Clemente del Tuyú. Luego fue portera en una finca. Mi padre tiene una historia parecida, si bien en su caso pasó primero por Cuba. Durante toda la vida trabajó en la hostelería, primero de camarero y finalmente siendo socio de una cadena de restaurantes.
Se fueron con una mano delante y otra detrás. Han vuelto igual...
Una historia de ida y vuelta…
Durante la última época en Argentina, tuvimos un negocio de comidas para llevar. Nos funcionó muy bien durante años… Fue aquella ficción que vivimos en el país gracias a ese tal Méndez.
Me da que ese no es su nombre real...
Mejor ni nombrarlo...
¿Y por qué Galicia?
Ellos no estaban bien allí, se estaban muriendo. Al poco de volver aquí comenzaron a reencontrarse. En cada una de las fiestas mi madre redescubría a sus compañeras de escuela… Revivía la infancia...
Fue duro...
Me costó adaptarme. Vivo en Vilagarcía de Arousa. Cada día me cruzaba con la misma gente... Llegaba acostumbrado a vivir en una ciudad como Buenos Aires en la que no conoces a casi nadie. Aquí, cuando uno llega, la gente es siempre sapo de otro pozo…
O me traduces la expresión o no voy a saber seguirte…
Son gentes que gustan investigar con quién vives, si estás casado, si vives solo...
¿Te sientes ahora mejor?
Lo comparo a cuando cambias una planta de maceta. Al principio la planta se pone mal, pero después empieza a tomar raíces de nuevo.
¿Eres consciente de que estás en el país que más maltrata a sus artistas?
Algunos sí lo están, otros no tanto. De cualquier forma, en Argentina también se maltrata a los artistas a pesar de ser un país de mucha cultura.
¿Te sentiste también maltratado?
Para venirme a España y pagar el estudio de grabación tuve que vender mi piano de cola. Mi disco está auspiciado por la Secretaría de Cultura, pero institucionalmente no recibí dinero para poder grabarlo. En Argentina todo es así. Por ejemplo: Mercedes Sosa ganó un Grammy, llegó a Argentina y no pasó nada. Estuvo cuatro años sin grabar y a nadie le importó…
¿Cómo empezaste con el piano?
Lo que más me gustaba en la escuela eran las clases de música. De hecho, la maestra llamó a mi madre para decirle que tenía que estudiar piano pero… no teníamos para comprarlo. Me apuntaron en el conservatorio… La sorpresa al llegar fue que me habían apuntado en guitarra en lugar de en piano. Me puse a llorar hasta que me aceptaron para piano.
¿Cómo ensayaba el hijo de la portera y del camarero?
Una de las vecinas del edificio en que trabajaba mi madre me dejaba el piano para ensayar los sábados... Así comencé.
¿Estudiaste?
Continué mis estudios de piano hasta la universidad. Hice Arquitectura. Durante esos seis años tuve aparcada la música. Al licenciarme estaba decidido a dedicarme plenamente al piano.
¿Conseguiste vivir de él?
No vivo del piano. Trabajo en un estudio de arquitectura. Hago algunas actuaciones, pero no me sirven para vivir de la música. Mi familia depende un poco de mí y no puedo estar a lo bohemio, aunque sería lo que me gustaría. Trato de hacer las dos cosas al mismo tiempo: con mi trabajo subvenciono mi música.
El piano es tu vida...
Sí. Le digo siempre al piano: gracias a la vida…
¿Por qué?
Me sacó muchas veces, cuando vine a España, de ese no saber qué hacer con la vida. Me vine con treinta y cinco años. No soy un chaval para empezar de cero. El piano me ayudó a sobrellevar esa situación.
¿Hacia dónde va tu música?
Intento ser coherente con lo que hago, tocar una música con la que me identifico. La mayoría de mis temas son inéditos. Quiero hacer aquello en lo que creo, no lo que esperen que yo haga.
Eso tiene un precio...
Gané el festival de Baradero para solistas instrumentales en el '95. Más tarde fui a Cosquín y gané en una subsede, en la ciudad de Morón. Ese mismo día uno de los jurados me dijo: "Para ganar en Cosquín has de tocar, "Pájaro campana", un tema que gusta mucho y que la gente siempre lo aplaude… Levantarás a la plaza Próspero Molina…". No me cabe duda de que si le hubiese hecho caso habría ganado...
¿Y…?
Quedé finalista con un tema nuevo de Carnota, pero ganó un señor que tocó una canción muy típica del repertorio tradicional para bandoneón. Por supuesto levantó la plaza Próspero Molina…
Es la dictadura de la audiencia...
Muchas veces me he preguntado: "¿Por qué haces lo que haces?".
¿Y qué haces?
Lo que siento. Eso es todo.
¿Cómo miras a la vida?
Estando en España veo a la Argentina de otra forma, como algo cada vez más lejano. Al principio estaba todo el día enterado de lo que pasaba allí. Después me di cuenta de que no podía vivir en España con la cabeza en Argentina. Entonces me dije: "Vivo aquí… soy de aquí". Tuve que hacer un corte. De hecho no he vuelto a Argentina.
¿Volverías?
No sé si estoy preparado para hacerlo.
¿El dolor ayuda a crear?
Naturalmente.
¿Cuál ha sido tu dolor?
Al llegar tuve que trabajar de camarero. Después en una fábrica de piedra donde me trataban muy mal, por cierto. Ahora estoy más tranquilo, en un estudio de arquitectura.
¿Haces lo que te gusta?
Diseño obras... No es lo que elegiría para el resto de mi vida pero… me gusta.
¿Te ayudó a ser más fuerte?
Descubrí que hasta ese momento nunca supe la fuerza de voluntad que tenía.
¿El arquitecto subvenciona al músico?
Todo el tiempo. Nunca pude financiar la música exclusivamente con la música. Mi último proyecto lo edité con un crédito de Caixa Nova. Lo tuve que pagar yo todo... El éxito siempre es una gran incógnita…
Obtuviste el soñado éxito…
Con el boca a boca…
Tus convicciones te mantuvieron en pie...
Atahualpa Yupanqui, en un poema titulado "La flecha", decía: "Llenen mi boca de arena / si quieren callar mi voz / no he de morir de pena / la flecha ya está en el aire / para llenarse de sol...". Eso es lo que pienso: el disco ya está en el aire… para llenarse de sol.
¿Galicia es tu destino final?
No me quiero mudar, ni siquiera de Vilagarcía de Arousa. Quiero permanecer aquí. Estoy adaptado, con las raíces asentadas. No quiero disgregar a la familia, aunque mantengamos casa allí.
Háblame de tu familia.
Mi madre es un poco culpógena, como todas las madres… Ella gusta recordarnos que todo lo que hizo fue por nosotros.
¿Y tú qué opinas de todo eso?
Pues que tiene toda la razón.
¿Y tu padre?
Se pasó toda la vida luchando, trabajando… Ambos se sacrificaron por nosotros, nunca nos faltó nada.
¿Y el resto de la familia?
Permaneció aquí. Tenemos mucha familia en Galicia: mis primos, mis tíos. En Argentina nunca tuvimos una familia grande. Convengamos que caímos como satélites, de la nada.
¿Cómo ve el arquitecto la Galicia de hoy?
Hay un preocupante descontrol en la zona de la costa, aunque afortunadamente la construcción ya se está frenando. Galicia requiere arquitectura, no cualquier cosa. Se comienza a combatir el feísmo. Se ha cambiado la línea de costa de los trescientos a los quinientos metros… una buena medida. No obstante hay que esperar a ver desde dónde miden...
¿Lo más importante en tu vida?
Mi familia es lo primero. Lo mejor que tengo junto con mi música.
¿Sientes la distancia?
Siento aquella que supo narrar Alberto Cortez: "Viento, campos y caminos... distancia, / qué cantidad de recuerdos / de infancia, amores y amigos... distancia…". Me encanta ese tema. Lo canta también con Mercedes Sosa.
¿Quién es Cortez?
Un pampeano de los nuestros, con sangre y sentido de gallego. Una persona excelente. Como artista, número uno.
¿Grabarías ese tema?
Hay temas que no puedo tocar. Actualmente estoy interpretando temas de Piazzolla y… me tengo que contener para no llorar cuando los ejecuto. No creo que pueda ahora tocar "Distancia", sinceramente. Quizá más adelante…
Un recuerdo de Buenos Aires.
Los domingos con los amigos.
Un sonido de Argentina.
El silencio de la llanura.
¿Qué olvidaste?
Pasear más por San Telmo.
Tu melodía.
"Primavera porteña", de Piazzolla.
Alguien con quien deseas tocar.
Carlos Núñez, Luz Casal, Dulce Pontes y Joan Manuel Serrat.
Un músico a reivindicar.
El "Cuchi" Leguizamón.
Un pianista.
Eduardo Lagos.
¿Gardel o Piazzolla?
Me quedo con Piazzolla, Gardel es demasiado trágico.
Una canción.
"Cosas en movimiento", de Fito Páez.
El libro.
El "Martín Fierro" de José Hernández.
Un poeta.
Atahualpa por pensador.
Una comida.
Dos: el pulpo gallego y el asado argentino.
Una manía.
No pisar las rayas de entre las baldosas.
Un deseo.
Vivir de la música.