La historiadora francesa Elisabeth Roudinesco (1944) es la principal cronista del psicoanálisis mundial. Se doctoró en Letras y Ciencias Humanas en la Sorbona en 1966 y perteneció a la escuela freudiana de París fundada en 1953 por Jacques Lacan (1901-1981) y Daniel Lagache (1903-1972). En la actualidad es directora de Investigaciones en la Universidad París VII y una de las personalidades más reconocidas del mundo psicoanalítico parisino. Entre sus obras se encuentra el monumental y polémico "Jacques Lacan. Esquisse d'une vie" (Lacan, esbozo de una vida) y el muy citado y consultado "Dictionnaire de la psychanalyse" (Diccionario de psicoanálisis). Es autora además de "Pourquoi la psychanalyse?" (¿Por qué el psicoanálisis?), "Le patient, le thérapeute et l'Etat" (El paciente, el terapeuta y el Estado), "La famille en désordre" (La familia en desorden), "Pour une politique de la psychanalyse" (Por una política del psicoanálisis) e "Histoire de la psychanalyse en France" (Historia del psicoanálisis en Francia) entre otros. En 2005 publicó un libro homenaje: "Philosophes dans la tourmente" (Filósofos en la tormenta), dedicado a aquellos filósofos que dejaron una profunda huella en la filosofía francesa del siglo XX y en el pensamiento universal. En él, la historiadora del psicoanálisis revivió a Georges Canguilhem (1904-1995), Jean Paul Sartre (1905-1980), Louis Althusser (1918-1990), Gilles Deleuze (1925-1995), Michel Foucault (1926-1984) y Jacques Derrida (1930-2004), a los que conoció de un modo diverso: en cada caso fue amiga, confidente, alumna, lectora y admiradora. Para hablar sobre ese libro, el periodista Héctor Pavón la entrevistó en París para el nº 200 de la revista "Ñ" del 28 de julio de 2007.
¿Qué pretendió lograr con "Filósofos en la tormenta"?Lejos de conmemorar antiguas glorias o de apegarme con nostalgia a una simple relectura de sus obras he intentado mostrar que sólo la aceptación crítica de una herencia permite pensar por sí mismo e inventar un pensamiento para el futuro. Estos pensadores se caracterizaron por haber cuestionado la naturaleza del sujeto y por haber develado lo que se esconde tras el uso de esa palabra.
¿Cuál es el lugar de la filosofía en una sociedad globalizada en todas sus dimensiones y donde el pensamiento no parece ocupar un lugar central?
Los seis filósofos de los que hablo en mi libro completaron su obra antes de la aparición de la televisión, antes de que ella interviniera en la difusión de la cultura del libro. Protagonizaron debates restringidos a un pequeño público que luego se ampliaron. En nuestra época, la celebridad llega mucho más rápido, tenemos un acceso mucho mayor a los medios que aquellos filósofos. Pero diría que hoy, en el último tiempo, es casi al revés. Hay menos medios que se interesan en esto. Una verdadera confesión intelectual. La televisión está evolucionando hacia algo netamente comercial que hace que casi no haya emisiones literarias. En la prensa escrita todavía hay lugar. En Francia, cada cosa constituye un acontecimiento político para los intelectuales. Si surge el casamiento entre homosexuales, eso desencadena un debate; con los cambios en la Constitución, también. Siempre hay debates intelectuales. Los lugares de difusión del pensamiento son los libros y la prensa. También la universidad, pero menos. Y otra característica de los intelectuales de hoy es que viajamos mucho. Si piensa en los seis filósofos que tomé, no todos viajaron. Sólo Derrida y Sartre fueron grandes viajantes. Canguilhem casi no lo hizo, Althusser fue sólo a Italia y creo que Deleuze casi no salió de Francia. Hice toda una genealogía sobre dos generaciones de autores, es decir, los grandes filósofos que marcaron el último medio siglo y que tomé en un momento dado de su historia o de su obra, y cuya característica es una filosofía de la rebelión, de la libertad, de la crítica.
Usted tiene una relación diferente con cada uno de esos pensadores. Hay cuestiones intelectuales y personales que la unen y separan de cada uno de ellos...
Sí, fui muy amiga de Althusser, pero nunca su alumna, no me admitía... Lo conocí en 1972 y tuvimos un vínculo personal, siempre me apoyó. Fui alumna de Deleuze en los años '70, cuando hacía mi maestría en Letras; seguí todo su seminario sobre "L'anti-Oedipe" (El Anti-Edipo). Luego critiqué esa obra, fui un poco fiel y un poco infiel. A Canguilhem lo conocí tiempo después, cuando escribí el primer volumen de "Historia del Psicoanálisis". Se lo envié y le gustó mucho. Era un maestro que admiraba, pero no fui su alumna. Canguilhem fue muy importante en mi vida porque apoyaba realmente todo lo que yo escribía. Lo manifestó públicamente, lo que no es común. Con Derrida todo comenzó de una manera bastante difícil porque en los '70 yo había sido más bien crítica. Luego nos reencontramos cuando escribí las obras sobre psicoanálisis.
¿La academia y la sociedad francesas siguen difundiendo el pensamiento de estos filósofos? ¿Son más conocidos que cuando estaban vivos?
A mi entender, es igual porque no era una época en la que sus libros fueran best-sellers, no se pensaba si tenían éxito o no. Escribir libros era parte de la mitología de la vida. Forman parte hoy del patrimonio cultural. Pero usted sabe que en Francia se vive una época extremadamente reaccionaria, conservadora. Hay una tendencia a detestar ese tiempo pasado. Pero, subterráneamente, todos esos filósofos existen. Vivimos en relación a ese pasado porque ellos ocupan su lugar. Periódicamente se deplora esa gran época, pero lo que trato de mostrar en este libro es que en aquellos tiempos esos filósofos no tenían la impresión de vivir una gran época.
¿Hoy se puede establecer la existencia de una filosofía francesa, alemana o italiana como ocurría en siglos anteriores?
Nos situamos en el comienzo de Europa, y la característica de esos filósofos es que eran internacionalistas. Son franceses pero hay que destacar que Sartre estaba marcado por la filosofía alemana, Canguilhem un poco menos, Althusser fue marxista; Deleuze fue un modelo algo diferente y diría que fue el más francés de todos. .
En su libro no hay ninguna mujer... ¿No había lugar para Simone de Beauvoir, por ejemplo?
¡No iba a poner a una mujer sólo por ponerla! Elegí a filósofos franceses de cierto período. Podría haber puesto a Simone de Beauvoir, la única que habría elegido. Pero ella no me marcó. Tomé filósofos con los que tuve una relación personal, ya sea con la lectura de sus obras o con ellos. Si no hubiera habido un Georges Canguilhem, yo nunca hubiera podido escribir "Historia del psicoanálisis". Los dos grandes modelos teóricos para mi propio camino fueron, sin ninguna duda, Canguilhem y Foucault. Fueron los que más me marcaron en la enseñanza. Fui alumna de Deleuze pero no soy deleuziana. El era un maravilloso profesor, pero los modelos para mí fueron Canguilhem y Foucault. Althusser es algo diferente. Su obra me influyó mucho pero la encontré muy literaria. Me marcó, sin duda, su lectura de Marx. Después, en el último período, Derrida me influyó mucho. Al principio yo no era para nada derridiana porque, para mí, la deconstrucción no era un punto clave. Pero lo que me interesó mucho es que Derrida, luego de Foucault y Canguilhem, comprendió, como ninguno lo había hecho, algo del mundo moderno. Cuando escribí mi libro sobre la familia, cuando vi la evolución de lo que él hacía, me dije que Derrida había comprendido muchas cosas del mundo moderno. A saber, la idea de que hay que criticar sin rechazar, la de ser fiel e infiel, la del saber y la herencia.
¿Y por qué un filósofo tan importante como Michel Foucault ha sido tan detestado entre los franceses?
Todos fueron detestados. Excepto Canguilhem, todos. Hay una herencia foucaultiana muy fuerte porque pensó temas nuevos, pero tanto en Estados Unidos como en Francia fue acusado de todo, de homosexualidad, de haber contagiado a otros el sida, de ser un ángel de la destrucción. El dinamizó de alguna forma a cierto número de pensadores académicos, pero lo detestaron los historiadores por filósofo y los filósofos por historiador. Los que tomé son pensadores que encienden la llama. Althusser fue odiado por marxista y, a causa del crimen de su mujer, se lo tildó de filósofo asesino. Tuvo un destino trágico, fue detestado. Deleuze también fue terriblemente atacado. Se lo acusó de defender las drogas, la libertad, de dinamizar la sociedad. Y Derrida fue ignorado en Francia -se hizo famoso en Estados Unidos antes que en Francia- y atacado muy violentamente en la cima de su celebridad. En Inglaterra hubo un debate cuando una universidad le otorgó un "honoris causa": se lo trató casi de oscurantista. En Estados Unidos, al mismo tiempo que era reconocido, también se lo atacaba.
Luego de Sartre, ¿qué destino tomó la filosofía de compromiso, quién la continuó?
No hay mucha posteridad sartreana hoy. Sartre está, más bien, en todos los pensamientos pero no hay escuela sartreana. Si bien se tomaron elementos de su pensamiento y de cierto espíritu crítico, es una figura que genera desacuerdos. Sartre es contrario a Canguilhem, se compromete después de la guerra, no durante la ocupación, pero digamos que fue la dialéctica de la libertad y de la servidumbre y la Segunda Guerra Mundial las que lo llevaron al compromiso. De Sartre tomé un momento muy crítico, es decir, el guión de la película sobre Freud, que fue publicado a título póstumo. Yo quería mostrar las contradicciones de Sartre con el psicoanálisis. El rechazaba el psicoanálisis llamado "empírico" -el de Freud- y prefería uno "existencial". Acusaba a Freud de ignorar la dialéctica y de desconocer la esencia de la libertad en nombre de una afectividad primera del individuo y reconocía la capacidad del segundo para abolir el inconsciente y afirmar que nada existe antes del surgimiento de la libertad.
¿Cuál es el aporte sustancial de Canguilhem, tal vez el menos conocido de lo seis?
Tomé de Canguilhem el trabajo sobre medicina que hizo durante la Resistencia. Es el verdadero hombre de la Resistencia. El señalaba la coherencia lógica entre el compromiso político y la actividad intelectual basada en la primacía del concepto. Canguilhem no es muy conocido pero es muy leído por los historiadores de las ciencias. Ha señalado algo fundamental: decía que ninguna experiencia de laboratorio podría tener alguna vez el valor de diagnóstico si tenía el objetivo de suplantar la observación clínica. Es la revalorización del arte de la clínica, fundada en la escucha y en la observación del enfermo. Sólo así el médico evita convertirse en un sirviente de los laboratorios y la farmacología.
¿Y la vida de Althusser es un filme de Hitchcock, tal como usted la presenta en el libro?
Soy la única que habló del asesinato de su mujer, porque no había textos al respecto, sólo su autobiografía, y se volvió algo incomprensible. Nadie quiso hablar más del tema. Nadie trabajó el episodio del asesinato de esta manera porque era un tema tabú muy difícil de abordar. Y pienso que llegó el momento de enfrentarlo. Es un asesinato extraño, complejo, la manera en que mató a su mujer sin darse cuenta... No hay mucha herencia althusseriana porque Marx todavía no está revisado (además carga con el fracaso político). Althusser había intentado pensar el comunismo de la segunda mitad del siglo XX como la reactualización posible de un heroísmo revolucionario cuyo nuevo gran teatro sería la filosofía. Y sostenía que esta filosofía tenía que ser capaz de renunciar a sus ensoñaciones ideológicas para pasar al estudio de la realidad misma.
Me decía lo que significa Derrida para usted pero, ¿qué significa Derrida para el pensamiento en general?
Derrida ha abarcado un campo muy vasto: el estudio de lo femenino, la deconstrucción, la política. Abordó todos los grandes problemas del mundo, la revolución, la pena de muerte, la filosofía, el psicoanálisis, muchas cosas. Es una herencia muy importante. Y finalmente el momento del adiós. Porque es el último sobreviviente de esas dos generaciones. Tuve que enfrentar esta pérdida. Tuve que escribir despedidas para allegados o amigos suyos. Siempre me despedí del muerto después de su muerte. Me parece que no se puede decir la muerte antes de su llegada.
¿El siglo XX fue deleuziano, como dijo Foucault?
Deleuze fue detestado, igual que Derrida y Foucault. Acusado como Sócrates de querer corromper a la juventud con su enseñanza, se le reprochaba su amor desmesurado por las drogas y el alcohol. Incluso se lo comparó, por haber escrito "El Anti-Edipo", con una especie de degenerado que habría hecho la apología de lo "podrido sobre estiércol de decadencia". También fue considerado antisemita por haber protestado contra la prohibición de una película que había sido evaluada como tal por el Ministerio de Cultura y retirada de las carteleras. Deleuze, al ponerse en contra de esta censura, había cuestionado a todas las asociaciones que se arrogaban el derecho de juzgar el contenido de una obra de arte, por problemático que fuese, sin ser capaces siquiera de debatirlo. Me gusta mucho esa frase que usted cita. Vio que hay un lazo entre ellos. Es seguro que Foucault consideró que Deleuze era el más moderno de todos. Me gusta mucho pero, para mí, los más modernos fueron Foucault y Derrida.