15 de mayo de 2008

Miguel de Cervantes (II). El ingenioso hidalgo

Miguel de Cervantes Saavedra pertenecía a una familia de hidalgos -estrato inferior de la nobleza- y sufrió desde muy chico las dificultades comunes a la mayoría de los españoles de su condición. Con excepción de quienes poseían importantes bienes raíces, la hidalguía española debió buscar, a finales del siglo XVI, una profesión liberal -el padre era cirujano- o situarse en la Iglesia, el Ejército o la Corte. Los hidalgos (hijosdalgo) empobrecidos y desocupados eran muy comunes. Este origen social y una vida azarosa, permitieron al autor un conocimiento completo y profundo de la realidad de su tiempo.
Nació en Alcalá de Henares el 29 de septiembre de 1547 y pronto recorrió con su familia diversas ciuda­des de Castilla y Andalucía en busca de estabilidad económica. Sus biógrafos no han podido averiguar gran cosa acerca de su niñez y adolescencia. Por referencias indirectas, se sabe que recibió su educación básica en Sevilla, al cuidado de los jesuitas. El primer dato cierto surge a raíz de la publicación de sus primeros versos. Su familia vivía en Madrid al morir Isabel de Valois (1546-1568), la tercera esposa de Felipe II, y Cervantes compuso una elegía y unas quintillas que aparecieron en la "Historia y relación verdadera de la enfermedad, felicísimo tránsito y suntuosas exequias fúnebres de la serenísima Reyna de España Doña Isabel de Valoys, nuestra Señora", que para la ocasión elaboró el catedrático Juan López de Hoyos (1511-1583), el que llamaba a Cervantes "nuestro caro y amado discípulo".
Cervantes conocía bien el italiano y el latín, y los testimonios de su cultura humanística en general, incluyendo los clásicos griegos y lati­nos, y de las letras en particular, son tan abundantes que no dejan duda sobre la amplitud de sus conocimientos. El género épico y los libros de caballería, tan frecuentes desde la Edad Media en las literaturas española, italiana y francesa, ejercieron sin duda una influencia notable en el conjunto de su obra. A pesar de todo, para algunos de sus contemporáneos, Cervantes no era un hombre culto. Según refiere el historiador Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912) en "Cultura literaria de Cervantes" (1898), el cronista oficial de Castilla, Tomás Tamayo de Vargas (1588-1641), lo calificaba peyorativamente de "ingeniero lego". Más cruel fue Lope de Vega, autor de un sinfín de citas maliciosas, mal intencionadas e incomprensivas sobre el autor del "Quijote".
Hacia 1569 se encontraba en Italia, sirviendo como camarero (criado de mucha distinción) al cardenal Giulio Acquaviva (1526-1574), con el que viajó a Palermo, Florencia, Venecia, Milán, Parma y Ferrara, para luego enrolarse como soldado en la armada cristiana dirigida por Juan de Austria (1547-1578), el medio hermano del rey Felipe II. En el marco de la guerra emprendida por la "Liga santa" (España, Venecia y el Vaticano) contra los turcos, Cervantes se embarcó en la galera Marquesa y el 7 de octubre de 1571 participó en la batalla de Lepanto (Grecia), donde fue herido en la mano izquierda -cuyo uso perdió para siempre-. Al año siguiente reanudó su vida militar tomando parte en las expediciones navales de Navarino, Corfú, Bizerta y Túnez hasta 1575, año en que inicia el regreso a España con una carta de recomendación muy destacada. En el viaje, la goleta "El sol" en que viajaba cayó en poder de corsarios turcos, quedando Cervantes prisionero en Argel hasta 1580.
Con su regreso a España comienza la época más dolorosa de su vida, en la cual las penurias económicas le hacen vivir sucesivas decepciones y amarguras. En Andalucía trabajó en algunos cargos administrativos para el Estado hasta 1595, cuando fue acusado de malversar dinero de la Corona y fue encarcelado y excomulgado. Luego sobreviene un periodo oscuro del que sus biógrafos no dan noticias. Sin embargo, en ese período escribió algunas de las "Novelas ejemplares" y trabajó en la primera parte del "Quijote".
Sus amores y su vida familiar tampoco fueron felices. La única pasión que apuntan sus biógrafos fue por una mujer casada de la que nació en 1584 su hija Isabel. Ese mismo año contrajo matrimonio con Catalina de Palacios, en un intento por estabilizar su vida. La mayor parte del tiempo vivió separado de su mujer -debido a su trabajo para el Estado, que lo obligaba a viajar- y los últimos años de su vida en Valladolid los dedicó al cuidado de sus hermanas y su hija. Por entonces había publicado "La Galatea" y luchaba, sin éxito, por destacarse en el teatro.
Ya en 1605 publicó la primera parte de "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha". Ni siquiera el éxito obtenido -se publicaron seis ediciones en un año- alivió su penuria económica. Un nuevo proceso judicial lo llevó otra vez a la cárcel y recién en 1606 pudo regresar a Madrid. Siempre acosado por la miseria, se entregó a la creación literaria. En sus últimos años publicó las "Novelas ejemplares" (1613), "Viaje del Parnaso" (1614), "Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados" (1615) y la segunda parte del "Quijote" (El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, 1615).
Las novelas ejemplares eran una serie de novelas cortas escritas entre 1590 y 1612: "La gitanilla", "El amante liberal", "Rinconete y Cortadillo", "La española inglesa", "El licenciado Vidriera", "La fuerza de la sangre", "El celoso extremeño", "La ilustre fregona", "Las dos doncellas", "La señora Cornelia", "El casamiento engañoso" y "El coloquio de los perros".
Por su parte, las ocho comedias eran: "El gallardo español", "La casa de los celos", "Los baños de Argel", "El rufián dichoso", "La gran Sultana", "El laberinto de amor", "La entretenida" y "Pedro de Urdemalas" y los ocho entremeses: "El juez de los divorcios", "El rufián viudo", "La elección de los alcaldes de Daganzo", "La guarda cuidadosa", "El vizcaíno fingido", "El retablo de las maravillas", "La cueva de Salamanca" y "El viejo celoso".
Así y todo, el triunfo literario obtenido no lo libró de sus problemas económicos. Dedicó sus últimos meses de vida a la novela "Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia septentrional" (de publicación póstuma en 1617). Murió en Madrid el 22 de abril de 1616 y fue enterrado al día siguiente.
La obra de Cervantes muestra una riqueza y variedad producto de su contacto con los hombres de su tiempo, tanto al lado de la nobleza en su juventud, como de criminales y pícaros en el cautiverio y la cárcel. De sus andanzas por Castilla y Andalucía como funcionario de Hacienda aprendió la lección amarga de lo cotidiano: los arrieros, campesinos, pastores, artesanos, comerciantes y gente del pueblo de toda clase con la que trató en esa etapa tuvieron mucho que ver con el realismo de su obra, la cual se convirtió en el reflejo completo y claro de lo esencial de la realidad española de su época.