5 de septiembre de 2022

Trotsky revisitado (XXII). Semblanzas y estimaciones (16)

George Novack: Su análisis del desarrollo desigual y combinado de las sociedades
 
George Novack (1905-1992) fue un intelectual y activista estadounidense que jugó un papel destacado en muchos casos de defensa de derechos y libertades civiles. Estudió en la Harvard University y en1933 se unió a la Young Communist League USA (Liga Juvenil Comunista de los Estados Unidos de América). Entre 1937 y 1940 fue el secretario del American Committee for the Defence of Leon Trotsky (Comité Americano de Defensa de León Trotsky) que en 1937 reunió la Comisión Dewey, que examinó los cargos hechos contra Trotsky en los juicios de Moscú y que, en 1938, los declaró como un completo fraude. Desde 1940 hasta 1973 fue miembro del Comité Nacional del Socialist Workers Party (Partido Socialista de los Trabajadores). De su obra ensayística pueden citarse “The origins of materialism” (Los orígenes del materialismo), “Empiricism and its evolution” (El empirismo y su evolución), “Democracy and revolution” (Democracia y revolución), “Polemics in marxist philosophy” (Polémicas en la filosofía marxista), “Humanism and socialism” (Humanismo y socialismo), “America's revolutionary heritage” (Herencia revolucionaria estadounidense), “Revolutionary dynamics of women's liberation” (Dinámicas revolucionarias de la liberación de la mujer) y “Understanding history” (Para comprender la historia). A este último ensayo pertenece el capítulo “Uneven and combined development in history” (Desarrollo desigual y combinado en la historia) que fuera publicado por primera vez en 1957 en la revista “Labour Review” bajo el seudónimo William F. Warde. En 1974 apareció la primera versión en español a cargo de la editorial colombiana “Pluma”, la que lo publicó con el título “La ley del desarrollo desigual y combinado de la sociedad”. A esta versión pertenecen los fragmentos que siguen a continuación.

 
La ley del desarrollo desigual y combinado es una ley científica de la más amplia aplicación en el proceso histórico. Tiene un carácter dual o, mejor dicho, es una fusión de dos leyes íntimamente relacionadas. Su primer aspecto se refiere a las distintas proporciones en el crecimiento de la vida social. El segundo, a la correlación concreta de estos factores desigualmente desarrollados en el proceso histórico. El factor más importante del progreso humano es el dominio del hombre sobre las fuerzas de producción. Todo avance histórico se produce por un crecimiento más rápido o más lento de las fuerzas productivas en este o aquel segmento de la sociedad, debido a las diferencias en las condiciones naturales y en las conexiones históricas. Estas disparidades dan un carácter de expansión o compresión a toda una época histórica e imparte distintas proporciones de crecimiento a los diferentes pueblos, a las diferentes ramas de la economía, a las diferentes clases, instituciones sociales y campos de cultura. Esta es la esencia de la ley del desarrollo desigual. Estas variaciones entre los múltiples factores de la historia dan la base para el surgimiento de un fenómeno excepcional, en el cual las características de una etapa más baja del desarrollo social se mezclan con las de otra superior.
El descubrimiento y formulación de esta ley es el resultado de más de 2.500 años de investigaciones teóricas sobre las formas del desarrollo social. Las primeras observaciones sobre ella fueron hechas por los filósofos e historiadores griegos. Pero la ley misma fue llevada a un primer plano y efectivamente aplicada por primera vez, por los fundadores del materialismo histórico, Marx y Engels. Esta ley es una de las más grandes contribuciones del marxismo para la comprensión científica de la historia y uno de los más poderosos instrumentos de análisis histórico. Marx y Engels derivaron la esencia de esta ley, a su vez, de la filosofía dialéctica de Hegel. Hegel utilizó la ley en sus obras sobre la historia universal y la historia de la filosofía sin darle no obstante, un nombre especial o un reconocimiento explícito. De la misma manera, muchos pensadores dialécticos, antes y después de Hegel, usaron esta ley en sus estudios y la aplicaron más o menos conscientemente para la solución de complejos problemas histórico-sociales y políticos. Los más destacados teóricos del marxismo, desde Kautsky y Luxemburgo hasta Plejanov y Lenin, advirtieron su importancia, observaron su funcionamiento y consecuencias y la usaron para la solución de problemas que confundían a otras escuelas de pensamiento.
Lenin, en sus “Cartas desde lejos” basó su análisis de la primera etapa de la revolución rusa en 1917 en esta ley. Escribió a sus colaboradores bolcheviques desde Suiza: “El hecho de que la revolución de febrero haya ocurrido tan rápidamente es debido a una coyuntura histórica inusual donde estaban combinados, de una manera ‘altamente favorable’, movimientos absolutamente distintos, intereses de clases absolutamente diferentes y tendencias políticas y sociales absolutamente opuestas”. ¿Qué había ocurrido? Una sección de la nobleza y terratenientes rusos, la oposición burguesa, los intelectuales radicales, los obreros y soldados insurgentes, junto con los aliados del imperialismo-fuerzas sociales absolutamente disimiles- se habían unido momentáneamente contra la autocracia zarista. Cada una por sus propias razones. Todas juntas sitiaron, aislaron y voltearon al régimen de Romanov. Esta extraordinaria coyuntura de circunstancias y combinaciones de fuerza irrepetible surgió de la totalidad de desigualdades previas del desarrollo histórico ruso por sus largamente pospuestos y no resueltos problemas sociales y políticos exacerbados por la primera guerra imperialista mundial.
Las diferencias, que habían desaparecido superficialmente en la ofensiva contra el zarismo, se manifestaron inmediatamente y no pasó mucho tiempo antes de que esta alianza de facto, de fuerzas opuestas por naturaleza, se desintegrara y  rompiera. Los aliados de la revoluci6n de febrero de 1917 se transformaron en los irreconciliables enemigos de octubre de 1917. ¿Cómo se llegó a esto? La caída del zarismo, en su momento, produjo una nueva y superior desigualdad en la situación, que puede ser sintetizada en la fórmula siguiente: por un lado, las condiciones objetivas estaban maduras para la toma del poder por los obreros; por el otro, la clase obrera rusa -y sobre todo su dirección- no habían apreciado correctamente la situación real ni probado la nueva relación de fuerzas. O sea que, subjetivamente, no estaban maduros para realizar la tarea suprema. El desarrollo de la lucha de clases, desde febrero a octubre de 1917, se puede decir que consistió en el reconocimiento creciente, por parte de la clase obrera y sus líderes revolucionarios, de lo que debía hacerse y de las condiciones objetivas y la preparación subjetiva. La brecha abierta entre ellos fue cerrada en la acción por el triunfo de los bolcheviques en la Revolución de Octubre, que combinó la conquista obrera del poder con el más amplio levantamiento campesino.


Este proceso está totalmente explicado por Trotsky en su “Historia de la Revolución Rusa”. La misma fue el ejemplo más claro del desarrollo desigual y combinado en la historia moderna. En su análisis clásico de este acontecimiento, Trotsky dio al movimiento marxista la primera formulación explícita de la ley. Trotsky, el teórico, es más celebrado por la formulación de la teoría de “La revolución permanente”. Sin embargo, su exposición de la “Ley del desarrollo desigual y combinado” podría ser aparejada a aquella en cuanto a su valor. No sólo puso nombre a esta ley sino que también fue el primero que la expuso en su pleno significado y le dio una expresión redondeada. Estas dos contribuciones a la comprensión científica de los movimientos sociales están, de hecho, íntimamente ligadas. La concepción de Trotsky de la Revolución Permanente resultó de su estudio de las peculiaridades del desarrollo histórico ruso, a la luz de los nuevos problemas que se le presentaban al socialismo mundial en la época del imperialismo. Estos problemas eran particularmente agudos y complejos en países atrasados donde la revolución democrático-burguesa no se había dado, y planteaban la solución de sus tareas más elementales en un momento en que estaba planteada la revolución proletaria. Los frutos de sus ideas sobre esta cuestión, confirmados por el desarrollo actual de la Revolución Rusa, prepararon y estimularon su subsecuente elaboración de la ley del desarrollo desigual y combinado. Por cierto, la teoría de Trotsky de la Revolución Permanente es la aplicación más fructífera de esta verdadera ley a los problemas claves de la lucha de clases internacional de nuestro tiempo -época de transición de la dominación capitalista al mundo socialista- y ofrece el más alto ejemplo de su penetrante poder.
Aunque directamente originada en el estudio de la historia moderna, la Ley del desarrollo desigual y combinado tiene raíces en acontecimientos comunes a todos los procesos de crecimiento en la naturaleza como así también en la sociedad. Los investigadores científicos han puesto énfasis en la prevalencia de las desigualdades dominantes en muchos campos. Todos los elementos constituyentes de una cosa, todos los aspectos de un acontecimiento, todos los factores de un proceso en desarrollo no se realizan en la misma proporción o en igual grado. Más aún, bajo diferentes condiciones materiales, las mismas cosas exhiben diferentes proporciones y grados de crecimiento. La desigualdad del desarrollo entre los continentes y países es acompañada por un semejante crecimiento desigual de los distintos elementos dentro de cada grupo social u organismo nacional. La desigualdad es la “ley más general del proceso histórico” dice Trotsky en “Historia de la Revolución Rusa”. Estas desigualdades son la expresión específica de la naturaleza contradictoria del progreso social y de la dialéctica del desarrollo humano.
En una obra sobre la clase obrera norteamericana, escrita por Karl Kautsky a principios de siglo XX, el marxista alemán señalaba algunos de los contrastes marcados en el desarrollo social de Rusia y de los Estados Unidos en ese tiempo. “Dos Estados existen -escribió- diametralmente opuesto el uno al otro. Cada uno de ellos contiene un elemento extraordinariamente desarrollado en comparación con su estándar capitalista. En un estado -Norteamérica- es la clase capitalista. En Rusia es el proletariado. En ningún otro país como en Norteamérica se puede hablar con tanta propiedad de la dictadura del capital, mientras el proletariado en ninguno ha adquirido tanta importancia como en Rusia”. Esta diferencia en el desarrollo, que Kautsky describe en su comienzo, se acentuó enormemente en sus etapas ulteriores. Trotsky hizo un análisis extraordinario del significado de tales desigualdades para explicar el curso de una historia nacional, en el primer capítulo de su “Historia de la Revolución Rusa”, sobre “las peculiaridades del desarrollo ruso”. La Rusia zarista contenía fuerzas sociales que pertenecían a tres diferentes etapas del desarrollo histórico. En las alturas, estaban los elementos feudales: una monstruosa autocracia asiática, un clero estatal, una burocracia servil, una nobleza territorial favorecida. Más abajo había una débil, impopular burguesía, y una intelectualidad cobarde. Estos fenómenos opuestos estaban orgánicamente interrelacionados. Constituían distintos aspectos de un proceso social unificado. Las condiciones históricas que fortificaron y preservaron el predominio de las fuerzas feudales -la lentitud del desarrollo ruso, su economía atrasada, el primitivismo de sus formas sociales y su bajo nivel de cultura- habían frenado el crecimiento de las fuerzas sociales y acentuado su debilidad social y política.
Este fue un aspecto de la situación. Por el otro lado, el extremo retraso de la historia rusa había dejado los problemas agrarios y nacionales sin resolver, provocando descontento, hambre de tierra en el campesinado y ansias de libertad en las nacionalidades oprimidas. Mientras tanto aparecía la industria capitalista, dando nacimiento a empresas altamente concentradas, bajo la dominación del capital financiero extranjero, y a un no menos concentrado proletariado, armado con las últimas ideas, organizaciones y métodos de lucha. Esta violenta desigualdad en la estructura social de la Rusia zarista proveyó la base para los acontecimientos revolucionarios que estallaron cuando la caída de la decadente estructura medieval en 1917, y concluyo en unos pocos meses poniendo al proletariado y al partido bolchevique en el poder. Solamente analizando y comprendiendo esto, es posible captar por qué la Revolución Rusa se dio de esta manera.


Pasando del proceso económico al intelectual, el marxista ruso Plejanov señalaba, en su notable trabajo “En defensa del materialismo”, como el desarrollo desigual de los diversos elementos que componen una estructura nacional permite al mismo conjunto de ideas producir muy diferente impacto social sobre la vida filosófica. Hablando del desarrollo ideológico en el siglo XVIII, Plejanov señalaba: “El mismo conjunto de ideas llevó al ateísmo militante de los materialistas franceses, al indiferentismo religioso de Hume y a la religión ‘práctica’ de Kant. La razón fue que la cuestión religiosa en Inglaterra, en ese tiempo, no jugaba el mismo rol que en Francia, ni en Francia que en Alemania. Y esta diferencia en el significado de la cuestión religiosa tenía sus raíces en la distinta relación en que estaban las fuerzas sociales en cada uno de esos países. Similares en su naturaleza, pero disimiles en su grado de desarrollo, los elementos de la sociedad se combinaban de modo diferente en los distintos países europeos y conducían a hacer de cada uno de ellos un muy particular estado de conciencia que se expresaba en la literatura nacional, la filosofía, el arte, etc. Como consecuencia de esto, una misma cuestión puede excitar a los franceses a la pasión y dejar fríos a los británicos. Un mismo argumento puede ser considerado con respeto por un alemán progresivo, mientras un francés progresivo lo verá con un odio amargo”.
Trotsky concluyó que las peculiaridades nacionales son el producto más general del desarrollo desigual histórico, su resultado final. Sin embargo, por profundamente asentadas que estén estas peculiaridades en la estructura social y por poderosa que sea su influencia sobre la vida nacional, ellas son limitadas. En primer lugar, son limitadas en la acción. No reemplazan el proceso superior de la economía y política mundial ni pueden abolir el funcionamiento de sus leyes. En segundo lugar, las peculiaridades nacionales tienen límites históricamente definidos. No están fijados para siempre ni tienen un destino absolutamente determinado. Condiciones históricas las generan y las suplantan; nuevas condiciones históricas pueden alterarlas, eliminarlas e igualmente transformarlas en sus opuestos.
En cuanto al segundo aspecto de la ley, la del desarrollo combinado, éste parte del reconocimiento de la desigualdad en las proporciones de desarrollo de varios fenómenos del cambio histórico. La disparidad en el desarrollo técnico y social y la combinación fortuita de elementos, tendencias y movimientos pertenecientes a diferentes etapas de la organización social, dan la base para el surgimiento de algo nuevo y de más alta cualidad. Ante todo debemos preguntarnos qué significa “combinado”. Hemos podido ver como características que pertenecen a un estado de la evolución se ligan a otras que son esencialmente propias de una etapa más alta. Aquí, las combinaciones de los metales nos proporcionan una analogía útil. El bronce, que juega un gran rol en el desarrollo de las más tempranas construcciones de herramientas, que ha dado su nombre a toda una etapa del desarrollo histórico, se ha compuesto de dos metales elementales, el cobre y el estaño, mezclados en proporciones específicas. Su fusión produce una aleación con propiedades importantes que difieren de ambos constituyentes. El resultado de la fusión de diferentes etapas o elementos del progreso histórico es una mezcla o aleación particular de cosas. En la unión de diferentes y opuestos elementos, la naturaleza dialéctica de la historia se manifiesta por sí misma más poderosa y prominente. Aquí la contradicción, simple, obvia, flagrante, predomina. Como un importante ejemplo de esto, se puede considerar la naturaleza del estalinismo. En la Rusia post-revolucionaria, la más avanzada forma de propiedad -la propiedad nacionalizada- y el más eficiente modo de organización industrial -la economía planificada-, ambos logrados a través de la revolución proletaria de 1917, se unieron en una sola masa con el tipo más brutal de tiranía, creada por una contrarrevolución política de la burocracia soviética.


El desarrollo desigual y combinado se nos presenta como una mezcla particular de elementos atrasados con los factores más modernos. Estas anomalías son especialmente pronunciadas en los países más atrasados. “El desarrollo de las naciones históricamente atrasadas lleva necesariamente a una combinación peculiar de diferentes etapas del desarrollo histórico”, escribió Trotsky en la “Historia de la Revolución Rusa”. Tribu, nación y clase son capaces de comprimir etapas o de saltar sobre ellas, asimilando los logros de los pueblos más avanzados. Pero no pueden hacer nada hasta tanto los países pioneros a la vanguardia del género humano, hayan previamente allanado el camino, prefabricando las condiciones materiales. Otros pueblos preparan los medios y modelos para, una vez maduros, adaptarlos a sus condiciones peculiares. En estos saltos históricos las etapas del desarrollo son algunas veces comprimidas y otras omitidas, lo que depende de las condiciones particulares y las fuerzas. La reciente historia política nos ha hecho familiarizar con los ejemplos del fascismo y el estalinismo, que son fenómenos históricos del siglo XX simétricos, aunque no idénticos. Ambos representan reversiones de formas de gobiernos democráticos preexistentes que tenían bases sociales completamente diferentes. El fascismo fue el destructor y reemplazante de la democracia burguesa en el periodo final de la destrucción y decadencia del imperialismo. El estalinismo fue el destructor y reemplazante de la democracia obrera de la Rusia revolucionaria en el periodo inicial de la revolución socialista internacional.
De esta forma, vemos mezclados dos etapas en el movimiento dialéctico de la sociedad. Primero, algunas partes del género humano y ciertos elementos de la sociedad, se mueven más rápidamente y se desarrollan antes que otros. Más tarde, bajo el choque de fuerzas externas se produce un retroceso, o una detención en relación al ritmo de progreso de sus precursores, por la combinación de las últimas innovaciones con viejos modos de existencia. “La dialéctica histórica no conoce nada semejante al atraso desnudo o al progreso químicamente puro”, como señalara Trotsky. La formación combinada de lo viejo y de lo nuevo, de lo más bajo y lo más alto, de la esclavitud y el capitalismo, demostró no ser permanente ni indisoluble; fue condicional, temporaria, relativa. Como Hegel señaló, la historia a menudo recurre a los mecanismos más indirectos y astutos para lograr sus fines.
La historia de Rusia da el ejemplo más extraordinario de esta conversión de un castigo histórico en un privilegio. Al comienzo del siglo XX, Rusia era entre las grandes naciones de Europa la más atrasada. Este atraso abrazaba todos los estratos, desde el campesino abajo hasta la dinastía absolutista de los Romanov arriba. El pueblo ruso y sus nacionalidades oprimidas sufrían ambos las miserias del feudalismo decadente y del retraso del desarrollo burgués en Rusia. Sin embargo, cuando llegó el momento de la solución revolucionaria de estos problemas acumulados, este retraso demostró sus ventajas en muchos terrenos.
Primero, el zarismo estaba totalmente alienado de las masas. Segundo, la burguesía era muy débil para tomar el poder en su propio nombre y mantenerlo. Tercero, el campesinado, al no recibir satisfacción de la burguesía, fue obligado a replegarse sobre la clase obrera en busca de dirección. Cuarto, la clase obrera no tenía formas de actividad petrificadas o sindicatos frenadores y burocracias políticas que la hicieran retroceder. Fue más fácil para esta joven y enérgica clase que tenía muy poco que perder y mucho que ganar, adoptar rápidamente la más avanzada teoría, el más claro programa de acción y el más alto tipo de organización partidaria. La revuelta campesina contra el feudalismo, un movimiento que en el occidente de Europa ha caracterizado el surgimiento de las revoluciones democrático-burguesas, se mezcló con la revolución proletaria contra el capitalismo, exclusiva del siglo XX. Como Trotsky señaló en la “Historia de la Revolución Rusa”, fue la conjunción de estas dos revoluciones diferentes lo que dio su poder expansivo al alzamiento del pueblo ruso y lo que explica la extraordinaria rapidez de su triunfo.