16 de enero de 2014

Homero Alsina Thevenet. Personalidades del cine (16). Alain Resnais (I)

Reconocido realizador francés y maestro del lenguaje fílmico, Alain Resnais (1922) es un innovador de la narrativa cinematográfica tradicional. Fascinado por el cine desde sus trece años, estudió en el legendario Institut des Hautes Études Cinématographiques (IDHEC) de París, del que fue uno de sus primeros egresados. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial comenzó su carrera como montador para directores de la talla de Agnès Varda (1928) y François Truffaut (1932-1984) entre varios otros. Muy influenciado por el surrealismo, rodó varios cortometrajes sobre temas artísticos y sociales. "Van Gogh", "Paul Gauguin", "Guernica", "Les statues meuren aussi" (Las estatuas también mueren), forman parte de esa etapa inicial. A éstos le siguieron una serie de documentales en los que demostró otras preocupaciones: "Nuit et brouillard" (Noche y niebla), una conmovedora invocación sobre el horror de los campos de concentración nazis; "Toute la mémoire du monde" (Toda la memoria del mundo), una minuciosa exploración de los anaqueles de la Biblioteca Nacional de París; y "Le chant du styrène" (El canto del estireno), un paseo por una fábrica de objetos de plástico.
A la par del nacimiento del movimiento vanguardista conocido como "Nouvelle Vague", Resnais, apasionado por la relación texto/imagen, comenzó a filmar sus primeros largometrajes. Los dos primeros, "Hiroshima mon amour" (Hiroshima mi amor) y "L'année derniére à Marienbad" (El año pasado en Marienbad), con guiones de Marguerite Duras (1914-1996) y Alain Robbe Grillet (1922-2008) respectivamente, le granjearían a Resnais un prestigio duradero y se convertirían en films de culto entre los cinéfilos del mundo entero. En ambas películas, Resnais reflejó las preocupaciones de la nueva novelística francesa por reformular las convenciones existentes en cuanto a la articulación del tiempo y del espacio, en una equilibrada mezcla de literatura, documental y ficción. Con sus efectos de montaje alterno (numerosos planos cortos de breve duración tomados desde distintos  ángulos que muestran acciones que suceden simultáneamente en diferentes espacios), sus obsesivos desplazamientos hacia adelante y su mirada fija en objetos o lugares insólitos, Resnais definió su estilo, un estilo que iría puliendo en sus largometrajes posteriores. "Mis películas -afirmó por entonces- son un intento aún muy tosco y primitivo de acercamiento a la complejidad del pensamiento, de su mecanismo... Todos tenemos dentro imágenes, cosas que nos determinan y que no son una sucesión lógica de actos perfectamente encadenados. Me parece interesante explorar ese mundo del subconsciente, desde el punto de vista de la verdad y también desde el de la moral".
Alejándose de las vías experimentales, a lo largo de la década del '60 el ritmo de producción de Resnais no disminuiría. Realizó "Muriel, ou le temps d'un retour" (Muriel, o el tiempo del retorno) en 1963, "La guerre est finie" (La guerra ha terminado) en 1966, y "Je t'aime, je t'aime" (Te amo, te amo) en 1968. Además, en 1967, participó en la producción de "Loin du Vietnam" (Lejos de Vietnam), un documental sobre la guerra de Vietnam en el que también intervinieron Joris Ivens (1898-1989), Chris Marker (1921-2012), William Klein (1928), Jean Luc Godard (1930), Claude Lelouch (1937) y la antes mencionada Agnès Varda. Durante los acontecimientos de Mayo del ’68, Resnais filmó también uno de los varios cortos que se realizaron por entonces bajo el nombre de "Cinétracts". En los años siguientes realizó algo más de una docena de películas: "Stavisky", "Providence" (Providencia), "Mon oncle d'Amérique" (Mi tío de América), "La vie est un roman" (La vida es una novela), "L'amour a mort" (El amor a la muerte), "Mélo", "On connaît la chanson" (Siempre la misma canción) y dos films en inglés: "I want to go home" (Quiero volver a casa) y "Smoking/No smoking" (Fumar, no fumar). Ya en el presente siglo realizó "Pas sur la bouche" (En la boca no), "Coeurs" (Asuntos privados en lugares públicos), "Les herbes folles" (Las malas hierbas) y la reciente "Vous n'avez encore rien vu" (Usted no ha visto nada todavía).
Alain Resnais, el llamado maestro en el "arte de explorar lo invisible", ha sido merecedor de numerosos premios en los festivales de Cannes, Venecia y Berlín e incluso obtuvo un Oscar al mejor cortometraje en 1950. Cuando Alsina Thevenet publicó en la sección Espectáculos del diario "El País" -en junio de 1960- el artículo siguiente, en Uruguay sólo se había estrenado comercialmente "Hiroshima mon amour". El crítico uruguayo se dedicó entonces a hacer un recorrido por la filmografía anterior de Resnais, aquella conformada por sus experimentales cortometrajes que realizara entre 1948 y 1959.


Antes de "Hiroshima mon amour", que se convertiría desde 1959 en uno de los films más admirados y discutidos del mundo, Alain Resnais había dirigido otros seis films de medio y corto metraje y había colaborado asimismo con otros realizadores, como asesor y como encargado de mon­taje. Esa obra preliminar, apartada de la producción co­mercial corriente, fue experimental y vocacional. Surgió de una atención a la pintura, a la escultura y a la poesía. Representó durante diez años un ensayo en lenguajes cine­matográficos y una aplicación de técnicas de fotografía, de montaje y de narración. Esa formación, desconocida por el espectador común, contribuye a explicar las audacias estéticas de "Hiroshima".
Resnais nació el 2 de junio de 1922 en Vannes, Bretaña, hijo de un químico. A los diez años había comenzado a experimentar con una cámara. En la adolescencia intentó ser actor y renunció a serlo. A los veintiuno ingresó al Instituto de Altos Estudios Cinematográficos (IDHEC) en París, donde tomó un curso en montaje. Lo abandonó dieciocho meses después, aparentemente en rebeldía contra la rutina uni­versitaria. En 1946, después de la liberación de París y en un momento de gran inquietud artística e intelectual, Resnais comenzó su colaboración en varios films cortos de 16 mm. sobre pintores poco conocidos (Hartung, Goetz, Malfray, Labisse, Cocteau) y fue asistente de Nicole Vedrés en el medio metraje "París 1900", una recreación de los pri­meros años del siglo, hecha con la base de noticiarios y otros films de la época. En 1948, a los veintiséis años de edad, Resnais debutó como realizador.
"Van Gogh" (1948), hecho en colaboración con los críticos de pintura Gaston Diehl y Robert Hessens, ha sido defini­do como un intento de reconstruir la personalidad del pin­tor y no los hechos biográficos. El tema de los cuadros se convirtió en el tema del film, con una vuelta reiterada a los autorretratos. Años después Resnais lamentaría el tex­to de la banda sonora, que cree artificial, y al que hubiera querido sustituir por otro de Antonin Artaud "realmente explosivo". El film fue rodado en 16 mm., luego ampliado a 35 mm. Obtuvo en 1949 un Oscar de la Academia en la categoría corto metraje de dos rollos.
"Guernica" (1949-50, en colaboración con Robert Hessens) es un estudio sobre el famoso cuadro de Picasso, alusivo a la destrucción de una aldea española por la aviación nazi. Comienza asimismo con imágenes de otros cuadros del pin­tor y agrega recortes periodísticos para completar el rela­to. Aquí se atribuye a Resnais haber redescubierto las diferentes etapas creadoras de Picasso, un proceso que el pintor luego ratificó. El texto incluye un famoso poema de Paul Eluard, dicho por María Casares. El film obtuvo un premio de la crítica en Punta del Este (1952).


"Gauguin" (1950, en colaboración con Gaston Diehl) se di­vide en tres partes, cubriendo las etapas de París, Bretaña y Tahití en la vida del pintor. La fórmula fue similar a la de "Van Gogh", pero el resultado satisfizo menos al reali­zador.
"Les statues meurent aussi" (1951-53, en colaboración con Chris Marker) combina como "Guernica" aspectos de la rea­lidad con aspectos de la obra de arte. Sobre la base de esculturas de varios museos y colecciones, Resnais y Mar­ker se propusieron describir la forma en que el arte pri­mitivo se degenera al tomar contacto con la civilización blanca. Aparte de estatuas y cuadros, el film incluye otros fragmentos de intención cruelmente satírica; la imagen del Papa es yuxtapuesta a la de un brujo de tribu, y los músicos negros que pegan en sus tambores son yuxta­puestos a otra imagen en que la policía blanca castiga con sus bastones a los cuerpos de hombres negros. El gobierno francés prohibió la exhibición pública del film, pero éste obtuvo el premio Jean Vigo (1954).
"La pointe courte" (1954) fue realizado por Agnès Varda, con la colaboración de Resnais en el montaje. En perspec­tiva parece un antecedente de "Hiroshima", temática y for­malmente. Su tema es una pareja que está al borde de la separación y que vuelve al pueblo natal del hombre. El pasado va retomando importancia en la memoria del pro­tagonista; la mujer va descubriendo entonces un aspecto nuevo en el hombre que ama y llega finalmente a la decisión de no abandonarlo. Esta relación de pasado y pre­sente, de memoria y de olvido, habría de figurar otras veces en la obra de Resnais.


"Nuit et brouillard" (1955) fue solicitada a Resnais por el Comité de Historia de la Segunda Guerra Mundial para conmemorar el décimo aniversario de la liberación de los campos alemanes de concentración. El título fue elegido por el mismo realizador, como una traducción de "Nacht und nebel", frase con la que las autoridades nazis marca­ban a los prisioneros señalados para exterminación a corto plazo, con las iniciales N.N. marcadas a menudo en sus cuerpos. El film es deliberadamente una calma medita­ción, que contrapone la paz actual de Auschwitz con los horrores y las truculencias de los noticiarios y documenta­les pretéritos. El tema no está explotado para el efectismo: contrariamente, la emoción y aun la náusea surgen de una exposición objetiva, tranquila, inteligente, que da todos los datos necesarios, reitera un vaivén de presente a pa­sado (las imágenes actuales han sido rodadas en color, como una deliberada diferencia) y propone en el comenta­rio verbal de Jean Cayrol la pregunta central: "¿Quién es el responsable?". La inferencia es que toda la humanidad es culpable en algún sentido, incluso por omisión, y lo que el film procura, lúcidamente, es una toma de conciencia del espectador ante una realidad brutal de la época. Con este film Resnais obtuvo nuevamente el premio Jean Vigo.
"Toute la mémoire du monde" (1957) es sólo en cierto sentido un documental sobre la Biblioteca Nacional Fran­cesa. Busca reiteradamente un paralelo entre ese edificio y la prisión, donde los libros son los presos y aparecen humanizados en el encierro, mientras por contraste sus empleados y guardianes son deshumanizados. El trabajo de cámara insiste en tomas largas y móviles, con juegos de luz y sombra, estructuras espaciales, temporales y rítmicas, que han hecho asimilar el film a las abstracciones de la pintura moderna. En un análisis de esta obra, un crítico ha señalado en Resnais la particular cualidad de concebir su montaje no antes ni después de la filmación sino durante ella, como un juego imaginativo y libre que obedece empero a una disciplina interior, sólo compren­sible a la luz del resultado.


"Le chant du styréne" (1958) pudo ser un documental so­bre los materiales plásticos, uno de los tantos cortos in­dustriales del cine actual. Según reseñas extranjeras, el director se propuso en cambio una combinación de abs­tracciones visuales y de lirismo verbal, manejando sus elementos con una continua comparación de plantas mons­truosas, figuras geométricas y formas cambiantes. El proceso narrativo retrocede originalmente desde los obje­tos de material plástico a sus elementos primarios (car­bón, petróleo, etc.) y termina en deliberados puntos sus­pensivos, dejando "a otros documentales" la investigación sobre los orígenes de esas materias primas; la última imagen es la del verde mar. Formalmente el film ha sido clasificado entre lo más original y audaz del cine moderno, en parte por sus combinaciones sutiles de espacio y de tiempo, en parte por la cualidad lírica y humorística que aportan los versos de Raymond Queneau, a los que la imagen sigue en festivo contrapunto.
"Hiroshima mon amour" (1958-59) representó más de un cambio para Resnais. Sería su primer largometraje y su primer film de argumento. Sería también su hallazgo, en el texto de Marguerite Duras, de una ocasión de ensayar algo que parece haberle obsedido: un lirismo verbal suelto y cómodo, una construcción narrativa que está más cerca de la música o de la poesía que del drama. La exploración de las relaciones entre pasado y presente podía hacerse con mayor amplitud a través de la memoria de una mujer y de su comparación subconsciente o inconsciente entre el amante de ayer y el de hoy, entre una crisis anterior y otra actual. La dificultad y el atractivo de ese plan residen en que el cine llegue a expresar esa compleja vida interior, sin conformarse con la apariencia de los sucesos.
El conocimiento local de estos films es limitado. Sus únicas exhibiciones públicas corresponden a funciones de Festivales, Cine Arte del Sodre [Servicio Oficial de Difusión Radio Eléctrica], Cine Club, Cine Uni­versitario y similares, en casi todos los casos con material aportado por la Embajada Francesa. No se conocen "Les statues meurent aussi" (prohibido por el gobierno francés), "La pointe courte" ni "Le chant du styréne".