Bueno, yo no podría hablar de la situación de la narrativa policial en América Latina porque no soy un experto y no tengo un panorama general de lo que está sucediendo. Pero conozco el estado de la situación en la literatura argentina. El género policial en la Argentina tiene tres grandes momentos. Un momento es a fines del siglo XIX, hacia 1880, 1882, cuando, como efecto de la traducción de Poe, se empiezan a escribir algunos textos policiales en la literatura Argentina. Ahí está el texto de Holmberg, el texto de Groussac, que están ligados, en realidad, a cierta tradición de la literatura del positivismo; el positivismo funciona como una suerte de modelo científico. Y, al mismo tiempo, el impacto de la inmigración en Buenos Aires y la situación paranoica que genera la presencia de los inmigrantes en las clases tradicionales, produce un tipo de literatura que tiende a ver en el delito ciertas condiciones sociales, ciertas desviaciones biológicas y médicas; y entonces hay un momento, podríamos decir, en que la literatura policial cumple una función ligada a cierto control social. Esta es la primera etapa, que se podría considerar una etapa de inserción del género, muy ligada, como digo, a las traducciones de Poe y a la difusión del positivismo y de la mirada del positivismo como mirada social, de control sobre las desviaciones en la sociedad y en la ciudad básicamente. Después hay un segundo momento en las décadas del '30 y del '40, ligado a Borges, cuando Borges empieza a difundir sus hipótesis sobre el género, empieza a definirlo, a diferenciar el género, primero, de otras formas como la novela de aventuras; empieza a hacer una serie de precisiones muy pertinentes en su debate con la literatura realista. Entonces Borges, que tiene, como digo, una poética en torno al género que tiene que ver con su propia obra, realiza un trabajo doble: de difusión del género y de constitución de una poética a partir del género. En este doble movimiento, Borges crea un espacio para la lectura de sus propios textos, en debate con la tradición de lo que él llama la literatura psicológica-realista, digamos, una defensa de la trama, de la intriga, de la construcción del relato en torno a un nudo problemático que es el enigma. Justamente con esta poética, Borges realiza un trabajo de difusión del género, básicamente con las dos antologías del género policial y con la dirección de la colección del Séptimo Círculo con Bioy Casares. Y en ese momento se produce, entonces, también, la aparición de ciertos textos de género policial escritos en Buenos Aires. En 1942 se publica "La muerte y la brújula" y, a partir de 1942, una serie de textos, hasta que en 1952 aparece la primera antología del género policial en la Argentina, la antología de Rodolfo Walsh: "Diez cuentos policiales argentinos". En esos años, en los años '40 y '50, hay una serie de escritores muy importantes, interesantes muchos de ellos, que escriben relatos policiales a la inglesa, relatos de enigma. Quizás el más significativo de todos es Rodolfo Walsh, que escribe "Variaciones en rojo"; pero hay una serie de escritores: por ejemplo el padre Castellani, que sigue la línea de Chesterton y escribe una serie de textos con un sacerdote como investigador; también Manuel Peyrou que escribe una excelente novela policial, una de las mejores que se han escrito en español, "El estruendo de las rosas". Ahí hay un momento importante, digamos, ligado a Borges, donde el género policial tiene una presencia fuerte. Ahí empieza a actuar en la Argentina, básicamente, la tradición de la novela inglesa. Y por fin, en los años '60, aparece la marca de la literatura policial norteamericana, de la novela dura, y yo tengo alguna responsabilidad en eso, porque hago la primera colección de novelas policiales norteamericanas que se traducen en lengua española que es la Serie Negra, que yo publico en la editorial Tiempo Contemporáneo en Buenos Aires a partir de 1968. Si bien ya había traducciones aisladas que circularon de los textos de la novela policial norteamericana, esa es la primera colección sistemática que, con traducciones muy cuidadas, difunde obras de Chandler, Hammett, McCoy, David Goodis, Charles Williams, Cain, etcétera, y en ciertos sentidos se contrapone a la colección que Borges y Bioy Casares habían hecho en los años '40 y '50, el Séptimo Círculo, que estaba centralmente fundada en la difusión de la literatura policial inglesa de enigma. La aparición de la Serie Negra y la difusión de estas obras genera también un efecto, y a comienzos de los '70 empiezan a publicarse una serie de textos policiales en la Argentina, y ahí podemos encontrar algunos textos importantes, como por ejemplo la novela de Puig "The Buenos Aires affair", la novela de Soriano "Triste, solitario y final", "Su turno para morir" de Alberto Laiseca y luego las novelas de Sasturain, de Saccomanno, etcétera. Empiezan a aparecer, entonces, una serie de escritores que trabajan en la tradición de la novela dura. De modo que estos serían, para mí, los tres momentos importantes en la historia del género policial en la Argentina: hacia fines del siglo, la influencia de Poe y del positivismo; después la década del '40 y '50, la influencia de Borges y de cierta poética del género en términos de construcción de enigma de la novela inglesa; y a fines de los años '60, la difusión de la novela dura norteamericana y la serie de textos que se escriben en esa línea.
¿Cómo definiría usted su obra? ¿Qué afiliaciones tiene su obra dentro de este contexto de la tercera etapa de la novela policial argentina?
Yo, como le digo, he estado más bien interesado en el género, en principio, como una derivación de mi interés por la literatura norteamericana. Yo empecé leyendo los escritores policiales norteamericanos en la línea de mi lectura de la literatura norteamericana, la que empecé a leer a fines de los años '50. Leí a Fitzgerald, a Hemingway y a Faulkner, y también leí a Chandler y Hammett como formando parte de la narrativa norteamericana. Después empecé a difundir estas obras en esta colección como una manera, bastante clásica en los Estados Unidos, de trabajar como editor, como director de una colección literaria, y durante muchos años me gané la vida leyendo policiales y seleccionando títulos para traducir. Por lo tanto, no soy un escritor de policiales; he escrito solamente un cuento policial, que se llama "La loca y el relato del crimen", para un concurso de cuentos policiales que se hizo en la Argentina en los años '70, con un jurado donde estaban Borges, Roa Bastos y Denevi, y es el único cuento de género que yo he escrito. El género está presente en mi literatura sin que yo escriba directamente narrativa policial. Entonces, en "Respiración artificial" hay investigaciones múltiples, la forma del relato como investigación, digamos, que define un poco la forma de la novela, y en el caso de "Plata quemada" hay cierta relación con cierta tradición del género, digamos, la idea de la novela criminal, la novela contada desde la conciencia de los criminales más que la novela concebida como una investigación. El género funciona, para mí, como un punto de referencia, pero nunca he escrito textos del género en sentido estricto.
¿"Respiración artificial" es una novela de enigma?
No sé si de enigma. Hay muchos enigmas en el libro; todos los personajes están investigando un enigma. Maggi investiga la vida de Enrique Ossorio y está intrigado por los enigmas que rodean a ese personaje del siglo XIX. Después, Renzi, que es el narrador del libro, investiga la desaparición de Maggi, que es lo que ha sucedido con Maggi, desaparecido en el contexto de la política represiva de la dictadura militar. Tardewski está investigando cierta relación entre Hitler y Kafka. De manera que podríamos decir que hay distintos personajes que están trabajando con alguna hipótesis de investigación o de enigma en torno a cuestiones que no tienen directamente que ver con el delito en sentido estricto. Yo creo que el modelo del relato como investigación no supone ni exige que el investigador sea un policía o un detective, ni que esté investigando un crimen o un delito. El modelo de investigación puede servir para construir relatos donde la investigación tenga otra función; no hay que asimilar "investigación" con "resolución del crimen". Entonces, para mí, el género policial ha funcionado como una estrategia narrativa fundada, básicamente, en la idea del relato como investigación.