El nacimiento de la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales - EHESS) en París, Francia, está enmarcado dentro del contexto ideológico de la Guerra Fría, cuando diversas organizaciones filantrópicas sirvieron de pantalla para operaciones de intervención cultural, muchas veces dirigidas directamente por los servicios secretos estadounidenses. A partir de sus orígenes diplomáticos y el mecenazgo de la Fundación Rockefeller que -durante la década del '50- tomaba las decisiones estratégicas, al parecer la EHESS logró su autonomía en 1975, aunque siguió siendo dirigida por controvertidos intelectuales franceses como Francois Furet (1927-1997) y Pierre Rosanvallon (1948). Si bien para algunos la EHESS es un establecimiento híbrido, financiado
entre el Estado francés, el Departamento de Estado de Estados Unidos mediante las becas Fulbright y la Fundación Franco-Norteamericana de New York, para otros es un polo intelectual independiente, líder en la investigación y la enseñanza de las ciencias sociales. Como quiera que sea, por sus aulas han pasado personalidades de renombre internacional como los historiadores Lucien Febvre (1878-1956), Fernand Braudel (1902-1985) y Jacques Le Goff (1924); los antropólogos Claude Lévi Strauss (1908-2009) y Marc Augé (1935); los sociólogos Pierre Bourdieu (1930-2002) y Alain Touraine (1925); el semiólogo Roland Barthes (1915-1980) y el filósosfo Jacques Derrida (1930-2004). Desde 1981, el sociólogo y filósofo franco-brasileño Michael Löwy (1938) es profesor en la EHESS, un cargo al que actualmente se ha sumado el de director de investigaciones emérito de dicha institución. Autor de relevantes ensayos como "La théorie de la révolution chez le jeune Marx" (La teoría de la revolución en el joven Marx), "Dialectique et révolution. Essais de sociologie et d'histoire du marxisme" (Dialectica y revolucion. Ensayos de sociologia e historia del marxismo) y "Pour une sociologie des intellectuels révolutionnaires. L'évolution politique de György Lukacs 1909-1929" (Para una sociología de los intelectuales revolucionarios. La evolución politica de Lukacs 1909-1929), Löwy ha participado desde sus inicios en el Foro Social Mundial junto al teólogo de la liberación brasileño Frei Betto (1944) y fue uno de los organizadores del primer Encuentro Ecosocialista Internacional, celebrado en París en 2007. En coautoría con el académico estadounidense Joel Kovel (1936) ha escrito el "Manifiesto ecosocialista internacional" en el que denuncia la crisis del modelo capitalista de consumo asociada a la crisis ecológica y plantea una revolución social frente al capitalismo. De visita en Pontevedra para asistir a la Semana Galega de Filosofía, evento que se llevó a cabo durante la primera semana de abril de 2010, dialogó con un enviado del diario "La Voz de Galicia", en cuya edición del día 12 de ese mes y año apareció publicada la siguiente entrevista.
¿Cuál es su planteamiento respecto a la crisis del modelo capitalista?
Trato de plantear que las crisis económica y ecológica están muy vinculadas y son aspectos de una misma crisis fundamental de la civilización occidental capitalista e industrial moderna, que ha llegado a un punto dramático. Para mí la crisis ecológica es la más grave -aunque menos aparente- que la financiera, porque pone en peligro la vida en el planeta. Y se necesitan cambios muy radicales.
Tenemos potencial para destruir el planeta, agotar todas las reservas, matar a media población mundial o, tal vez, a toda. ¿A estas alturas lo importante ya no es hacer sino no hacer?
Son las dos cosas: no podemos seguir haciendo lo que hemos hecho en los últimos cien años, seguir con la lógica del desarrollo, de la expansión del capitalismo, de la civilización industrial moderna, no, hay que interrumpir ese proceso porque nos está llevando a una catástrofe ecológica sin precedentes, el calentamiento global. Pero tenemos que hacer otra cosa obviamente, algo, buscar caminos para otro paradigma de civilización, otro modo de vivir.
¿Qué propone el ecosocialismo?
La necesidad de un cambio profundo, revolucionario, no solo de las relaciones de propiedad, sino del mismo aparato productivo, del paradigma de consumo y de todo lo que representa la civilización del capitalismo industrial moderno. La alternativa es una sociedad ecosocialista, en la que es la población la que decide las prioridades de la producción y del consumo en función de sus necesidades sociales y del respeto a los equilibrios ecológicos, no en función del beneficio del capital.
El modelo que usted defiende es el ecosocialismo. ¿A qué alude este término?
Resulta de un matrimonio o una convergencia de la crítica marxista de la economía política del capitalismo con la crítica ecológica del productivismo, del consumismo y los planteamientos ecológicos sobre los límites del planeta. Son dos formas de pensamiento distintas que han caminado separadas y que intentamos acercarlas porque son compatibles y juntas forman el ecosocialismo, el planteamiento de buscar una alternativa al capitalismo que no sea fundamentada en esa misma lógica del productivismo, del consumismo, en el mismo sistema de fuerzas productivas que son el petróleo y el carbón que nos conducen a un callejón sin salida.
Porque resulta que le estamos dando vueltas a cómo salir de la crisis económica y un amplio grupo de pensadores opina que lo que no tiene salida es el sistema...
El sistema, creo que tiene salida. La crisis tiene salidas siempre pésimas, a costa de los de abajo, pero el capitalismo nunca va a morir de muerte natural (ya lo decía Walter Benjamin) alguna salida dará. Pero es que el problema no es la crisis económica aunque puede durar muchos años, el problema es la crisis ecológica que es una crisis de civilización. Esa sí tiene límites, a partir de cierto punto entramos en un proceso irreversible de destrucción ecológica, de cambio de clima y calentamiento global, a partir de ahí no hay camino ni vuelta atrás y esa sí es la mayor amenaza.
¿Las medidas que están adoptando los gobiernos sirven para algo?
Las políticas que aplican los gobiernos no creo que vayan a resolver la crisis, son medidas que se quedan en los marcos de la misma lógica del capitalismo neoliberal. Necesitamos medidas más radicales que se enfrenten a los intereses privados del capital y una reorganización de la economía. Pero eso, los gobiernos no lo van a hacer y los mercados tampoco.
¿Lo que procede, entonces, es otra revolución?
Procede una transformación social radical y si se quiere se puede llamar revolución. Ahora, eso no significa que en tanto no haya una revolución no podemos hacer nada. Hay que plantear, como decía, medidas concretas en función de los intereses de los trabajadores, que sean sociales y ecológicas. Sabemos que los gobiernos no las van a tomar, pero si hay presión social suficiente algo se verán obligados a hacer.
¿Marx ha resucitado? ¿No estaba muerto?
La idea de que Marx ha muerto es vieja y cada vez que lo matan resucita. Los economistas oficiales creen hoy que es interesante para entender las crisis. Pero más allá de utilizarlo para entender la crisis, Marx da un análisis y un diagnóstico de cómo funciona el capitalismo y la perspectiva de una alternativa radical. Hay una declaración famosa que dice: "Marx está definitivamente muerto para la humanidad". ¿La fecha? 1917. Fue la primera previsión pero después hubo muchas, también se dijo en 1989 porque el capitalismo va tan bien que ha triunfado etcétera, y ahora resulta que se está redescubriendo a Marx, releyéndolo porque en cuanto exista el capitalismo vamos a necesitar a Marx para entender como funciona el sistema y como luchar en contra de él.
¿Sin Marx es posible explicar la crisis?
Pues hay explicaciones de la economía oficial pero se quedan muy cortas y los mismos economistas de la clase dominante leen a Marx a ver si se dan cuenta de lo que está pasando, pero toman a Marx simplemente como alguien que hace un diagnóstico de la crisis y a Marx no le interesa sólo hacer ese diagnóstico sino que le interesa cambiar las cosas, identificar grupos y clases sociales que tienen interés en enfrentarse con el capitalismo, es algo más de lo que se dice.
El ecosocialismo es un modelo revolucionario. ¿Cómo iniciarlo en Europa?
Es un modelo revolucionario, pero no basta con tener una visión, una utopía, tenemos que partir de luchas actuales, de pequeñas victorias para intentar avanzar en esa dirección. En América Latina esos movimientos de indígenas, de campesinos, aunque no se definan como tal son donde más avanzado está el planteamiento ecosocialista, de hecho hay un enfrentamiento con la lógica de la expansión del capital, de las multinacionales, del agronegocio, la destrucción de la flora, de los bosques etcétera. Ahí se está librando una batalla importante y no sólo para ellos sino para toda la humanidad, basta observar la importancia del Amazonas como pozo de carbono para frenar el calentamiento global. Ahora, en Europa también hay luchas sociales y ecológicas a un tiempo. Le doy un ejemplo: hoy (por ayer) en Francia hay una huelga de trabajadores del ferrocarril. Una de sus principales reivindicaciones es la defensa del transporte de mercancías mediante trenes en vez del transporte mediante camiones que genera gases con consecuencias muy negativas. Todos sabemos, incluso el gobierno francés, que hay que cambiar el sistema de transporte, pero en vez de hacer eso el gobierno, por razones de competitividad y cálculos financieros muy cortoplacistas, está reduciendo ese transporte de ferrocarril y destruyendo vagones. La huelga es para defender el empleo, pero también representa un interés general: el de todo el pueblo francés y europeo en que se cambie el transporte de mercancías. Es una lucha inmediata, concreta pero también con dimensión ecológica; esas son las luchas que nos parecen fundamentales, como la de los pontevedreses por recuperar sus calles.
¿A ese modelo se puede llegar en los países occidentales con los actuales partidos socialistas o de izquierdas?
Más que por los partidos hay que empezar por la gente, la población, los trabajadores. Y no solo en los países ricos. En América Latina las luchas ecosociales están más avanzadas. Aquí en Europa hay que empezar por luchas locales concretas. Por ejemplo, la lucha por transportes colectivos gratuitos en vez del coche privado, que ya se está llevando a cabo en varias ciudades. No es aún el ecosocialismo, pero es un primer punto. Hay una dialéctica entre luchas concretas locales como esas y una visión de conjunto más amplia de transformación de la sociedad.
Si no se produce el cambio ¿Qué futuro nos espera?
Los analistas sociales ya tenemos dificultad para entender el pasado y el presente, y mucho más el futuro. Lo que podemos hacer son predicciones condicionales. Como decían los profetas del Antiguo Testamento, si no cambiamos viene una catástrofe. Podemos prever que si seguimos con este sistema, con los negocios de siempre, vamos a tener una crisis aún más grave, económica y ecológica. Tenemos que tomar conciencia de la necesidad de un cambio de rumbo, confiando en la racionalidad de los seres humanos, sobre todo de los oprimidos y explotados, para que las cosas cambien.