Luego de ganar el Premio Nobel de Medicina en 1965, el biólogo francés Francois Jacob declaró: "A fines del siglo XX debería estar en claro, para cada uno de nosotros, que ningún sistema explicará el mundo en todos sus aspectos y detalles. Haber contribuido a destruir la idea de una verdad intangible y eterna no es una de las menores glorias de la gestión científica". Jacob estudió Medicina en París hasta que el estallido de la Segunda Guerra Mundial interrumpió sus estudios y lo obligó a refugiarse en Inglaterra. Allí se enroló en el Ejército de Liberación francés, combatiendo en Africa -donde resultó herido- y participando en el desembarco de Normandía. Al término de la guerra se doctoró en Medicina, pero no pudo ejercer como cirujano como deseaba debido a las secuelas de sus heridas de guerra. Se dedicó entonces a la biología, ingresando en el Instituto Pasteur para trabajar junto a André Lwoff (1902-1994) en la investigación sobre bacterias y bacteriófagos, y posteriormente, en problemas de genética bacteriana. En 1958 comenzó a colaborar con Jacques Monod (1910-1976) en investigaciones sobre los mecanismos de transmisión de la información genética. Jacob, Monod y Lwoff recibieron el Premio Nobel de Medicina por estas investigaciones. Jacob es autor de "La logique du vivant, une histoire de l'hérédité" (La lógica de la vida, una historia de la herencia), "La statue intérieure" (La estatua interior), "Le jeu des possibles" (El juego de los posibles) y "La souris, la mouche et l'homme" (La mosca, el ratón y el hombre) entre otros notables ensayos. A comienzos de 1982 fue entrevistado por Sophie Lannes, periodista del semanario francés "L'Express" y la nota fue reproducida por el diario argentino "La Nación" en sus ediciones del 8, 9 y 10 de enero de ese año.
En 1982 se va a celebrar el centenario de la muerte de Darwin. ¿Es concebible que algún día otra teoría venga, si no a suplantar, por lo menos a completar su teoría de la evolución?
La probabilidad de que la teoría de la evolución en su conjunto sea algún día refutada es prácticamente nula. Existen muy pocas posibilidades de ver construir un sistema de explicación completamente diferente porque la teoría de Darwin descansa sobre dos principios fundamentales del mundo vivo, a saber: la reproducción y los intercambios con el medio ambiente exterior. Difícilmente se pueden encontrar problemas más simples que éstos. Todo se juega sobre el hecho de que ciertos organismos se reproducen de una manera más rápida o más abundante en un determinado medio ambiente. Simplemente se trata de describir al mundo tal como es. Con toda seguridad se podrá afinar esta teoría, se podrá completarla: existe una cantidad de puntos sobre los cuales nuestra ignorancia es aún grande. Pero no veo qué cosa podría modificar su fundamento propiamente dicho.
¿Podrían ser descubiertos otros mecanismos explicativos de la historia del mundo vivo?
Es probable que existan, pero sólo podrán agregarse al que Darwin describió. Por otra parte, ya ha sido puesto en evidencia un cierto número de mecanismos nuevos que intervienen en la evolución, tal como los efectos del azar en una etapa de la reproducción o la deriva genética y la fijación de los genes al azar. Estos factores compiten en complicar los efectos de la selección natural. Pero todo el problema reside en evaluar sus pesos relativos en el proceso de evolución. Estos mecanismos intervienen particularmente en la manera en que una nueva especie se forma. Actualmente se admite que, en general, es el resultado del hecho de que grupos de individuos se aislaron del resto de la población. Por tener determinadas propiedades, al reproducirse formaron un pequeño grupo genético diferente y desarrollaron una nueva población, la cual a partir de lo que allí había, en ese nivel de la evolución, se orientó en una nueva dirección. Así se produjo la evolución humana, a partir de pequeños grupos de cuarenta a sesenta individuos que se separaron para ir a formar una familia o una población. Ahora bien, la estructura genética de los grupos así aislados es un efecto del azar.
¿Se tiene una idea de lo que se podría agregar a la teoría de la evolución?
Hoy en día hay una fuerte polémica entre evolucionistas acerca de un aspecto de la teoría de Darwin. Según éste, la evolución procede por una acumulación lenta de pequeños cambios que terminan por provocar grandes cambios. La naturaleza no hace saltos. Ahora bien, todo un grupo de paleontólogos, al observar los esqueletos en particular, piensa que existen distintos niveles y saltos en la evolución y que el mecanismo que la sustenta no es tan progresivo como Darwin lo había descripto. En este campo se pueden esperar sorpresas. Una de las cosas que la biología está descubriendo y que más estupor causa es que los cromosomas -esas estructuras sobre las cuales se inscribe la herencia y que hasta 1950 parecían absolutamente intangibles- en realidad no son inmutables. Cuando presenté mi tesis sobre la manera en que los virus se multiplican en las bacterias había deducido que estos virus se insertaban en los cromosomas de la bacteria anfitriona. Los expertos en genética del jurado levantaron los brazos al cielo: "Es imposible -afirmaban-, un cromosoma sólo se modifica en muy pocas ocasiones, bajo el efecto de mutaciones, por roturas o inversiones, pero esto es excepcional".
¿El cromosoma era considerado como una caja fuerte genética?
Exactamente. Ahora bien, hace quince o veinte años se descubre que se trata de una estructura dinámica en la cual se producen ininterrumpidamente cortes, roturas, nudos, remiendos, añadidos. El cambio, por supuesto, no es permanente: una pareja de humanos da niños humanos, una pareja formada por una vaca y un toro da vacas y toros. Pero el cromosoma es mucho más cambiante de lo que parecía. Lo cual quiere decir claramente que acerca del mecanismo que sustenta a la evolución no hemos terminado de aprender.
La evolución biológica nos llevó del primer organismo vivo al hombre. ¿Pero qué ocurrió antes? ¿Admite usted tan fácilmente la idea de una evolución química que a partir de las primeras moléculas produjo el primer organismo vivo?
No veo cómo podría ser de otra manera. Si la vida apareció de una forma o de otra por una reunión molecular, hay que admitir que estas moléculas existían anteriormente. ¿Por qué apareció la materia? ¿Por qué tiene sus propiedades? Los físicos nos dicen que todo se decidió en las primeras décimas, o centésimas o milésimas de segundos de la gran explosión. A partir del momento en que la materia tenía sus propiedades, en que existían partículas y núcleos, una cierta cantidad de cosas eran posibles. Los astrónomos aceptan, ellos también, la idea de una evolución química del universo, puesto que el hidrógeno soporta en las estrellas un cierto número de reacciones parecidas a las de la bomba de hidrógeno y que dieron origen a elementos cada vez más pesados. ¿Por qué se formó el universo tal como es y no de otra manera? ¿Qué es lo que era posible? ¿Qué es lo que era probable? Los físicos tienen tendencia a pensar que hay mundos habitables un poco en todas partes del universo y que la probabilidad de que la vida exista en otra parte es muy elevada. Los biólogos estarían más bien inclinados a creer que la probabilidad de la vida no era tan elevada y que, si existe en otra parte, tiene, sin lugar a dudas, una forma muy diferente.
La selección natural tal como se la considera hoy en día, cien años después de Darwin, es un mecanismo que utiliza a la vez el azar y la competición en la reproducción. En este sentido, ¿la biología también aparece como una ciencia histórica?
Para intentar comprender lo que pasa frecuentemente es necesario, en efecto, tener una idea de lo que pasó. ¿De dónde sale esto? ¿Cómo se formó? ¿Cómo hemos llegado a esto? Estas son, en biología, las preguntas más difíciles y más profundas... La evolución no obtiene sus novedades de la nada. La evolución consiste en utilizar lo viejo para hacer algo nuevo. Actualmente cada organismo vivo representa el último eslabón de una cadena ininterrumpida desde hace unos tres mil millones de años. Los seres vivos son, en realidad, creaciones de la Historia, estructuras históricas. No se puede explicar por qué una estructura existe y cumple lo que creemos es su función sino en la medida en que se puede reconstruir la manera en que las cosas sucedieron, lo cual frecuentemente es imposible.
¿El hombre es entonces una obra de arte de recuperación de todo lo que la evolución produjo en tres mil millones de años?
Sí, y hay que recordar que esta obra de arte no es la obra de nadie.
Cuando se ha recuperado todo lo que la evolución hizo para los monos, ¿no habría que agregar casi nada para hacer un hombre?
Aparentemente es una cuestión de organización. El chimpancé, por supuesto, no es un antepasado del hombre. Pero es verdad que entre los humanos y los grandes monos las diferencias se explican por cambios en algunos genes de regulación. Es lo que revela el análisis de las moléculas. E incluso con el pollo las diferencias de los constituyentes no son tan grandes. Lo que distingue un ala de pollo de un brazo humano son menos las diferencias entre los materiales con los cuales están hechos estos miembros que la organización y la distribución sw estos materiales, el reparto de las moléculas y de las células que los constituyen. Lo que provocó la diversificación y la especialización de los mamíferos no es tanto la aparición de nuevos constituyentes como la utilización diferente de los mismos constituyentes. Aproximadamente llegamos a comprender de qué está hecha una mano y cómo funciona, pero cómo se fabrica, cómo se fabrica todo el cuerpo, de eso no tenemos estrictamente ninguna idea.
¿Aún se ignora todo acerca del desarrollo del embrión?
No se sabe nada al respecto. Y es un mecanismo esencial ya que comanda toda la evolución, en particular la de las formas. ¿Ha visto fotos de un bebé chimpancé? Causa estupor comprobar hasta qué punto nos parecemos a él cuando somos tan diferentes de un chimpancé viejo.
¿Cuál es la explicación?
Parece ser que ciertos acontecimientos de la evolución están relacionados a cambios que adelantan la madurez sexual a un nivel más precoz del desarrollo. Los anatomistas y los paleontólogos son quienes han subrayado la importancia de este retraso del desarrollo como factor de evolución. Este proceso es una de las grandes estratagemas de la evolución. Rasgos que caracterizaban al embrión se convierten en los del adulto mientras que aquellos que pertenecían al adulto desaparecen. Todo sucede como si algunas especies se hubieran liberado del final de sus vidas para reconstruir un nuevo cielo distendiendo la vida del embrión. Probablemente es este mecanismo el que dio origen a los vertebrados a partir de un invertebrado marino cuando los peces, al salir del agua, construyeron una nueva vida fundada sobre una extensión del embrión de la especie anterior que se convirtió en la parte adulta de la nueva.
¿Y este mismo proceso es el que ocurrió para la hominización?
El embrión humano se desarrolla según un esquema de retraso que permite conservar en el adulto una serie de rasgos que, en los antepasados del hombre, caracterizaban al niño. Parece ser que en el desarrollo del ser humano, a partir de un antepasado común con los grandes monos, haya sucedido esto: la última parte de la vida de este antepasado desapareció y en el hombre se prolongó el período infantil de este antepasado, su vida fetal en particular. Probablemente, lo que permitió la aparición de rasgos característicos del hombre, tales como la piel desnuda, la postura recta, la reducción de la mandíbula, etcétera. Esta prolongación del período fetal y de la infancia también hizo posible el desarrollo del cerebro y la socialización, otros rasgos notables del proceso de hominización.
Fabricar cosas nuevas con cosas viejas es exactamente le que hace un aficionado. ¿Ningún ingeniero presidió la selección natural?
El ingeniero trabaja sobre un plano para realizar un proyecto. No parte de materiales de recuperación: la vela no es la antepasada de la lámpara eléctrica. Por fin, busca sobre todo la perfección tecnológica. La idea contra la cual Darwin más tuvo que luchar es precisamente la de una creación perfecta, por ser obra de Dios.
Todas las cosas no salen a pedir de boca en el mejor de los mundos...
La evolución no construyó un universo a la Pangloss. Evidentemente, el sistema funciona. Pero la selección natural opera como lo hace un aficionado a los trabajos manuales que recupera todo lo que le cae entre manos, trozos de piolín o de madera, una caja o una pieza de metal, para crear un objeto que funciona. Eso es exactamente lo que hace la evolución cuando toma un trozo de esófago para fabricar un pulmón, un trozo de mandíbula para fabricar una oreja y agrega un cerebro al conjunto. Se parece mucho a cuando convertimos en vestido una vieja cortina de nuestra abuela. Y en todo eso hay cosas tan estúpidas que no es concebible que sean la obra de un gran ingeniero.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, la reproducción en el hombre: el 50% de las fecundaciones abortan en los primeros días. ¿Puede concebirse a un ingeniero creando un sistema que no funcione más que una vez sobre dos? Otro ejemplo: el cerebro humano. El aficionado frecuentemente prefiere, para mejorar su obra, agregar una nueva estructura en vez de reemplazar todo. Es lo que ocurrió con el cerebro. Al viejo cerebro de los mamíferos inferiores se agregó un neocortex que representó un papel principal en la secuencia evolutiva que llegó hasta el hombre. El neocortex dirige la actividad intelectual, la antigua estructura que viene del rinoencéfalo dirige las actividades viscerales y emotivas y, según algunos neurobiólogos, estas dos funciones no han sido ni coordinadas ni completamente jerarquizadas. Es un poco como si a una vieja carretilla se le hubiera instalado un motor de reacción...
La estructura del cerebro humano no cambió desde la aparición del hombre sobre la Tierra, hace treinta o cuarenta mil años. Pero la complejidad del mundo no dejó de acrecentarse. ¿Existen límites a su capacidad de adaptación?
No hay razones para pensarlo, en la medida en que se trata de complicaciones que él mismo se impone. Pero exactamente a qué está adaptado el cerebro no está muy claro. Lo propio de los sistemas de adaptación es favorecer, de una manera o de otra, la reproducción. Que el cerebro esté adaptado a nuestras glándulas sexuales es lo que Freud ya dijo. Pero más allá de esto no sabemos nada. Un fenómeno que causa estupor es el que introdujo al placer en la sexualidad.
¿Por qué causa estupor?
Al principio, los organismos se reproducen según programas extremadamente rígidos. Cuando una paloma hembra se encuentra frente a un macho, y el período de acoplamiento, la primavera, llegó, ver al otro sexo y olerlo alcanza para desencadenar el mecanismo de reproducción que tan bien describió Konrad Lorenz. A medida que los sistemas de reproducción están menos programados, que son más amplios, en vez de existir un desarrollo de acontecimientos estrictos y precisos desencadenados por un estímulo, o una señal, las potencialidades, las capacidades, las normas de reacción se hacen más complejas y se llega, así, en los mamíferos superiores, a un sistema donde la reproducción ya no es automática. Para que tenga lugar fue necesario agregar otro elemento, y lo que fue agregado es, particularmente, el placer. Resulta extraordinario cuando uno se pone a reflexionar sobre ello.
¿El placer sería entonces un sustituto de la desaparición de los mecanismos automáticos de reproducción?
Exactamente. En el cerebro de la rata existe un centro que, para simplificar, lo vamos a llamar de placer, asi como existe un centro del dolor, un centro llamado del castigo: si se acerca al fuego, se quema, sufre. Por lo tanto se lo evita para sobrevivir. Cuando en un determinado punto del cerebro de la rata se implanta un electrodo y se le da la posibilidad de que se envíen pequeños shocks eléctricos agradables, es tan grande el placer que le produce que se olvida de comer y se provoca placer hasta agotarse. El bienestar y el placer que primero aparecieron para señalar al individuo los estados favorables se convierten en el hombre, asociados a la sexualidad, en un sustituto de los mecanismos automáticos.
La sexualidad es otro misterio de la evolución, puesto que no es necesaria para la reproducción. ¿Cómo se explica su aparición?
Eso no está claro. No se puede decir cómo apareció. Sólo se puede explicar por qué existe. Toda una serie de organismos unicelulares son capaces de reproducirse por fisión, por brote, para producir un organismo idéntico. Para la mayoría de las plantas, de los animales y para nosotros mismos, no sucede así. Son necesarios dos individuos para fabricar un tercero. ¿Por qué? Aparentemente, la razón por la cual hay dos sexos, la razón por la cual cuesta tanto mezclar sus cromosomas, es porque se trata de fabricar un individuo diferente de los parientes y de los otros. Los cuatro mil millones de individuos que pueblan la Tierra son, con la excepción de los verdaderos gemelos, todos diferentes unos de otros. Este mecanismo es uno de los más molestos del de la evolución pero asegura su funcionamiento: el sistema no funciona más que por la extraordinaria diversidad de los seres humanos. La sexualidad es una máquina de hacer individuos diferentes. Lo cual es una forma de seguridad contra las incertidumbres y los cambios del medio ambiente.
¿Es posible que haya sido el azar el que creó al mismo tiempo un organismo macho y un organismo hembra correspondiente?
El azar no es la causa. La sexualidad, al principio, es simplemente una molécula, una proteína sobre la superficie de una célula que reconoce a otra superficie. Al principio probablemente bastaba con poseer esta sola proteína: aquellos que la tenían se reconocían, lo cual les permitía mezclar sus cromosomas. Es a partir de este esquema muy simple que el modelo se construyó y fue perfeccionado.
Puesto que el cerebro humano es el producto del trabajo de un aficionado, trabajo que acumula en el hombre los niveles conflictivos, ¿no puede uno estar tentado de poner un poco de orden, convirtiendo de alguna manera al hombre en su propio ingeniero?
Cuando hablo del trabajo de un aficionado no existe ninguna intención peyorativa en mis palabras. Describo un sistema, compruebo que funciona y sus contradicciones internas no me parecen negativas. Evidentemente, usted piensa en los conflictos que nacen de nuestras emociones o de instintos de violencia heredados del cerebro de los reptiles. No estoy convencido en absoluto de que se trate de sistemas puramente biológicos. Los conflictos son exasperados por valores esencialmente culturales. La virtud es lo que más mata en el mundo. La violencia, el asesinato cometido por motivos individuales no juega más que un pequeño papel en el curso de la Historia. Lo que ha matado masivamente, por millones, en la Historia, es la convicción de estar en poder de la verdad y la voluntad de imponerla a los otros. Se mata en nombre de un dios, en nombre de principios nazis, estalinistas u otros, se mata en masa para defender valores ideológicos.
La descarga de adrenalina ¿no es una de las principales causas de la violencia?
Por supuesto, pero es desencadenada por una pasión de origen cultural. La violencia es ante todo un problema cultural. El ingeniero que tratara de mejorar el funcionamiento del cerebro se encontraría con el dilema de la elección de los criterios de mejoramiento, es decir, ante la elección entre lo bueno y lo malo. ¿Cómo decidir? La naturaleza no se hace la pregunta: la ignora.
Existe otro problema sobre el cual la biología no tiene respuesta: el del envejecimiento. La formidable paradoja del envejecimiento. ¿Cuáles son las hipótesis?
No comprendemos el mecanismo. Es completamente paradójico, en efecto, que un organismo que logra formarse después de un proceso extraordinariamente complicado, sea luego incapaz de mantener simplemente en buen estado lo que existe. Que un ser humano pueda ser fabricado a partir de una célula, de un huevo fecundado, es probablemente el fenómeno más sorprendente que pueda producirse en este planeta. Y después de haberle costado tanto trabajo fabricarse, no logra conservarse tal cual es. Parece ser que el envejecimiento no se debe, como se creyó durante mucho tiempo, a la debilidad, a la degradación de un sistema particular, sino de todo el cuerpo. Durante mucho tiempo se tuvo la esperanza de que podía ser atribuido, por ejemplo, a una disminución de la actividad del sistema hormonal, más precisamente, a una disminución en la producción de las hormonas sexuales. Para rejuvenecer a las personas de edad habría bastado implantarles glándulas sexuales de monos jóvenes. Lamentablemente, eso no funciona. Hay y habrá posibilidades de mejorar la vejez, de tener ancianos alertas que correrán y harán el amor alegremente, pero existe probablemente una edad límite, digamos cien años, que la especie humana no puede sobrepasar... La evolución construyó asi al sistema.
¿Es un proceso gobernado de una manera o de otra por los genes?
No puede ser de otra manera. No se trata de genes dañinos o benéficos por sí mismos, sino de genes cuyos efectos (algunos de ellos) podrían ser benéficos durante una fase de la vida y convertirse en dañinos para otra. En todo caso, es la hipótesis aceptada actualmente. En todas las especies la mecánica de la selección natural otorga el privilegio a los jóvenes, puesto que son ellos los que se reproducen más activamente. Por lo tanto, el sistema estaría programado para hacer intervenir los efectos benéficos de estos genes durante el período de la juventud, es decir, en el hombre desde los quince años hasta los treinta. En efecto, es el período durante el cual se resiste mejor a las enfermedades, se muere menos, la condición física es la mejor y se tiene mayor avidez de vivir. Los efectos nocivos de estos genes se manifiestan más tarde, después de la época de maduración sexual y al acumularse provocarían progresivamente el envejecimiento. Sería el equilibrio entre estas fuerzas opuestas el que determinaría el proceso de envejecimiento y la duración de la vida. Reconozco que es una descripción, no una explicación.
Pero una descripción que vale para todas las especies...
Para todas las especies sexuadas. Las especies no sexuadas se diluyen por la multiplicación. Una bacteria, un protozoario se divide para dar nacimiento a dos bacterias, a dos protozoarios. Toda bacteria está compuesta una mitad por moléculas nuevas y la otra por moléculas viejas. Siempre y cuando las bacterias tengan espacio y con qué alimentarse se reproducen eternamente. Todo cambia cuando aparece la sexualidad. La muerte parece como unida a la sexualidad, el envejecimiento es el precio que hay que pagar por el vigor de la juventud y la eficacia de la reproducción sexual.
Si el envejecimiento no se parece al uso de una máquina, ¿se trata entonces de un sistema de destrucción?
No. No existe una mecánica de muerte natural. No hay un sistema puesto en marcha para destruir. Existe, aparentemente, un sistema regulado de tal manera que el organismo tenga, en un momento determinado, una condición óptima. Pero su funcionamiento provoca consecuencias que hacen que uno no pueda estar eternamente en forma; el precio que se debe pagar por esta condición óptima en el momento justo significa una menor resistencia a toda agresión. Probablemente es, más o menos, una necesidad del sistema. Uno no muere por la vejez, uno no muere en buen estado de salud: uno muere de enfermedad, de un infarto, de una neumonía, de una gran sensibilidad a los virus, a los microbios, a diferentes agentes que vienen a afectar al organismo.
La imagen de la vela que se apaga...
... es una metáfora literaria sin fundamento biológico. Pero esta hipótesis sobre el mecanismo del envejecimiento no es más que una teoría y, como toda teoría científica, primero es una creación de la mente, de la imaginación, a la cual uno se esfuerza por integrar una cierta cantidad de hechos para tratar de figurarse una parte de la realidad. Toda teoría científica está condenada, tarde o temprano, a ser reemplazada por otra que explicará nuevos aspectos de los fenómenos.
Usted dice: "Una teoría que intenta explicar todo no explica nada". ¿Hace usted alusión a los dogmas?
Por supuesto. El cerebro humano está hecho de tal manera que le gusta que le den una explicación global del universo. Da seguridad. Pero una teoría no tiene interés más que en la medida en que acepta un cierto número de dificultades, de exigencias. Cuando se pretende hacer decir a la teoría de la evolución que todo está adaptado a todo, se la convierte en un dogma. Sin hablar de las extrapolaciones externas del darwinismo por las cuales se intenta explicar tanto la evolución cósmica como la evolución química o, sobre todo, la evolución de la sociedad. El darwinismo social que consiste en explicar y en justificar las desigualdades entre individuos y entre poblaciones por una selección natural aplicada a las sociedades es, evidentemente, una perversión del sistema. Otro ejemplo: lo que ocurrió con el freudismo. El hecho mismo de decir que usted no cree se convierte en un argumento que demuestra hasta qué punto su actitud revela las influencias nefastas que soportó durante su infancia. Todo, a partir de entonces, es explicable.
¿Es científico el psicoanálisis?
¿Qué es la ciencia? ¿Dónde se sitúa la frontera entre lo científico y lo no científico? Todo depende de los criterios elegidos. Si el psicoanálisis quiere ser considerado ciencia debe estar dispuesto a rechazar el complejo de Edipo si existen buenas razones para hacerlo. Así como los biólogos estarían dispuestos a rechazar al darwinismo si éste fuera refutado. No veo el interés para el psicoanálisis en pretender un carácter científico.
El interés es inmenso en la medida en que la etiqueta científica confiere a una teoría prestigio y autoridad considerables. El marxismo es el ejemplo más sobresaliente, ya que pretende demostrar que la lucha de clases, motor de la Historia, es una ley al igual que la ley de la caída de los cuerpos.
La mala utilización de la autoridad científica, la usurpación de la etiqueta científica, son comprobadas y las denunciamos todos los días, ya sea que se trate de la utilización de presuntas enzimas en el detergente o de cuestiones tan graves como el racismo o el problema de lo innato y de la experiencia. Se trunca el discurso científico, se modifican sus ideas fundamentales para sostener ideologías. Al respecto, el socialismo científico se comporta, en efecto, como la sociobiología. Pero, sin hablar del marxismo, la economía ¿es una ciencia? Si se utilizan los criterios de refutabilidad no parece evidente que la respuesta sea sí.
¿En qué medida, según usted, influyó Darwin en el pensamiento de Marx?
El Manifiesto del Partido Comunista tiene once años más que la publicación del libro de Darwin sobre el origen de las especies. Con toda seguridad, Marx descubrió con gran satisfacción las teorías de Darwin. Quiso dedicarle uno de sus libros, lo cual fue rechazado enérgicamente por Darwin. Creo, incluso, que en la casa de Darwin se encontraron sin haber sido abiertos los libros que Marx le había enviado. Lo que sí resulta interesante es preguntarse por qué Darwin y Marx al mismo tiempo. Seguramente no es por casualidad. Es el resultado de todo un movimiento del pensamiento, de una evolución cultural que pasa por la Revolución Francesa y el romanticismo, una nueva manera de considerar a los individuos, a las poblaciones y a las sociedades. Hasta fines del siglo XVIII, la historia natural se ocupa de clasificar a los seres vivos. No es más que a comienzos del siglo XIX que empiezan a plantearse los interrogantes sobre la vida y la muerte. Y esto coincide con el romanticismo, el primer suicidio de la literatura, el de Werther. Con Darwin se produce un cambio radical en las maneras de pensar. Hasta ese momento es el pensamiento platónico el que inspiró la actitud por adoptarse hacia el individuo. Todos los carneros, por ejemplo, son copias realizadas conforme al prototipo carnero. Darwin, él, acaba de decir: "No. Todos los carneros son diferentes unos de otros, y es porque son diferentes que algunos se reproducirán más que los otros y que van a evolucionar". Así, cuando aparecieron, en medio del siglo XIX, estos dos monumentos que son el marxismo y el darwinismo, grande fue la tentación de ver en uno o en el otro la explicación que tenía respuestas para todo. Y esa actitud actualmente ya no es aceptable.
¿No existe una especie de moral subyacente del mundo vivo que consiste en considerar al individuo como un medio y a la especie como una finalidad?
La evolución significa simplemente que las personas que habitarán en Francia en el año 3000 no serán en proporciones exactas los descendientes de los que la habitan hoy. Algunos habitantes actuales tendrán muchos descendientes, otros tendrán pocos o nada. Es todo. La especie no se reproduce. No tiene deseo, no tiene voluntad. No existe más que en nuestra imaginación. Lo que existe son los individuos y las poblaciones. Mientras los individuos puedan reproducirse entre ellos continuarán formando una especie.
Los biólogos parecen hoy muy preocupados por tranquilizar una opinión a la cual la idea de las manipulaciones genéticas continúa alarmando. ¿Realmente no existen razones para temer eventuales efectos depravados de la biología?
El efecto depravado existe en todo. ¿Quién hubiera podido prever la diseminación de los gérmenes que resisten a los antibióticos como consecuencia del uso de estos medicamentos? ¿O la superpoblación como consecuencia de los progresos de la medicina? Es evidente que cuando se sepa mucho más sobre el sistema nervioso, por ejemplo, se dispondrá de posibilidades para mejorar ciertas situaciones patológicas, pero también de poderes que pueden resultar temibles. Lo mismo sucedió con el hombre que inventó el hierro y el primer cuchillo. Uno puede utilizar un cuchillo para pelar una manzana, como Adán, o para matar a su hermano, como Caín. Actualmente, creo que a lo que más se puede temer es a la bomba de hidrógeno. Ese me parece un tema inquietante, mucho más inmediato y más real que el futuro del genio genético y el uso que se le dará en el año 3289.
¿Se siente usted un sabio de poca peligrosidad?
El grado de peligrosidad es difícil de apreciar. El problema existe desde hace mucho tiempo. Hay que recordar los ataques contra Pasteur y sus trabajos sobre el bacilo del carbón, las peticiones de los alcaldes de la región de Garches donde se encontraba la dependencia del Instituto Pasteur donde realizaba sus experimentos. Son exactamente las mismas reacciones que provocaron los trabajos sobre el ADN. No son más peligrosos que los que se realizan con bacterias patógenas. El peligro de guerra bacteriológica o de esclavitud de un pueblo por una droga que se vertería en el agua de las ciudades existe, por supuesto, por qué negarlo. ¿Pero el responsable sería el investigador? ¿O el que utilizaría su descubrimiento? Lo que mata y esclaviza no son los pasos de la ciencia. Pero sí el interés y la ideología. Ningún genocidio jamás fue cometido en nombre de una teoría científica. Jamás se asesinó en nombre de Darwin. Darwin fue utilizado para justificar el racismo y sus crímenes.
Sin embargo, en 1976, en Asilomar, California, unos biólogos conscientes de que iban a obtener un nuevo poder -es lo que los atomistas comprendieron más tarde- tuvieron el coraje de aplazar por algunos años algunos experimentos.
En efecto, procedieron paso a paso con gran prudencia. Y los horribles peligros que se habían predecido no se produjeron. No hubo el menor accidente. En las aplicaciones de estos experimentos -ya sea que se trate de fabricar temibles microbios o de modificar a los seres humanos para esclavizarlos- no creo que existan demasiados científicos dispuestos a colaborar. En total desacuerdo con una cierta cantidad de gente, pienso que difícilmente se pueda detener a la investigación, detener al sistema. Siempre habrá, aquí o allá, algunos que seguirán investigando, y cada uno sabe que los descubrimientos siempre sobrevienen donde no se los esperaba. Los desarrollos de la biología, como los de la física, dan nuevas posibilidades de acción. La utilización que se hace de ellos es un problema social y político.
La ciencia, en todo caso, ¿impide que la moral ancle en la naturaleza?
La ciencia propiamente dicha, si. Es el cientificismo el que trata de anclarla. La naturaleza es amoral, ignora la moral, la cual es un concepto puramente social. La naturaleza no construyó ni templos, ni tumbas, ni iglesias, como diría Malraux.
¿Cree usted que la investigación científica permite fundar una ética sobre el racionalismo?
No, no lo creo en absoluto. Lo racional no es suficiente para el hombre. Al menos le hace falta una dosis equivalente de irracionalidad, de sueño, etcétera. Pienso que ningún sistema, incluso uno científico, es capaz de responder a todas las exigencias y a la extraordinaria complejidad de lo humano. Creo en la diversidad de la estructura humana, en la diversidad de los individuos, de las poblaciones, en la diversidad de los sistemas. No creo que la racionalidad científica sea capaz de responder a todas las necesidades de la diversidad...
La ciencia, sin embargo, despoja al hombre de su parte irracional.
Sí, pero en puntos muy limitados. Pensar que los despoja en su totalidad es un error. Lo irracional, estoy convencido, tiene probablemente una función que ignoramos por completo. Sin duda interviene en la manera en que funciona el cerebro y en que se construye el ser humano. La necesidad de soñar es experimentada por todo sabio, por todo científico, como cualquier otra persona. Pero la idea de que la ciencia va a crear una nueva mística o nuevos mitos..., no creo en ella. No se puede vivir sin mitos. Pero no será con teorías científicas que se recreará una mitología.
¿Cómo se reconstruirían las creencias?
Si lo supiera, estaría predicando.
¿El premio Nobel es un pararrayos de responsabilidades?
Si quiere decir que las atrae, sí. Pero no protege de ellas.