3 de enero de 2014

Homero Alsina Thevenet. Personalidades del cine (3). Erich von Stroheim

Erich von Stroheim (1885-1957) es una de las personalidades fundamentales de la historia del cine. Nacido en Austria y radicado en Estados Unidos en 1909, desempeñó múltiples actividades en el espacio cinematográfico: extra, ayudante de dirección, actor, guionista, productor y director. Gran admirador de David W. Griffith (1875-1948) y Raoul Walsh (1887-1980), se destacó como actor interpretando personajes morbosos e irracionales, inhumanos e implacables, frívolos y decadentes. En suma, parásitos sociales deambulando en un mundo decadente de lujuria y degeneración (sobre todo su mítico personaje de un aristócrata y despótico militar prusiano). "For France" (Para Francia), "Hearts of the world" (Corazones del mundo) y "Foolish wives" (Esposas frívolas) son sólo algunas muestras de un espectáculo sumamente transgresor para las normas morales y comerciales de aquella época. Como director fue reconocido por su singular y detallado realismo y su gusto por lo grotesco y lo insólito. Creador de atrevidas puestas en escena basadas en la psicología del comportamiento humano, y de una estructura narrativa novedosa en la que el análisis de los personajes era más importante que las incidencias dramáticas de la intriga, entre sus films más destacados se cuentan "Blind husbands" (Corazón olvidado), "Greed (Avaricia) y "The merry widow" (La viuda alegre). Tras mantener relaciones traumáticas con los estudios Universal y Metro Goldwyn Mayer, se trasladó a Francia a mediados de la década del '30, donde intervino como actor en numerosas películas sonoras, entre otras en "La grande illusion" (La gran ilusión) de Jean Renoir (1894-1979) y "La danse de la mort" (La danza de la muerte) de Marcel Cravenne (1908-2002). Tras un breve paso por Estados Unidos para protagonizar, entre otras, "Five graves to Cairo" (Cinco tumbas al Cairo) y "Sunset Boulevard" (El crepúsculo de los dioses), ambas de Billy Wilder (1906-2002), regresó a Francia donde fallecería. En ocasión de la exhibición del film "Avaricia" en un par de cines de Montevideo, Alsina Thevenet publicó en la sección Espectáculos del diario "El País", en julio de 1956, un artículo relacionado con el film que von Stroheim realizara en 1923.

Cine Universitario y Cine Club exhibirán en los próxi­mos días "Creed" (1923) de Erich von Stroheim. El film es uno de los clásicos indiscutidos del cine, la obra máxima de un artista mayor, pero ese artista es casi desconocido para el público de hoy o equívocamente famoso por su labor como intérprete.
Von Stroheim nació en Viena en 1885, fue educado para la carrera militar, no se sintió atraído por su ambiente pa­terno, emigró a América en 1909 y allí desempeñó variedad de humildes empleos. En 1914 integró las listas de extras en Hollywood, ascendiendo de inmediato a intérprete, a ayudante de director y a consejero militar en films de va­rios realizadores y principalmente (desde "Intolerance", 1916) en los films de D.W. Griffith, por quien von Stroheim pro­fesó y mantuvo una devota admiración.
En 1918 conven­ció a la empresa Universal de que se le permitiera dirigir un tema propio y así debutó como realizador en "Blind husbands", título de éxito al que siguió de inmediato "The devil's passkey"; ambos films planteaban temas de matri­monio y adulterio, enfocados con malicia. Sus triunfos impulsaron a von Stroheim hasta un ambicioso plan de realizar un largo film en dos partes, que sería exhibido con un intervalo. Bajo el título "Foolish wives", este film habría de causar un escándalo por su costo, por la propa­ganda extravagante y por el tema de sociedad corrupta, delito y sexo que allí se proponía; en cuanto a su metraje, la empresa Universal lo cortó en una tercera parte, oca­sionando fallas de ilación en el asunto y provocando un conflicto entre empresa y realizador. Esta pelea culminó en el film siguiente, "Merry go round", del que von Stro­heim fue despedido antes de terminar el rodaje, y cuyo final se confió a otro director.
Así terminadas sus rela­ciones con Universal, pero famoso y discutido como crea­dor, von Stroheim fue llamado por la Goldwyn Company para filmar con entera libertad. Eligió la adaptación cinematográfica de "McTeague", una novela realista de Frank Norris que le había impresionado en los últimos años y que narra la lenta corrupción de la avaricia sobre un grupo de personajes, dando una cruda visión del mundo ma­terialista. Para este film, que habría de llamarse "Creed", von Stroheim y su equipo trabajaron nueve meses en San Francisco y en el Valle de la Muerte, respetando en un to­do el propósito de trasladar íntegramente la novela y de filmarla en escenarios auténticos. Tras una labor exte­nuante, von Stroheim regresó con un film de aproximada­mente ocho horas de duración, que él mismo redujo a cuatro horas. En esos meses la Goldwyn Co. se había convertido en Metro-Goldwyn bajo otros jerarcas, y éstos insistieron en cortar el film hasta una duración normal. Así eliminaron de "Creed" tres grandes sectores del argu­mento y multitud de detalles, arruinando según von Stro­heim toda su obra de dos años, de la que sólo quedó una escasa síntesis (dos horas veinticinco minutos en la versión que aho­ra se exhibe); el celuloide restante fue destruido.
Este incidente de 1923, poblado de repercusiones y agu­dizado por la riqueza temática y formal del film, no im­pidió que von Stroheim terminara su contrato con Metro, empresa para la que realizó aún otro film. En 1925 logró así con "The merry widow" el gran éxito público de su ca­rrera, adaptando para el cine una opereta a la que pobló sin embargo con los toques de refinamiento aristocrático, sadismo, desviación sexual y tono satírico que han abun­dado en su obra. Con similar espíritu y con un extenso tema propio filmó en seguida "The wedding march", donde asoman intervalos de nobleza y romanticismo, entre una aguda sátira a aristocracia, realeza, prejuicio y mundo burgués. Aunque fue realizado para un productor independiente, el film pasó a ser propiedad de Paramount, empresa que lo juzgó muy largo, sólo distribuyó mundialmente la primera mitad y entregó la segunda al arreglo de otro director (Josef von Sternberg) sin conseguir empero ningún resultado memorable. Así tuvo von Stroheim el tercer gran incidente de su carrera de director, cuya pos­terior frustración no pudo evitar.


En 1928, el rodaje de su "Queen Kelly" fue interrumpido por la imprevista llega­da del cine sonoro, y aunque su estrella Gloria Swanson permitió la circulación de un arreglo hecho con los fragmentos filmados, von Stroheim nunca reconoció a ese tí­tulo como propio. En 1933, un incidente similar ocurrió con "Walking down Broadway", que la empresa Fox se negó a distribuir en la versión de von Stroheim, arreglando con otro director una recomposición del material filmado. En 1939 y en Francia, la guerra frustró otros planes de von Stroheim que pensaba dirigir "La dame blanche", también sobre un tema propio, como casi todo lo suyo.
Desde 1929 von Stroheim trabajó durante veinticinco años en cer­ca de cuarenta films americanos, franceses e ingleses, algu­na vez como libretista y mayormente como intérprete. De esa lista cabe recordar su figuración en "La grande illusion" (Jean Renoir, 1937), "Les disparus de Saint Agil" (Christian Ja­que, 1938) y "Sunset Boulevard" (Billy Wilder, 1950); para el film de Renoir colaboró también como libretista, enrique­ciendo a su personaje von Rauffenstein, un general alemán y aristocrático. En los últimos años von Stroheim ha vivido en Francia, ha escrito novelas y ha mantenido escaso con­tacto con el cine (Von Stroheim murió en Francia el 12 de mayo de 1957). A principios de 1954 figuró como invita­do especial en el Festival de San Pablo, donde se exhibió una retrospectiva de sus viejos films y donde el realizador se convirtió en el personaje más celebrado y respetado en­tre los muchos nombres famosos que allí concurrieron; la recepción pública a "Creed" y "The wedding march" fue allí la de una singular y mantenida aclamación.
Von Stroheim fue un inadaptado y un modelo de ina­daptados. El espíritu estrictamente amateur, la intransi­gencia con sus productores, el manejo libérrimo de tiempo y dinero ajenos, la audacia de sus temas, la obsesión ger­mánica por la construcción de escenarios y por el ajuste de detalles, la aspiración de grandeza con la que se pro­ponía films de duración doble, ocasionaron su reiterado conflicto con Hollywood y en definitiva su alejamiento co­mo director. Mucho se ha escrito sobre tales conflictos, tanto en favor como en contra de von Stroheim, y uno de los reproches que se le dirigen es el no haber aprendido la capacidad de síntesis que le hubiera permitido un me­jor dominio del montaje: su forma narrativa no depende tanto de la sucesión temporal de tomas como de la acu­mulación y riqueza con que planeaba cada escena. Con el tiempo, el nombre de von Stroheim sería citado como modelo de otros conflictos entre arte e industria, particu­larmente en los casos de Orson Welles (con RKO, 1942) y de John Huston (con MGM, 1950).
A pesar del reiterado fracaso, toda la obra de von Stro­heim dejó una enseñanza para el cine posterior y algunos de sus films se mantienen como obras únicas, como clá­sicos del cine. Dentro de la natural inclinación de toda post-guerra hacia el realismo artístico, von Stroheim apor­tó audacias temáticas, trasladó satíricamente un mundo europeo de aristocracia corrupta, marcó contrastes socia­les y económicos entre clases distintas, apuntó motivacio­nes sexuales casi siempre perversas para muchos de sus personajes, dio relieve y profundidad a su psicología, des­de el toque Karamazov con que construyó su protagonista Karamzin en "Foolish wives" hasta las transferencias y su­blimaciones freudianas que pueden señalarse en los temas de "Greed" y de "Walking down Broadway". Su actitud gene­ral como dramaturgo fue la lucha contra lo convencional, la burla al mundo burgués, la carencia de simpatía hacia sus propios personajes, visible en la justicia con que cas­tiga a sus figuras principales y en la frecuencia con que sus figuras secundarias son presentadas como inválidos, enanos, rengos y otros deformes físicos y mentales.



Se ha señalado que su tono general es el de un misántropo, pese a la ocasional presencia de ternura y aun de romanticis­mo en fragmentos de "The wedding march" y de "Quecn Ke­lly", pero debe señalarse igualmente la imparcialidad con que trata a sus figuras, sin dividir artificialmente el mun­do entre héroes y villanos. Su equilibrio está hecho de contrastes, de aventureros atractivos pero finalmente cas­tigados, de víctimas que no son enteramente inocentes. Uno de sus recursos preferidos fue el deliberado choque entre el suceso y su ambiente: una escena de amor es ubicada sobre un caño de desagüe (en "Creed"), el compro­miso matrimonial de sus hijos es convenido por dos an­cianos durante una orgía en un prostíbulo ("The wedding march"), una seducción es comenzada en las cercanías de un convento ("Queen Kelly").
En forma cinematográfica y en sistemas de filmación, von Stroheim fue tan revolucionario como en sus temas. En una reacción hacia los artificios habituales del cine de 1920, implantó un naturalismo de conducta para sus personajes y una actitud anti-literaria para sus diálogos. Fue uno de los primeros realizadores en exigir escenarios auténticos, sin telones pintados, para ubicar su acción, y ha declarado que "Greed" fue el primer film enteramente rodado sin re­construir un sólo escenario en estudios; el realismo era allí su aspiración. Creó sus propias estrellas y aspiró a prescin­dir de intérpretes consagrados, a quienes sólo admitió cuan­do no tuvo otra alternativa (Mae Murray y John Gilbert en "The merry widow", Gloria Swanson en "Queen Kelly"). Desa­rrolló las enseñanzas de Griffith en cuanto a intercalación de primeros planos para señalar detalles elocuentes (las manos restregadas en "Greed") y ubicó metáforas visuales de alta imaginación, como las manos esqueléticas que tocan en el órgano de una iglesia durante la boda ("The wedding march"), la otra boda contrastada con un simultáneo funeral ("Greed"), o todo el simbolismo de gato y pájaros que aparecen como contrafiguras de sus personajes ("Greed"). Fue resistido por querer ser a un tiempo el autor y el director de sus films, como Hollywood sólo lo admitiría mucho más tarde (Or­son Welles, Preston Sturges, John Huston, Robert Rossen, Nunnally Johnson).
La riqueza de la obra de von Stroheim determinó la amplitud de la influencia que habría de ejercer sobre el cine posterior. En Francia, Jean Renoir declaró que después de haber visto "Foolish wives" en 1922 resolvió abando­nar la pintura y dedicarse al cine. En Rusia, "Greed" fue exhibida como enseñanza a todos los jóvenes directores, según fuera declarado por Pudovkin. En Alemania, el rea­lismo social y psicológico de Pabst fue explicado como una derivación del que Stroheim había aportado a Holly­wood en los años previos. En el mismo Hollywood, varias líneas de influencia pueden ser trazadas hacia direcciones muy distintas y casi todas ellas parten de "Creed", obra am­plísima. La sátira a la burguesía, con un fragmento par­ticularmente humorístico, es un claro antecedente de co­medias americanas (Lubitsch, Preston Sturges, Billy Wilder) y también de las sátiras que Rene Clair haría en Fran­cia, especialmente "Un chapeau de paille d'Italie".



En otros sentidos, el realismo exterior con que "Creed" presenta a la sociedad americana ha sido establecido como un antece­dente de una escuela representada entre otros por John Huston ("Asphalt jungle", "Treasure of Sierra Madre"). El mé­todo de enriquecer cada escena y de combinar naturalis­mo con simbolismo ha sido adoptado y desarrollado luego por William Wyler, señalándose la similitud entre algunas tomas de "Creed" y otras de "The little foxes". Y desde luego habría que agregar la enseñanza que explícitamente han reconocido otros directores, como Jacques Becker y H.G. Clouzot.
Es casi inevitable el admirado asombro que el especta­dor de hoy experimenta al revisar "Creed" y "The wedding march", que son, pese a todo, las obras menos fragmenta­rias y más coherentes de su creador, pero aunque todos sus films hubieran sido ya anulados por el tiempo, la in­fluencia de von Síroheim habría sido decisiva, como sólo lo fueron las de Griffíth y Chaplin en el cine mudo.