18 de febrero de 2009

Interpretando a Susan Sontag

Susan Sontag (1933-2004) inició su carrera literaria en 1963 con la publicación de la novela "The benefactor" (El benefactor). No obstante, es a partir del éxito internacional de sus ensayos "Against interpretation and other essays" (Contra la interpretación y otros ensayos, 1966) cuando se constituyó en una de las máximas figuras de los movimientos intelectuales de los años sesenta. Desde entonces su prestigio no hizo más que aumentar, tanto por sus nuevas publicaciones como por su participación en los grandes problemas sociales y políticos. Aparte de los títulos ya mencionados, su obra incluye los ensayos "Trip to Hanoi" (Un viaje a Hanoi, 1968), "On photography" (Sobre la fotografía, 1977), "AIDS and its metaphors" (El sida, la enfermedad y sus metáforas, 1978) y "Under the sign of Saturn" (Bajo el signo de Saturno, 1980); el libro de relatos "I, etcetera" (Yo, etcétera, 1979), y las novelas "Death kit" (Estuche de muerte, 1967), "The volcano lover" (El amante del volcán, 1992) e "In America" (En América, 1999). Susan Sontag fue nombrada Commandeur de l'Ordre des Arts et des Lettres en 1999 y ha recibido, entre otros, el National Book Critics Circle Award, el National Book Award, el Jerusalem Book Prize y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Lo que sigue son pequeños fragmentos extraídos de sus obras.

AMOR
El culto al amor es en Occidente un aspecto del culto al sufrimien­to -el sufrimiento como máximo símbolo de seriedad-. Así, no es el amor lo que sobreesti­mamos, sino el sufrimiento.

DIARIO
A menudo se contradice el significado de nuestras acciones hacia una persona y lo que decimos sentir por esa misma persona en un diario. Pero eso no implica que lo que hacemos es superficial y sólo lo confesado es profundo. Las confesiones, es decir, las confesiones sinceras, por supuesto, pueden ser más superficiales que las acciones. Una de las principales funciones sociales de un diario consiste justamente en la lectura fur­tiva de otras personas, la gente (como los padres o los amantes) sobre la que se ha sido cruelmente honrada sólo en el diario.

ENFERMEDAD
La enfermedad es el lado noctur­no de la vida, una ciudadanía más onerosa. Todos los que nacen tienen doble ciudadanía en el reino de los sanos y en el reino de los enfermos. Aunque todos prefe­rimos usar sólo el pasaporte bue­no, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado, por lo menos por un tiempo, a identificar­se como ciudadano de ese otro lu­gar.

ESCRIBIR
Es corruptor escribir con intención moralizante, para enaltecer los criterios morales de la gente. Nada me impide, salvo la pereza, convertirme en una escritora. En una buena escritora. ¿Por qué es importante escribir? Sobre todo, por egotismo, su­pongo. Porque quiero ser ese personaje, una escritora, y no porque haya algo que deba decir. Pero ¿por qué no también por eso? Con un poco de construcción del ego saldré adelante con la confianza de que yo tengo algo que decir, que debe ser dicho. Los buenos escritores son estruendosamente egotistas, hasta el extremo de la fatuidad. Los cuerdos, los críticos, los corrigen; pero su cordura es un parásito de la fatua creatividad del genio.

ESTILO
El estilo es el principio de deci­sión en una obra de arte, la firma de la voluntad del artista. Y como la voluntad humana es capaz de un número indeterminado de po­siciones, hay un número indeter­minado de posibles estilos para las obras de arte.


FASCISMO
Hay un Vínculo natural entre el sadomasoquismo y el fascismo. No debería sorprendernos que ha­ya pasado a asociárselo con el simbolismo nazi en los últimos años. La relación de amos y esclavos nunca se había estetizado de manera tan consciente. Sade tuvo que crear de la nada su teatro del castigo y el placer, improvisar la escenografía, las costumbres y los ritos blasfemos. Ahora hay un libreto modelo a disposición de todos. El color es el negro, el ma­terial es el cuero, la seducción es la belleza, la justificación es la ho­nestidad, el objetivo es el éxtasis, la fantasía es la muerte.


FOTOGRAFIA
En los últimos tiempos, la foto­grafía se convirtió en un entreteni­miento que se practica tanto como el sexo y el baile, lo que significa que, como pasa con toda forma masiva de arte, la mayor parte de la gente no practica la fotografía como un arte. La razón última de la necesidad de fotografiar todo reside en la propia lógica del consumo. Consumir significa quemar, agotar y, por lo tan­to, la necesidad de reabastecerse. A medida que hacemos imágenes y las consumimos, necesitamos más imágenes; cada vez más. Pe­ro las imágenes no son un tesoro por el que haya que explorar el mundo; son precisamente lo que está a mano dondequiera que mi­remos. La posesión de una cámara puede inspirar algo parecido a la avidez.


LITERATURA
En la literatura, la textura es muy laxa. Se puede des­cender en paracaídas con los ojos vendados: caigas donde caigas, si buscas con ahínco suficiente, estás destinado a encontrar un territo­rio interesante, inexplorado y valioso. Todas las opciones están dis­ponibles, poco utilizadas.

TEXTOS
Los textos son objetos. Quiero que afecten a los lectores; pero de todos los modos posibles. No hay un modo correcto de considerar lo que he escrito. No estoy "diciendo algo". Permito que "algo" tenga voz, una existencia autónoma, independiente de la mía. Un manuscrito pasado en limpio, en cuanto está terminado, empieza a apestar. Es un cadáver -hay que darle sepultura- embalzamado, ya impreso.

VEJEZ
El miedo a la vejez surge del reconocimiento de que no se está vivien­do ahora la vida que se quisiera. Equivale en un sentido a insultar al presente.

VIDA
Me aferro a mi roca, no hace falta que me encadenen. ¡Atrás! La hago subir, y subir, y subir. Y... caemos. Sabía que pa­saría. Ya lo ven, estoy otra vez de pie. Ya lo ven, empiezo a hacerla subir nuevamente. No traten de persuadirme de lo contrario. Na­da, nada podría apartarme de es­ta roca.