Yo renegué del castellano cuando de chico viví en Nueva York y después, cuando fui adolescente en Chile, renegué del inglés. Luego, en un momento dado -es una larga historia- decidí que era bilingüe, que era híbrido, que era lo que nosotros en Chile llamamos un kiltro. Es decir, esos perros callejeros que son un poco sobrevivientes. "Mongrel", es una muy buena palabra en inglés. Pero en el momento en que acepto mi bilingüismo, a principios de los años '90, cuando yo decido enfrentarme al hecho de que sí soy bilingüe, que soy bicultural y que pertenezco a muchas naciones diferentes, empiezo a usar el idioma muy instrumentalmente.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, si tengo algo que es muy traumático para mí, muy complicado para contarlo, prefiero contarlo en el otro idioma -si yo lo viví en castellano prefiero contarlo en inglés- porque me permite distanciarme. El inglés me sirve para colocar en el hogar las cosas que han sucedido en mis aventuras en castellano. Yo viví esta aventura del norte de Chile en castellano pero tener que traducirlo al inglés me permite tener un mayor control sobre mis emociones. Soy una persona muy emocional. Se nota, creo, en todas las cosas que escribo. Entonces el inglés me sirve mucho para eso.
Es raro, porque uno podría pensar que el origen básico de la escritura está en las palabras mismas; que si va a escribir algo en castellano la inspiración primaria debería provenir de palabras en castellano, y a la inversa con el inglés.
Lo que pasa es que soy un bicho raro. Dentro de mi cabeza cuando estoy viviendo -en este mismo momento en que yo te hablo castellano- hay un traductor dentro de mí; hay una zona en inglés que está mirando todo esto. Lo que pasa es que yo vivo las cosas en castellano pero, a la vez, el inglés está allí adentro observando y criticando o sugiriendo, o susurrando. Henry James decía que uno tenía un idioma que era su esposa y un idioma que era su amante. En mi caso tengo dos esposas y dos amantes.
Por ejemplo "La Muerte y la doncella", su obra de teatro que después fue llevada al cine por Roman Polanski, ¿la escribió en inglés?
Estuve en muchos países del mundo en el año anterior a la reelección de Bush y encontré casi unánimemente un anti-bushismo muy, muy fuerte. La gente separaba los Estados Unidos de Bush. Es muy difícil ahora que la gente lo haga. El problema es el siguiente: con la presidencia que ha hecho este hombre, con los fracasos que ha tenido en política internacional, con su desastrosa política interior, con el empobrecimiento de una porción tan grande de la población, con su depredación ecológica, no debería tener ni un 10% de los votos. El hecho de que haya tenido un 51 o un 52% es muy difícil de entender. Entonces, para el mundo queda la sensación de que Bush ya no obra en nombre de su pequeño grupo de neoconservadores, sino que ha sido ratificado por el pueblo norteamericano.
¿Se puede dibujar algún paralelismo con el apoyo implícito y explícito de la población chilena a Pinochet después del golpe y el apoyo de los estadounidenses a Bush después de los ataques a las torres?
Yo creo que las circunstancias son muy diferentes. Diría que el único paralelismo que puede extraerse de esta situación es que cuando una población está aterrorizada se la puede manipular de cualquier manera para que se vuelva cómplice de los peores desmanes en nombre de su propia seguridad.
¿En algún momento pensó en irse de Estados Unidos?
De ninguna manera. Al contrario, estoy cada vez más seguro de que aquí es donde tengo que estar. Mi espacio en los Estados Unidos es muy grande. Escribo en los periódicos más importantes del país, tengo contacto con gente muy importante de aquí y me siento muy cómodo. Además, este es un país que aceleradamente se está convirtiendo en bilingüe y por lo tanto cada vez siento más que es donde puedo estar con mi inglés y mi castellano tranquilamente. Lo real es que fue la "National Geographic" la que me pidió que viajara al norte de Chile, no fue una editorial latinoamericana; y es en Broadway donde voy a estrenar mi próxima obra; fue Kerry Kennedy quien me llamó para que yo hiciera una obra sobre los derechos humanos y la pusimos en el Kennedy Center y en la iglesia de Martin Luther King. Lo que quiero decir es que yo tengo una gran posibilidad de desarrollar en este país mi particular forma de pensar, tanto en lo estético como en lo político.
¿No existe ningún tipo de censura en los Estados Unidos de hoy, aunque sea implícita?
Evidentemente en este país hay un consenso más volcado hacia la derecha que hacia el centro o la izquierda. Es obvio que la tendencia es que no haya crítica alguna. Pero es absurdo pensar que eso va a hacer callar a todos. Nosotros hemos pasado por las dictaduras que hemos pasado y, en estas situaciones, sirve. Yo no voy a autocensurarme porque haya consenso contra el discurso crítico. Nosotros hemos pasado por dictaduras, hemos sobrevivido al exilio, hemos sobrevivido a los represores más feroces, entonces el miedo no es lo que caracteriza a la gente que se vio obligada a exiliarse.
Muchas de sus obras de ensayo y de sus columnas de opinión indagan sobre el legado de Pinochet. ¿Como compara las post dictaduras chilena y argentina, y por qué no pudo lograr la Argentina la estabilidad económica que logró su vecino?
La transición chilena fue una transición pactada muy claramente que permitió tanto rupturas con el régimen y como continuidades con él. En la Argentina la transición se dio en gran medida debido a la derrota de los militares en Malvinas. No fue la única razón porque hubo mucho resistencia también. Pero en Chile tú puedes ver que la oposición que llevó a cabo la resistencia contra Pinochet a partir del '76, la alianza de la Democracia Cristiana con socialistas, etcétera, es la que gobierna ahora. Por lo tanto se ha ido creando un consenso sobre lo que hay que hacer y un acuerdo respecto de que caminos tomar y cuáles no tomar. Lo digo como una primera aproximación en cuanto a Chile. La segunda característica diferencial -y estoy haciendo sociología barata- creo, que lo que ocurre es que nosotros no tenemos peronismo y, por lo tanto, las opciones políticas aparentemente son más racionales. No quiero insultar a mis amigos peronistas, pero el peronismo es un fenómeno que hasta ahora nadie me ha podido explicar enteramente. Es una cosa tan, tan complicada y mítica... Si la Argentina hubiera podido hacer una alianza entre los peronistas y los radicales y llegar a un consenso en torno a qué hacer para terminar con la dictadura, yo creo que el suyo sería otro país. Esto fue lo que ocurrió en Chile y le vino muy bien, desde ya. Gente que tenía diferencias muy grandes se puso de acuerdo para recuperar las instituciones.
Volviendo a la escritura. Usted es dramaturgo, novelista, ensayista y poeta. ¿Cómo decide en qué género escribir?
Primero, yo soy un camaleón. Y como camaleón cambio de género según la ocasión, según como me llegue la voz. En un momento determinado algo empieza a darme vueltas, me empieza a dar una especie de cosquilleo en el cerebro o en el corazón. Alguna cosita me dice que esto debe escribirse de tal manera, algo comienza a dictarle a uno en qué género va a escribir. Pero, además, los géneros se entrecruzan constantemente. Entonces las novelas a veces son muy líricas, los poemas a veces son narrativos. Este libro, "Memorias del desierto" transita la cuerda de la meditación, está novelado en gran medida, puesto que voy contando historias, pero también hay unas partes muy líricas, muy poéticas, hay partes muy dramáticas donde el hecho de ser dramaturgo me ayuda mucho porque voy poniendo el diálogo de una manera muy especial. De modo que finalmente, tal como cruzo las fronteras y los idiomas, puedo cruzar también las fronteras de los géneros y mezclarlos cuando siento que hace falta. Desordenar el mundo habitual del género de la novela, romper esos moldes. Yo creo que eso es muy latinoamericano.
Usted es de la generación posterior al "boom". ¿Se siente un heredero de esa tradición como escritor latinoamericano?
En ese sentido yo estoy en contra de las categorías. Creo que soy bastante diferente a las generaciones anteriores. De quien me sentía más cercano personalmente era de Julio Cortázar, que fue muy amigo. Pero yo diría que soy un escritor latinoamericano que pertenece a una generación mundial de escritores que tratan de romper las fronteras de lo nacional. Debido a que escribo en inglés estoy tan cerca de un Peter Carey o de un Paul Auster como de un Carlos Fuentes. Evidentemente, mi inspiración constante es Latinoamérica y me siento muy latinoamericano. Pero la pregunta es: ¿qué es Latinoamérica en este momento? "Memorias del desierto" es una búsqueda de lo latinoamericano en lo indígena, en el pasado de las salitreras, en el desierto, en el origen del universo, en los primeros habitantes que caminaron el territorio, todo eso. Pero mi visión no necesariamente es la de un latinoamericano típico. Yo creo que es una obra cuya óptica se caracteriza por el hecho de que soy alguien que está mirando las cosas desde cerca y desde lejos siempre. Esa idea de vecindad y de distancia, lejanía y proximidad, me parece que es algo intrínseco a mi existencia y al modo en el que escribo.
Uno de sus últimos trabajos fue una obra de teatro basada en el proyecto "Speak truth to power" (Voces contra el poder), de Kerry Kennedy, que compila los testimonios de luchadores por los derechos humanos. ¿Es verdad, como se ha publicado, que podrían estrenarla en la Argetnina con la actuación de Sean Penn y Sigourney Weaver?
El problema es el siguiente: cuando estuve en Buenos Aires en noviembre, hablé con el secretario de Cultura de la Ciudad y quedamos en seguir en contacto respecto de esa posibilidad. Cuando se estrenó la obra en Atlanta le conté a Sean Penn que Sigourney Weaver había dicho que quería ponerla en la Argentina y en Chile. Entonces, Penn me dijo que si no estaba filmando él lo haría con mucho gusto. Esto no significa, como dicen los diarios, que tal cosa ocurrirá, pero los dos están interesados. Estamos tratando de encontrar apoyo de las autoridades argentinas para realizar el proyecto. Porque necesitamos un museo para exponer las fotos de los defensores de derechos humanos, un teatro donde se pueda poner la obra y precisamos estar seguros de que la televisión va a ayudarnos en ese sentido, ya que necesitamos muchos recursos.
¿Cómo describiría la obra?
Es una obra muy latinoamericana. La veo como un regalo que proviene de nuestros dolores para ayudar a sanar el mundo. Es decir, el dolor que yo siento por lo que nos pasó a nosotros, en vez de convertirlo en una especie de queja lo convierto en la búsqueda del coraje que nos permite juntarnos y contactarnos con toda las otras luchas de derechos humanos que se llevan adelante en el mundo, que son muchas. Es decir, luchar contra nuestro provincianismo, incluso en derechos humanos. No somos las únicas víctimas, ni somos los únicos que hemos sufrido. Ni los únicos que tuvimos coraje para enfrentar a dictaduras y censuras. Yo creo que es muy bueno traer una obra como ésta, hecha por un argentino-chileno y llevarla a los lugares donde nací y crecí, pero no está en mis manos. Yo soy el que escribe las obras, no el que las pone.