Las obras para la construcción del primer ferrocarril argentino se iniciaron en 1855, dos años después de que la Legislatura Provincial autorizara la creación de una vía férrea hacia el oeste. Las mismas deberían haber estado terminadas en enero de 1857, pero debido a las intensas lluvias caídas en aquellos días que afectaron la solidez de los terraplenes, concluyeron en abril del mismo año.El trazado de las vías se estableció desde la estación Del Parque, ubicada en la misma manzana donde hoy se encuentra el Teatro Colón, delimitada por las calles Del Centro (hoy Cerrito), Tucumán, Libertad y Del Temple (hoy Viamonte) hasta la estación La Floresta (en las actuales Rivadavia y Lacarra). Los trenes salían por la calle Libertad cruzando la Plaza del Parque (hoy Plaza Lavalle) en diagonal, pasando frente al Parque de Artillería, el cual estaba emplazado en la manzana que actualmente ocupa el Palacio de Tribunales.Al llegar a la esquina de Talcahuano y Del Parque (hoy Lavalle), tomaba por ésta hasta el Boulevard Callao y allí se desviaba con rumbo sudoeste atravesando los terrenos conocidos como Hornos de Bayo o de los Olivos realizando una curva y contracurva (la que se denominaba Curva de los Jesuitas por la cercanía con el Colegio del Salvador) en lo que hoy es la calle Enrique Santos Discépolo (hasta no hace mucho llamada Rauch).Luego continuaba sobre un terraplén construido en el centro de la avenida Corrientes y más adelante tomaba por Cangallo (hoy Tte. Gral. J. D. Perón) para orientarse definitivamente hacia el oeste. Luego circulaba paralelamente a la calle Piedad (hoy Bartolomé Mitre), para llegar en línea casi recta hasta la estación terminal, habiendo hecho un recorrido total de 10 kilómetros.
El viaje inaugural convocó a una enorme cantidad de público aquel sábado 29 de agosto de 1857 en la estación Del Parque. Tras media hora de viaje, el tren llegó a la estación La Floresta, en donde los pasajeros fueron agasajados con un almuerzo. Desde su inauguración, los trenes partían regularmente hacia el oeste todos los días a las 9, 12 y 15 hs. y regresaban hacia el centro a las 11, 14 y 17 hs., costando los pasajes entre ambas cabeceras en primera clase $10.- y en segunda $ 5.-. La estación Caballito estaba ubicada en la esquina de la calle del mismo nombre (hoy Martín de Gainza) y era apenas un pequeño edificio de madera con techo de chapas. Contaba con cuatro bancos de madera y una angosta plataforma de aproximadamente un metro y medio de ancho, la que era utilizada para facilitar el ascenso y descenso de los pasajeros.Un antiguo residente del partido de Flores del que era Juez de Paz, don Carlos Naón (1803-1861), había donado una manzana de su quinta al Ferrocarril del Oeste en 1856 y allí se construyó dicha estación. En los alrededores había una gran cantidad de quintas pertenecientes a los habitantes de Buenos Aires que buscaban un lugar de descanso apartándose del centro.El ferrocarril, que pertenecía a una compañía constituida por empresarios nacionales, tuvo muchas dificultades financieras, por lo que el 1° de enero de 1863 fue adquirido por la Provincia de Buenos Aires, quien lo explotó hasta 1889, fecha en que fue vendido a la compañía británica Buenos Aires Western Railway Ltda.Hacia 1902, se instaló la cabecera este en la estación Once de Septiembre y, a los efectos de mejorar el tránsito tanto del ferrocarril como de los vehículos que atravesaban las vías por las calles transversales, se decidió hacerlas correr a 6 metros bajo el nivel del suelo hasta la calle Rojas en Caballito. Para ello, se iniciaron las obras el 10 de mayo de 1902 para concluirlas dos años más tarde, hacia fines de 1904. Las obras costaron 1.200.000 pesos oro e incluían, además del tendido de dos vías adicionales, la construcción de puentes de hierro y acero para atravesarlas. En 1914 se electrificó el ramal entre Once y Caballito y el 30 de abril de 1923 se inauguró el servicio eléctrico hasta Moreno. Por ese entonces, la empresa contaba con 47 coches motor y 45 vagones.Mientras tanto, en 1863, se inició la construcción del Ferrocarril Central Argentino, de Rosario a Córdoba. Por la misma época, en 1862, se firmó el contrato para la construcción del Ferrocarril Sud, cuyo trazado de trocha ancha corría desde el Mercado de Constitución hasta Chascomús. Hacia 1880 se habían construído 2.516 kilómetros de vías, de los cuales 1.227 pertenecían al Estado, 2.544 al Andino, 427 a la provincia de Buenos Aires y el resto se distribuía entre siete empresas privadas. La red ferroviaria alcanzó con la generación del '80 una extensión de 9.397 kilómetros y las inversiones alcanzaban un monto de 320 millones de pesos oro.La rápida extensión ferroviaria fue potenciada por el interés político de utilizar al nuevo transporte como un eficaz mecanismo para el control del territorio nacional. Si bien los ferrocarriles, en aquellos años, colaboraron para mejorar la recaudación de la aduana, fortaleciendo el dominio porteño sobre el resto de las provincias, mayor interés económico tuvieron los capitales extranjeros. Fueron los ingleses, quienes encontraron en los trenes de carga un medio rápido y eficaz en el proceso de traslado de materia prima a zonas portuarias, para desde allí embarcarlas rumbo a Europa.A principio del siglo XX, el desarrollo ferroviario impulsó el crecimiento agropecuario y sus exportaciones a Europa. Un desarrollo que tenía como contrapartida el estancamiento de la Argentina industrial. Fueron años donde nuestro país importaba, del viejo continente, productos manufacturados con materia prima argentina.