27 de abril de 2008

¿Quién mató al chofer? (Un descuido de Chandler)


Publicada en 1939 cuando tenía cincuentiún años de edad, “The big sleep” (El sueño eterno) significó la fulgurante irrupción de Raymond Chandler (1888-1959) en el ámbito de la novela negra y la primera aparición en sociedad de su insigne personaje, el irrepetible Philip Marlowe. En esta novela, al igual que en sus relatos precedentes -con su estilo cínico e irónico de siempre- Chandler se ocupó menos del acertijo o enigma a resolver que de reflejar críticamente las miserias de una sociedad en apariencia espléndida pero en esencia marginal e injusta.
"Es ya un lugar común de la crítica señalar que el detective privado -particularmente Marlowe- era una respuesta a la corrupción de la década de los años '20 y a a injusticia social de los '30 -dice Matthew Bruccoli (1931) en su conciso ensayo "Raymond Chandler y Hollywood"-. Sin embargo, no es nece­arlo buscar causas políticas y sociales para compren­der la preocupación de Marlowe por el honor y la justi­cia, ya que ésa era la preocupación moral de Raymond Chandler. Este no era un político, y su obra no incluye ideas políticas, aparte de su desconfianza por el poder. Recuérdese que Chandler vivió en Inglaterra de los ocho a los veinticuatro años (1896 a 1912) y se educó en la escuela pública del Dulwich College. El código de Chandler/Marlowe es el del caballero de los reyes Eduardo y Jorge. Su protagonista es un caballero inglés, trasplantado a una de las pintorescas colonias, donde da ejemplo a los nativos del lugar".
Como sea que fuera, la novela resultó un éxito y pronto se pensó en adaptarla a la pantalla grande. Para su versión cinematográfica, la compañía Warner Bros. Pictures contrató al director Howard Hawks y a los guionistas Jules Furthman, Leigh Brackett y William Faulkner, quienes tenían a esa altura valiosos antecedentes al momento de comenzar la tarea. Howard Hawks (1896-1977) era prolífico director que ya había dirigido una treintena de películas, entre ellas "The road to glory" (El camino a la gloria, 1926), "Scarface" (Cara cortada, 1932), "Today we live" (Vivamos hoy, 1933), "Only angels have wings" (Sólo los ángeles tienen alas, 1939) y "To have and have not" (Tener y no tener, 1944).


El escritor William Faulkner (1897-1962), autor de las novelas "The sound and the fury" (El sonido y la furia, 1929) y "Absalom, Absalom!" (¡Absalón, Absalón!, 1936), ya había colaborado con Hawks escribiendo los guiones de "El camino a la gloria", "Vivamos hoy" y "Tener y no tener", además del de "Gunga Din", la película que realizó en 1939 el director George Stevens (1904-1975). Mientras tanto, Jules Furthman (1888-1966), había trabajado como guionista en "Shanghai express" (El expreso de Shanghai, 1932) del austríaco Josef von Sternberg (1894-1969), "Mutiny on the Bounty" (Rebelión a bordo, 1935) del escocés Frank Lloyd (1886-1960) y había sido coguionista con Faulkner de "Tener y no tener". Por su parte, la escritora de ciencia ficción y novelas de misterio Leigh Brackett (1915-1978), que había publicado con bastante suceso "Martian quest" (La cuestión marciana, 1940), "No good from a corpse" (Malo para un cadáver, 1944) y "Stranger at home" (Un extraño en casa, 1946), iba a debutar como guionista en esta película. El experimentado Sid Hickox (1895-1982) se encargó de la fotografía en blanco y negro, y la banda sonora fue realizada por el maestro Max Steiner (1888-1971). Protagonizada por Humphrey Bogart (1899-1957) y Lauren Bacall (1924), la película se estrenó el 23 de agosto de 1946.


El film presentó una desbordante química entre los protagonistas estelares dentro de una perturbadora atmósfera, con diálogos cínicos, perspicaces e insinuantes y su principal mérito radicó en el logro de un clima absorbente, enigmático y sensual. Ahora bien, si el argumento de la novela ya era enrevesado, mucho más lo fue en su versión cinematográfica. Tanto fue así, que una pregunta quedó sin resolver en el film: ¿Quién mató a Owen Taylor, el chofer?
Durante el rodaje, la misma duda se le presen­tó a la guionista Leigh Brackett. Intrigada, consultó a Humprey Bogart, quien más intrigado aún, recurrió a Hawks. Este decidió cortar por lo sano y telegrafió la pregunta a Raymond Chandler. La respuesta fue breve: "Yo tampoco lo sé".