En 1940, en el diario "La Nación" de Buenos Aires se publicó su primer cuento importante, "Un sueño realizado", el primero de una extensa lista de publicaciones tales como "El obstáculo" y "El posible Baldi". Desde 1941 hasta 1954, mientras residía nuevamente en Buenos Aires, trabajó en la agencia de noticias "Reuter" y en las revistas "Vea y Lea" e "Impetu". A mediados de la década de 1950, colaboró con la revista "Sur", dirigida por Victoria Ocampo (1890-1979), donde publicó su relato "El álbum".
En el ejemplar del 11 de octubre de 1968 de la Revista "Marcha", Onetti escribió:
USTED PERDONE, GUEVARA
Hace un año, cuando Fidel Castro confirmó la muerte de Ernesto Che Guevara, publiqué en la revista "Cuba" las siguientes líneas: "El decir está tan gastado que produce pudor reiterarlo. Desde los periodistas con prisa hasta los quiméricos compadritos de Jorge Luis Borges: murió en su ley. También, no importa el abuso, murió con las botas puestas. Pero la porfía del Che, profetizamos, es inmortal. Trepando, desembarazándose de tanta literatura, lágrimas y sentimentalina arrojadas encima de su pecho asesinado, Che Guevara está hoy otra vez -y van tantas- de pie, repartiendo rostros y metralletas entre ansiosos, resueltos checitos nacidos de su muerte y resurrección. Atravesando palabras inútiles y diagnósticos torcidos. Che Guevara va viniendo, va llegando".
Desde entonces, mucho ha sucedido, mucho se ha publicado sobre el tema; sólo me dieron motivos estéticos para modificar lo anterior. Pero aquí, en Santa María, desde donde escribo, país subdesarrollado, carente aún de 383a a 383b, la gente se está haciendo xenófoba. Reparan en que el Che era argentino, hizo la revolución en Cuba, fue muerto en Bolivia. Para corregir ese error, para no vivir de espaldas a las prepotencias, los tira y afloja (más de lo último), les pido la hora y los aplazamientos que decoran el panorama político de Santa María, vuelvo a copiar y me enmiendo.
Alzando la puntería, elijo ahora a Pío Baraja: "Pueblo de los discretos, espejo de los prudentes, encrucijada de los ladinos, vivero de los sagaces, enciclopedia de los donosos, albergue de los que no se duermen en las pajas, espelunca de los avisados, cónclave de los agudos, sanhedrín de los razonables...". Es que este don Pío, además de humilde y errante, era un hombre arbitrario y cerrado; la antipatía que le causaban los franceses le hizo olvidar una frase de Chateaubriand: "Hay cierta época en la que no se debe derrochar el desprecio, a causa del considerable número de necesitados".
Por las eruditas transcripciones: Juan Carlos Onetti".
Por las eruditas transcripciones: Juan Carlos Onetti".