3 de diciembre de 2008

Entremeses literarios (XXI)

EL ANCIANO ATEO
Javier Villafañe

Argentina (1909-1996)


No creo en Dios ni en el Diablo -solía decir un anciano-. Soy ateo desde el vientre de mi madre.
Un día el anciano murió de viejo. Alguien lo tomó de la mano.
- ¿Usted quién es? -preguntó.
- El Diablo.
- No -dijo el anciano mirándolo desde la cabeza a los pies-. Usted es un hombre con dos cuernos, una cola y patas de chivo.
Siguieron descendiendo.
- ¿Y esto qué es? -preguntó el Diablo-. ¿No es el infierno?
- No, señor, es un sótano que se está incendiando.



PARQUE DE DIVERSIONES
José Emilio Pacheco

México (1939)

A mí me encantan los domingos en el parque, puedo ver tantos animalitos que creo que estoy soñando o que voy a volverme loco de tanto gusto y de la alegría de ver siempre cosas tan distintas y fieras que juegan o se hacen el amor y cuidan de sus crías o están siempre a punto de hacerse daño y me divierte ver cómo comen lástima que todos huelan tan mal o mejor dicho hiedan, pues por más que hacen para tener el parque limpio, especialmente los domingos todos los animales apestan a diablos, sin embargo, creo que ellos al vernos se divierten tanto como nosotros por eso me da tanta lástima que estén allí siempre porque su vida debe de ser muy tediosa haciendo siempre las mismas cosas para que los otros se rían o les hagan daño y no sé cómo hay quienes llegan hasta mi jaula y dicen mira qué tigre, no te da miedo, porque aunque no hubiese rejas yo no me movería de aquí ni les haría ningún daño, pues todos saben que siempre me han dado mucha lástima.


FUNDICION Y FORJA
Jairo Aníbal Niño
Colombia (1941)

Todo se imaginó Supermán, menos que caería derrotado en aquella playa caliente y que su cuerpo fundido serviría después para hacer tres docenas de tornillos de acero, de regular calidad.


DE SUEÑO
Giovanni Papini
Italia (1881-1956)

No soy un hombre real. No soy un hombre como los otros, un hombre con huesos y músculos, un hombre generado por hombres. Yo soy -y quiero decirlo a pesar de que tal vez no quiera creerme- yo no soy más que la figura de un sueño. Una imagen de Shakespeare es, con respecto a mí, literal y trágicamente exacta: ¡Yo soy de la misma sustancia de que están hechos los sueños! Existo porque hay uno que me sueña, hay uno que duerme y sueña y me ve obrar y vivir y moverme y en este momento sueña que yo digo todo esto. Cuando ese uno empezó a soñarme, yo empecé a existir; cuando se despierte cesaré de existir. Y soy una imaginación, una creación, un huésped de sus largas fantasías nocturnas. El sueño de este uno es tan intenso que me ha hecho visible incluso a los hombres que están despiertos. Pero el mundo de la vigilia no es el mío. Mi verdadera vida es la que discurre lentamente en el alma de mi durmiente creador.


LA BAILARINA Y EL MURCIELAGO
Carlos Drummond de Andrade

Brasil (1902-1987)

Hay un murciélago volando de madrugada por la calle Montenegro. Siempre después de las dos, nunca después de las cuatro. Escoge entre ventanas abiertas y entra en dormitorios de jovencitas, para chuparles la sangre. Hace esto tan suavemente que la víctima no despierta, y sólo por la mañana, al levantarse, siente ardor en un pequeño punto amoratado del cuello. Hay quien discute la identidad del animal, y afirma que se trata de un vampiro humano, como los hay en Transilvania. Falta consistencia a la afirmación, pues ningún hombre llegaría al séptimo piso, subiendo por la fachada de los edificios. Muchos moradores ya vieron al murciélago e intentaron matarlo. El escapa y se diría que no teme represalias, pues regresó por tercera vez al dormitorio de Hercilia Fontamara, bailarina del Teatro Municipal. A los periodistas, Hercilia declaró que comienza a habituarse al hecho de ser visitada por un murciélago que le extrae algunas gotas de sangre sin mayor daño. Ella observó que, a partir de la primera visita, aumentó su flexibilidad muscular en los ensayos, y que nunca bailó tan bien como de ahí en adelante. Espera tener un desempeño perfecto en la presentación de "Giselle", si en la noche de la víspera le ofrece un poco de sí misma al estimulante quiróptero.


LAS TARDES
Nicolas de Chamfort

Francia (1740-1794)

Cierto hombre pasaba, desde hacía treinta años, todas las tardes en casa de la señora X. Un día, la esposa de este hombre falleció. Todos creyeron que se casaría con la otra y hasta lo alentaron a hacerlo. El se negó.
- No sabría dónde pasar mis tardes -dijo.



EL FINAL
Fredric Brown

Estados Unidos (1906-1972)

El profesor Jones había trabajado en la teoría del tiempo a lo largo de muchos años.
- Y he encontrado la ecuación clave -dijo un buen día a su hija-. El tiempo es un campo. La máquina que he fabricado puede manipular, e incluso invertir, dicho campo.
Apretando un botón mientras hablaba, dijo:
- Esto hará retroceder el tiempo el retroceder hará esto -dijo, hablamos mientras botón un apretando-. Campo dicho, invertir incluso e, manipular puede fabricado he que máquina la. Campo un es tiempo el. -Hija su a día buen un dijo-. Clave ecuación la encontrado he y.
Años muchos de largo lo a tiempo del teoría la en trabajado había Jones profesor el.


FRACASO
Choan C. Gálvez
España (1976)

Decidido a acabar con mi vida, me arrojo al paso del tranvía. Un joven se tumba junto a mí, sin pedir permiso, mientras el convoy llega y no llega. Al poco, una pareja se acomoda a nuestro lado. Cuatro personas tendidas son suficientes para alertar al tranviario, que comienza a frenar la marcha del vehículo. Cuando el tranvía se detiene a un palmo de mi brazo izquierdo, los individuos tumbados en el suelo se pueden contar -hay quien lo hace- por docenas. El mundo del arte me loa y me concede el no deseado título de "Rey de la intervención urbana" y considera la "Tumbada sobre las vías" como mi primer gran éxito. Yo, que la considero un fracaso, me decanto por el salto al vacío.


LA CREACION DE EVA
Alvaro Menén Desleal
El Salvador (1931-2000)

Adán se sintió invadido por un profundo sopor. Y durmió. Durmió largamente, sin soñar nada. Fue un largo viaje en la oscuridad. Cuando despertó, le dolía el costado. Y comenzó su sueño.


MALA SUERTE
Ambrose Bierce

Estados Unidos (1842-1914)

Dos ranas que se hallaban en la barriga de una serpiente analizaban su difícil situación.
- Qué mala suerte -dijo una.
- No saques conclusiones apresuradas -contestó la otra-; estamos a resguardo de la lluvia, con comida y alojamiento.
- Con alojamiento, sin duda -dijo la primera rana-; pero no veo la comida.
- Nosotras somos la comida -explicó la otra.