Charles John Huffam Dickens, el gran
cronista del alma inglesa -ese "ojo militar" como lo llamó Henry
James por sus dotes de gran observador- nació el 7 de febrero de
1812 en Landport (hoy parte de Portsmouth) y falleció el 9 de junio
de 1870 en Gads Hill Place, su casa de campo en Higham,
Kent, víctima de un derrame cerebral. Vivió cincuenta y ocho
años, tiempo suficiente para dejar una obra memorable que refleja, acaso
como ninguna otra, las grandezas y miserias producidas por aquel peculiar
engarce entre la almidonada sociedad victoriana y
la implacable Revolución Industrial. Tuvo una infancia signada por la
miseria, las humillaciones, los rencores y la obsesión, circunstancias que le
servirían de inspiración para concebir una extensa obra en la que combinó
con maestría el humor, el sentimiento trágico y la ironía con una ácida crítica
social y una aguda descripción de gentes y lugares, tanto reales como
imaginarios. Borges lo definió como un "hombre de genio"
y, acaso en su mayor elogio a la figura de Dickens, le otorgó el
título de "inventor de la infancia" por los numerosos personajes
infantiles que presentó en sus más logradas novelas.
Aquel niño que había nacido en el seno de
una familia modesta pero suficientemente acomodada en la que disfrutó de una
infancia tranquila, aquel chiquillo de salud
delicada que comenzó a asistir a la escuela a los nueve años de edad
y tan sólo permanecería allí dos años y medio, aquel muchacho que
disfrutaba de las lecturas de "Robinson Crusoe" y "Don
Quijote", se encontró de pronto ante un momento trágico y crucial
para su vida: su padre, hundido en un océano de deudas, cometió
un desfalco que lo llevaría a la prisión de Marshalsea en Londres. El
futuro escritor se vio en la necesidad de trabajar para mantenerse y
ayudar económicamente a su familia que vivía en la cárcel junto al padre,
mientras él quedó solo en una buhardilla de Camden Town, alojado por unos
caseros. En una fábrica de betún para calzado ubicada en el nº 30 de
Hungerford Stairs, cerca de la que hoy es la estación de trenes Charing
Cross, el pequeño Charles trabajó diez horas diarias pegando
etiquetas en las latas por seis chelines a la semana. Cuando
su abuela materna murió dejando una módica herencia con la que la familia
consiguió saldar las deudas y liberar al padre de la cárcel,
insólitamente su madre decidió mantenerlo empleado en la
fábrica. Aquella decisión, jamás perdonada, más la convivencia
con las duras condiciones de vida de las clases más humildes, se vería
reflejada en su obra ulterior.
En 1827, con quince años, el joven Charles
encontró trabajo como pasante en un bufete de abogados y, poco después,
como taquígrafo judicial. Al año siguiente comenzó a colaborar como
reportero en el "Doctor's Commons" y posteriormente ingresó en
calidad de cronista parlamentario en el "True Sun", un trabajo
digno que le permitió empezar a soñar y a desarrollar aquello que siempre le
gustó: escribir. Lo hizo con una serie de relatos cortos que, en el
invierno de 1833, presentó a la “Monthly Magazine”, revista que accedió a
publicar uno de ellos. También aprendió taquigrafía y, poco a poco, comenzó a
ganarse la vida trabajando como reportero en "The Mirror of
Parliament" y, a partir de 1834, en el periódico liberal "The Morning
Chronicle". Por entonces, alentado por el editor George
Hogarth (1783-1870), publicó bajo el seudónimo de Boz una
serie de crónicas inspiradas en la vida cotidiana de
Londres. "Sketches by Boz" (Los apuntes de Boz) fueron un
completo éxito de crítica y público, tanto que el mismo Hogarth
alentó a Dickens para que escribiera una novela por entregas.
Así, desde
marzo de 1836 y hasta noviembre de 1837, fue apareciendo periódicamente
"The posthumous papers of the Pickwick Club" (Los papeles
póstumos del Club Pickwick), con ventas que superaban los 40.000
ejemplares y le supusieron fama y solvencia económica, algo que se
vería ampliado por las siguientes novelas que fue publicando de allí en
adelante y en las se percibiría la influencia estilística
de Henry Fielding (1707-1754) y Tobias Smollet (1721-1771), dos
de los más grandes novelistas ingleses del siglo XVIII.
El estilo ligero de aquella primera novela
dio paso al capital simbólico previo conformado por la miseria
y la explotación vividas en su infancia, lo que lo llevó a
tener una actitud socialmente comprometida que puso de manifiesto en
las posteriores "Oliver Twist" y "Nicholas
Nickleby" publicadas entre 1836 y 1839. De acuerdo
al mandato editorial de la época -que imponía la edición por
entregas en revistas semanales o mensuales ya que abarataba costos y
hacía más accesible su adquisición-, Dickens publicó gran parte de su obra
novelística bajo esta modalidad. Así fueron apareciendo "The old
curiosity shop" (La tienda de antigüedades), "Barnaby
Rudge", "Martin Chuzzlewit", "Dombey and son"
(Dombey e hijo), "David Copperfield", "Bleak house" (Casa
desolada), "Hard times" (Tiempos difíciles), "Little
Dorrit" (La pequeña Dorrit), "A tale of two cities" (Historia de
dos ciudades), "Great expectations" (Grandes esperanzas),
"Our mutual friend" (Nuestro común amigo) y la inconclusa "The
mystery of Edwin Drood" (El misterio de Edwin Drood), de la que alcanzó a
escribir seis episodios de los veinte que tenía planeados.
La publicación de las novelas por
entregas afectó claramente la técnica narrativa de Dickens, lo que se
hizo patente en, por ejemplo, la creación del suspenso, las demoras y
aceleraciones de la trama, y las sorpresas argumentales. Esa tendencia a
la improvisación generó cierta falta de unidad de las obras, algo que
fue denostado por críticos y biógrafos que aludían a su pobre formación
intelectual. En ese sentido, Flaubert fue implacable con Dickens, al
que le criticó la débil psicología de sus personajes, la ausencia de un
plan de escritura y la extravagancia en sus intrigas: "¡Qué poco amor por
el arte!", escribió, y lo calificó de "ignorante como un
cántaro; una inmensa bondad de segundo orden". Pero, por otro
lado, el público lector creció enormemente dado que, por unos pocos
peniques, podía comprar las revistas semanales que publicaban los
episodios de sus novelas.
Dickens, que creó alrededor de dos mil
personajes a lo largo de su carrera literaria, fue autor de novelas cortas
como "A Christmas carol" (Un cuento de Navidad), "The
chimes" (Las campanas), "The cricket on the hearth" (El
grillo del hogar), "The battle of life" (La batalla de la
vida), "A house to let" (Una casa para alquilar)
y "The signal man" (El guardavía); de las crónicas de
viajes "American notes" (Notas americanas) y "Pictures from Italy" (Estampas de
Italia);
de las obras teatrales "The village coquettes" (Las coquetas del pueblo), "The strange gentleman" (El extraño caballero), "Is she his wife?" (¿Es su
esposa?) y "The lamplighter" (El farolero), y de varios poemarios y
ensayos. También desarrolló activamente una labor periodística destacada y
fundó semanarios y periódicos como "Household
Words", "All The Year Round" y el "Daily
News". Asimismo realizó varios viajes por Estados
Unidos, Inglaterra e Irlanda, donde leía públicamente fragmentos de
sus obras ante nutridas concurrencias.
El llamado "novelista de la vida popular
inglesa", fue uno de los abanderados del realismo y creador de
la novela social inglesa. Su obra ofreció una necesaria e imaginativa
respuesta al dolor y la pobreza que se ocultaba detrás de la aparente
prosperidad que dejaba ver la buena cara de la sociedad, además de un retrato
de la Revolución Industrial en términos humanos. Desde su adhesión a lo
que entonces se llamó radicalismo, se dedicó a diseccionar la filosofía
del industrialismo y a realizar un devastador ataque al utilitarismo, al que le
criticó su avaricia e hipocresía. Marx dijo de él en 1854 que "en sus
libros se exhiben al mundo más verdades sociales y políticas que en
todos los discursos de los
políticos profesionales, publicistas y
moralistas juntos". Diez años más tarde, el crítico francés
Hippolyte Taine (1828-1893) apuntó: "Dickens luce la simpatía, la comprensión y
el amor como nudos de las relaciones humanas. Utiliza el soporte de su
alacridad noveladora para afirmar su personalidad con un distingo claramente
social, de reformador que presenta situaciones de las que se desprende un
estado de cosas intolerable. Una situación social que pide clamorosamente un
cambio en las condiciones de vida de ciertas clases. Dickens se ha identificado
con los humildes de su país y su obra seguirá una línea llana, nada intelectual
y en constante defensa de los desvalidos contra los poderosos, de los sencillos
contra los opulentos. En el fondo, todas sus novelas se resumen en una frase:
dejen la ciencia a los sabios, el orgullo a los nobles, el lujo a los ricos;
tengan compasión de las miserias de los humildes; el ser pequeño y
menospreciado puede valer tanto como millares de seres poderosos y soberbios".
Y George
B. Shaw comentaría en 1912 que "la indignación que Dickens
promovió se ha difundido y profundizado hasta tornarse en un convencido rechazo
de toda la estructura industrial del mundo moderno". Al día siguiente
de su muerte el diario "The Daily News" registró: "Gracias a sus
estampas de la vida diaria -y no a las crónicas oficiales- las generaciones
futuras tendrán la oportunidad de saber cómo se desarrollaba la vida en el
siglo XIX".