Pues como para todas las cosas. Lo que es fundamental es ser un aficionado a la novela de género, al juego que se entabla entre autor y lector, teniendo siempre presentes unas reglas muy precisas, unas perspectivas que hay que cumplir, unas constantes..., pero sin dejar de ser original. Este es el desafío.
"Ley de fugas" no responde a los tópicos del género. No hay detective, ni rubia fatal...
Es que eso ya es un topicazo y hay que tener muchísimo talento para darle la vuelta, para no repetirse. La estructura básica no es lo importante; hay que atenerse más al concepto, algo que los europeos han sabido hacer mejor que los norteamericanos.
La Barcelona de los años '20: el anarquismo, los movimientos obreros, el ambiente del "music-hall"... ¿Es una época que le atrae especialmente?
Sí. Se trata de una etapa riquísima en cuanto al ambiente policíaco. Los años del pistolerismo en Barcelona son muy desconocidos y muy poco explotados literariamente, a excepción de obras magníficas como "La verdad sobre el caso Savolta", de Mendoza. Si comparamos con lo mucho que se ha escrito del Chicago de esos mismos años, nos quedamos muy cortos.
¿La labor de documentación fue importante?
Fue uno de los alicientes del relato. Tuve que hablar con gente que vivió en esa época. Me ayudó mucho una persona que trabajó en el musical "Pompeya", por ejemplo. Llevaba bastante tiempo deseando transitar por esos ambientes y fue muy gratificante porque me apetecía salir de la Barcelona contemporánea y de sus escenarios olímpicos, protagonistas de otro relato que ya tengo escrito. Mi pretensión es cerrar una trilogía de la ciudad, y para ello me falta adentrarme en los años '40 y '50, la época de los maquis, de la guerrilla urbana...
¿Cree que los lectores de novela negra forman parte de una especie de club cerrado a otros tipos de literatura?
No. No hablamos de un género exclusivo para aficionados. Pero éstos son muy exigentes, por lo que se convierten en el auténtico desafío para el autor. Yo siempre espero llegar a muchos lectores, pero son los auténticos aficionados los que leen con lupa. Son muy difíciles de contentar y no admiten trampas en el juego.
¿Qué reivindicaría a estas alturas del género?
Pues, como ya dije antes, la originalidad. No hay que quedarse con los tics estructurales, sino buscar más allá sin traicionar las reglas del juego. No creo que las fórmulas estén agotadas, siempre es posible darles la vuelta y cada relato te abre a nuevos secretos y posibilidades. Por otra parte, hay que romper con la creencia de que la novela negra está alejada de las preocupaciones, de las obsesiones de la gente. Muy al contrario, trata temas muy cotidianos que nos interesan, nos afectan y también nos producen temor: cómo se aplica y cómo funciona la justicia, qué tipo de transgresiones se cometen... Muchos de nuestros fantasmas cotidianos están ahí.
Como lector del género, ¿a qué autores lee?
Pues últimamente me estoy distanciando de los clásicos y comprobando que hoy se están haciendo cosas muy interesantes. Walter Mosley y Pete Dexter me parecen dos nombres a tener muy en cuenta y, por otro lado, me tiene muy fascinado el fenómeno de las mujeres, que están aportando frescura y cotidianidad al género. Me gusta leer a Patricia Highsmith, a Ruth Rendell, a Sue Grafton, a Sara Paretsky, a la española Alicia Giménez Bartlet...
¿Es fundamentalmente "Ley de fugas" un relato sobre el odio?
Sí, es un relato sobre el odio fraternal que tiene mucho que ver con la historia de Caín y Abel. Mis protagonistas son dos hermanos que representan las dos caras de la moneda y acaban encontrándose en el punto medio, que es donde estamos todos.
Usted es un escritor muy prolífico: el cómic, el guión de cine, la novela, el relato juvenil... Disfruta cambiando de registro, por lo que se ve.
La verdad es que sí. Todo te enseña, todo supone un continuo aprendizaje. Concretamente, con el cómic tengo una deuda impresionante, mientras que la literatura juvenil ha sido todo un descubrimiento para mí al permitirme abordar géneros como el western, el humor, la novela histórica... Lo que de verdad me da miedo es caer en la rutina.