¿El
cerebro es moral?
Si hablamos de un cerebro adulto y sano, sí.
La moral
se aprende.
Casi todo el cerebro es aprendido. Los humanos, a diferencia del resto de los
mamíferos, nacemos con un cerebro no acabado y utilizamos gran parte de nuestra
vida para desarrollarlo.
Unos más
y otros menos.
El hombre de Neandertal utilizaba más de la mitad de su vida para desarrollar
su cerebro. La evolución ha favorecido el dominio de un animal cuyo cerebro
responde al aprendizaje. La educación influye en el cerebro, y este
descubrimiento ha sido crucial.
¿Qué más
sabemos?
Que las distintas capacidades utilizan distintas zonas del cerebro; las
capacidades morales se desarrollan en el lóbulo frontal, que se desarrolla con
la edad.
Cuando
nacemos, ¿el lóbulo frontal está en pañales?
Sí, y eso significa que los niños y adolescentes no tienen capacidad para
entender algún tipo de pensamiento moral y nociones de riesgo. Por tanto, en la
educación debemos tener en cuenta su nivel de desarrollo.
Y procurar
no dañar esa zona.
Cierto, porque la persona que a raíz de un accidente tiene dañado el lóbulo
frontal puede convertirse en moralmente incapaz. No es que no quiera, sino que
no puede. Biológicamente ha perdido la base del comportamiento moral.
¿La sociedad
es el resultado del tipo de cerebro que tenemos o viceversa?
Las sociedades están creadas por cerebros, pero a la vez el tipo de cerebro
que tenemos es el resultado de nuestra sociedad. Hay una gran cantidad de
influencias que van en contra de la arquitectura cerebral, y ese es un
descubrimiento reciente que tendrá un gran impacto en la sociedad y los seres
humanos del futuro.
¿Cómo
influye la ilusión en la construcción del cerebro?
Las ilusiones existenciales son necesarias. Por ejemplo, no queremos ver el
sufrimiento que nos rodea, ser plenamente consciente de él lastraría en exceso
nuestra vida. Somos animales dominados por el miedo, queremos trascender y eso
es una ilusión, porque somos seres biológicos pero seguimos disociándonos de la
naturaleza.
¿Es
cultural o cerebral?
Es el resultado de ambas. La neuroteología dice que hay diferencias en el
cerebro entre las personas religiosas y no religiosas.
Somos
menos lógicos de lo que creemos.
Y perdemos la lógica con la edad. Los niños son más lógicos que los adultos,
por eso debería estudiarse lógica en la infancia. Dígame, si creamos un robot
extremadamente sofisticado, ¿se convertirá en una persona?
Según Philip K. Dick, autor de ¿"Sueñan los androides con ovejas eléctricas"?,
no.
Exacto. Durante el siglo XX se ha analizado al ser humano como un robot
intelectual. Hoy sabemos que la emocionalidad aumenta nuestra inteligencia y
nuestra capacidad para comportarnos de manera compleja. Los androides de Dick
no podían prever las acciones humanas porque no tenían emociones para entender
cómo nos comportamos. Pero si conseguimos que las aprendan, tendrán
autoconciencia.
¿Por qué
el 99% de nuestra comunicación es inconsciente?
Tiene que ser así porque la conciencia es algo muy lento y no sobreviviríamos.
De hecho, comunicamos menos de lo que creemos. La mayoría de las veces nos
comunicamos únicamente con nosotros mismos. Cada cual interpreta las cosas de
manera distinta, por eso es ridículo intentar identificar comportamientos de
grandes grupos; decir por ejemplo "los hombres son así o las mujeres asá" no es
correcto, las diferencias individuales son mayores que las de sexo.
¿Cómo se
aplica la neuroética a temas concretos?
Hay estudios sobre las funciones cerebrales realizados con personas en coma o
en estado vegetativo. En algunos casos se ha visto que tienen capacidad de
pensamiento, de comunicación y de autoconciencia, y esto nos pone frente a
cuestiones éticas muy difíciles.
Según el
cardiólogo holandés Pin van Lommel, muchas personas, al despertar de un coma,
recuerdan lo acontecido.
Es cierto. En Suecia se dio el caso de una persona que dijo al despertar: "Me
ponían una música horrible". En Bélgica, Steven Laureys ha intentado establecer
comunicación con personas en coma utilizando la neurotecnología, midiendo la
actividad cerebral que se genera en cada pensamiento.
¿Pueden
preguntarles cosas?
Sí. Los resultados son muy interesantes porque se puede establecer comunicación
sin hablar y sin comportamiento externo. Las mismas investigaciones realizadas
con personas sanas demuestran que podemos llegar a leer la mente, aunque los
resultados hasta ahora son limitados.
¿Las
diferencias en los estándares bioéticos de cada país se deben a cuestiones culturales?
Hay
grandes diferencias culturales que tienen que ver con actitudes hacia la
religión, problemas sociales, políticos, económicos... todas ellas son
obviamente relevantes en cuanto a la ética. Pero también existen muchas
similitudes, especialmente en lo relativo a la valoración de las cualidades
humanas individuales: honestidad, respeto, no falsificar materiales, no robar
el material de un colega, ser cuidadoso al elegir los métodos de los
experimentos que se realizan... Eso es lo mismo en China, Suecia, Cuba,
Sudáfrica, los Estados Unidos y presumo que en la Argentina.
¿Cómo se
logra que los científicos acaten las normas éticas?
Hay
muchos niveles de implementación. La mayoría de las reglas éticas que he
reunido y analizado, alrededor de ciento cincuenta de seis continentes y veintidós países hasta el
momento, se vincula con la legislación nacional. Esto, por supuesto, implica
que la policía y las cortes funcionen bien. Pero muchas normas éticas van más
allá de la legislación nacional. Para eso existen los consejos de
investigación. Ellos actúan como cuerpos de control ante los que se puede
reclamar. Si un profesor roba los resultados de un estudiante o si se
falsifican datos, entonces el culpable no recibirá fondos para investigar. El
desprestigio, además, es un efecto particularmente severo en la comunidad
científica. En cierto sentido es un sistema de autorregulación.
Una
de las cuestiones éticas que actualmente se discuten es la clonación humana.
¿Qué opina usted al respecto?
Como
usted sabrá, las opiniones divergen. Personalmente, creo que se han sugerido
una cantidad de argumentos en pro y en contra que no tienen mucho que ver con
la realidad. La idea de que es posible crear seres humanos idénticos es una
concepción errónea. No es posible crear un grupo de individuos idénticos,
porque dos clones tendrían menos similitudes que los hermanos gemelos. Las
personas que están a favor de la clonación piensan que si uno pierde un hijo
puede obtener uno nuevo idéntico al anterior. Eso, creo, es una concepción
errónea de la clonación y una actitud incorrecta frente a la vida y la muerte.
Por otro lado, no entiendo la necesidad. Hay tantas enfermedades, como la
malaria, por las que mueren miles de personas, que los fondos en ciencia
deberían estar dirigidos a otras cosas...
¿Y si se
hiciese con fondos privados?
No veo la
diferencia. ¿Por qué siempre asumimos que el interés privado debería ser
esencialmente egoísta y orientado al lucro personal? Por otro lado, encontrar
la cura de la malaria también podría brindar beneficios económicos. En fin, no
soy economista, pero, hablando como una eticista, creo que hay argumentos
éticos relevantes que tienen que ver con la distribución de fondos.
¿A qué
atribuye las reacciones opuestas que se registran en Europa y Estados Unidos en
torno de los transgénicos?
Entre
otras cosas, son dos estilos diferentes de analizar las cosas. En los Estados
Unidos no hay nada tan sagrado como la libertad para producir riqueza,
mientras que en Europa se considera que el provecho individual no puede ir en
contra del provecho colectivo. Los transgénicos tienen un potencial muy
interesante, pero también tienen riesgos potenciales. En este momento, creo que
tendríamos que adoptar una política de esperar y ver, pero ése es más un
estilo europeo que norteamericano.
¿Por qué,
cree usted, mucha gente le teme a la ciencia?
Por un
lado, está el síndrome Frankenstein: muchos creen que los científicos pueden
crear cosas horribles. Y no carecen totalmente de justificación: los
científicos hicieron la bomba atómica, por ejemplo. Pero principalmente es el
miedo a lo desconocido lo que hace que la ciencia sea aterradora para mucha
gente. Sienten que tienen una completa falta de control sobre lo que hacen los
científicos y falta de conocimiento también. El tema de la clonación es un
ejemplo típico. Fue desarrollada en tan poco tiempo, y nuestras intuiciones
morales simplemente se quedan atrás.