25 de noviembre de 2009

Antonino Infranca: "La posmodernidad aleja al ser humano de las preguntas fundamentales sobre el sentido del ser"

El filósofo italiano Antonino Infranca (1957) se graduó en la Universidad de Palermo, obtuvo el diploma de perfeccionamiento en Filosofía en la Universidad de Pavia y el doctorado en Filosofía en la Academia Húngara de Ciencias, con una tesis sobre el filósofo y crítico literario György Lukács (1885-1981). Es autor de los ensayos "Giovanni Gentile y la cultura siciliana", "El otro Occidente. Siete ensayos sobre la realidad de la filosofía de la liberación", "Trabajo, individuo, historia. El concepto del trabajo en Lukács", Los Filosofos y Sus Mujeresy de la novela "Tecnécrates". Ha dictado cursos y publicado artículos sobre Benedetto Croce (1866-1952), Ernst Bloch (1885-1977), Martin Heidegger (1889-1976), Antonio Gramsci (1891-1937) y Károly Kerényi (1897-1973). En colaboración con Miguel Vedda (1968), ha compilado varias antologías de textos de Lukács, entre ellos "Testamento político y otros escritos sobre política y filosofía", "Ontología del ser social. El trabajo", "Táctica y ética. Escritos políticos (1919-1929)" y "Etica, estética y ontología". En la siguiente entrevista, realizada por Néstor Kohan para la revista "Herramienta" nº 36 de octubre de 2007, el filósofo italiano residente en Buenos Aires desde hace años, analiza la compleja relación de Lukács con el estalinismo y en el modo como el pensador húngaro eludió la censura que aquella corriente política impuso a la cultura marxista durante varias décadas en Europa Oriental. Según Infranca, la obra y el pensamiento de Lukács se ha reinstalado en el seno de la intelectualidad occidental y diversos pensadores e intelectuales críticos del mundo encuentran inspiración en su obra para batallar contra el capitalismo contemporáneo y sus perversas lógicas culturales.


¿A qué se debe este renovado interés por la obra de Lukács?

Su obra ha sido retomada por Jameson y otros marxistas norteamericanos. También tuvo un eco, aunque paradójico, en "L'anti Edipe" (El anti Edipo) de Deleuze y Guattari. De muy diversos modos todos ellos han retomado últimamente núcleos de la obra más famosa que Lukács produjo en su juventud: "Geschichte und klassenbewusstsein" (Historia y conciencia de clase). Pero yo pienso que si hoy hay que volver a Lukács tiene que ser más bien por su obra madura de los años '60, muchísimo menos conocida: "Ontologie des gesellschaftlichen seins" (La ontología del ser social), un monumento del pensamiento que contiene miles de páginas. Esta última tiene más actualidad.

¿Por qué?

Fundamentalmente por su estudio acerca de la "extrañación". Esta teoría de Lukács da una posibilidad de cuestionar al capitalismo globalizado de nuestros días. Hoy muy pocos critican lo que hace el sistema actual en el campo de la ideología, la propaganda y la publicidad. Los críticos más ácidos de la globalización cuestionan las estructuras económicas (el desempleo, el hambre, etcétera) pero no muchos critican los modos de integración globalizada.

¿Qué entiende usted por "modos de integración"?

Que todos los seres humanos se están vistiendo de la misma manera, viven en la misma imposición urbanística, ven la misma TV y cine, la misma estructura de los "shoppings" y sus modos de consumo, la misma música y publicidad. Si alguien llega enmascarado y con los oídos tapados (sin escuchar el idioma) y se lo deja en la periferia de cualquier gran ciudad del mundo, no podría distinguir una de otra. La lectura de "La ontología del ser social" de Lukács hoy nos permitiría desarrollar, desde su análisis de los fundamentos del ser social del hombre, una crítica a todo aquello que va cancelando los fundamentos del individuo contemporáneo.

¿Qué aportaría esa obra en torno al debate de la posmodernidad?

La mayoría de los pensadores posmodernos se basan en Martin Heidegger. Bueno, en "La ontología del ser social" hay un largo capítulo específico dedicado a Heidegger, obviamente crítico. En toda la vida de Lukács la polémica con Heidegger siempre estuvo presente. Esa obsesión la tuvo ya desde los años '40 y '50, cuando arremete contra la "Brief über den humanismus" (Carta sobre el humanismo) de Heidegger y lo vuelve a retomar en su obra última. Además, según sabemos por Lucien Goldmann -discípulo de Lukács-, "Sein und zeit" (El ser y el tiempo), la gran obra de Heidegger, estuvo escrita contra "Historia y conciencia de clase" del filósofo húngaro. Un hecho que muchos admiradores actuales de Heidegger curiosamente "olvidan" o directamente desconocen. En "La ontología del ser social" el Lukács maduro retoma la posta y contesta a "El ser y el tiempo" de Heidegger.

¿Cuáles serían las principales razones de ese enfrentamiento clásico en la filosofía contemporánea?

Según Lukács, Heidegger encubre con categorías abstractas la auténtica vida cotidiana. Heidegger impediría, desde este argumento, lo que Lukács promueve: el tomar conciencia de los problemas de la vida cotidiana. Por eso yo creo que la posmodernidad -por ejemplo la obra de mi compatriota Gianni Vattimo- debería ser criticada desde este particular ángulo. La posmodernidad aleja al ser humano de las preguntas fundamentales sobre el sentido del ser. De allí que Lukács promueva en términos filosóficos una autenticidad que paradójicamente Heidegger niega, a pesar de todo su conocido énfasis en la crítica del "mundo inauténtico". Lukács acusa a Heidegger de ser el mayor promotor de la inautenticidad, un juicio que yo extendería desde este ángulo a todo el posmodernismo.

Además de estudiar su obra publicada, usted trabajó en el Archivo de Lukács en Budapest. ¿Qué contenía ese archivo?

Yo trabajé allí entre 1984 y 1986. El archivo estaba en la casa de Lukács. Contenía su biblioteca, sus papeles personales, sus manuscritos editados e inéditos y su correspondencia, que es importante. El, normalmente, contestaba todas las cartas. La mayoría de las cartas están inéditas. Además, el archivo publicó en 1998 una especie de diario de los libros que Lukács leía en el período de Heidelberg, el de su primera juventud. Esto es una de las últimos cosas que han sido publicadas.

¿Cuál fue la mayor ventaja de incursionar en el archivo?

Fueron años muy interesantes para mí. Fui el único italiano en el campo de la filosofía que pudo hacer el doctorado en Hungría. Estar en el archivo me permitió leer sus apuntes sobre la ética, un trabajo inacabado, publicado póstumamente recién después que cayó el Muro de Berlín y también me permitió leer algunas cartas vinculadas con los intelectuales italianos. El volumen de cartas con los italianos era el más numeroso incluyendo su correspondencia con alemanes, a pesar de que Lukács escribía en alemán y tenía una formación alemana. Lo cual permitiría explicar el gran interés de la cultura italiana hacia Lukács. Pero sobre todo investigar "in situ" me permitió deshacerme de muchos prejuicios que existen en Occidente sobre su obra, que están basados casi siempre en la falta de información seria y rigurosa.

¿El acceso al archivo era libre?

No. Había dificultades para obtener los materiales. Cuando yo estuve en el archivo había en él -y sólo allí, pues el fenómeno no se repetía en aquel momento en el resto de Hungría- un clima de censura y de control. Eso me hizo perder mucho tiempo de investigación, al tener que esperar que me permitieran ver el material. Lukács seguía siendo un pensador maldito para el régimen político del Este y para el estalinismo.

¿En su opinión Lukács era un disidente?

No era un disidente clásico. Pensaba en la posibilidad de reformar el sistema en un sentido democrático, una salida que evidentemente fue inviable.

Sin embargo se lo asocia, por sus reiteradas "autocríticas" -muchas de ellas forzadas-, con el estalinismo...

Esa opinión proviene de Occidente. Pero estudiando a fondo su obra y biografía existen hechos incontrastables en la dirección exactamente opuesta. En primer lugar, sus libros jamás fueron publicados en ruso. Los estalinistas soviéticos nunca lo publicaron. Recién lo editaron en Rusia en 1989... En segundo lugar, los intelectuales occidentales que lo critican ni se imaginan lo que estaba pasando en el Este en aquel momento. Su posición no era estalinista, sino en todo caso posibilista. Además Lukács participó activamente en 1956 en la revolución antiestalinista y por eso los soviéticos lo apresaron junto a Imre Nagy y los deportaron a Rumania donde él permaneció recluido varios meses. Incluso la policía estalinista también lo había apresado por sospechas en la propia Unión Soviética en 1941, cuando él estaba allí exiliado en los años del nazismo, oportunidad donde también apresan a su gran amigo Mijail Lifschitz, el especialista en estética. A Lukács le secuestraron entonces un libro suyo: "Goethe und seine zeit" (Goethe y la dialéctica), que se perdió. Sólo un fragmento se publicó luego en italiano.

¿Qué tipo de participación tuvo Lukács en la rebelión de 1956?

Lukács fue Ministro de Cultura del derrocado gobierno de Nagy. Las vicisitudes de Lukács en su reclusión de aquel año las pude reconstruir cuando entrevisté a su compañero, también apresado por los soviéticos, Miklós Vásárhelyi. El me contó el comportamiento valiente de Lukács y su rechazo de todos los intentos que los soviéticos le hicieron para cooptarlo y separarlo de los demás presos húngaros.

En lo que respecta a esos años, ¿acaso su libro "Die zerstörung der vernunft" (El asalto a la razón) de 1953 no fue acusado de legitimar filosóficamente al estalinismo?

Lo que no se sabe es que los materiales que conformaron ese libro él los escribió en 1933, pero entonces no los publicó. Recién lo hizo en 1953, después de la muerte de Stalin... porque no quería pasar por un sostenedor del estalinismo.

¿Tiene pruebas de eso?

Sí, por supuesto. Aunque en Argentina no se conocen, el archivo Lukács publicó esos trabajos de preparación de "El asalto a la razón". Además Lukács escribió "Der junge Hegel" (El joven Hegel) en 1938. No salió publicado porque iba a contramano de la línea estalinista oficial que condenaba a Hegel terminantemente, en toda la línea. Recién lo publicó en 1948 en Suiza, así como también "El asalto a la razón" fue publicado en Suiza, es decir, en el corazón de Occidente y no en los países del Este europeo. Por todo esto podríamos decir que en un sentido es cierto que él "convivió" con el estalinismo, pero hay que ver también cómo y en qué condiciones históricas específicas, no siempre conocidas. En realidad existen muchos matices que hay que descifrar evitando juicios apresurados.

¿Usted pensaría que esa relación con el estalinismo motivó su crítica a las vanguardias estéticas como "decadentes"?

La cuestión es más compleja. En ese punto, es innegable, Lukács se cruza con el estalinismo, pero su posición no tiene como causa al estalinismo. Lukács siempre rechazó a las vanguardias, ya desde su primera juventud cuando todavía no era comunista. El estalinismo entonces no existía y ni siquiera se había producido la revolución bolchevique de 1917. Por ejemplo, Lukács nunca se pronunció a favor del futurismo a pesar de que la ideología literaria de la revolución bolchevique era, en sus inicios, el futurismo. Su rechazo de las vanguardias tiene otro fundamento. Lo mismo vale para sus juicios críticos sobre Kafka, muchos de los cuales -según podemos apreciar en su correspondencia inédita de la madurez- él mismo llegó a juzgar como equivocados.

¿Y su famosa polémica con Bertolt Brecht sobre el expresionismo?

Lukács no rechazaba el antiestalinismo de Brecht, sino que cuestionaba su teoría de un teatro vanguardista. Son dos fenómenos diversos. El no le cuestionaba su intento de construir un teatro distinto al de la "edificación" estalinista, al del culto a la personalidad. En eso estaba de acuerdo con Brecht y terminaron siendo muy amigos.

¿Cómo se vivió en los circuitos filosóficos de Hungría la caída de 1989?

Yo tuve la suerte de estar allí en ese momento. En junio de 1989 se hizo una manifestación por el entierro oficial del cuerpo de Imre Nagy, quien había sido el jefe del gobierno de 1956 cuando los soviéticos invadieron Hungría. En la filosofía hubo grandes debates porque volvieron a tener manifestaciones públicas ex discípulos de Lukács, como Mihály Vayda (el traductor húngaro de "El ser y el tiempo" de Heidegger) o Itsván Fehér (quien escribió la introducción a ese libro de Heidegger), Krisztoff Nyiri y otros disidentes. Aunque hay que aclarar que Hungría era distinta a la Unión Soviética o a Rumania. En Budapest, antes de 1989, los disidentes no eran ni detenidos ni proscriptos. Publicaban libros, tenían todos trabajos en editoriales y uno los podía encontrar y conversar con ellos en cualquier lado. Pero no les permitían tener cargos en la Universidad ni hacer una carrera académica. En ese contexto, muchos ex discípulos de Lukács giraron hacia la posmodernidad.

¿Bastante contradictorio, no es cierto?

Sí, por supuesto, pero igual giraron al posmodernismo. Por ejemplo Agnes Heller está internándose ahora en lo que ella denomina "la ética posmoderna". Vayda, con su crítica a la metafísica, sigue el mismo camino.

¿Cuántos discípulos tuvo Lukács en Hungría?

Básicamente hubo dos grupos de discípulos de Lukács que se conocieron como "la Escuela de Budapest", hoy famosa. El primer grupo se formó cuando Lukács dictaba clases en la Universidad entre 1946 y 1949. En ese momento fue atacado por los estalinistas por ser "un filósofo medio burgués" y fue obligado a dejar la Universidad. Después de ese ataque Lukács pasó de un día para otro de quinientos alumnos a cinco. El filósofo estalinista que lo atacó se llamaba Jozséf Revai (antes había sido su amigo). Revai fue alentado por Imre Lakatos, por entonces furioso estalinista, quien años después se fue a vivir a Occidente donde se convirtió en un célebre filósofo de la ciencia... Entre los cinco que se quedaron estaban: Agnes Heller (la más conocida en Occidente), István Hermann, Denés Zoltai -quien me contó personalmente todo esto- Marta Mészáros y por último Ferénc Fehér.

¿Pero Agnes Heller no cortó amarras cuando se fue a vivir a Estados Unidos?

Sí, es cierto, pero lo hizo mucho antes, pues alrededor de ella se había formado la segunda Escuela de Budapest de los "disidentes", que agrupaba a Mihály Vayda, György Markus, Sándor Radnoti, Tamás Gaspar y Ferenc Fehér. Por eso hay prácticamente dos Escuelas de Budapest, un fenómeno no siempre conocido, según creo. La Escuela fue expulsada de las instituciones oficiales en 1977. Hasta cuando estuvo vivo, Lukács los protegió. Escribió una carta a su editor de occidente de la "Ontología del ser social" para defenderlos (aunque en realidad la escribió Ferénc Fehér y Lukács la rubricó...).

¿Estos discípulos de Lukács querían reformar el régimen?

Yo creo que no. Al contrario del último Lukács, quien escribió "Demokratisierung heute und morgen" (El hombre y la democracia) publicado en Buenos Aires en 1989, redactado entre agosto y noviembre de 1968 -después de la primavera de Praga- pensando en reformar el régimen político del Este y apuntando a construir un socialismo más humano, ellos no creían en esa posibilidad.

¿"El hombre y la democracia" se publicó en vida de Lukács?

No. El lo escribió y lo envió al comité central del PC de Hungría como una provocación, para ver si ellos aprovechaban ese texto para abrir el debate y tomar distancia de la invasión rusa a Checoslovaquia. El partido lo dejó escondido. En 1985, cuando estaba Gorvachov en la Unión Soviética, una parte del partido húngaro lo publicó en alemán pero nunca lo vendieron en las librerías, pues lo vetaron los antigorvachovianos. El traductor de Lukács al italiano, Alberto Scarponi, me dio la tarea de llevar el libro a Italia, cosa que hice, y así se conoció en Occidente.

Durante los últimos años, y a propósito de su aniversario, la obra de Goethe ha ocupado páginas y páginas en todos los periódicos del mundo, especialmente en los de Alemania reunificada. ¿Qué actualidad tienen, desde su punto de vista, los análisis de Lukács sobre el "Faust" (Fausto)?

Goethe siempre lo obsesionó y la ciudad de Frankfort le obsequió a él un premio Goethe en 1970. Para explicar el papel de Margarita y Fausto, los personajes de la primera parte de esa famosa obra, Lukács adopta aquella idea de Marx según la cual se puede juzgar una sociedad estudiando la relación dentro de ella entre varones y mujeres. Según él, lo más grande de Goethe residía en el modo cómo a través del personaje de Margarita, el autor del Fausto explicaba la sociedad burguesa alemana de su época. Me parece que este estudio no sólo sirve para explicar la sociedad alemana de aquella época sino también las relaciones entre el hombre y la mujer en el mundo contemporáneo.

¿Qué queda vigente hoy de Lukács?

Mira, creo que hoy nos queda una obra filosófica de enorme envergadura -todavía no completamente explorada- y un legado sumamente complejo que nos permite repensar no sólo todos los debates filosóficos del siglo XX sino también abordar algunos de los enigmas futuros de la humanidad.