29 de julio de 2007

Los grandes sellos discográficos del jazz

Los orígenes del jazz están unidos al nacimiento de un fenómeno musical en el que se vieron implicadas la cultura de los esclavos negros por un lado y la de los inmigrantes europeos por el otro. En los Estados Unidos de comienzos del siglo XX, las work songs, los spirituals, los ragtimes y los blues aportados por los negros, no tardaron en mezclarse con las baladas escocesas, las gigas irlandesas, los himnos metodistas y las cuadrillas francesas para dar lugar al género musical que fuera bautizado como Jazz en 1913 por un periódico de San Francisco. Al igual que el blues, fue sufriendo distintas modificaciones a medida que se iba desarrollando, y ellas dependían tanto del lugar en donde se lo ejecutaba como de los músicos que lo hacían. Dixieland, swing, bebop, cool jazz, hard bop y free jazz son las distintas denominaciones que recibieron los variados estilos jazzísticos a lo largo de su evolución y perfeccionamiento.
El primer disco de jazz apareció en 1917 y fue grabado por Nick LaRocca y la Original Dixieland Jazz Band, un grupo de músicos exclusivamente blancos. Hasta entonces Nueva Orleans, la capital de Louisiana en el sur de los Estados Unidos, se había convertido en el epicentro musical para los artistas que cultivaban su gusto por el jazz entre los que Jelly Roll Morton y Louis Armstrong son los más destacados, pero con el cierre del Barrio de las Luces Rojas -el lugar en donde estos músicos tocaban- se produjo un éxodo hacia otras ciudades entre las que se destaca nítidamente Chicago. Allí, en los locales nocturnos del South Side, la música de jazz cobró un notable impulso con Leon Beidebecke y Benny Goodman a la cabeza, hasta que la impresionante potencia del negocio musical en Nueva York, atrajo inexorablemente a los mejores ejecutores hacia aquellas latitudes. Los cabarets de Harlem monopolizaron a partir de entonces a las grandes bandas que tuvieron su apogeo en la década del 20, principalmente las de Fletcher Henderson, Coleman Hawkins y Duke Ellington.


La crisis económica de 1929 tuvo repercusiones muy negativas para el mundo del espectáculo y muchos músicos perdieron su trabajo a causa del cierre de locales. Recién en 1935, una vez superada la depresión, el jazz volvió a animar las veladas de los estadounidenses de la mano de Glenn Miller, Tommy Dorsey y Count Basie entre otros, se multiplicaron las orquestas y se incrementó su popularidad, que alcanzó su clímax a finales de la década del 50 cuando una coincidencia generacional hizo que alcanzara un nivel asombroso. En esa época concurrieron simultáneamente los fundadores que todavía estaban vivos y activos, los relativamente jóvenes músicos de la generación del swing, los héroes del bebop en su plenitud, los cultores del hard bop en su apogeo y los creadores del naciente free jazz.
Siempre se dijo que el jazz es sus grabaciones, ya que en ellas se puede apreciar fielmente la atmósfera, el clima que se respiraba en el momento en que fueron hechas. En este sentido, el año 1959 marcó un hito en la historia, no sólo por la fecundidad de la industria discográfica sino por la gran soltura y alegría que ella poseía. El jazz de las décadas de los cincuenta y los sesenta tuvo la fortuna de arroparse en el entusiasmo de una serie de personas que se animaron a desafiar a aquellos grandes estudios que, presumiblemente, influirían sobre la creatividad de los artistas. Los mejores momentos del arte nacen de la independencia y cuando se apela al concepto de producción independiente, cinco sellos discográficos acuden de inmediato a la memoria del aficionado, que aún hoy puede disfrutar de los momentos creativos que llevan su marca: Contemporary, Blue Note, Atlantic, Riverside y Prestige. Naturalmente hubo otros, pero los cinco mencionados son la síntesis de la formación y el desarrollo del jazz de, por lo menos, una década completa. Blue Note es el más antiguo. Fundado en enero de 1939 por Alfred Lion, un inmigrante berlinés apasionado del jazz, iba a convertirse en el centro del hard bop neoyorquino y, más adelante, en uno de los puntales de la vanguardia. Blue Note grabó los primeros grandes discos de Thelonious Monk, Miles Davis, Sonny Rollins y Bud Powell, pero su nombre se asocia con más rapidez a los de Horace Silver y Art Blakey, en cuyos respectivos ámbitos orquestales nacieron el hard bop y sus grandes estrellas.


De igual importancia en Contemporary, creado en la segunda mitad de los años cuarenta por Lester Koenig, para no pocas personas el mejor productor independiente que ha tenido el jazz. El sello estuvo hasta 1963 en plena actividad, formando lenta y pacientemente uno de los más bellos catálogos del jazz de todos los tiempos. Fieles artistas de esta casa fueron Art Pepper, Shelly Manne, Hampton Hawes, Harold Land, Howard Rumsey y Leroy Vinnegar. Abierto a las innovaciones, Koenig fue el primero en dar cabida a la música de Ornette Coleman. Otros vanguardistas como Sonny Simmons y Cecil Taylor fueron apadrinados por el gran productor de California. Aunque debe, y con justicia, ser asociado a los grandes nombres del rhythm and blues, Atlantic fue un sello de importancia capital en la evolución del jazz de la década de los cincuenta. Fundada en 1947 por Ahmet Ertegun, hijo de un diplomático turco, la compañía comenzó con los grandes nombres de la canción popular negra: Ruth Brown y Ray Charles. Fue gracias al gusto personal de Nesuhi Ertegun, hermano del fundador, que abrió sus puertas al mejor jazz: el Modern Jazz Quartet, Thelonious Monk, Charles Mingus, Duke Ellington, Roland Kirk, Freddie Hubard, Gil Evans... hasta llegar a Keith Jarrett. En sus estudios se dieron situaciones de importancia vital en la evolución de esta música: las primeras grabaciones de free jazz y la de un puñado de álbumes significativos de John Coltrane. Con los años, la compañía se convirtió en una de las principales discográficas del mundo.


Prestige, fundada por Bob Weinstock en 1950 y activa hasta 1971, es de todas las discográficas independientes la que tiene un aire más artesanal, aunque se trata de una hábil política de imagen. Bajo su sello grabó Miles Davis sus mejores discos de los años cincuenta y John Coltrane sus primeras placas importantes. En 1954 contrató los servicios de Rudy van Gelder, el mejor ingeniero de sonido especializado en jazz de todos los tiempos. Monk, Eric Dolphy, Lee Konitz y Stan Getz están abundantemente representados en su catálogo. Más tarde la compañía se diversificaría en otras marcas menores de las que la más importante sería New Jazz. Riverside, creación de Bill Grauer y Orrin Keepnews en 1952, puede vanagloriarse de tener en su catálogo a Bill Evans y Thelonious Monk, los centros absolutos del pianismo moderno en jazz. También Duke Ellington, Sonny Rollins, Wes Montgomery, Max Roach y Chet Baker serían artistas exclusivos del sello. Este sería absorbido por la gran compañía Fantasy, que se encargaría de reeditar el catálogo bajo la etiqueta de “Original Jazz Classics”.