad e inmoralidad se reducen a lo sexual; no se piensa que un libro es inmoral porque enseña crueldad (Hemingway) o vanidad (Baudelaire). Si no me engaño, existe una razón de orden psicológico para que la menos peligrosa de las buenas o malas literaturas sea la pornográfica. En el 'Adonis' de Marino se describen cinco palacios consagrados al goce de los cinco sentidos, pero nuestra memoria es menos rica que los palacios del poeta y sólo es capaz de recrear percepciones auditivas y visuales, pero no el placer o el dolor, de los que apenas sobreviven las circunstancias. De ahí procede la ineficacia de los infiernos literarios, que prodigan vanamente lagos de fuego y montes de afilados cuchillos, de ahí también la de las escrituras eróticas. Su mejor instrumento es la sugestión; harto mas vivido que el 'blanc couple nageur' de Mallarmé es el 'but ye loveres, that bathen in gladnesse' de Chaucer. En cuanto a la censura, entiendo que las autoridades municipales no deben usurpar esta función del Poder Judicial".

Luego reproduce la declaración emitida por la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) que decía así: "Las autoridades acaban de recoger y prohibir la venta de la novela 'Lolita' de Vladimir Nabokov, publicada por la Editorial Sur, calificándola de pornográfica. La Sociedad Argentina de Escritores no puede permanecer indiferente ante un acto de esta naturaleza, por lo que significa en sí mismo y por el peligro que entraña para nuestra cultura una discriminación, por parte de funcionarios, acerca del contenido de libros que, como el que motiva esta declaración, han merecido el elogio de críticos tan indispensables como Denis de Rougemont, Graham Greene y John Hollander. La Sociedad Argentina de Escritores, consecuente con las declaraciones formuladas en el IV Congreso de Escritores, realizado en Mendoza, propicia una campaña de limpieza contra la torpeza pornográfica que ensucia los kioscos de publicaciones, pero en modo alguno puede admitir que ello sirva de pretexto para la calificación arbitraria de obras que por sus calidades artísticas, como en el caso de 'Lolita', quedan por ese solo hecho dentro de tan infamante designación. La historia de la literatura está llena de lamentables episodios que a la postre resultan inconcebibles, como el proceso contra Flaubert, gloria de la literatura francesa, por su obra maestra 'Madame Bovary', provocados por la incomprensión y el entremetimiento de personas, sin duda bien intencionadas, pero ajenas a los verdaderos intereses artísticos de la colectividad. La calificación de los libros debe estar a cargo de escritores de las más diversas tendencias confesionales para evitar una intolerable imposición de criterios personales al conjunto de lectores cultos. El criterio de que una obra peligrosa en manos juveniles debe ser, por ese solo hecho, prohibida, impediría el conocimiento de la gran literatura de todos los tiempos y todas las lenguas, pues en toda ella se exponen las lamentables flaquezas, vicios e inclusive crímenes del ser humano. La calidad literaria realiza, justamente, un fenómeno de trasmutación espiritual de tales impurezas. Aunque la conducta de los protagonistas de 'Lolita' sea tan objetable como la de la mayoría de los personajes de la práctica totalidad de las grandes novelas, no encierra ningún llamamiento a las bajas pasiones, ni estimula a una malsana imitación, características ambas de la auténtica pornografía; antes, por el contrario, las terribles consecuencias que de ella derivan pueden servir, al lector avisado, de advertencia. La Sociedad Argentina de Escritores, al reiterar su punto de vista acerca de la necesidad de una depuración de las publicaciones desembozadamente pornográficas, hace oír su voz de alarma y protesta contra la utilización de tan nobles propósitos con fines que los desnaturalizan, como es en el presente caso la prohibición de un libro de la calidad literaria de 'Lolita'".
Por último, se publicó una declaración de un grupo de intelectuales entre los que figuraban
José Donoso (1924-1996), Alberto Girri (1919-1991), Tomás Eloy Martínez (1934-2010), Conrado Nalé Roxlo (1898-1971), Virgilio Piñera (1912-1979) y Leopoldo Torre Nilsson

El 27 de diciembre de 1963 la Corte Suprema de Justicia falló en el caso "Editorial Sur". El Tribunal convalidó el decreto municipal 7718/59 que había calificado de inmoral la novela 'Lolita' de Vladimir Nabokov y prohibió su circulación y venta, entendiendo que "no parece susceptible de debate que, con fundamento en la necesidad y el deber de preservar la moral pública, asistan al Estado las facultades indispensables para impedir la circulación y venta de obras y publicaciones inmorales, porque ello es parte del poder de policía, en lo atinente a las buenas costumbres". Como era facil de suponer, cuando pocos años después fue permitida su impresión y circulación, el fallo obró como un elemento fenomenal de publicidad que fomentó la amplia difusión que tuvo la obra. Ya lo había dicho Juan Carlos Onetti (1909-1994) ni bien terminó de leerla: "'Lolita' está destinada a ser un éxito de ventas porque, entre otras cosas, no hace más que echar luz sobre algo que está subyacente en toda nuestra cultura y particularmente en la norteamericana, donde la belleza de las adolescentes y el poder de los hombres, se erigen como símbolos, de la misma dimensión que la estatua de la libertad, la bandera con estrellas o las torres gemelas".